quinta-feira, 15 de janeiro de 2009

Todo y nada

La vida no vale nada. La vida vale todo. Estos dos opuestos se encontraron en mi mente inmediatamente después que desligué mi celular, mientras trataba de sujetar mi corazón y procuraba una silla para sentarme. Vradson acababa de contarme el motivo por el cual Alison, otro alumno de teatro, no había comparecido a la aula el Domingo. Había fallecido en ese mismo día en un accidente que lo decapitó instantáneamente... Mientras Vradson hablaba, con la voz temblorosa, la imagen de Alison, gordo, sonriente y muy entusiasmado durante su primera aula, venía una y otra vez a mi cabeza, que se negaba a aceptar la noticia. Era tan simpático, tan alegre, con aquellos ojitos brillantes e infantiles! Estaba tan lleno de planes, dispuesto a recorrer nuevos caminos, a experimentar nuevas sensaciones, a mejorar sus dotes de actor! Todos hicimos bromas al verlo sudar ríos y chasquear las coyunturas durante los ejercicios, asegurándole que con certeza iría a perder unos kilitos después de algunas semanas de aula... Y él se ría, bien humorado, y concordaba con nosotros. Yo hasta escribí un monólogo especialmente para él, e iba a proponerle, aquel Domingo, que lo montase para nuestra presentación de Agosto... El texto trataba de un joven que muere y se encuentra con Dios, no sin antes pasar por algunos sustos y negociaciones y recibir algunas explicaciones y revelaciones... Dios mío, pero qué ironía! Me dan escalofríos sólo de pensar...
"Nadie se muere el día antes", dice el dictado, y es la más pura verdad. Por eso la vida no vale nada, porque no sabemos cómo ni cuándo vamos a perderla; y vale todo pues, por esa misma razón, tenemos que aprovecharla a cada instante dando lo mejor de nosotros, disfrutando y abrazando con pasión y honestidad cada pequeña oportunidada que ella nos brinda. Yo no sé si mañana, e a pesar de todo mi cuidado, no voy a atravesar la calle y un camión vá a pasar encima de mí y me vá a transformar en una mancha en el asfalto, o si de aqui a cien años todavia voy a estar andando por ahí, escribiendo en mi blog o dando mis caminadas matinales para bajar la glicemia y buscar inspiración... Alison sabía? Desconfió de alguna cosa en el instante en que entró en aquel carro?... Com certeza no y, de un segundo para otro, sin ningún aviso, todos sus planes, hasta los más inmediatos, se transformaron en polvo, dejaron de existir en la historia de la humanidad. Su existencia paró allí, su corpo se fué, no fué alcanzado por la vejez. No vendrá más a la aula para encararnos con su jovialidad y disposición, no lo veremos mejorar su performance, participar de las devoluciones, hacer improvisaciones o construír personajes, memorizar textos o dar idéas para montajes... Ni tuve tiempo de anotar su apellido en la lista de llamada, su matrícula quedó sin pagar. Sólo tengo su imagen generosa y medio sin gracia moviendose por la sala - sudando ríos y limpiándose la cara con la manga de la camiseta- y el sonido de su voz, todavía la de un adolescente, hablando de su amiga que vive en Japón -también una ex-alumna mía- y de las piezas que presentaba cuando formaba parte del grupo de teatro de su iglesia... Nada más me resta de él. Nada suyo restó para nadie, a no ser su recuerdo... Mas, y no es solamente esto que restará de nosotros al final?

Nenhum comentário:

Postar um comentário