domingo, 22 de janeiro de 2017

"Ruidos"

    Una buena noticia: ¡esta semana hay cuentos nuevos!... ¡La inspiración está a mil!... Y una mala noticia: los incendios forestales que asolan en estos días a mi país amado. La ciudad está llena de humo, no se puede ver el sol ni la cordillera y hace un calor casi insoportable. Me recuerda el que sentía en Brasil, con la diferencia de que aquí la humedad es de 15 o 20% y hay viento, lo que hace que el fuego se esparza por doquier y sobrepase los esfuerzos de bomberos, brigadistas, conaf y todos los que están tratando de combatir esta tragedia. Varias regiones han sido declaradas zonas de catástrofe y la cosa no tiene visos de terminar, porque las condiciones climáticas no están ayudando para nada... Muero de pena de esa pobre gente que ya perdió o está amenazada de perder todo lo que tiene y, a pesar del humo y el calor sofocante, me considero afortunada de vivir en la capital, porque -hasta el momento- el fuego se mantiene lejos de aquí, mismo si sus consecuencias nos alcanzan de igual manera...
    Entonces, mismo entristecida y muy preocupada, me siento aquí -con un abanico en la mano- para postar la crónica de la semana y un par de cuentos nuevos. ¡Espero que los disfruten! ¡Vayan a pazaldunate-historias.blogspot.com y léanlos!



    Durante el día uno cree que escucha todo lo que es posible escuchar en una ciudad como esta, pletórica de gente, autos, micros, construcciones, desfiles, sirenas, marchas, voces, ladridos... Es un enjambre infinito y a veces un poco asustador. No hay un minuto de silencio, pues aunque los fines de semana y los feriados este alboroto disminuye bastante, aquel rumor sordo y constante que desciende desde la Alameda, no para jamás. Es como escuchar un panal de abejas trabajando las 24 horas del día. Uno termina acostumbrándose y hasta piensa que que existe algo de silencio durante la madrugada, en el intervalo entre los que están yendo a acostarse y los que se están levantando... Dura poco, pero si uno está despierto -desacostumbrado a esta insólita "quietud"- se pueden percibir otros ruidos: nuestro corazón latiendo, nuestra respiración, el susurro de las sábanas, un zorzal en un árbol distante, los crujidos de la casa con los cambios de temperatura, el despertador musical del vecino... Es un buen momento para pensar, para planear, para decidir, para darse cuenta, para rezar, para percibir que se está vivo, para preguntarse si se es feliz, amado, si se siente realizado, si está amando. Se puede considerar algún cambio, algún pedido de perdón, un reencuentro, una sorpresa. A esa hora, el ruido de nuestra existencia es más poderoso que toda la barahúnda que reina a lo largo del día, y nos trae de regreso a la realidad más simple y cierta: nosotros mismos.

domingo, 15 de janeiro de 2017

"El tiempo"

    Supongo que cuando uno se va poniendo viejo empieza a preocuparse -o a darse cuenta con más claridad- con este negocio del paso del tiempo, de lo que ha hecho o dejado de hacer en el que ya pasó y de lo que aún podría realizar en el que le queda. No es algo deprimente o asustador (a pesar de que puede serlo para mucha gente), pero sí intrigante, que nos hace preguntarnos muchas cosas y nos aclara otras, lo que puede resultar en una mejor calidad de vida, una plenitud que jamás sentimos antes, pues no teníamos la consciencia que tenemos ahora, con más edad, y por eso no le dábamos le debida importancia... Es increíble cómo, cuando uno es joven, piensa que nunca va a envejecer, que va a durar para siempre, como dice la canción de Cat Stevens, y que va a poder hacer todo lo que quiera o planee... Bueno, la verdad es que muy poca gente lo consigue y podemos considerarnos afortunados  y realizados si tenemos éxito por lo menos en la mitad de nuestros proyectos. No se trata de ser conformista ni pesimista, sino de sentirnos agradecidos por haber tenido la oportunidad de construir, de entregar, de compartir, de amar y aprender todo lo que nos fue posible a lo largo del tiempo que tuvimos y no de amargarnos por las pocas cosas que no conseguimos...Como dice ese dicho de televisión: "No tengo todo lo que amo, pero amo todo lo que tengo"...
    Puchas, esta ya está pareciendo la crónica de la semana, pero no, es otra, que también tiene que ver con el tiempo. Una pequeña reflexión que se me ocurrió el otro día al ver a una ancianita sonriente y llena de vigor y creatividad, lúcida y agradecida en una entrevista en el noticiero. Y ella decía, sonriendo, con los ojos brillantes : "Si hay que morirse, por lo menos hay que hacerlo feliz y satisfecha, agradecida y realizada en todo lo que sea posible"... ¡Y cómo tiene razón la señora!.


    El tiempo pasa. No para. No importa si estamos activos, ociosos, sanos o enfermos No importa si somos ricos o pobres, famosos, desconocidos. No interesa si somos felices o vivimos una tragedia, si estamos solos o acompañados... Nada de eso nos salva de su pasaje, de esa característica de no poder volver atrás, de no poder pararlo o hacerlo correr más despacio o más rápido. Nada, absolutamente nada interfiere con su transcurso. Es único, uno solo, acontece una sola vez y, desgraciadamente, buena parte de nosotros pasamos la vida sin darnos cuenta de eso.

domingo, 8 de janeiro de 2017

"Podemos darnos el lujo"

       Mucha calebración, mucha comida -mi diabetóloga me mata si supiera todo lo que comí, pero en fin, es una sola vez en el año- mucho corre corre y mucha fiesta en los departamentos y edificios vecinos, lo que significó nada de sueño, entonces, el día primero, en que debería haber posteado mi primera crónica de este nuevo año, me la pasé durmiendo en el sofá, en la cama, en el banco del jardín... y por ahí... Mas como las fiestas ya terminaron, ya estoy recuperada y me siento delante del computador para publicar la primera del año, medio atrasada,pero llena de entusiasmo y buenas expectativas... Espero que les guste y les sirva como un pequeño regalo.


 Y Pasadas las fiestas, las cábalas, los brindis, los regalos, buenos deseos y propósitos para el nuevo año, los adornos, las luces y el pesebre vuelven a sus cajas y la vida retoma su rutina como si nada hubiera pasado... Es tan curioso, porque a ella no le importa ni le afecta el hecho de que se haya iniciado un nuevo año. No, la vida continúa, impertérrita, siempre en movimiento, llevándonos  en su cauce sin hacer ninguna diferencia entre todos... En realidad, somos nosotros con nuestros ritos, nuestra fe y nuestros sueños, proyectos y números los que transformamos todo. Y podemos darnos el lujo de ponerle los ingredientes que queramos. Podemos hacerlo especial, feliz, exitoso, pacífico, equilibrado, saludable, altruista, o entonces convertirlo en una catástrofe que nos hundirá y nos mantendrá caídos, amargados, pesimistas, asustados, llenos de resentimiento y auto compasión, de envidia y angustia... Entonces, tenemos que pensarlo bien.
    ¡Yo digo que vamos a acabar con todo lo negativo!... Volvamos a  creer, a entregar, a compartir, a soñar y construir para que el mundo y la vida de todos sea mejor, para que valga la pena y nos sintamos realmente como hermanos. Regalemos sonrisas, palabras de ánimo y coraje, elogios, abrazos, miradas sinceras, apoyo, buenos consejos desinteresados, fe y amor. Sobre todo amor, mucho amor, en todas sus formas, a todos los que crucen nuestro camino, sin distinción.