sábado, 30 de maio de 2015

"Tomarse en serio"

    Como pueden ver, ando bastante inspirada este último tiempo. Esta semana hay más algunos cuentos para que pasen un poco del tiempo frío leyendo... Parece que la llegada del otoño y las temperaturas bajas le pone a funcionar a uno la cabeza y se vuelve más observadora, más profunda, más sensible. ¿Es la cordillera empezando a ponerse blanca frente a mi ventana? ¿Es el ambiente tibio y acogedor dentro del apartamento? ¿Son las tacitas de té o la sopa calientita en la noche?... No sé, pero se me ocurren mil ideas a lo largo del día y no quiero desperdiciarlas, entonces... ¡Prepárense! Espero que el invierno y el frío se les hagan más soportables con estas historias, porque a mí se me hacen muy agradables escribiéndolas... No se olviden: pazaldunate-historias.blogspot.com. ¡Que las disfruten!...
    Y ahora, como este es mi blog de crónicas, aquí va la de la semana. Espero que la disfruten también.


    Llego a la conclusión de que, mientras uno no se tome en serio una decisión, todo tipo de tentaciones, obstáculos y desanimadoras coincidencias y situaciones continuarán apareciendo y venciendo nuestra determinación, echando por tierra nuestros propósitos y buenas intenciones. Mientras no queramos de corazón cumpir un objetivo o llevar adelante un propósito (dieta, compras, carácter, trabajo, organización, etc) no nos resultará porque, en realidad, no estamos realmente dispuestos, convencidos de que es necesario. Entonces, no es el destino el que se pone en nuestra contra, sino que nosotros no estamos sinceramente dispuestos a cambiar, entonces le echamos la culpa a cualquier cosa que suceda y que nos sirva para retrasar nuestra  acción. Cuando se quiere algo de verdad, no hay tentación que no consigamos resistir ni obstáculo que no podamos vencer. Y lo digo por experiencia propia. ¿Queremos realmente adelgazar? Entonces no habrá ese negocio de "El Lunes empiezo", o "sólo esta vez, este pedacito". No habrá disculpas ni aplazamientos. Se tomará la decisión con la cabeza y el corazón, con cada célula de nuestro cuerpo y todo el coraje y determinación de nuestro espíritu, y con certeza tendremos éxito.
    Bien se dice que "querer es poder", pero ese querer tiene que ser de verdad, absoluto, adulto. El resto son fachadas, juegos, pose para los otros que sólo nos perjudican. Tretas para engañar y callar por un tiempo a nuestra consciencia, que toca desesperadamente una campana de alarma que nosotros insistimos en ignorar, mismo conscientes de que deberíamos hacerle caso.
    

domingo, 24 de maio de 2015

"Batalla sin tregua"

     Y como se los prometí, esta semana hay una nueva serie de cuentos cortos para que la disfruten... Bueno, en una ciudad como esta, inspiración es lo que no falta. Uno puede sentirse medio desanimado a veces, pero si lo piensa bien, tiene que agradecer que tiene dos blogs donde puede publicar lo que quiera, cuando quiera -y totalmente gratis- y que hay personas que los leen. Y que las visitas están aumentando. Y que ya tengo unos seis o siete bosquejos para más cuentos. Es sólo andar por la calle o sentarse en un banco de plaza que ellos aparecen como por arte de magia. Y no puedo ser desagradecida con todo este aliento, ¿no es verdad?... ¡Entonces voy a aprovecharlo y sentirme feliz porque estoy haciendo mi parte! Y como ya no es más la vanidad o la ambición lo que me mueve, supongo que las cosas cambian bastante de perspectiva. Y estoy muy contenta con eso.
    Y vamos a la crónica de la semana, corta, pero directa.


    Ese ejército regresando a casa al atardecer, haciendo filas eternas en los paraderos, cargando bolsas, paquetes, maletines, mochilas, pasando al mercado para comprar la cena, a la panadería para tener el pan, el jamón y el queso para la once y el desayuno del día siguiente. Algunos serios, tensos, preparándose para enfrentar aseo, cocina, ropa sucia, tareas del colegio. Muchos dormitan en el metro, en la micro, en el calor del colectivo, bajan de uno, se suben al otro, extenuados, y todavía ensayan una sonrisa al llegar a casa... Van rápido, callados, concentrados, tal vez preguntándose de dónde van a sacar fuerza y coraje para volver a hacer esto de nuevo mañana, y pasado mañana, y todos los otros días de sus vidas. Tal vez por los hijos, por las cuentas, por los sueños, por la esperanza de una vida mejor. Salen cuando el sol no aparece todavía y vuelven cuando ya se escondió. Algunos tienen más de un empleo... Y así, se les fue el día en esta batalla sin tregua, sin posibilidad de renuncia, de negociación, de fracaso... Y en la noche parece que la casa queda más lejos, que se demoran una eternidad en llegar...
    Pero llegan, se recomponen, respiran hondo, duermen su sueño mezquino y vuelven a la batalla al día siguiente.

domingo, 17 de maio de 2015

"¡Qué pena que tengamos que esperar!"

    Ya sé que les prometí una nueva serie de cuentos cortos, pero esta semana ha sido medio rara. De repente me siento animada y dispuesta, disfrutando esta nueva soledad y el tiempo extra, y de repente me siento desanimada y medio aburrida. Me volví adicta a las palabras cruzadas y a la sopa de letras (que según dicen, son excelentes ejercicios para la memoria y la actividad cerebral en general) y me lo paso horas sentada en el sofá de la sala resolviéndolas o viendo televisión. Hay unas que son realmente un desafío... Pero de todas maneras, parece que todavía como que no me acostumbro a este "ocio", a esta rutina solamente doméstica y sin sobresaltos, horarios, metas y todo lo que implica un trabajo con horarios, jefes y alumnos, proyectos, montajes, ensayos y toda esa locura que fue mi trabajo en la fundación cultural durante 26 años... Es realmente extraño estar aquí ahora, libre de todo eso -que era fascinante pero demasiado estresante. Mi glucemia que lo diga- y no tener ninguna obligación ni nadie a quien rendirle cuentas... Pero con el tiempo me acostumbro, no se preocupen. También estoy medio preocupada y desanimada porque ya hace 5 meses que no me publican ninguna crónica en el periódico de Brasil. ¿Será que se cansaron? ¿O que hay demasiada gente mandando textos? ¿Será que me volví "mucho de lo mismo"?... No lo sé, pero eso me deja bastante triste. Juntamos a esto el hecho de que entré en contacto con una agencia literaria, envié un cuento y hasta ahora no recibí ninguna respuesta y algunos proyectos en Brasil que parece que no van a funcionar y de repente me siento bien desalentada con esto de escribir y publicar...
    En todo caso, si de publicar se trata, tengo estos blogs para hacerlo cuando quiera, sabiendo que hay gente que los lee y disfruta mi trabajo. Eso es un tremendo consuelo y un aliento extra para continuar escribiendo. Además, el sol está empezando a brillar y eso siempre es un motivo de alegría, inspiración y buenas vibraciones, entonces... ¡Aquí vamos de nuevo!... Juro que esta semana escribo esos cuentos y los publico.


   Creo que ya he hablado alguna vez sobre esto, pero es que es algo bien especial: me encanta observar a los viejos en sus quehaceres y actividades rutinarias como cocinar, comer, comprar, hacer aseo... Tienen un qué de experiencia, de cansancio, de esfuerzo consciente que me conmueve profundamente. Saben de sus limitaciones, pero se esfuerzan por continuar arreglándoselas, siendo independientes y activos. Sus actitudes no tienen disfraces, son ingenuos y transparentes como niños, algo torpes y muy sinceros. Se mueven despacio, sorteando sus achaques, y no hacen cosas innecesarias. Ahorran su energía para vivir lúcidos y activos el mayor tiempo posible... Son  sabios sobrevivientes.
    Curiosamente, todos ostentan el mismo brillo en los ojos, incluso aquellos más enfermos o alienados. Es un algo como líquido e infantil, que parece esperar alguna cosa o ver más allá.. ¿Es la muerte que contemplan y no nos lo cuentan? ¿O será tal vez el paraíso, los santos y los ángeles? ¿O vislumbran al propio Dios?... Son tan frágiles y tan firmes al mismo tiempo, tan precisos mismo dentro de la inseguridad de su condición. Saben tan bien y olvidan tan serenamente. Viven hoy día, comen con la cuchara medio temblorosa, se acuestan y se levantan en silencio, porque ya dijeron todo lo que tenían que decir. Agradecen este tiempo de descanso -o de esfuerzo, en muchos casos, porque la pensión es demasiado mezquina- de falta de consumismo y vanidad superficial, de apuro, de ambición, la sensación de deber cumplido.
    Creo que es un poco de todo esto lo que se refleja en su forma de ser, de moverse, de hablar, de mirar... ¡Qué pena que tengamos que esperar hasta estar viejos para ser y sentir todo esto!... Pero también supongo que si no pasáramos por la juventud y la madurez con toda la carga de experiencia que nos entregan, nuestra vejez no tendría este encanto, este clima especial que yo le veo. Y no lo hago como una forma de consuelo porque yo misma voy hacia allá, pero confieso que me gustaría llegar a mi vejez y sentirme de la forma en que veo a los viejos en este momento.

sábado, 9 de maio de 2015

"Otro paso"

    Ya estoy preparando una nueva selección de cuentos cortos, entonces prepárense porque es casi cierto que el próximo fin de semana tendrán más para leer. Parece que ahora que paso más tiempo sola en el apé tengo más tiempo para escribir, pero en realidad no es bien así, porque continúo haciendo las mismas cosas que hacía cuando mi hija trabajaba sólo los fines de semana... ¿Tal vez demoro menos para hacer el almuerzo, lavar la loza u ordenar?... No lo sé, pero la sensación es que realmente me sobra más tiempo para hacer más cosas, entonces pretendo aprovecharlo no sólo escribiendo, sino también paseando y observando todo y a todos, como me gusta. Y eso es muy bueno porque se vuelve material precioso para estas crónicas y los cuentos, entonces...
    Y con esta perspectiva animadora, me siento para escribir la crónica de esta semana. Espero que la disfruten... Y que empiecen a moverse.


    He llegado a la conclusión de que hacer ejercicio hace bien no sólo para el cuerpo, sino también para la mente y el espíritu. Trotar requiere un esfuerzo continuado -como cualquier otro ejercicio- ritmo y persistencia, control de la respiración, postura correcta, ropa y zapatillas adecuadas, hidratación, elongación. El inicio es tan importante como el final, así como la cantidad de tiempo y desgaste que tenemos. Definitivamente, prueba nuestra resistencia. Y es aquí que entra -aunque parezca extraño- la parte espiritual.
    Yo troto más o menos entre media hora y cuarenta y cinco minutos todos los días -menos fin de semana- en una gran plaza frete al palacio de gobierno, que queda cerca de casa. Cuando empiezo estoy llena de  energía, me siento leve y ágil, rápida, el cuerpo despierto y desbordando fuerza. Después de unos 15 minutos, ya estoy sudando y jadeante, los músculos están tensos, el cuerpo se siente un poco más pesado y los pesos se hacen más lentos, sin que nos demos cuenta... A la media hora ya estoy considerando dar una paradita, reducir el ritmo, y los bancos de madera empiezan a guiñarme un ojo. Parezco estar llegando al límite de mi resistencia y pienso que no podré continuar... Entonces, miro hacia el final de la cuadra y pienso: "Sólo un poco más, no estoy tan lejos"... Y haciendo un esfuerzo consciente, doy otro paso... Y de pronto es como si hubiera cruzado alguna clase de umbral, de frontera, como si hubiera quebrado algún límite y, súbitamente, todo mi cansancio desaparece y puedo trotar hasta una hora más. Las piernas dejan de dolerme, la respiración se vuelve rítmica y controlada, el corazón sosiega, en armonía con este nuevo estado.
    Retomo el ejercicio con ánimo renovado, tranquila, y reflexiono: es así también para todo en la vida. Siempre hay quedar otro paso atravesar una frontera, hacer el movimiento siguiente de forma consciente y decidida. Estamos constantemente enfrentados al cansancio, al desánimo, a la frustración, la auto compasión. Y es ahí que pensamos que seremos vencidos, que no conseguiremos continuar, que es mejor desistir. Pero es justamente en ese instante que tenemos que respirar hondo, erguir el cuerpo -y el espíritu- y dar ese próximo paso, porque después de ese, nada nos detendrá y con certeza llegaremos mucho más lejos de lo que esperábamos

domingo, 3 de maio de 2015

"En la cabecera de la mesa"

    Bueno, la crónica de hoy es, en realidad, uno de mis cuentos cortos (lo escribí hoy en la tarde) pero me pareció apropiado publicarlo aquí por causa de la fecha que viene el próximo domingo: día de las madres. Mi día y el día de muchas de ustedes. Entonces, como un homenaje anticipado, aquí va la crónica de esta semana, con sabor a cuento.


    Hoy ella estaba sentada en la cabecera de la mesa, que se encontraba dispuesta con su mejor mantel y vajilla, las copas de cristal y un arreglo floral en el centro, como se hacía para las grandes ocasiones. Desde que se levantó no la habían dejado hacer nada, ni lavar un plato o arreglar una cama, mucho menos barrer o meterse a la cocina. Parecía que repentinamente su casa había sido invadida por un ejército y ahí estaban los hijos, nietos, yernos y nueras corriendo para arriba y para abajo limpiando, ordenando, encendiendo ollas y sartenes, escondiendo fuentes misteriosas en el refrigerador y paquetitos de papeles y moños coloridos en la pieza de alojados. Su marido andaba por ahí como bola huacha, con esa cara de complicidad que tan bien le conocía cuando se trataba de abogar por los hijos y sus travesuras. Se paseaba ceremoniosamente por el patio con su cigarro y de vez en cuando venía alguien a preguntarle algo y se quedaban cuchicheando y sonriendo, echándole unas miraditas  de conspiradores que ya la estaban hartando... ¡Como si no  ella no supiera de lo que se trataba! Todos los años era la misma cosa... Y a ella le encantaba. Era su día de reina y le emocionaba ver a la familia esforzándose para que ella así se sintiera, para que no tuviera ningún trabajo, ningún disgusto, ninguna tristeza o inquietud. Había flores, regalos, discursos, platos especiales, postres, canciones, emociones desbordándose de los corazones en palabras simples y sinceras, había abrazos apretados, besos mojados, sonrisas luminosas, agradecimientos, promesas, arrepentimientos, reconciliaciones... De todo lo que era bueno, noble, verdadero y profundo había ese día. Esos rostros que la contemplaban ahora desde sus lugares decían todo lo que ella deseaba escuchar. ¡Y cuan bien los conocía! Cada uno de ellos, con sus penas y alegrías, sus éxitos y sus fracasos, sus conflictos, sus proyectos y sueños. Conocía sus defectos y cualidades, sus fortalezas y debilidades, sus mentiras y sus verdades y por eso mismo los amaba, siempre los amaría. Porque eran suyos, sangre de su sangre, carne de su carne. Porque los conocía más íntimamente que nadie y su corazón siempre tenía las puertas abiertas para recibirlos.
Por eso le encantaba el caos y la alegría de este día. Le encantaba estar sentada en la cabecera y recibir todo ese cariño que, para ella, era el mejor regalo de día de las madres.