segunda-feira, 27 de dezembro de 2010

Un nuevo bautismo

Y finalmente, después de casi quedarme turnia y con la espalda atrofiada de tanto hacer crucigramas en la sala vacía durante dos días, estoy de vacaciones!... Hoy día, oficialmente, empieza mi mes de descanso, mismo si, en verdad, ya dejé de ir a la Fundación el jueves pasado por cuenta del feriado de navidad. Pero también por cuenta de las fiestas, almuerzos y compras de última hora (a uno siempre se le olvida aquel pariente solterón, o el hijo de la prima, o el pololo de la hija de tu cuñada) más ese montón de parientes y sus hijos corriendo y gritando por la casa, solamente hoy estoy empezando a disfrutar de un descanso de verdad y retornando a mi dieta y a mi rutina literaria, gracias a Dios!... Me encanta mi trabajo, pero sinceramente, ya no estaba aguantando más. Ahora no quiero más pensar en piezas, textos, alumnos, aulas, proyectos, horas extra o cualquier otra cosa que tenga que ver con trabajo. Durante este mes pretendo olvidarme de que existe para dedicarme tan sólo a descansar, a escribir y a recobrar mi salud. Espero que la consulta del dia 10 me ayude en algo y salga de ella con algún diagnóstico y con algún tratamiento que -bravo!- alivie o -mejor todavía- elimine estos dolores (hoy, por ejemplo, la cosa está fea!)... Entonces, hasta allá, la cosa es mantener la calma y aprovechar de la mejor forma posible los días creando, paseando, escuchando música, meditando y viendo muchos filmes.
    Entonces, para empezar, aquí vá mi primera crónica de vacaciones.  Sólo espero poder mantener este ritmo cuando vuelva a trabajar, sobre todo si las predicciones de mi jefe se cumplen y tengo que trabajar más horas... Pero, por el momento, me importa un pito!...


    Estoy sentada en uno de los bancos de la placita que queda cerca de mi casa, bajo la sombra susurrante de un ipé florecido, y a mi alrededor nievan flores rosadas. Caen silenciosamente, una, dos, cuatro, cada vez que el viento hace estremecerse a las ramas... Las personas pasan apresuradas por la vereda, rumbo al mercado, sin fijarse en la belleza del asfalto sembrado de flores, sumergidas en sus pensamientos y preocupaciones. Las miro desde mi lugar y por un instante me siento en otra dimensión, una especie de fantasma de otro plano que existe y actúa en una época  y a una velocidad completamente diferentes, que tiene ojos y oídos exageradamente atentos y perceptivos, cuyo cuerpo posée una densidad, un propósito distinto de aquellos que pasan a mi lado... Desvío la mirada de la calle y la tiendo sobre el parque de juegos a mi izquierda, donde algunos niños corren, juegan, se columpian e inventan aventuras y desafíos entre los aparatos de metal viejos y depredados. A pesar de esto y de los agujeros en la cerca de alambrado, de la tierra sucia y de la basura -que aprovechan para crear armas, vehículos o baúles de tesoros- ellos juegan y se divierten como si estuvieran en el mejor y más moderno parque del mundo, llenos de energía y creatividad... Y de repente,  me acuerdo de mí misma y de mi hermana, cuando vivíamos en la base aérea de Antofagasta, en el norte de Chile, en pleno desierto, jugando en los rieles del tren que, como dos riscos solitarios en una página vacía, se perdían en el horizonte de sedosas dunas amarillas. O entonces descendiendo hasta la inmensa playa desierta en aquella destartalada y ruidosa liebre, espiando hacia el espacio allá afuera por sus ventanillas entierradas, con prisa para llegar allá abajo para buscar conchas y pececitos en las águas rasas y cristalinas... Cómo jugábamos entonces! El mundo entero nos pertenecía y estaba repleto de aventuras, desafios y descubrimientos! El desierto, la base de casitas de madera con jardines mustios y pequeñas huertas heróicamente mantenidas con el água racionada de los toneles, aquella inmensidad de arena y água azul eran nuestro reino y en él nos sentíamos seguras y motivadas para crear, para explorar y soñar... Miré nuevamente a los niños en el parque y de repente me pregunté cuándo, cómo y por qué los adultos nos olvidamos de jugar. Por qué al crecer tenemos que mirar a los niños para recordar cómo es, pues de alguna forma, en algún rincón escondido y casi olvidado, echamos de menos los juegos. Y mismo así, nos avergonzamos de acompañarlos, de abrir la pequeña puerta de su universo y aventurarnos en él. Será que nos asusta la inocencia, la credulidad, la cara limpia, la acción directa, la palabra pura? Será que estamos tan poluidos que pensamos que no merecemos un nuevo bautismo? Será que estamos tan fatalmente convencidos de que no tenemos más tiempo, de que nuestras oportunidades acabaron, de que la madurez no incluye el deslumbramiento, la creatividad, la ingenuidad, la honestidad que teníamos cuando éramos niños? Será que preferimos creér que toda la magia terminó y que sólo podemos lidiar con una realidad dura y seca?.. Pero por qué crecer tiene que ser algo tan ruin? Por qué todo lo que es especial tiene que ser abandonado por el camino, a lo largo del proceso de maduración? Por qué no podemos guardar -y usar- una parte de nuestra infancia para sostenerrnos, para inspirarnos, para buscar la felicidad cuando envejecemos? De qué vale el perdón de Dios si nosotros mismos no nos perdonamos por crecer y transformarnos en estas personas llenas de resentimiento, recelo y escepticismo? Es con su material que construimos lo que somos, lo que soñamos, lo que enseñamos y compartimos. Puede ser que ni siempre haya sido perfecta, pero la llama de la inocencia, de la fé y de la creatividad que la sostuvo y la alimentó es algo que no podemos dejar que se apague cuando crecemos.

segunda-feira, 20 de dezembro de 2010

Pies y zapatos

Este negocio de fin de año es realmente bien legal, porque acontecen tantas conmemoraciones, confraternizaciones, almuerzos de funcionarios,  fiestas de amigo secreto y despedida de año, que mal se trabaja; así que podemos escoger el horario que más nos convenga para venir a la oficina para no hacer nada. Así estoy yo -y es por eso que estoy teniendo tiempo  de postear esta crónica en día- porque como ahora estoy teniendo como única preocupación y trabajo real las presentaciones de nuestra pequeña pieza de navidad en la plaza, el resto del tiempo me lo paso en la sala haciendo palabras cruzadas, escuchando música -y danzando un poquito, porque nadie es de fierro- o meditando tendida en los colchonetes, o entonces salgo para dar una vuelta y ver las vitrinas o me siento por ahí para conversar sobre cualquier cosa con alguien. Lo que pasa es que todas las otras áreas terminaron sus actividades en noviembre -en parte por causa de aquel rollo político-burocrático con los profesores- entnces yo soy la única que sobró y que tiene algo concreto para hacer hasta el dia 23, cuando finalmente saldré de vacaciones, lo que singifica que tengo que venir aquí sólo para eso, porque mis aulas también terminaron. Sólo nos falta la confraternización con los alumnos, que será el dia 21 en la tarde; después sólo nos encontraremos nuevamente el año que viene y vamos a ver quién  vuelve, porque todos juran que van a continuar con el curso, pero ahí acaban apareciendo emplegos, cursos, viajes o universidades y todos nuestros planes se van al diablo... Por eso -ya aprendí- prefiero no anticiparme y esperar para ver quién va a estar realmente aqui el año que viene... El miércoles y el jueves son mis dos últimos días y pretendo ir a trabajar en la mañana, pues así tendré las tardes libres para descansar, escribir, meditar y disfrutar de unos masajes que están siendo sensacionales para aliviar un poco mis dolores.
Y como estoy con todo este tiempo extra, quiero aprovechar para postear las crónicas en día, actualizar mi diario y ver si termino de una vez la publicación de "SIlvestre", del cual ya publiqué otro pedazo y espero añadir otro hoy o mañana. Pasen por ahí para ver... Es divertido, el otro día me dí cuenta de que yo hablo de esta historia y del blog donde la estoy publicando y todas las veces se me olvida poner la dirección, pero como ni todos los que visitan este blog son lectores asíduos de él, entonces pueden quedarse totalmente colgados al respecto. Entonces, aquí vá la dirección para os lectores de primer viaje: pazaldunate-historias.blogspot.com... Ahora sí, no?
Entonces, vamos a la crónica de esta semana.


    Caminando por la calle cruzo con una infinidad de personas de todos los tipos, edades y clases sociales, unas bien presentadas, empinados en sus ternos o vestidos de marca, superiores dentro de sus coches último modelo, ágiles, bien peinados y con anteojos obscuros que esconden sus miradas. Otras son humildes, opacas, de andar macilento y cabezas bajas, ropas zurradas y carteras anticuadas, colas de caballo, moños mal hechos, facciones cansadas, apagadas, cargando un peso invisible que parece siempre superior a sus menguadas fuerzas de trabajadores mal pagados. Algunas son joviales, deportivas, despreocupadas, se visten con colores alegres y caminan con firmeza en dirección a algún objetivo perfectamente definido. Cuando cruzan con nosotros nos miran directamente, sin recelo, con ojos brillantes y llenos de confianza,  como que proclamando su suerte, su salud, su amor, su futuro. No tienen la intención de despertar nuestra envidia ni nuestra admiración, sino  simplemente de mostrarse, de volverse reales en este mundo tan feroz y calculista, decir que están haciendo su parte y que confían en el futuro que les aguarda.... Ropas, cabellos, carteras y accesórios, coches y casas muestran quiénes son cada uno estos personajes; el tono de voz, la mirada, la manera de andar, gestos y escenarios, todo esto son pistas, vitrinas de sus personalidades, de sus ansias, de sus procesos.  Sin embargo, créo que hay algo que demuestra, mejor que cualquier otra cosa, quiénes somos: nuestros pies y nuestros zapatos.
    Ya pasé por la calle y ví, zurrado, deformado y despegada la zuela, un solitario zapato abandonado en la cuneta. Chueco, sin cordones, la zuela carcomida, ya sin color, castigado por el sol y por la lluvia, despreciado después de haber dado su último paso en el pie de alguien que ya vivió mucha cosa con él. El compañero fiel y sin resentimientos de alegrías y desgracias, de fiestas, estudios, paséos, de cumpleaños y velorios, de años de trabajo ahora yacía allí, olvidado, como si nunca hubiera hecho parte de la vida de alguien, sufriendo el injusto castigo por haberse gastado y perdido la forma y el color, por haber salido de moda,  porque el dueño consiguió juntar plata -o recibió un aumento- y fué a comprar otro par más moderno, más bonito, más de acuerdo con con los cambios en su vida... Pero ni siquiera su otro par estaba alí para consolarlo o acompañarlo! Cuál sería su destino final?... La lata de basura? El terreno baldío? La bolsa de plástico? La alcantarilla?... O entonces, si tuviera suerte, los piés de alguien más necesitado que su dueño anterior, que pensaría que todavía daba para usarlo, le metería unas hojas de periódico en la zuela y saldría andando por ahí, igual al rey de Pérsia. Sería como la sobrevida de un enfermo terminal: un día más es lucro.
    A partir de ese día, no consigo más pasar por alguien sin darle una mirada ni que séa de soslayo a sus zapatos. Y cuánta cosa podemos descubrir en esta simple espiada!... Una mujer vestida con una falda llamativa y un escote todavía más, maquillaje pesada, aros y pulseras en profusión, preparada para un encuentro dudoso, sin embargo con zapatos viejos y medio deformados, uñas de los pies con el esmalte saltado, la sospecha de un juanete despuntando, los talones resecos y agrietados... El hombre de pantalones gastados y manchados, camiseta agujereada y gorra de algún partido político cubriendole los cabellos ralos y sucios,  botinas sin medias, chuecas para dentro, salpicadas de tinta de todos los colores, las puntas despegadas, el taco gastado por la forma arrastrada de andar, tal vez fruto de un cansancio sin fin... Los jóvenes que pasan por la vereda y se sientan en los bancos de la plaza haciendo aquel escándalo para perturbar de propósito a los transeúntes con sus bromas y carcajadas estrepitosas; ropas de la última tendencia y peinados exóticos, piercings y tatuajes, su vocabulário ininteligible, sus mil anillos, pulseras y collares, exhibiendo sus zapatillas de arcoiris, o entonces los tacos altísimos o las plataformas exageradas, las sandalias con brillos,  aquella confusión competitiva e insolente de modelos y colores, de autoafirmación, de identidad tribal, de unicidad; los símbolos en la piel espiando por detrás de las medias y entre as camisetas. Pies desafiantes, ni siempre muy limpios, fuertes y agresivos, de pasos firmes y decididos, bien plantados en el suelo que ellos revindican como suyo... La monja discreta y de expresión siempre afable, con su velo y su hábito oliendo a jabón, a lavanda, a cosa santa y transparente, impecablemente limpio y planchado, de medias y sandalias o mocasines pesados, anticuados -de esos que encontramos en las liquidaciones o en las sobras de mercadorías de tiendas baratas- que la dejan aún más simple y sin gracia, pero que son la prueba de su humildad, el testimonio de su ausencia de vanidad, de su obediencia y de su desinterés en las cosas del mundo... La vendedora, que defiende la salud de sus pobres pies siempre en movimiento con zapatillas y sandalias  suaves y sin taco o con mocasines baratos pero confortables, y sandalias de plástico coloreado, y que tiene que ser amable y mantener su sonrisa acogedora y su paciencia a pesar del dolor y de las ganas de ir a esconderse a un rincón, arrancarse los zapatos y zambullir los piés lastimados e hinchados en un lavatorio de água tibia con vinagre. Ahí sí que su sonrisa sería sincera!... El viejo, con sus piés  sufridos y lentos metidos dentro de alpargatas o zapatillas llenas de protuberancias y agujeros que denuncian sus deformaciones, dedos encaballados, uñas carcomidas por la micosis, callos, juanetes, manchas y venas azuladas y sobresalientes. Y la expresión triste y dolorosa nen su faz arrugada es es el reflejo fiel de lo que sus zapatos cuentan.
    Así como dicen que nuestro cuerpo está estampado en la planta de nuestos pies, así también lo que somos, lo que queremos, la verdad que derriba todas nuestras mentiras sociales está en nuestros zapatos. Ellos denuncian sin piedad nuestra historia, el estado de nuestro espíritu, la vida que llevamos, los sueños que tenemos. El taco alto de cuero legítimo y aplicaciones de metal puede estar debajo de un corazón cansado que se asoma por los ojos perfectamente maquillados; y un condorito simple, barato y confortable puede ser la base de un corazón feliz y realizado en su modestia, que se revela en la voz alegre y la sonrisa brillante. Nuestras máscaras no llegan hasta nuestros pies, pues en general no les concedemos casi ninguna importancia. "Ellos solamente nos llevan de aquí para allá!", solemos decir, sin embrago, una mirada más atenta hará que comencemos a comprender el lenguaje de los pies que, aparentemente protegidos -o escondidos- por los zapatos, nada muestram sobre nosotros mismos. Pero a veces está en ellos el secreto que no le contamos a nadie, el dolor que no revelamos, la felicidade que nos gustaría compartir, el resentimiento que cargamos y la esperanza que nos sostiene junto con esos dos cómplices de los cuales mal nos acordamos cada día.

terça-feira, 14 de dezembro de 2010

Cuando llueve

La semana pasada no tuve tiempo de postear la crónica por causa del maratón de presentaciones que tuvimos, pero como tuve el fin de semana libre porque dos de mis actores participaron de la presentación de fin de año de la escuela de ballet de la fundación, aproveché para publicar otro pedazo de la historia de Silvestre. Querría haberla publicado hasta el final, pero infelizmente no consigo digitar por mucho tiempo porque los brazos y las manos empiezan a dolerme -si esa reumatóloga no soluciona este problema, no sé qué hago!- entonces voy a tener que conformarme -y ustedes también- con ir publicándola en textos menores. Sólo espero que por causa de esto ustedes no pierdan el interés!... En todo caso, aviso que ya hay una parte nueva de "Silvestre" en el blog Historias (finalmente se encontró con Francisco) entonces puden pasar por allá para ver lo que sucedió. Y hoy, que estoy mejor gracias a un fabuloso relajante muscular, y que conseguí terminar los quehaceres domésticos más temprano y no voy a tener que hacer almuerzo porque dejé todo listo ayer aprovechando que vino la empleada, voy a postear la crónica de la semana pasada... Con la llegada de las vacaciones (salgo el dia 23!!!)  y la disminución del trabajo -ahora stoy solamente con una pierza corta que presentamos todos los días en la plaza- estoy super animada para retomar mi rutina literaria, mis meditaciones y las caminadas matinales, que tan bien le hacen a mi cuerpo y a mi espíritu. Sólo espero que nada me impida continuar con ellas!... Yo créo que buena parte de estos dolores y malestares puede ser debida al stress normal de fin de año y a la tremenda preocupación con mi madre, que está con la salud muy debilitada, inernada en un hospital y respirando por tubos. En realidad, estoy esperando a cualquier momento una llamada de mi hermana que vive en Chile para comunicarme su fallecimento porque, según ella dice, nuestra madre no parece capaz de recuperarse de esta última infección, entonces... No es fácil, créanme. Cada vez que el teléfono toca, el corazón se me sale por la boca!... Sin embargo, mi consuelo es saber que, cuando ella se vaya, irá para un lugar mejor. Nadie merece sufrir lo que ella está sufriendo!... Con certeza, uno no tiene miedo de la muerte en sí, sino del proceso por el que se pasa hasta llegar allá, que a veces puede ser muy cruel  y angustioso. No sé si existe algún medio de transformarlo en algo más fácil, menos asustador y doloroso  espiritual y físicamente, pero si él existe, debería sernos enseñado... O será que cada uno debe encontrar su própia manera de dejar esta vida? Y de qué depende este descubrimiento? De la fé? De la experiencia? Del coraje? Del carma? De la misericordia divina? De la docilidad?... Bueno, créo que estas preguntas serán respondidas solamente cuando lleguemos allá. Sólo espero que todos -o por lo menos la mayor cantidad de nosotros- consiga hacer esta pasaje de una manera serena y optimista.
    Y ahora, dejando de lado estas conversaciones morbosas -mas inevitables cuando se tiene a alguien cercano a las puertas de la muerte- vamos a la crónica de la semana pasada.


    Es curioso como los pájaros cantan cuando llueve. Mientras el mundo corre a esconderse de la lluvia y las calles se quedan silenciosas y quietas, si prestamos atención, entre el gotear rítmico y a veces aturdidor o hasta asustador, podemos oír a las palomas arrullando, a los zorzales y gorriones gorjeando en los árboles, como celebrando el día ceniciento y húmedo.... Siempre me desconcertó su actitud, porque días lluviosos siempre están asociados a tristeza, luto, pérdidas y vacíos... Sin embrago, escuchando los trinos imperturbables de las aves en el árbol de mi jardín, llego a la conclusión de que, tal vez, a través de ellas, Dios esté queriendo decirnos alguna cosa. Es como si nos mostraran que, a pesar del frío y del água escurriendo por las veredas, muros y tejados, aún hay que alegrarse y agradecer; parece que con sus voces nos dicen que todo vale la pena, que en todo existe una bendición, que no debemos dejar de sentirnos felices y agradecidos porque todo, desde el sol recalcitrante a la lluvia torrencial, es milagro, es regalo,  y tiene que ser vivido y aprovechado, pues todo trae su lección, su mensaje. Los pájaros no se esconden ni se entristecen cuando llueve, cuando las nubes cubren el sol o cuando la noche cae. Al contrario, parece que es en estas ocasiones que cantan más alto, con más alegría y virtuosismo, mandando su recado de bienaventuranza y optimismo al mundo y a nosotros, los seres humanos desencantados y cansados, resentidos y escépticos... Entonces, a pesar de debilitados, angustiados e impacientes por todos los disgustos que puedan afligirnos, aún debemos ser capaces de mantener la fé y el coraje. Mismo cuando el cielo está cerrado y parece que un diluvio va a inundar e mundo, tenemos que hacer el esfuerzo y mantenernos capaces de escuchar y comprender el mensaje de Dios a través de sus aves, sabiendo que ella no es dirigida solamente a nosotros, sino a todos los que tienen el corazón abierto y dócil a las lecciones que El nos enseña a través de todo lo que nos rodea. No importa cuán desolados, abandonados, asustados,  heridos o fracasados nos sintamos, si miramos con cuidado a nuestro alrededor, siempre encontraremos un mensaje de aliento, una señal de optimismo, una luz que brillará y disipará las sombras en que nos encontramos. Es solamente no permitir que la oscuridad tome cuenta de nuestra alma, abrir bien los ojos y el espíritu y sacudir con fuerza y perseverancia las sombras de nuestros hombros que éstas, infaliblemente,  terminarán por alejarse.
    Me vá a encantar cuando consiga ser como los pájaros que cantan cuando la lluvia se precipita de los cielos! Sé que entonces nada más va a conseguir afectarme de verdad.

segunda-feira, 6 de dezembro de 2010

Sombras y escenarios iluminados

Y como prometí, aquí vá la segunda crónica, esto antes de que el teléfono toque y escuche la voz de mi jefe pidiendome para ir a la fundación a hacer alguna cosa de última hora relacionada con la presentación de hoy en la noche.

    Tendida en la confortable cama del cuarto del hotel, mientras mi alumna y un amigo disfrutaban la fiesta que la organización del festival ofrece a los paticipantes, estaba meditando sobre las cosas que enseño, sobre cómo ellas se aplican, en verdad, más a la vida que a la danza en sí... Pero, y la existencia no es, a final de cuentas, una grande coreografía en la cual nosotros danzamos y tenemos nuestro papel?... Entonces, me pregunté, curiosa: "Cuál sería mi papel?" El es ejercido tan solamente en la sala de aula, en el montaje de espectáculos, en los workshops y disertaciones? Sé que hay algunos preguntándose por qué yo misma no subo al escenário y demuestro mi filosofía  a través de alguna performance o en alguna pieza, pero - fuera el miedo desgraciado que tengo del público- estoy convencida de que, a pesar de toda mi vanidad y de cuánto disfrutaba los elogios y aplausos cuando cantaba con mi hermana, el asedio de los fans, la admiración, el respeto y aquel tratamiento preferencial y lleno de consideración que recibía, el escenario no es realmente mi lugar en esta historia. Tal vez fué importante que haya pasado por él y  portodo lo  que los reflectores y la atención implican, pero en la evaluación final, créo que me siento más real y útil, mas confortable en las bambalinas, en el montaje, en la dirección. Prefiero que la luz se refleja en los otros en vez de en mí misma. Prefiero la sombra de la responsabilidad que créa, apoya y encuentra soluciones, de la creación y dirección al brillo e interpretación de una protagonista. En verdad, a cada presentación, en cada aula, percibo que lo que enseño no es para ser mostrado por mí, sino por aquellos a quienes enseño. Lo que sé, lo muestro al enseñar y no necesito un escenário iluminado ni aplausos para ello.

Maestro y discípulo

Ya conocen ese dictado que dice: "No cantes victoria antes de tiempo?"... Bueno, yo debería haberme acordado de él... La verdad es que tendría que haber posteado estas dos crónicas en la semana pasada, porque pensaba que iba a tener tiempo, ya que las presentaciones habían terminado, pero como dije antes, canté victoria antes de tiempo y he aqui que me apareció esta otra presentación que me tomó mucho más tiempo para prepararla de lo que calculaba y así, solamente conseguí postear las crónicas en portugués. Tuve que ir a ensayar hasta el domingo en la mañana! Imagínenme cargando mis bolsas de la feria con cilantro, lechuga, porotitos verdes y queso fresco -junto con los condoritos, en caso de que tuviera que permanecer mucho tiempo em pié- y entrando en la sala de ensayo! Era casi ridículo!... Menos mal que en la fundación hay un refrigerador, entonces pude dejar mis verduras -y los condoritos también- en un lugar seguro y fresco, porque con el calor que estaba haciendo ciertamente iban a quedarse todas mustias y deprimidas hasta el final del ensayo. Entonces, sólo hoy estoy teniendo tiempo de publicar las crónicas (fuera que me quedé sin empleada cuatro dias, entonces, cuando terminaba de hacer el aséo y la comida ya estaba tan cansada y adolorida, que no me quedaban muchas ganas de sentarme aquí a escribir) y tal vez durante la semana consiga terminar de postear el final de "Silvestre", porque voy a ir a trabajar más tarde, ya que las presentaciones son en la noche. El problema son mis siestecitas, de las cuales me levanto sin ganas de hacer nada... Pero si no duermo también, no consigo llegar hasta la hora de la presentación despierta y con ánimo. Bueno, parece que todo tiene sus efectos colaterales, no es verdad?...
Entonces, aquí vá la primera crónica:


    Siento que amar a un dicípulo o un alumno es totalmente diferente de amar a un amigo, a un hermano, a un cónyuge o a un hijo, pues éste no es como ninguno de ellos y, mismo así, talvez séa como la suma de todos ellos. El eslabón divino  y profético que normalmente aproxima  y une al maestro y al discípulo no es del mismo tipo que envuelve padres, hijos, hermanos o esposos. Este  puede volverse, a veces, cunfuso y muy posesivo, porque implica un tipo diferente de convivencia, de partija, un tipo de experiencia íntima que no se tiene con un discípulo,  con el que se vivencia un qué distante  e impersonal que es el gran secreto de la relación y que es la base para la dualidad ensañanza-aprendizaje. Hay un trabajo específico a ser realizado, una búsqueda para alcanzar la luz, la madurez, el conocimiento como ser individual y cósmico que formará parte del crecimiento y de la historia de toda la humanidad. Hay una semilla a ser plantada  y cultivada -como en todo relacionamiento- una personalidad y un cuerpo a ser lapidados de una forma absolutamente distinta de la que acontece cuando existen lazos de sangre o sentimentales. En la relación maestro-discípulo hay un saber específico a ser desenvuelto, una sensibilidad, una abertura y compasión que raramente son vivenciados en otro tipo de relación. Existe un mensaje a ser diseminado y la práctica de disciplinas y experiencias que solamente se dan aquí. Discípulo y maestro comparten en su ligación intereses bien mayores que los meramente humanos y para esto, tiene que ser desenvuelta una "frialdad" y un lado "práctico" que favorezcan la sobrenaturalidad de sus acciones y objetivos. Existe entre ellos un compromisso que no incluye solamente a ellos dos, un amor impersonal que guia su comportamiento mútuo y con los demás, un bien querer, una humildad y respeto que casi nunca son enseñados o cultivados en la sociedade en que vivimos, en las relaciones familiares, profesionales o sentimentales. Ya maestro y discípulo, mientras más se donan a los otros -en vez de el uno para el otro- más unidos están y más fuertes son.
   Fuera de la carne y la banalidad -mas sin perder sus características de humanidad plena- de las vidas comunes que llevan, de las batallas prosáicas y de las decepciones, las pérdidas, caídas, mortes y resurrecciones de cada día, la ligación entre el maestro y su discípulo navega en el mar del espíritu, que es hecho de silencio aceptación, paciencia y compasión