sábado, 28 de fevereiro de 2015

"La manzana y el cigarro"

    Bueno, parece que estamos queriendo parecernos a Brasil y estamos entrando en la onda de las tormentas de verano. Hoy amanecimos con truenos, rayos y una corta y fuerte lluvia, lo que dejó a la mayoría medio espantados porque ese tipo de fenómeno jamás ocurre por aquí en pleno verano. De acuerdo, ya se está terminando y las temperaturas están frescas y agradables, ya hay que poner una frazada liviana en la cama y dormir de piyama, ¡pero no necesita exagerar!... Aquí el clima cálido no dura mucho, es verdad, la mayoría del tiempo está más para frío o templado, entonces hay que aprovechar bien los días de pleno sol. Ahora, ¿una tormenta?...Me gustan las sorpresas, pero esta fue como mucho. Menos mal que ya se despejó y el sol brilla. Quedó el aire fresco y las veredas mojadas, el olor a tierra y pasto mojado y los zorzales escarbando los jardines para darse un banquete... 
    Entonces, mientras los rayos del sol van extendiéndose por mi living, aprovecho para postar la crónica de hoy.


    Salgo al balcón comiendo mi manzana. El día está precioso, la fruta jugosa y dulce. Lanzo la mirada hacia el impresionante paisaje de edificios, cerros y la cordillera imponente al fondo. Abajo, la telaraña organizada de calles con sus coches, buses y personas, semáforos, bullicio, prisa. Miro los balcones de los otros edificios: colgadores de ropa, bicicletas, sillas y mesitas, maceteros, dueñas de casa barriendo poniendo frazadas al sol, regando las plantas. No es ni muy temprano ni muy tarde, hora de un cafecito, un tecito tal vez, o de una colación como la mía... Mis ojos se detienen en las escaleras externas de un edificio al frente. Tiene algunos pisos menos que el nuestro y estas escalas entre uno y otro son la vía de escape en caso de terremoto. En uno de los descansos diviso a una mujer de uniforme azul apoyada en la pared. Debe ser alguien del aseo que salió a tomarse un descanso... Y en el momento en que le doy una mordida a mi manzana, ella saca un cigarro y lo enciende, da una tragada y cierra los ojos, relajando el cuerpo, evidentemente tomada por una intensa oleada de placer. Con certeza, el mismo que siento yo al morder mi manzana. La quedo mirando, intrigada, y pienso que esto parece el título de un cuento infantil o de una fábula con moraleja: "La manzana y el cigarro"... La mujer frente a mí escoge errado, prefiere e mal del alquitrán y el humo. Yo escojo el bien de la fruta, sus fibras y vitaminas. Y no es por mandarme la parte, es que ya es conocido y comprobado científicamente que el cigarros una de las peores cosas que existen y que la fruta aporta vitaminas, antioxidantes y fibras que le hacen bien al organismo... Entonces pienso, no sin una cierta sorpresa: "¡Cómo hay gente que escoge mal! ¡Cómo existen personas a las que no les importa perjudicarse!"... Y esto vale también en la parte psicológica y en la vida en sí. Porque hay una cantidad impresionante de gente que, a sabiendas -o por lo menos con algunas serias sospechas- escogen ser infelices, amargadas, negativas, sedentarias. No digo ser pobres, feos, menos inteligentes, con menos oportunidades o dinero, hablo de ser infelices el tiempo entero. Porque se puede ser pobre, feo, tener menos oportunidades o poco dinero y, a pesar de ello, ser feliz. Y es esta felicidad la que los llevará a superarse, a luchar para ganar más dinero, para tener más y mejores oportunidades, a cuidarse, a aprender más. Escoger ser infeliz no es sólo condenarse a sí mismo a la obscuridad, al fracaso, a la soledad, a la violencia, sino también a los que nos rodean, porque si no saben defenderse o apartarse de esta negatividad se hundirán junto con esta persona. Este comportamiento puede provocar un peligroso efecto dominó que es capaz de alcanzar y perjudicar a mucha gente.
    Entonces, ¿por qué no escoger ser feliz? ¿No se sabe ya que la felicidad y el amor son los motores más poderosos que existen? Y siempre vienen juntos, pues quien es feliz ama y vice-versa.  No digo que haya que ignorar los problemas y vivir en el mundo de fantasilandia, pero es bien distinto enfrentarlos amargado, pesimista y derrotado, que hacerlo con fe, coraje y alegría. Lo positivo, tarde o temprano, atrae lo positivo. Puede que no sea en forma de milagro sino a través de una cadena lógica de acontecimientos, pero lo atraerá, con certeza.
    Siempre digo que en la vida hay que ser un poco "Pollyanna", porque funciona, por más ingenuo que parezca. Porque somos nosotros, a través de nuestras opciones y acciones, hacemos que la energía del universo se mueva a nuestro favor o contra nosotros mismos.

sábado, 21 de fevereiro de 2015

"Una recomendación"

    ¿Pescarse un tremendo resfriado en pleno verano?... Sí, es posible, porque yo estoy con uno que me tiene a medio morir saltando, con la nariz escurriendo, la cabeza abombada y el cuerpo lacio. Estoy así desde hace cuatro días y, a pesar de que me estoy empezando a sentir un poquitín mejor, todavía tengo más ganas de quedarme en la cama que de andar paseándome por ahí. Más encima, anoche unos vecinos hicieron una fiesta de aquellas, con karaoké y todo, derecho a aullidos en el balcón y melodías en desafinados y estentóreos coro hasta las tres de la mañana... ¡Imagínense entonces cómo estoy yo hoy día! Sólo estoy sentada aquí escribiendo para no faltar a mi compromiso con ustedes. Y ni me pregunten cómo fui al mercado y me volví jalando ese carrito que parecía pesar una tonelada... Pero en fin, ya que estoy aquí, y que tengo la maravillosa posibilidad de dormir una larga y reparadora siesta después de almuerzo, voy a hacer el esfuerzo y voy a postar la crónica de hoy. Me disculpo de antemano si hay algún error de digitación porque ya estoy viendo medio borroso...


   Cuando veo a ese montón de gente tan llena de problemas que no consiguen solucionar y que no los afectan y perjudican solamente a ellos sino también a su familia y a todos los que están cerca, que interfieren en su vida profesional y a veces los llevan a cometer actos extremos y sin vuelta, me convenzo de que todo el mundo debería hacer terapia psicológica por lo menos una vez en la vida. No sé, tal vez esto podría formar parte del currículo escolar o profesional por un año para que, por lo menos, las personas pudieran conocerse y aprender a lidiar con la situaciones que pueden ir apareciendo a lo largo de sus vidas. Aprender sobre sus procesos y descubrir algo así como fórmulas, esquemas o dinámicas de percepción y análisis que pudieran utilizar para enfrentar y resolver conflictos, tomar decisiones más acertadas, corregir comportamientos dañinos y facilitar la convivencia con los demás. Yo hice unos seis u ocho años de terapia y puedo asegurar que ha sido una de las inversiones más provechosas y duraderas que he hecho en mi vida, pues hasta hoy puedo usar todo lo que aprendí con excelentes resultados.
    Es verdad que yo llegué al consultorio de mi médica debido a una crisis de pánico, pero si yo hubiera sabido el bien que me haría para todo lo demás y no solamente para solucionar ese problema puntual, cómo iría a mejorar mi calidad de vida después del tratamiento, muro que habría ido mucho antes. Creo que debería ser una especie de opción, y no una obligación o necesidad cuando no se está bien. ¡Cuántos sufrimientos, angustias, conflictos y acciones equivocadas nos ahorraríamos! ¡Es tan agradable poder comprender, aprender a perdonar -sobre todo a sí mismo- a volver atrás, a recomenzar! ¡Es algo tan libertador saber lo que está sucediendo y ser  capaz de reaccionar y salir adelante! No es que la terapia nos vaya a salvar de los disgustos, las pérdidas, fracasos o errores, pero puede ayudarnos a disminuirlos bastante y a hacernos percibir y reaccionar de una forma mucho más positiva y asertiva cuando éstos acontezcan. La cosa no es eliminar los problemas -hasta porque esto es imposible- sino aprender a actuar delante de ellos para no perjudicarnos ni a nosotros ni a los otros.
    Si pudiera - y no sonara tan raro, dada la opinión que se tiene sobre ir a un psicólogo- le recomendaría a todo el mundo algún tiempo de terapia. Con certeza, poco a poco, esto se haría menos necesario ya que lo que se aprende en cada sesión sería pasado de padres a hijos, terminaría formaría parte de la dinámica cultural de comportamiento. Los procesos de la terapia serían asimilados y se volverían habituales y, seguramente, al final tendríamos una sociedad mucho más equilibrada y pacífica.
   ¿Cómo es que no se le ha ocurrido a nadie?

sábado, 14 de fevereiro de 2015

"Sé que estás ahí"

    El calor nos ha dado una tregua hoy día -si 33° se puede llamar de tregua, pero como ayer hicieron 37°...- y hasta corre una suave brisa por las calles, como si el verano estuviera queriendo disculparse por hacernos derretir. Pero verano es así mismo, entonces se le disculpa, porque es su temperatura y sus cielos azules lo que llaman a las vacaciones, las piscinas, las montañas y el delicioso descanso, la diversión en familia, las ensaladas y los helados, los shorts, los condoritos y las camisetas... Entonces, el calor vale la pena, desde que no sea exagerado. Y aquí hay que aprovecharlo bien porque no dura mucho. Luego llega el otoño y el invierno, que parecen no acabar nunca más, y ahí estaremos echando de menos estos días luminosos y calientes... Bueno, así es en los países no tropicales, pero yo lo prefiero, porque 38 grados con 90% de humedad... ¡Nadie se lo merece!.
    Voy a aprovechar la amable tregua y voy a postar ya las crónicas de hoy, antes de que la cosa suba de temperatura y me quede pegada en la silla. ¡Estoy pareciendo una lapa!...


    Aprendí de mi madre que hay que tratar bien a las personas, que hay que animarlas y elogiarlas, pero no falsamente, porque tarde o temprano ellas se dan cuenta de esta mentira y terminan viéndonos como a hipócritas. Hay que buscar sinceramente el detalle, el gesto, la gracia, hay que observar con amorosa atención al otro para descubrir lo bueno, lo positivo, lo necesario. Todos necesitamos ser bien tratados, ser notados y llevados en cuenta. Necesitamos saber que nuestros rasgos positivos trasparecen y son valorados, sean físicos o espirituales. Debemos recordar que a veces un encuentro, algunas palabras o un gesto son capaces de cambiar la vida de alguien. ¿Y si somos nosotros los portadores de ese cambio? ¿Y si es nuestra palabra gentil y solidaria, nuestro gesto desinteresado, nuestra sonrisa o nuestra empatía y elogio lo que salva el día de otro?... Ningún encuentro debe ser desperdiciado, pues todos son como pequeñas misiones que tenemos que cumplir -o ayudar al otro a cumplir- pequeñas lecciones que debemos aprender o enseñar. Es sólo buscar en nuestro corazón la misericordia, la bondad, la solidaridad, la honesta empatía con el otro y nuestro gesto será sincero y tendrá efecto.
    Hay que tratar bien a las personas, no sólo porque le hace bien a ellas, sino a nosotros también, y practicando esto cada vez que nos encontramos con alguien, se volverá natural y fácil, pues nos enseñará a detenernos un poco y a prestar atención en lo -y los- que nos rodea, a salir de nuestra concha, en la cual podemos estar ahogándonos y volviéndonos ciegos y sordos, egocéntricos, y a ocuparnos y preocuparnos de otras personas y situaciones, a alejarnos de nuestro ombligo y contemplar nuestros problemas desde un nuevo ángulo, una perspectiva que nos obliga a la comparación y reevaluación, a la renovación y repostulación delante de la vida y los desafíos que nos impone.
    Tratar bien es decir: "Sé que estás ahí y me importas". Y demostrarlo. Esto, en los días de hoy, llenos de prisa, competencia y recelo, de lejanía e internet, es algo que no tiene precio y puede transformar mucha cosa, pues nos mantiene humanos, en contacto, cercanos, cálidos.

domingo, 8 de fevereiro de 2015

"Vida inconsciente"

    Hoy está exepcionalmente agradable, algo nublado y con una leve brisa que se pasea por el departamento, que está con todas las ventanas abiertas... Delicioso, inspirador. El verano decidió darnos una pequeña tregua para que podamos refrescar nuestros cerebros medio cocidos, y se le agradece. Así sí que dan ganas de sentarse a escribir, entonces voy a aprovechar, antes de que el sol cambie de idea y decida ponerse a brillar y a calentar y mi pieza se vuelva un sauna justo cuando me voy a dormir la siesta... Entonces, aquí va la de la semana:


    Es increíble cómo hay gente que no se da cuenta -o no le importa, lo que es peor- de nada: si hace sol, si la loza quedó bien lavada, si el cuarto está ordenado, si los jardines están florecidos, si los pájaros cantan. No perciben lo que comen, lo que huelen, lo que oyen, si hay algo nuevo, si el paisaje es bonito... Entiendo que haya personas que están absolutamente agobiadas y superadas, obsesionadas por sus problemas, pero también creo que salir un poco de ellos, alejarse para prestar atención en otras cosas puede servirles para renovar la perspectiva, para encontrar ejemplos alentadores, para darse cuenta de que no todo en la vida es negativo ni gira en torno de ellas. A veces, estas personas fueron siempre así. Otras, se fueron volviendo alienadas con el paso del tiempo y un acumulación de experiencias negativas que no consiguieron resolver, y no son capaces de vivir de otra forma, mismo sintiendo ganas de cambiar porque saben que tendrán una mejor calidad de vida. Debe ser duro, sobre todo cuando se tiene miedo de cambiar, cuando está convencido de que las cosas son así mismo y que no hay nada que hacerle. Pero lo peor es cuando se piensa que uno se lo merece, que cometió tantos errores que ahora tiene que pagarlos llevando esta existencia gris y sin consuelo, sin belleza ni alegría, sin salida. Lo único que cuenta y de lo que hay que ocuparse son los problemas y las culpas, que sólo parecen agigantarse con esta actitud. El círculo va cerrándose y se deja de ver a los demás, las oportunidades, las soluciones, los regalos de Dios.
    Vida inconsciente, sin propósito, sin salida. Es terrible, pero es la vida que muchos llevan sin darse cuenta o sin poder escapar.