sábado, 27 de setembro de 2014

"Los pájaros del parque"

    Realmente, estoy empezando a cansarme de andar con tanta ropa, encendiendo la calefacción y durmiendo enterrada en mil frazadas... Y la primavera, nada de afirmarse... Continuamos con cielos encapotados y los días fríos y ventosos. Sol, de vez en cuando, tímido e breve, como con miedo. Pero los árboles ya están llenos de botones y diminutas hojas verde claro, entonces me animo, porque sé que, a pesar de las apariencias, la primavera ya se está instalando. Es sólo tener paciencia...
    Y mientras espero, aquí va la de la semana:


    Es increíble: paso del suelo pavimentado del paseo al sendero de arenilla del parque al final de mi recorrido y es como si entrara a otro mundo. Parece que el rugido constante y siempre creciente de la ciudad fuera instantáneamente engullido por el pasto, los bancos y los árboles que se yerguen sobre mi cabeza y balancean su frondoso follaje al compás del viento. Es casi como adentrarse en un templo donde no son los ángeles los que cantan, sino los pájaros. Zorzales, tordos, chincoles, gorriones, palomas, todos en una harmoniosa sinfonía que de alguna forma consigue imponerse sobre el concierto feroz y desafinado del tránsito a su alrededor, que los rodea como un ejército a punto de atacar su fortaleza... Pero ellos cantan sin miedo, sin resentimiento, como siempre lo han hecho. Sus trinos, escondidos entre el follaje, ecoan sobre nosotros y nuestra prisa y ambición, como queriendo recordarnos que todavía están aquí, que tenemos oídos para escucharlos y corazón para conmovernos con sus melodías. No es que quieran que nos detengamos, no, ellos nos acompañan mientras pasamos bajo los árboles. Ya saben que estamos apurados, aproblemados, irritados, preocupados. Cantan para todos, y quien quiera escuchar, que escuche. Quien quiera recordar sueños con sus voces, evocar amores, revivir capítulos felices de inocencia y optimismo, que recuerde. Quien quiera alzar la vista para buscarlos y esbozar una sonrisa que la alce...
    Los pájaros del parque cantan, a pesar de todo, del ruido y el smog, de la prisa, del descuido y la violencia. Ellos cantan y nos alegran un momento. ¿No podríamos nosotros hacer lo mismo?...

sábado, 20 de setembro de 2014

"Mantenerse cerca"

    Es divertido, y muy animador, cuando se espera que sucedan cosas buenas, y ellas suceden. Lo hace sentirse a uno como un niño que confía en que su padre nunca le va a faltar y que está siempre atento a nuestras verdaderas necesidades. Porque existen aquellas que nosotros nos imaginamos que necesitamos y esas otras que son las que verdaderamente nos hacen bien y que nuestro padre conoce perfectamente... La felicidad que nos trae la confirmación de nuestra fe en que estas cosas buenas ocurrirán parece que es más intensa, más profunda y verdadera (como un niño que recibe un regalo que deseaba mucho) pues es inmediatamente acompañada por un profundo y sincero sentimiento de gratitud e infantil alegría... Pero ahora yo me pregunto: ¿Cuántos de estos regalos recibimos sin darnos cuenta? ¿Cuántos olvidamos agradecer, disfrutar, compartir?.... No seamos mezquinos con lo que recibimos y permanezcamos atentos, optimistas y abiertos a todo lo bueno que la vida nos ofrece cada día, pues podemos terminar perdiendo las cosas buenas por estar demasiado pendientes de las malas.


    Siempre hablo -y creo que nunca voy a dejar de admirarme- sobre cómo Dios es encantador y se adapta a nuestras particularidades de formas tan creativas y simpáticas, totalmente faltas de ceremonia y reglas. Todo para mantenerse cerca (y, ojo, que no digo "mantenernos", sino "mantenerse") para que podamos comunicarnos con El a nuestra manera y sentirlo realmente como el padre que es.
    Siempre me acuerdo de esos dos relatos -ambos de monjas carmelitas en las biografías de santa Teresita de Lisieux y santa Teresa de Los Andes- que dan una muestra de esta diversidad tan tolerante y empática de Dios para con sus hijos: La primera monjita sufría de un trastorno de déficit de atención (creo yo, por la descripción que da de su problema) y no conseguía concentrarse a la hora del Oficio y las oraciones, lo que le causaba gran angustia y culpa. Muy afligida, fue a conversar con la madre superiora, creyendo que hasta podría ser expulsada del convento por este problema. Sin embargo, Dios ya sabía todo y conocía la virtud y la vocación de su corazón y decidió actuar a través de esta madre superiora que, al escuchar a la compungida religiosa, en vez de llamarle la atención, le sugirió, contra cualquier expectativa o regla, que a la hora de los oficios y rezos, ella se dedicara a pasear con los perros -las carmelitas siempre tienen uno o dos perros en sus claustros- y pensara en Dios y sus maravillas... ¡La monjita no podía creerlo!... La superiora había encontrado una forma de sacarle provecho a su situación, claro, guiada por la misericordia y la comprensión infinita de Dios. Sólo podía ser obra Suya.
    Así también sucedió con otra religiosa que, por ser muy simple, no conseguía acompañar las oraciones en latín y le confesó a la superiora que lo único que hacía en esos momentos era rezar el "Padre Nuestro" muy lentamente, con todo su corazón... ¿Respuesta? La madre la felicitó y la puso como ejemplo delante de la comunidad, pues afirmó que había descubierto la forma más perfecta de oración.
    Y así van las historias -algunas verdaderamente asombrosas- de cómo Dios se adapta, busca, respetando nuestra identidad, nuestras limitaciones y defectos, y encuentra una forma de estar en nuestra vida, de mantener la comunicación sin importar quién somos, dónde estamos, lo que hacemos, qué defectos tenemos, cuáles faltas cometemos. Si somos sinceros y deseamos realmente que El esté con nosotros, nada se lo impedirá, porque para El basta nuestro querer, por menor que sea. Todo lo demás, todo, viene de Su parte.

domingo, 14 de setembro de 2014

"Esta señora"

    La primavera está asomándose, tímida todavía, pero llena de fuerza y de promesas. Todo se llena poco a poco de botones, hojas nuevas, brisas frescas y perfumadas, sonrisas y esperanzas. Los pájaros vuelven a cantar, como heraldos del cambio de estación, y nosotros empezamos a sentirnos más jóvenes, más optimistas, menos mortales y más cerca de la naturaleza... Realmente, la primavera puede operar milagros.
    Después de la lluvia y el frío de ayer, hoy amaneció un día esplendoroso. ¡No parece la misma ciudad! El suelo está mojado aún, pero el cielo está azul, radiante, y un sol cálido entibia nuestros huesos y corazones. Así da gusto sentarse a escribir, sabiendo que en cualquier momento puedo levantarme y salir a la terraza a admirar el paisaje y recibir los rayos del sol...


    Es realmente extraño sentirse joven y, al mirarse al espejo, encontrarse con una señora de 58 años... Llega a ser chocante, y hasta medio angustioso, esta colisión entre lo que se siente y lo que se ve. No digo que no sienta los efectos de la edad, pero mismo así me impacta depararme con esta mujer tanto más vieja de lo que yo me siento... Tal vez  mi juventud "subjetiva" venga de mis ojos -y no sólo de su brillo, sino también de su mirada, de cómo ven el mundo- tal vez del hecho de que tengo tantos planes, objetivos y sueños. Tal vez de mantenerme aún tan creativa y activa (a pesar de que a veces me cuesta un poco, tengo que admitirlo) A lo mejor por sentirme apasionada, entusiasmada, feliz con lo que tengo, lo que hago, lo que he conseguido, con lo que soy. Puede ser también que la juventud que siento en mí venga de esas ganas de ayudar, de aprender, crecer, de buscar y vivir la felicidad, de disfrutar el tiempo, los encuentros, las lecciones. Siento que todavía vive en mí esa niñita atenta y mágicamente sorprendida por los milagros de cada día, que aguarda con fe y conversa con Dios sin fórmulas ni recelos. A pesar de la experiencia, el dolor y una cierta crueldad y frialdad que el tiempo pueda haberme traído, sé que aún conservo un alto grado de inocencia y fantasía, de espíritu lúdico, que tornan mi vida optimista y abierta a la aventura, a la exploración, a la novedad de lo banal y lo pequeño... Entonces, con toda esta carga interior, que sé que se refleja en mis actitudes, es sumamente extraño mirarme  al espejo y ver a esta señora mirándome desde el vidrio con esa cara de sorpresa. Porque mi corazón dice otra cosa, ciertamente. ¿A quién debo creérle, entonces?... Porque sin importar lo que sienta, el hecho es que el tiempo pasa y es así como luzco para el mundo. Y me pregunto, mirando el fondo de mis ojos brillantes en el espejo: ¿quién va a ganar, al final? Claro que no voy a conseguir esquivar a la muerte, pero supongo que lo que importa no es huírle, sino cómo enfrentarla y aceptarla... Entonces, que venga gentilmente y me tome en un abrazo reconfortante y lleno de promesas, con la certeza de un reencuentro con aquellos que amé.
    ¿Será que todos los que se están poniendo viejos tienen este tipo de reflexiones?... Espero que sí, porque son sumamente reconfortantes.

sábado, 6 de setembro de 2014

"Una vida modesta"

    Hoy estoy breve, pero no porque estoy con prisa, sino porque, milagrosamente, conseguí resumir lo que quiero decir en unas pocas líneas. Tal vez sea porque llevo mucho tiempo pensando en ello, o porque el día está precioso y me inspiró a escribir sin muchos rodeos, tal vez porque ayer terminé la corrección de la primera parte de la novela de mi amigo brasilero y a él le encantó mi trabajo, entonces estoy tan feliz que veo las cosas muy claras... No lo sé, pero me gustó la sensación y creo que, fuera los cuentos que he enviado al concurso "Santiago en 100 palabras", este es un record en mi estilo, que es siempre lleno de detalles y explicaciones... No es que no me guste o que esté pensando en cambiar, no, mi estilo ya está definido, pero como es algo inusual ser tan breve, ¡hasta yo misma me sorprendí!... En todo caso, espero que haya alcanzado mi objetivo a pesar de las pocas palabras.


    ¿Qué es una vida modesta, a final de cuentas?... ¡Veo tantas a mi alrededor! La mayoría, para decir la verdad... Vidas llenas de esfuerzo y sacrificio, de sencillez, de optimismo y anonimato, pero de enorme riqueza y fe... ¿Y qué es ser modesto? ¿Es "desaparecer"? ¿Es dedicarse a uno mismo y a los que están cerca, a los que encontramos al acaso en nuestra rutina? ¿Es aceptar lo que nos toca con alegría, sacándole provecho y haciéndolo crecer y mejorar, sin envidiar a los demás?... Tal vez un poco de todo esto. Tal vez sea vivir aquí y ahora, disfrutando lo que Dios pone en nuestro camino y compartiéndolo con quienes nos rodean. Puede ser ayudar desinteresadamente, actuar cuando es necesario y continuar tu camino sin buscar reconocimiento o recompensa. Es como ser todo y nada al mismo tiempo, como estar siempre a disposición, es querer tanto el propio bien como el del otro... Creo que la vida modesta es aquella que ama y aprovecha lo que tiene, que goza un día de cada vez, que desea y posee lo suficiente y no más.
    Esta es la vida que vine a vivir aquí.