sábado, 31 de maio de 2014

"Cosas"

Un poco de melancolía, de flojera, de ocio, esa sensación de mirar a lo lejos y no pensar en nada... Así ando estos últimos días, medio aérea, como cansada. Pienso que puede ser ese agradable calor de la estufa que entibia el departamento, ¡porque afuera está haciendo un frío de quebrar los dientes!... Peo no reclamo, hay que aprovechar y disfrutar cada estación, cada estado de espíritu, cada oportunidad de poder hacer lo que se siente. Sólo así nos sentimos enteros y verdaderos.
    Y en este clima de lentitud y brevedad, de poco pero fructífero esfuerzo, aquí va la crónica de la semana, también breve y clara.


    Hay cosas que es más saludable olvidar, porque no aportan nada a nuestra vida. Hay otras que es preferible relevar porque no tienen verdadera importancia. También hay aquellas que tenemos que perdonar porque, a final de cuentas, nadie es perfecto y hace mal guardar rencor... Pero hay algunas cosas que son lecciones y que debemos guardar la vida entera y pasar adelante. No vale la pena gastar nuestro tiempo, nuestra energía y nuestra creatividad con personas o situaciones negativas, que nos perturban y nos sacan de nuestro camino. Ahora, si se trata de pasar por experiencias -mismo difíciles- que nos llevarán a la felicidad, a la realización en cualquier sentido, ahí sí que no tenemos que medir esfuerzos. Las cosas que son para nuestro bien tenemos que aprender a reconocerlas y valorarlas, no debemos tener miedo de abrazarlas, de vivirlas, de transmitirlas, porque esas sí vale la pena que permanezcan en la historia; la nuestra y la de los demás.

sábado, 24 de maio de 2014

"Hay que hacerle justicia"

    El frío llegó, pero no me importa porque la cordillera está espectacular, justo frente a mi ventana. Cuando la miro no puedo evitar pensar: "Fue por ti que regresé", y no me arrepiento ni por un segundo. Las personas pasan, se van, desaparecen, la tierra permanece y es allí que criamos nuestras más verdaderas raíces. Esas son para siempre. ¿A dónde se vuelve, al final de todo? Pues a la tierra.
    Y después de este momento filosófico y revelador, aquí va la de la semana.


    Siempre digo que hay que hacerle justicia a los dones que recibimos. Tenemos que cultivarlos, expandirlos, perfeccionarlos de todas las maneras posibles y luchar por ellos, para que vean la luz y nos realicen como seres humanos. En una palabra: si nos fueron dados es porque tienen un propósito en nuestras vidas y, probablemente, en la vida de otros. Sin embargo, si nosotros no ponemos las cosas en movimiento, nada sucederá con ellos.
    Creo cada vez más que poseemos la sabiduría para obtener el éxito en esta empresa. Estoy convencida de que en el fondo sabemos a dónde ir y con quién hablar. Es como si el don que nos fue dado viniera, de alguna forma, con esta noción incluida en el mismo paquete. Alguna parte de nosotros sabe lo que realmente desea y cómo lograrlo, una especie de instinto, de claridad que, desgraciadamente, solemos ignorar. Preferimos darle oídos y confiar en los demás y asumimos proyectos que no son nuestros, actuamos según los otros esperan, luchamos por sueños que extraños nos adjudican, a veces sin siquiera preguntarnos si están acertados o si nos sentimos contentos con ellos. Y ahí nuestros propios dones, regalo de Dios, van debilitándose, deformándose, perdiendo el brillo y la claridad, la importancia, el impulso. Nos movemos en otras direcciones, dirigimos nuestra energía y la del universo hacia objetivos extraños a nosotros y terminamos decepcionándonos, frustrándonos, acabamos desistiendo, creyendo que, en realidad, no tenemos ningún don, que aquello fue un arrebato de juventud, idealismo inconsciente, inmadurez. Estupidez.
    Y no digo que un don no pueda ser algo práctico, profesional, como ser médico, empresario o político, un excelente cocinero o agricultor. No es eso lo que importa. Lo que lo vuelve valioso y útil es el hecho de realizarlo, de vivirlo, de entregarlo al mundo, ya sea en un consultorio, una cocina, un colegio, un escenario o un mostrador.

sábado, 17 de maio de 2014

"Espejos"

    Cuando uno se va poniendo viejo le pasan cosas bien interesantes, a veces asustadoras,  veces reveladoras, pero es una experiencia que vale la pena, a pesar del trabajo que da acostumbrarse y aceptar los cambios, ¡sobre todo cuando uno tiene la clarísima sensación de que todavía tiene 25 años!... Creo que el secreto es adaptarse, tomárselo con calma y continuar disfrutando todo lo que la vida ofrece, porque ella siempre, siempre tiene algo que regalarnos o enseñarnos, no importa cuantos años tenemos.
    Y así, esta casi-viejita, se sienta aquí para compartir otra crónica, bien abrigada, porque está nublado y muy frío hoy, y espera que la disfruten, porque este es uno de los regalos que la vida me está dando en este período: escribir y compartir.



    A veces me miro al espejo y me llevo un tremendo susto: ¡Puchas que me veo vieja!... Me acerco un poco, reticente, y me asusto más todavía... ¿De dónde salieron todas esas arrugas y esas marcas? ¿Cuándo fue que la piel se me puso tan fláccida? ¿Dónde están mis facciones originales, los párpados erguidos y los contornos definidos? A pesar de hacer ejercicio todos los días mis músculos parecen haberse desvanecido y parezco una gelatina con grumos ambulante. ¡Mis senos, entonces, parece que amamantaron a la población mundial de tan caídos!... Dios mío, la vejez as algo realmente denigrante y chocante físicamente, sobre todo cuando uno tiene la certeza emocional de estar todavía con 20 o 30 años. Es una verdadera bofetada en la moral, un insulto al corazón que palpita y sueña como si tuviera todo el tiempo del mundo, un balde de agua fría para los planes y las intenciones de producir y disfrutar la vida. Porque uno sabe que esas señales externas significan la llegada de la decrepitud, de la limitación, de la fragilidad y la dependencia. La imagen en el espejo me avisa que la muerte se aproxima y que no voy a conseguir escapar de ella. Me recuerda que el tiempo pasó y que no para por nada ni por nadie, que ahora parece que corre más de prisa y que tengo menos chances...
    Y es justamente por eso que no puedo quedarme observándola y siendo tomada por el miedo y el desánimo. Tuve una buena vida -y todavía la tengo- y no pretendo echármela a perder ahora dejándome llevar por el derrotismo y el prejuicio. ¿Es menos tiempo? ¿El cuerpo está más pesado, más lento, más torpe? ¿No puede ser como antes? Bueno, entonces tiene que ser como se pueda, de la mejor forma, adaptándose, entregándose al proceso sin rabia ni tristeza, mas con generosidad  gratitud, sacándole el jugo al conchito que nos queda, siempre en la lucha para ser feliz.
    Creo que de ahora en adelante voy a preferir mirarme al espejo de mi alma, pues él me devuelve una imagen que rebasa mi cuerpo decadente y me hace creer que llegaré digna y productivamente al final. Y saber esto es todo lo que necesito para continuar y ser feliz.

sábado, 10 de maio de 2014

"Los sueños no son de piedra"

    Y finalmente, ayer desencanté, me senté aquí y en aproximadamente una hora, escribí mi cuento. ¿Qué tal? Promesa cumplida... Bueno, él ya estaba casi escrito en mi cabeza, entonces no fue tan difícil. Creo que a veces es cuestión de hacerse el ánimo, armar el escenario, medio que obligarse a poner la cabeza en el asunto y, simplemente, sentarse a escribir y ver lo que sale. El arte y la inspiración también necesitan de un poco de ejercicio y disciplina, aunque no lo crean... Y ya hacía tanto tiempo que yo estaba con esa idea en la mente, que fue increíblemente fácil y agradable...
    Entonces, vayan a pazaldunate-historias.blogspot.com ¡y disfrútenlo!
    Y aquí va la crónica de la semana. ¿Vieron cómo estoy creativa y productiva este fin de semana? Debe ser la neblina que cubre hoy la ciudad y lo deja a uno lleno de ideas. O entonces es por el día de las madres; es mi forma de celebrarlo: escribiendo.


    Cada día es un nuevo comienzo, literalmente. Esta afirmación no tiene nada de poético o idealista, es una realidad absolutamente concreta y posible, pues todo está renovándose constantemente -y esto ha sido comprobado científicamente- y nosotros podemos entrar en este flujo sin fin y aprovechar esta energía transformadora para rehacernos, para recrear nuestros universos, crear nuevas oportunidades, abrir nuevos caminos. Podemos cambiar de idea cada atardecer y despertar al día siguiente con nuevos objetivos y líneas de acción. Podemos dar vuelta la página cada amanecer y prepararnos para otros desafíos y otras victorias. Cada mañana podemos cambiar nuestras tácticas, nuestro punto de vista, las dinámicas y los procesos con los cuales regimos nuestra vida. ¿Qué nos lo impide? Pensar que no tenemos el derecho, que no nos lo merecemos, que es prohibido cambiar de idea, que el castigo por equivocarnos es permanecer para siempre en el error, que los planes tienen que seguirse contra viento y marea, mismo que no funcionen, que cambiar de idea es señal de fracaso, de debilidad, de inseguridad, de inmadurez... ¿Pero quién más cuerdo y adulto que aquel que tiene el coraje de desviarse del camino original para luchar por su felicidad y realización, mismo que esto signifique empezar de nuevo? ¡Los sueños no son de piedra! Ellos nacen, crecen y se transforman junto con nosotros y nuestras experiencias, pues tienen que estar vivos para que formen parte de nuestra vida, para que podamos seguirlos.
    Por eso cada día es una nueva oportunidad, un nuevo comienzo que no podemos dejar escapar por quedarnos presos al miedo a los cambios, a lo que los demás van a decir, a los proyectos de los otros. Toda mañana podemos hacernos una promesa -la misma de ayer, que no conseguimos cumplir, o una nueva- y luchar para hacerla realidad, porque es lo nuevo lo que nos impulsa, nos desafía y, aunque la promesa o el proyecto de hoy sean los mismos de ayer, si los encaramos como si fuera la primera vez, como si se tratara d nuestro primer movimiento, no nos parecerá pesado o aburrido, añejo. No, va a formar parte de este nuevo día, de este nuevo comienzo y así jamás perderá su frescura.
    Al abrir los ojos mañana diré, como el conejo Buggs: "¿Qué hay de nuevo, viejo?"...

domingo, 4 de maio de 2014

"Mensajes"

    Hasta yo misma me estoy empezando a mirar feo, porque continúo sin cumplir mi promesa de escribir y publicar un nuevo cuento, pero es que parece que siempre aparece alguna situación que me lo impide. ¡Qué fue esta semana? Una tremenda crisis de colon por haber comido un montón de porquerías deliciosamente diabólicas que me dejaron casi en estado de coma y, claro, con la inspiración yéndose por el water... No sé hasta cuándo voy a cometer estos seudo-suicidios periódicos, o hasta cuando voy a aguantar envenenarme, y pagar por hacerlo. Uno es muy idiota a veces y con muy poca fuerza de voluntad y juicio, porque hace las cosas erradas sabiendo perfectamente lo que va a pasar... Y pasa.
    Entonces, ya que estoy empezando a sentirme mejor y más animada, vamos a ver si esta semana consigo sentarme a escribir ese famoso cuento. ¡Ya tengo hasta las primeras frases!... Pero no voy a prometerles nada todavía. Si me sale, les aviso por face y aquí mismo, ¿ok?...
    Y antes de que me tiente con otra porquería, aquí va la de esta semana:



    La veo todos los días estampada en la pared del Instituto Nacional. Algún estudiante rebelde e insolente, en un momento de desafío a la autoridad -cualquier autoridad- debe haberse encaramado a un cajón para escribir con tinta negra y letras enormes esta palabra, probablemente dirigida a sus compañeros de toma o protesto: "¡Ánimo!", está rayado, donde todos pueden leerlo... Pero lo que este chico no sabía era que, si bien él tenía una intención al escribir, al final, su apoyo a los colegas acabó convirtiéndose en un aliciente para todos nosotros que, a veces agobiados por preocupaciones, pasamos delante de este edificio. "¡Ánimo!", nos grita el spray negro, y al verlo parece que a uno se le pone el alma más liviana, se le agilizan los pasos, le aparece la sombra de una sonrisa en una esquinita de los labios. Es un recado directo, como una bofetada, un gesto desafiante y optimista. Es la fuerza de un joven como legado para todos. Tal vez sea el mismo que, en el muro del edificio al frente escribió: "Mi papá conoce más a su trabajo que a mí", como una disculpa para ser rebelde e insolente, para exigir, para no perdonar. Pero yo me pregunto cuántos padres pasaron frente a esa pared y, ni que fuera de reojo, leyeron el mensaje y se quedaron pensando en su propio comportamiento... Así también la declaración de otro mocoso al lado del portón de garage: "Mi mamá piensa que soy lindo". E imagino cuántas persona tal vez se dieron cuenta de que no estaría demás elogiar a los otros de vez en cuando... Y "Si tu dios se viste de oro, desnúdalo", debe haber dejado a mucha gente pensando también...
    A veces es interesante, y revelador, parar por algunos segundos para leer estos mensajes y darse cuenta de que -mismo de una manera poco ortodoxa- pueden estar dirigidos a nosotros para hacernos reflexionar, cambiar actitudes, tomar nuevas decisiones y resolver conflictos; a veces son una respuesta o una verdad que necesitamos percibir.
    Todo a nuestro alrededor está lleno de mensajes, de respuestas, de invitaciones a la reflexión y el cambio, de alertas y consuelo, de alicientes al coraje y a la fe. Basta saber mirar.