domingo, 28 de julho de 2019

"Lágrimas"

    Tengo ganas de llorar... Siento mi corazón acelerado, retumbando atrás de mis costillas, la garganta arde, se aprieta, la vista se me nubla, me lleno de esa extrema aflicción que precede al estallido de las lágrimas... Y me las trago. Respiro hondo y callo mis sentimientos... ¿Por qué? ¿Por qué no puedo llorar si tengo ganas, si lo necesito?... No hay nadie cerca, y si lo hubiese, no debería ser un impedimento... Pero parece que a todos, o a la mayoría, hombres y mujeres, nos enseñaron que llorar es feo, es cosa de cobarde, de débil, es vergonzoso, una especie de chantaje barato para conseguir algo. 
    Sin embargo, yo estoy descubriendo que llorar hace muy bien. Es como lavar el alma, aligerar el corazón, despejar la mente, aliviar la tensión, el dolor psicológico y, a veces, el físico. Llorar, de cierta manera, nos transforma, nos deja más leves, más abiertos a nuevas sensaciones y pensamientos, nos da coraje para continuar, pues buena parte de las veces que lloramos no es sólo por infelicidad, sino por una necesidad de apartar las nubes, el pesimismo, las barras de la prisión que pueda estar rodeándonos y sofocándonos, impidiéndonos actuar, tomar decisiones, renovarnos.
    Llorar es bueno, es una emoción que merecemos poder poner para afuera, tal vez hasta para compartir, ser consolados, comprendidos. Las lágrimas son palabras, son puertas para expresarnos, pequeños tramos de nuestro camino, agua de nuestra alma con que regamos nuestros procesos de crecimiento y cambio, a veces tan dolorosos.
    Entonces, no tengamos miedo de las lágrimas, ni vergüenza o rabia, no nos sintamos débiles ni nos aislemos cuando vengan a nuestros ojos. Pongámoles palabras, gestos, propósito, y bendigámoslas porque ellas también ayudan a cicatrizar nuestras heridas y hasta pueden curarnos.

sábado, 20 de julho de 2019

"El botón mágico"

    Todas las personas que están enfermas de alguna cosa seria -física o psicológicamente- tienen siempre ese momento de casi derrota en el cual se preguntan: "¿Y cuándo diablos se va a terminar esto? ¿Cuándo voy a sanar y volver a vivir normalmente, en paz y feliz?"... Y ninguna respuesta aparece, a no ser la que el médico les da, que es una receta, un tratamiento, consejos, dietas, nuevas consultas, visitas a otros médicos. Y ahí, en medio de este mar de información que de repente nos parece absolutamente ineficiente, nos decimos, entre enojados, frustrados y asustados: "¿Que no existe un botoncito mágico que se pueda apretar y que nos cure instantáneamente?"... A veces yo me lo pregunto cuando salgo de mi sesión con la psicóloga y llego a casa, o entonces cuando estoy en un mal día. Por qué a veces los procesos de sanación se demoran tanto y pueden ser tan tortuosos y dolorosos. Por qué cuando uno descubre las raíces no se produce inmediatamente el regreso del equilibrio, la paz y la felicidad. Por qué hay que luchar tantas batallas y escarbar tanto.. Bueno, creo que todo esto no depende exacta y solamente del médico, sino más de nosotros mismos. Porque el médico te da las herramientas  (la receta, la dieta, los consejos) pero quienes tenemos que usarlas y hacerlas efectivas somos sola y únicamente nosotros. A unos nos cuesta más, pues tenemos actitudes, hábitos o traumas cristalizados y muy enterrados por el paso del tiempo, que son difíciles de encarar, revivir y dejar atrás, pues nos aferramos a ellos por temor, por no salir de nuestra zona de confort. Aquello que dicen: "Más vale diablo conocido que ángel por conocer"... Son difíciles de descubrir, de desenredar, de entender, pero esto no los torna súper villanos imposibles de derrotar, mismo si a veces nos lo pueden parecer. Si realmente deseamos reencontrarnos y vivir libres y normales es esto lo que tenemos que hacer, no importa cuánto demore ni cuánto nos cueste o nos duela. Crecer y cambiar duele, a veces sangra, pero al final vale la pena, con certeza. Si no crecemos, no cambiamos, no aportamos, no nos desarrollamos, no cumplimos nuestro destino, nos morimos antes de tiempo.
    Por eso hay que continuar apretando ese botón mágico, hay que usar todas las herramientas que se nos ofrecen, mantenerse conectado, atento, fuerte, consciente, optimista y valiente. Porque si bien puede darnos miedo el cambio, la ruptura de viejos y malos hábitos, rutinas y obsesiones, creo que es más aterrador quedarse así y vivir lo que nos queda sumidos en el miedo, la duda y el sufrimiento. Hay que hablar, hay que entender, hay que aprender y, sobre todo, hay que atreverse.

segunda-feira, 15 de julho de 2019

"Mente"

    Últimamente -y con toda razón- ando pensando mucho en lo que es la mente del ser humano, en cómo puede tener comportamientos tan opuestos al punto de elevarte a las alturas o hundirte en el más profundo agujero de tu vida. Ella puede inspirarte, conectarte, darte ideas, hacer que te comuniques, que crees, que tengas fuerza, coraje, resistencia, persistencia, fe, paz, equilibrio... Pero por otro lado, y por razones que a veces demoramos años en descubrir, puede volverte miedosa, resentida, amargada, triste, cobarde, llenarte de síntomas totalmente psicosomáticos que te echan a perder cada hora del día, puede aislarte del mundo y encerrarte en una prisión de la que a veces no consigues escapar nunca... ¿Cómo puede ser? ¿Qué es lo que detona ese comportamiento tan negativo? ¿Crece poco a poco, a lo largo de la vida, por diferentes motivos, porque se junta demasiada porquería, traumas, desilusiones, pérdidas? ¿Y por qué es tan difícil de combatir? ¿Qué la hace tan poderosa y temible?... Puede ser casi celestial, pero parece que cuando decide cagarte, lo hace en grande.
   Yo ahora, fuera todo lo demás, estoy empezando a tener miedo de salir a la calle... No sé, mucha gente (muuucha más que hace 30 años, cuando me fui a Brasil, a una ciudad pequeña como era Melipilla) muchos autos, mucho ruido, demasiado desorden para mis estándares... Pero salgo igual, con dolor de guata, mareos, tembladera, náuseas y todo tipo de desconfianzas, cosa que no me sucedía cuando recién llegamos... Pero salgo mismo así, y me digo a mí misma: "Levanta la cabeza, deja de mirar al suelo y mira a las personas, los edificios, el paisaje, los pájaros, las vitrinas, escucha las voces, observa los colores, percibe las expresiones, las ropas, los movimiento. Intégrate, porque eres parte de todo esto, estás en el mundo, eres una más... ¿No te gusta eso? Querrías ser alguien especial?.. Bueno, si lo piensas todos lo somos porque, en mayor o menor grado, tenemos un papel en esta historia. Ayudamos, apoyamos, aconsejamos, cooperamos, ni que sea abriéndole la puerta a una anciana. Y este simple acto, para ella, vale oro. Somos importantes, pero no famosos, por eso tenemos que estar aquí, presentes, conscientes, actuantes. No se puede huir de la vida, porque ella nos persigue y nos llama, no importa cuán mal estemos"... Tenemos que curarnos y salir adelante, sin importar cuánto demoremos, porque ella nos quiere aquí, ahora, siempre, no le interesa lo que nos cueste... Pero al final, va a ser glorioso poder decir:"hice mi parte", sin que nos importe su tamaño ni su brillo.

quarta-feira, 10 de julho de 2019

¿De vuelta?

    Ya hace más de un año que no me siento a escribir mis crónicas, ni sé si alguien todavía espera que lo haga, si todavía tengo seguidores, si les interesa... Pero han sido tiempos muy, muy difíciles.Inclusive, en este momento en que escribo siento náuseas y pánico, me tiemblan las manos... ¿Regresé? No tengo certeza aún. ¿Estoy  diferente? ¡Con certeza!... ¿Sobre qué voy a escribir ahora? Tampoco lo sé, pero necesito hacer algo, porque escribir es mi desahogo, mi forma de involucrarme, de percibir, de empatizar, de sacar todo lo que aprendo -bueno y malo- y de comunicarme de alguna forma con los demás... La depresión puede cambiarnos mucho, y es eso lo que me ha sucedido en este año. Bueno, no es tan rara si se piensa que viene de cambios radicales y rápidos, de los cuales empezamos a tener dudas. De una vida de trabajo 24/7 a una vida de dueña de casa le quita a uno la ambición, la fuerza, el coraje, lo llena de síntomas y miedos casi incontrolables, física y psicológicamente. Quiero seguir escribiendo, dibujando, y compartiendo todas mis experiencias, pero esta situación es nueva, extraña y me siento perdida, con miedo, sin motivación. Parezco haberme desconectado de lo que me rodea y que era la inspiración para mis crónicas y muchas cosas del pasado, aparentemente olvidadas o superadas, sin conexión con mi presente, están volviendo y manteniendome paralizada en una especie de limbo donde todo en mí grita para regresar a las palabras, las formas y colores, sin embargo, algo mayor -que ya descubrí y trato de vencer desesperadamente con la ayuda de terapia- me detiene...
    Pero la lucha no cesa. No puede. No debe, cada día desde que me despierto hasta que me voy a dormir... Y no pretendo desistir hasta ganarla y volver a expresar las vocaciones de mi alma, aquellas que le dan sentido a mi existencia. Soy fuerte, una luchadora, mismo que a veces tenga días malos o aparezcan nuevos y aparentemente monstruosos desafíos.
    ¿Cuándo voy a escribir la próxima vez?... No lo sé. ¿Habrá sólo cosas negativas? Tampoco lo sé. No tendré un día fijo, como antes, que era todo domingo. Creo que escribiré cuando mi corazón esté tranquilo, o muy lleno de agonía, cuando quiera llorar o alegrarme, pero no sé cuándo esas situaciones acontecerán, entonces... Hay que esperar y ver lo que sucede.
    Escribo hoy con el corazón apretado, porque había desistido de continuar con este blog, pero creo que me va a hacer bien y tal vez a algunos de ustedes también, porque ni siempre se es feliz o se aprenden cosas positivas. Tengo páginas optimistas y agradables aún, que espero ayuden a alguien, pero ahora también tendré páginas obscuras, que también espero que ayuden a otros que puedan estar en mi situación.
    Vamos a ver si consigo darle una continuidad a este recomienzo, y que sirva para algo o alguien...