domingo, 25 de agosto de 2013

"Un término medio"

Sí, ya sé, he estado vergonzosamente floja este último mes, pero han sucedido tantas cosas -inclusive un taller con la fundadora del Butoh en Chile- que realmente ha sido difícil sentarme aquí a teclear. Entre que anduvimos corriendo para, finalmente, comprar nuestro departamento (después de haber desistido del otro por problemas en la fecha de entrega) conociendo el nuevo barrio, haciendo todo tipo de cálculos financieros y entregando currículos en un millón de lugares, no me sobró mucho ánimo para escribir. Fuera eso, como que estoy llegando a mi límite respecto a vivir tan amontonada aquí, porque siento que está todo trabado, parado, en suspenso, inclusive mi propia energía, entonces me falta ánimo e inspiración para producir cualquier cosa... Pero como faltan sólo dos meses para mudarnos y yo soy una persona esencialmente metódica y de rutinas establecidas que mantienen mi existencia en orden y armonía, aquí estoy de nuevo, retomando mis actividades, imaginando cómo va a ser delicioso cuando me siente a escribir en mi propio cuarto, en mi escritorio, en mi departamento, en mi nuevo barrio... ¡El paraíso!
    Pero mientras esto no sucede, no puedo parar, tengo que aguantar un poco más porque tendré mi recompensa, con certeza. Y, retomando, aquí va la de la semana.


    Estoy empezando a darme cuenta de que quizás tenga que ponerme a repensar mis estilos, tanto en el dibujo como en la escritura, porque leyendo y viendo lo que se hace hoy, aquí, en estas áreas, empiezo a tener el presentimiento de que estoy quedándome medio obsoleta. Percibo que necesito aprender a editar, a simplificar, a ser más directa y menos descriptiva, pero sin perder la poesía, la sinceridad y la profundidad que me caracterizan. Tengo que encontrar un término medio, un equilibrio que me haga interesante y entretenida para los lectores de hoy, que, con certeza, no son los de mi época, que tienen tan poco tiempo y disposición para leer, que parecen no necesitar tantas descripciones porque su poder de imaginación está medio atrofiado, que esperan principio, medio y fin en pocas líneas y menos hojas todavía. Estos no se pierden en ensueños, no se cuestionan mucho, prefieren buscar en el Google. Quieren la respuesta luego, no se sienten seducidos o emocionados por rodeos o suspensos. No tienen tiempo ni "paciencia cultural"... Es bastante triste, pero es la realidad. Hoy se escribe todo abreviado, sin muchas explicaciones, sin pausas para respirar o reflexionar. ¡Hasta se ha inventado un nuevo idioma para facilitar la velocidad de la comunicación!... Lo que más paran para leer hoy es el diario o las revistas de chismes. Otro tipo de texto suena a pérdida de tiempo.
    Entonces, los escritores como yo tienen que ponerse las pilas y tratar de adaptarse a esta brevedad literaria y empezar a resumir las historias, reflexiones y experiencias a pocas líneas, más directas y con menos "adornos". Nada de viajar, porque estos lectores no nos van a acompañar. Al contrario, somos nosotros los que tendremos que ir a su ritmo, sino los perderemos, y con certeza esto no nos dejaría felices.
    Pero, como siempre, pienso que esta será una experiencia importante, valiosa, de la cual sacaré muchos frutos. Todo cambio debe ser bien recibido porque significa movimiento, crecimiento, madurez. Si no nos movemos nos anquilosamos, nos pudrimos. Y no hay nada mejor que descubrir -sobre todo cuando uno se va poniendo más viejo- que todavía existen desafíos y cosas que aprender. Esto es lo que le da verdadero sabor a nuestra existencia y hace que valga la pena.