domingo, 19 de fevereiro de 2017

"En secreto"

    Yo sé que dije que este fin de semana no iba a publicar nada porque iba a cambiar los postéos para el lunes o martes, o cualquier otro día de la semana porque sábado y domingo se me pusieron medio complicados, pero como mi hija está en Viña por los próximos diez días, en realidad ahora me sobra mucho tiempo, entonces creo que por esta semana continuaré a publicar el domingo... Y hoy tenemos cuento nuevo!... En realidad, ese negocio del dolor de espalda por estar mucho tiempo sentada delante del computador es porque tengo que escribir todo dos veces, en español y en portugués, por eso me demoro tanto y mi espalda reclama. Pero me lo voy a tomar con calma -como trato de hacerlo todo últimamente- y de repente publico en español hoy y en portugués mañana... Vamos dejar que la cosa ocurra naturalmente, sin estrés.
    Entonces, aquí va la crónica de hoy!



    Siempre que se habla de triunfos inmediatamente se nos viene a la cabeza un acto grandioso, algo que llama la atención y nos coloca por encima de los demás... No digo que estas victorias no sean meritorias ni engrandezcan a quien las obtiene, que no sirvan de ejemplo e inspiración para otros, pero también creo que tenemos que fijarnos y celebrar -y mucho, porque estoy convencida de que son muchas más- esos pequeños triunfos, los diarios, aquellos que, juntos, son capaces de transformar nuestra vida: vencer la pereza, la timidez, el mal humor, el desánimo, el egoísmo, el miedo, la maledicencia, la indiferencia, el derrotismo... Pequeñas actitudes, pequeñas victorias, pequeñas mejorías, en secreto, sólo entre nuestro espíritu, Dios y nosotros, sin aplausos ni publicidad. Solos, cada día, delante de cada situación que lo requiera, respirar hondo, levantar la cabeza y dar la pelea. Y ganar.
    

domingo, 12 de fevereiro de 2017

"Niños y adultos"

    Estoy pensando seriamente en cambiar el día en que publico estas crónicas, porque los fines de semana se me están poniendo medio complicados para hacerlo, y como, en realidad, tengo todo el tiempo del mundo disponible -a no ser por algunas pequeñas obligaciones- para hacer esto cuando mejor me convenga y esté más calmada e inspirada, creo que podré hacerlo sin problemas. Es verdad que el próximo fin de semana estaré más desocupada porque mi hija estará en Viña del Mar cubriendo el festival, pero después todo vuelve al normal y ya será medio complicado de nuevo. Entonces, ya les dejo avisado que la semana que viene publicaré la crónica no el domingo, sino el lunes, martes o miércoles de la siguiente... De todas maneras las pueden leer cuando quieran, pero es bueno avisar, ¿verdad? Así nadie se despista y piensa que renuncié... Vamos a hacer el experimento y ustedes me dicen qué les parece. Sé que el fin de semana es mejor para leer cualquier cosa, pero como son textos cortos, creo que pueden hacerlo en cualquier momento, entonces... Veremos. También es más fácil para publicar los cuentos, ya que así puedo hacerlo en dos días diferentes y mi espalda no sufre tanto por estar mucho tiempo sentada frente al computador... Ah, la edad llegando...
    Y aquí va la de esta semana, todavía en domingo.



    Realmente, hay cosas que no deberíamos abandonar ni dejar de lado al volvernos adultos. Porque a medida que crecemos no sé por qué nos vamos poniendo pretenciosos, exhibicionistas, poseros, demasiado ambiciosos y complicados... Por ejemplo: denle a un niño una manguera o una piscina de plástico, un paquete de galletas o un sandwich de jamón con queso y una botella de bebida en un día de calor y él te dirá que pasó las mejores vacaciones de su vida. Y no estará mintiendo. Ya un adulto lo encontraría peliento, denigrante, insignificante, pobre, patético... No, ahora este adulto necesita un hotel, una playa, restaurantes, auto, pasaje de avión, toda una infraestructura que le muestre al mundo lo bien que le está yendo, para poder jactarse de sus vacaciones... Puede ser agradable, pero si pensamos en el stress devastador que obtener todo esto puede significar, como que la cosa pierde bastante la gracia. Los niños no ven más allá. Se contentan con lo que el momento les ofrece y lo aprovechan al máximo... a no ser que ya le hayamos metido estas cosas de adulto en la cabeza.
    Esto es algo que no deberíamos perder (y lo hacemos a propósito, obligados por estándares que dejamos que los demás nos impongan) al volvernos adultos, porque nos roba toda la verdadera diversión y la sanidad, la percepción de los pequeños milagros que suceden cada día en nuestra existencia y la importancia que estos tienen en nuestra formación como seres humanos mejores.

domingo, 5 de fevereiro de 2017

"Ese primer paso"

    Bueno, creo que nadie se merece pescar una gripe en pleno verano, pero yo tuve esa capacidad, aunque no me quedó claro si fue mismo una gripe o el resultado de todo el humo y las cenizas que vinieron a parar en Santiago de los incendios forestales que estaban asolando el centro sur de Chile... La cosa es que estuve algunos días tirada en el sofá con la garganta inflamada, dolor en el cuerpo y todas esas cositas deliciosas y tan agradables inherentes a la gripe... Por lo menos me sirvió para tener algunas ideas para cuentos y escribir uno o dos, entonces no fue todo prejuicio... Menos mal que ahora los incendios están controlados -pero no apagados- con la valiosa y generosa ayuda de aviones y bomberos de otros países, y el humo y las cenizas desaparecieron. Ya da para ver de nuevo mi amada cordillera y estoy de pie y lista para seguir escribiendo y publicando, entonces, ¡aquí vamos de nuevo!...




    El tipo no me cayó bien así que lo vi. Me recibió con la cara larga y se disculpó de mala gana por no estar usando el delantal blanco, pero es que el calor estaba insoportable y no tenía aire acondicionado en su sala. Me examinó desganado y fue bastante desagradable para responder mis preguntas, por lo que terminé quedándome callada y dejándolo reclamar y retarme por estar estresada... ¡Bueno, por lo menos no me pidió una endoscopía! Y eso ya fue un lucro.
    Salí de la consulta con una receta de un remedio para gases y digestivo y la desagradable sensación de no haber resuelto nada porque no había sido realmente atendida. Y lo peor es que tenía que volver como en un mes para una revisión. Estuve varias veces a punto de cancelar la consulta, a pesar de lo mal que me sentía. Es decir, fui allá porque lo estaba pasando pésimo y estaba súper preocupada y resulta que salí peor de lo que entré. En todo caso, podía buscar otro médico en otro lugar -lo que me saldría mucho más caro porque mi plan no lo cubriría- pero justo poco antes de la segunda consulta decidí empezar a ir a la psicóloga para resolver también la parte emocional de mis malestares y me tomé un par de ansiolíticos... ¿Resultado?... Los síntomas casi desaparecieron, entonces cuando regresé donde el médico antipático, mi ánimo era completamente diferente, por lo que resolví encararlo de una forma positiva, empatizando con sus malestares y escuchándolo con buena voluntad e interesandome por lo que él tenía que decir. Porque probablemente nadie le daba esa oportunidad.
    ¿Y qué fue lo que pasó? Pues que él se transformó en otra persona. Se relajó, sonrió, me dio consejos positivos y hasta hizo algunos chistes. Nos despedimos como viejos amigos y yo con la más absoluta certeza de que todo depende de NUESTRA actitud positiva y empática para con el otro. Siempre nos quedamos esperando que los demás den ese primer paso, dejándoles toda la responsabilidad -y la culpa- de un buen resultado, en vez de tomar nosotros la iniciativa. No todos van a reaccionar tan bien como este médico, claro, pero algún tipo de comunicación positiva que actuará a favor de ambos va a generarse. Y así todo será más fácil y placentero. Y esto vale también para situaciones complicadas: enfrentarlas con un espíritu positivo y valiente, con fe, con certeza la volverá más soportable y hasta podremos resolverla y ganar esa batalla.
    Vale la pena el esfuerzo de dar el primer paso, de llegar con el espíritu positivo, con una empatía sincera que nos haga olvidarnos un poco de nosotros mismos para calzar los zapatos del otro... La reacción es casi siempre un pequeño milagro.