quinta-feira, 29 de julho de 2010

Aprender

Fin de semana triste, corazón apretado, ojos enrojecidos de tanto llorar, el más completo desánimo. La inspiración huyó, solidária con mi dolor... Mi amiga de 15 años, mi amada perra "Talita" murió el domingo. Gracias a Dios fué así, en cinco minutos, sin sufrimiento ni despedidas dolorosas. Salió al patio y cuando demoró para volver, le pregunté a mi esposo si la habia visto allí fuera. El fué a llamarla, pero ella ya estaba tendida en la despensa -su otro "cuarto"- encima de su colcha preferida, y se había ido... Fué un choque, mismo habiendo pasado el dia con esa sensación rara y de mal agüero que me hizo volver corriendo para la casa después del ensayo. Ella parecía bien, sólo un poco decaída por no haberse alimentado bien los últimos cuatro días, pues estaba con algún tipo de crisis hepática seria, pero no pensé que fuera a partir así, de repente, e tan pacíficamente... Pero gracias a Dios fué así y eso se lo quedo debiendo a san Francisco, porque le había pedido especialmente que tomara cuenta de ella cuando su hora llegara e hiciera que se fuera sin dolor y rápidamente... Como siempre, me atendió prestamente y, a pesar de la nostalgia y de todo lo que lloré y pensé que el corazón se me iba a despedazar, agradezco por su partida rápida e indolora... Y hoy, tal como me había prometido a mí misma, ya estoy con dos nuevas perritas, rescatadas de las calles por una Ong, que están devolviendole la sonrisa a mi rostro y la alegría a mi corazón. También hay algo de ansiedad y expectativas por la aproximación y el descubrimiento mútuos. Una de ellas fué extremadamente maltratada en la calle y es muy recelosa, tiene miedo hasta de su propia sombra, pero tengo certeza de que la voy a conquistar... Para qué negar? Para qué resistir?... Yo no vivo sin perros!.
Entonces, todavía en recuperación y muy atrasada por razones totalmente justificadas, aquí vá la crónica de la semana pasada.


Encuentro realmente increíble el hecho de que jamás paramos de aprender, de crecer, de descubrir, de cambiar. Siempre sabemos menos de lo que pensábamos e, incluso lo que ya aprendimos, vá cambiando con el tiempo y la madurez, pues las experiencias que vivimos nos traen nuevos ángulos, nuevas percepciones, otra comprensión de los hechos y de las personas que encontramos. Aprender y cambiar es lo que nos vuelve mejores, más sabios y diligentes, más compasivos. Y ni siempre -casi nunca, en realidad- es necesario algún tipo de acontecimiento de gran magnitud para enseñarnos cosas importantes. Al contrario, usualmente, las enseñanzas están contenidas en pequeños gestos, palabras, personas e acontecimientos que podríamos considerar hasta insignificantes, pero que nos precipitan en el infinito mar del aprendizaje con su presencia y son capaces de transformarnos, a veces, por completo. Es por eso que hago de esta actitud de constante aprendiz, atenta a todo lo que me rodéa, un ejercicio diário, sobre todo cuando estoy enseñando, pues en muchas ocasiones es de mis propios alumnos y de la convivencia con ellos de donde saco buena parte de mis lecciones. La percepción y la certeza de que en todo se esconde una lección valiosa, una palabra de lo divino que enriquecerá mi existencia -y por consecuencia la de los que están a mi alrededor- es lo que me mantiene siempre ligada y abierta, en íntima comunicación con lo natural e lo sobrenatural. A veces créo que ya ví y comprendí plenamente algo, sin embargo, algún tiempo después, de repente, me encuentro con la misma cosa, pero ahora bajo un nuevo ángulo -proporcionado por mi actual madurez- y descubro que hay un tono diferente, un movimiento sutil, una circunstancia que no había notado la vez anterior, y que abre un poco más las ventanas de mi alma para ella... Es así que aquella regla de la vida que dice que nada es en vano y que todo posée un propósito se confirma en cada instante, mismo que estos hechos pasen desapercibidos. La vida acontece, se mueve, se mostra, se dona, sin importar si uno se dá cuenta o no. La vida es una lei -la mayor de todas- y como toda ley se aplica todos, todo el tiempo. Cabe a nosotros aprender a adquirir la conciencia plena de su interacción con nosotros y la percepción de las lecciones que vá dejando en nuestro camino para que las aprovechemos y nos volvamos seres humanos mejores. Ni siempre son visiones alegres o inspiradoras; a veces son obscuras y perturbadoras, pero eso no quiere decir que no tienen el mismo valor y que tenemos que descartarlas porque no nos gustan. Se aprende tanto del bien cuanto del mal, de los aciertos y de los errores, de las victorias y los fracasos, y ellos acontecen uno por uno, en su debido momento, para que pasemos por ellos, aprendamos la lección y continuemos adelante más maduros y fuertes. Si no estamos preparados y atentos y dejamos pasar estas oportunidades -que funcionan como una escalera hacia el perfeccionamiento- la próxima vez seremos pescados desprevenidos y con certeza sufriremos el dolor de no saber cómo reaccionar, ya que perdimos la "lección anterior", y ella no será repetida sólo para nosotros y nuestro beneficio.... Hay una cosa que nunca podemos olvidar: la vida no se detiene por nadie.

sábado, 17 de julho de 2010

El paisaje de la ventana

Bueno, otro fin de semana sin contratiempos, entonces estoy posteando la crónica puntualmente, a pesar de estar con los dientes castañeteandome de frío y los dedos rígidos y adoloridos. Es en estos momentos en que bendigo la idéa que tuve de comprar este teclado nuevo, suave y liviano, porque con el anterior, estaría martilleando y maldiciendo hasta digitar la última letra del texto!... Por otro lado, mi grupo de teatro tuvo una presentación relámpago este jueves (lo que quiere decir que el montaje, el texto, los ensayos, el escenarios, las ropas y el maquillaje también fueron relámpago!) durante un sarau (evento multicultural que atraviesa la noche) que la fundación organizó como despedida del primer semestre de aulas y, por lo que me contaron, todo salió a las mil maravillas, a pesar de algunos contratiempos creados por un montón de chiquillos eléctricos y extremadamente ansiosos por la novedad de pasar una noche en vela acampados en las dependencias de la fundación, lejos del control de los padres. Yo no estuve presente porque estaba lloviendo y el frío era tanto que mi espalda terminó por trabarse definitivamente y tuve que salir corriendo a ver al médico, pero uno de los participantes ya me adelantó que a mi jefe le encantó la presentación. Bueno, montamos y presentamos en dos días -todo un record!- y antes que quedarme paralítica tuve tiempo de escribir el texto y de ensayar con los alumnos, dándoles todo tipo de recomendaciones con respecto al público que iban a enfrentar: los propios alumnos de la fundación... Pero, al parecer, todo resultó bien y todo el mundo quedó satisfecho... Lo que significa un montón de "trabajitos-sorpresa" apareciendo por ahí, pueden creér! Pero ya le avisé a mi grupo: Prepárense!... Bueno, este es el tipo de desafío que me encanta, y como el grupo está muy bien afinado, son capaces de montar casi cualquier cosa en tiempo record. Más tarde voy a telefonear al muchacho que quedó en mi lugar en la dirección para saber más detalles de este nuevo pequeño éxito. Este tipo de acontecimiento es excelente para que ellos practiquen y usen lo que aprenden en las clases, para que ganen desenvoltura e experiencia en el escenario. Por eso yo siempre digo: cuanto más, mejor!.
Y ahora, aquí está la crónica de esta semana tranquila.


El paisaje en la ventana va desapareciendo lentamente, tragado por las sombras crecientes del atardecer; los árboles y las casas con sus antenas y ventanas iluminadas, las rejas y muros van perdiendo los contornos, el cielo obscurece, los pájaros van silenciando y los insectos empiezan su enloquecida danza alrededor de las lámparas blancas de los postes. El exterior parece haberse desvanecido. Mi sala iluminada y cálida es como una isla de realiad en medio de la obscuridad que me rodea... Y entonces me pregunto, mirando el espejo negro de la ventana: Las cosas sólo son reales mientras somos capaces de verlas?... La luz y las sombras vuelven un paisaje breve, casi efímero, como los acontecimientos de la vida, que son reales y están presentes sólo durante el instante en que los vivenciamos. Después, son tragados y desaparecen en la noche del pasado. Mi sala, este cuaderno, la música de Beethoven, son reales ahora, son importantes en mi vida justamente porque están en mi presente inmediato. Sin embargo, ellos se marcharán y lo que quedará serán las sensaciones, las lecciones, las conclusiones, aquello que de alguna manera afectó y transformó mi vida. Estos presentes son los que le dan un significado, un sentido, un propósito al todo que es mi existencia, mismo si no permanecen, porque hay algo mayor, un paño de fondo, un cimiento que sostiene estos momentos para que alcancen su verdadero significado y propósito. Pasado y futuro no existen en este tiempo actual, pero este presente brevísimo posée una fuerza, una intención, una dirección descomunales. Aplicarse total y concientemente a lo que está sucediendo en este instante, actuando y percibiendo de forma natural y sobrenatural, es la manera cierta de actuar. Nuestro presente inmediato, sin embargo, fué construído por todos los tiempos, recuerdos, enseñanzas, percepciones y conclusiones corporales, espirituales, sicológicas e histórias que acumulamos a lo largo de nuestra vida y cada presente vivido agrega otro capítulo al equipaje que vá al próximo momento. Es una cadena, una suma fascinante e ininterrumpida.
El paisaje de la ventana desaparece despacio delante de mis ojos, mismo si no desaparece de la creación, y deja de ser real. Mañana volverá a aparecer, pero no será el mismo. Yo, todo y todos habremos cambiado irremediablemente. Queda saber si habrá sido para mejor.

segunda-feira, 12 de julho de 2010

Nada importa

Justo cuando estaba empezando a pensar que mi empleada habia sido abducida por algún ovni, secuestrada por traficantes, o entonces que había tenido una pelotera homérica con mi marido, de la cual yo no estaba enterada o, simplemente, había sido atropellada por un ómnibus cuando estaba yendo a la reunión de padres en el colegio de sus hijos, y ya empezaba aquella carrera insana atrás de una nueva diarista (que, gracias a Dios, conseguí para hoy) ella me aparece esta mañana, fresca y rozagante cual una lechuda americana en el cesto de la féria, para comunicarme que su desaparición se había debido a que había recibido una propuesta de trabajo de una escuela, lo que incluía algunas pruebas, que le fueron dadas justo en aquellos días en que yo trataba enloquecidamente de comunicarme con ella a través del celular que, claro, no pudo atender porque estaba respondiendo cuestionarios... Entonces, fuera haber pasado la semana entera tejiendo las teorías más absurdas respecto a su ausencia y corriendo atrás de toda mujer con cara de diarista que me aparecía, contemplando con horrorizada fascinación la montaña de ropa para planchar, que crecía sin parar encima de las dos sillas de la terraza, lavando kilos y más kilos de loza, barriendo y estornudando, y haciendo levantamiento de pesos con las bolsas de basura, no me sobró mucho tiempo para sentarme aquí, pescar la inspiración y digitar alguna cosa... Pero como hoy ya estoy con una nueva diarista -a quien voy a tener que explicarle toooooodo de nuevo! Esa es la parte que detesto de cambiar de empleada- ya tengo más tiempo y sosiego para tratar de escribir la crónica de la semana (de la anterior, mejor dicho) y con certeza trabajar en la traducción de ese cuento que les prometí... Ufff! Menos mal que las cosas están volviendo al normal. Detesto cuando todo se desestructura y uno no consigue mantener una rutina saludable y productiva. Porque lavar ollas y hacer camas no es precisamente una rutina muy creativa, no es verdad?...
Entonces, vamos a lo que interesa, finalmente!... Tengo la obscura sensación de que ya publiqué esto en alguna parte, pero... Es que eso de enviar las crónicas para el diario también a veces me confunde, y como empecé con los trabajos primero en el diario, cuando se podían mandar textos mucho más largos, de repente no tengo certeza de dónde publiqué algunas crónicas... Pero, en fin, disfrútenla!


La pregunta ahora es: con qué debo preocuparme? Cuáles cosas son importantes en esta vida a punto de transformarme en su esclava? Qué es lo que tengo que sacrificar para, por lo menos, vislumbrar a la felicidad?... Y la respuesta es, invariablemente: nada. Nada es importante porque todo es pasajero, porque la vida solamente acontece aquí, ahora, porque lo que verdaderamente importa ya está conmigo. Nada debe preocuparme, sino ocuparme, volverme productiva y realizada, participante de la vida de los hombres y de su evolución, que es la mía propia. Nada es lo suficientemente poderoso como para que me haga su esclava, a nada debo fidelidad fuera a la verdad de lo que soy y lo que deséo. El actuar delante de cada acontecimiento tiene que ser consecuencia de un actuar constante a través del cual el acontecimiento transcurre. Quiero dicer, el acontecimiento es sólo un instante de encuentro entre mi comportamiento y la historia. Hay algo mayor que los momentos por los cuales pasamos, que son efímeros. Existe la vida que debe ser vivida, y estos momentos son las piezas que la forman, cada uno trayendo su enseñanza, su crecimiento, sus preguntas y respuestas, que dejan su marca, pero que no permanecen, pues tienen que cederle el lugar a los próximos que vendrán. Son importantes, pero no podemos quedarnos presos a ellos. Tenemos que guardar las conclusiones, eso sí, porque son ellas las que construirán nuestro camino. También existe la vida que transcurre más allá de las ocupaciones y aspiraciones "mundanas", la vida del espíritu, de la fé, de lo sobrenatural que nos rodéa y se comunica con nosotros todo el tiempo a través de la creación y que puede transformar completamente lo que somos. No es que debamos olvidarnos de que tenemos una existencia en este planeta, con todo lo que esto implica, pero no podemos atenernos solamente a ella en su banalidad aparente, pues es a través de ésta que tenemos nuestras experiencias de aprendizaje. En realidad, sin el vaivén a veces desacompasado de estas águas no podríamos experimentar la mansedumbre y el despojamiento de la entrega a la turbulenvcia con la certeza de que no nos hundiremos. Esto debe ser más que un acto de pura fé, debe ser una conciencia, una certeza. Tal vez el grande dogma de la vida séa aceptar y vivenciar esta certeza inexplicable (hasta ahora). La vida y el tiempo son el escenario donde las lecciones acontecen, donde aprendemos a creér, a perseguir, a luchar, a osar y desafiar, sin embargo, después de cada victoria o derrota, es necesario dar el próximo paso y no quedarse preso ni a la felicidad ni al dolor del resultado anterior... Decir "nada importa" en este contexto es, entonces, una verdad tan absoluta cuanto aterrorizante. Sin embargo, cada acontecimiento tiene su momento preciso, su emoción, sus consecuencias, lecciones y conclusiones, una cada vez. Después, se vá. Y también es así con las personas que cruzan nuestro camino, algunas sólo pasan por nuestro lado, otras permanecen durante algún tiempo, otras nos acompañan hasta el fin. Todos tenemos un papel en la vida de los otros, pues existe una ligación que se sobrepone a las relaciones sociales o sentimentales y que nos hace parte de una única manifestación: el amor universal. Somos de todos, no somos de nadie. Tenemos que tener con las personas el mismo desprendimiento que tenemos con los acontecimientos y los objetos, porque todos tienen que proseguir después de haber cumplido su misión con nosotros. Amamos y dejamos ir, viviendo intensa y honestamente los sentimientos, hasta que ellos completan su ciclo. Entonces termina, pero de esto restará algo mayor que el recuerdo: la fusión impersonal, un amor y una ligación libre que nada podrá destruir.
La frase "nada importa" es extremadamente compleja, tanto cuanto verdadera, porque implica una concepción osada y bien poco común de libertad, pero la conciencia de esto me trae una enorme tranquilidad para encarar y pasar por cualquier experiencia. No es que no me vaya a importar nada más, que no voy a sufrir o ser inmensamente feliz, no voy a tener dudas o no me voy a irritar ni decepcionar. Al contrario, créo que no seré salvaguardada de nada que esté en mi camino o haga parte de mi humana condición, pero, al menos, estaré siempre apoyada en los cimientos de la conciencia de este hecho, que es superior a todos los otros: "todo en la vida pasa".
Voy a vivir la vida humana con todos sus tropiezos y trampas, con sus injusticias, decepciones y derrotas, pero sin dejar que ellas me apabullen, porque sé que ella está dentro de esta otra vida, la sobrenatural, eterna y perfecta.

terça-feira, 6 de julho de 2010

Perdición y redención

Con la mundanza de mi hija de vuelta para Londrina las cosas anduvieron enredandose este fin de semana, como pudieron darse cuenta, pero hoy ya termina de instalarse en su propio apartamento y todo vuelve a sus rieles en mi rutina, a pesar de esta tristeza y de esta desagradable sensación de desamparo que está acechandome e queriendo derribarme. Sé que, si ya pasé tres años lejos de mi hija y conseguí continuar con mi vida de forma positiva y productiva, puedo hacerlo nuevamente, pero el impacto entre su compañía constante y la soledad que siento espiandome en este instante es fuerte, tal vez mucho más que la primera vez en que ella me dejó. Menos mal que este mes está de vacaciones, entonces todavía va a pasar buena parte del tiempo aquí en casa y cuando vuelva al trabajo mantendremos aquella deliciosa rutina de visitas los finales de semana. Sólo espero haberme adaptado a la idea de la separación en esa época y así evitar sufrírmelo todo de nuevo!... Sé que criamos a nuestros hijos para el mundo, pero mismo así no es nada fácil cortar los lazos, créanme. Sobre todo cuando los hijos son tan compañeros y especiales como los míos... Menos mal que tengo este trabajo que me encanta y me mantiene lo suficientemente ocupada como para no ponerme a pensar tonterías!... Entonces, y a pesar de esta pequeña pero densa nube que está suspendida sobre mi cabeza, me voy a sentar aqui para postear la crónica de la semana, pues las rutinas continúan, los rituales se mantienen, las acciones positivas tienen que ser cultivadas y perfeccionadas, las obligaciones y los placeres vividos y aprovechados, los peldaños escalados, los objetivos alcanzados. Sólo así tendremos una vida que valerá la pena, no es verdad?... Por eso, aquí vá, y espero que les guste. También voy a ver si durante la semana consigo traducir otro cuento para publicar el fin de semana; yo les aviso, ok?


Discutía el otro día con mi hermana sobre la reencarnación -tema por el cual ella es fascinada y en el que crée píamente- cuando de pronto, en el medio de la conversación, empecé a percibir que, a pesar de haber pasado algunos años afirmando que formaba parte del grupo de personas que siguen esta filosofía, en realidad no tenía ningún argumento o prueba para sostener aquella afirmación. Realmente, este es un tema bien nebuloso para mí porque entré en él medio que por casualidad, más porque me pareció una buena forma de redimirse o concertar errores y pérdidas, de volverse de una cierta forma inmortal, que por creér realmente en este proceso de karmas y vidas sin fin. Sin embargo, mientras la conversación fluía a través del computador, comenzaron a venir a mi mente algunas cosas interesantes, sobre las cuales jamás había reflexionado, y me parecieron bastante lógicas y coherentes con mis descubrimientos personales a través de la práctica del Butoh (danza-teatro japonesa)... No es que me convencieron o cambiaran mi opinión al respecto, o atizaron mis ganas de conocer más sobre el tema; mucho menos aclararon mis dudas y reticencias sobre la filosofía, pero no dejaron de ser interesantes.
Créo que reencarnación no séa exactamente haber vivido otras vidas em diferentes cuerpos y épocas, sino estar conciente -en esta vida que experimentamos hoy- de la existencia ininterrumpida (casi inmortal) de la humanidad dentro de la historia del universo, de la vida. Cada ser y su jornada personal hace parte activa e insubstituible de esta especie de rompecabezas de tiempo-espacio. Nosotros realmente poseémos la memoria ancestral de las vidas de todos los seres, ya que vinimos de una única fuente que nos mantiene en constante unión y comunicación a través del tiempo y del espacio, pero esto no significa que hayamos, de hecho, experimentado todas ellas... Tampoco diría que se trata de una conciencia colectiva e idéntica, pues cada un es afectado, siente y expresa esta ancestralidad a su manera totalmente peculiar.
Créo, sí, que existan planos en los cuales aprendemos lo que somos capaces de asimilar en aquel momento y que cada plano contiene un número determinado de respuestas y experiencias según nuestras capacidades, entonces, cada uno se desenvuelve espiritual y físicamente según ellas. Con respecto a "pagar" o "redimirse" de los errores y faltas cometidos a lo largo de la vida, puedo decir que es algo poco lógico, ya que no podemos decir que no sabemos lo que es bueno y lo que es malo, lo que puede provocar consecuencias negativas o positivas, lo que nos hará progresar o estacionará nuestra evolución. Nosotros sabemos, con certeza, entonces, las opciones que hacemos podrán o no llevarnos a respuestas, salidas, descubrimientos, cambios o acciones que tendrán su reacción en la historia. Nuestra noción de lo cierto y lo errado es lo que dirije nuestras opciones, y créo que puedo afirmar que ella es casi instintiva, como uno de los elementos que constituyen el instinto de sobrevivencia. Así, nuestros errores no son bien una "cosa del destino", y tampoco recibimos en el presente un castigo por fallas en el pasado, Tenemos, sí, lecciones para aprender, y una de ellas es que nosotros somos los únicos -aquí y ahora- que tenemos el poder de la opción por lo cierto, no importa si somos ricos e instruidos o pobres e ignorantes. Lo cierto y lo errado es idéntico para todos los seres. Lo cierto lleva al bien espiritual y material; lo errado lleva al desastre y a la obscuridad... Esto es tan obvio! Cómo podemos ser incapaces de percibirlo en esta vida o en cualquier otra? El bien y el mal están más allá de cualquier condición externa, son lo que son y no otra cosa, por lo tanto, cuando escogemos sabemos lo que nos espera. Otra encarnación no vá a cambiar este hecho. Podemos optar, no importa dónde estamos o quién somos, y podemos arrepentirnos, cambiar de actitud, concertar el error, pero será en esta vida, pues ella siempre nos ofrece esta oportunidad. El bien lleva al bien. El mal lleva al mal. Esta es una ley inalterable.
Créo que vamos de plano a plano, experimentando diferentes energías, aprendiendo de diferentes maestros, vivenciando las mas diversas manifestaciones. Siempra habrán desafíos, nuevas preguntas, nuevos encuentros y descubrimientos, nuevas respuestas -que completan las anteriores- en cada uno de estos planos, que forman una escalera que nos conduce a la plenitud: Dios. Sin embargo, esto también es una opción personal. Cada plano tiene su duración, su momento cierto de acontecer, y esto es algo que tiene que ser respetado. Sabemos con certeza que tenemos que evolucionar y encontrar nuestras respuestas, mismo así, acabamos desperdiciando el tiempo en niñerías y futilidades, en luchas estériles, vanidades y egoísmos que solamente nos estorban. Entonces, cuando nos damos cuenta de que este tiempo terminó y que todos nuestros sueños quedaron truncados, queremos encontrar una alternativa afirmando que todavía tendremos muchas vidas para conseguir lo que no fué posible en la actual. El problema es que los errores en la enseñanza y práctica del bien, de la verdad, la compasión y la sabiduría empezaron hace mucho tiempo y ya están cristalizados, haciendo que se repitan generación tras generación... Así mismo, el amor continúa clamando: "El hombre tiene el poder de crear y diseminar el bien!" El hombre es el señor del bien. El bien y el mal son siervos del hombre y no lo contrário; él puede cultivarlos y expandirlos según su voluntad... Pero será que nosotros nos damos cuenta del poder que nos fué dado? Será que sabemos realmente qué hacer con él?... Hitler se dió cuenta y lo usó. La madre Teresa de Calcuta también: estos son dos ejemplos perfectos de los extremos a los cuales podríamos llegar utilizando la misma conciencia de este poder.
Decididamente, la perdición y la redención caminan de manos entrelazadas en la senda de los hombres, y sólo corresponde a ellos la opción de su destino. Y no hay reencarnación que pueda cambiar esto.