domingo, 29 de agosto de 2021

 

    Bien, parece que finalmente el Sr. Invierno se cansó después de esa última semana de fuertes lluvias y está queriendo retirarse para su merecido descanso... Tanta lluvia fue medio chato, pero la tierra calmó su sed, el aire quedó más limpio, si cabe (porque en Santiago el aire “ limpio” duraba sólo hasta el medio día. Después volvía aquella fea nube grisácea y sofocante) el sol comienza a brillar más temprano, nuevos pajaritos me despiertan con su canto por las mañanas y el cielo es de un azul escandaloso!... Em fin, la belleza de este lugar está siempre presente, mas cuando va llegando la primavera o el otoño, es simplemente de tirar el aliento!... No puedo estar más feliz.

 

   Mirando por la ventana del segundo piso, mientras me elongo junto con los otros alumnos al son de una música suave, reparo de repente em la copa del árbol que crece delante de ella, mas esta vez con una mirada diferente. Siempre me coloco frente a la ventana para ver el movimiento en la calle, los pájaros, el viento balanceando las ramas, las hojas danzando. Esto me ayuda a pensar y también a olvidar los dolores del esfuerzo físico. Así, miro continuamente este árbol, lo conozco bien, mas hoy percibo algo diferente: está todo lleno de nuevas hojas y brotes que luego se abrirán. Algunas flores ya se muestran, tímidas, em las ramas más expuestas al sol. Sin embargo, mirando mejor, puedo distinguir otras más ocultas en medio del follaje oscuro y quieto. También allí está lleno de brotes  blancos y rosados. Las flores se van a abrir y mostrar su belleza mismo escondidas, y darán su contribución a la hermosura del árbol a pesar de no ser vistas por nadie. Pero florecerán, sin duda. Cada rama tendrá sus flores, no importa si conseguimos verlas.

Pestañeé varias veces, fascinada delante de esta revelación. Pues no es así con nosotros también? Nuestras cualidades pueden florecer no importa dónde estemos, ni lo que hagamos. Y no porque no vemos las cualidades em el otro quiere decir que él no las tiene. ¿Cómo podemos ver las ramas escondidas desde un único ángulo? Habría que ver el árbol en su totalidad para poder descubrir y apreciar toda su belleza. El esplendor a veces se oculta a nuestros ojos, por eso no podemos juzgar y menos condenar a nadie. Quién sabe él sólo aparece a los ojos de Dios?...

 

 

 

terça-feira, 17 de agosto de 2021

 

    Lluvia, lluvia, lluvia... Pequeñas gotas escurriendo por el vidrio, primero separadas, poco a poco se van  juntando, formando un camino nuevo, nuevas formas, movimientos inesperados, pero bellos... Juntos, pienso, con apoyo e cariño podemos tener sorpresas sensacionales, capaces de mudar por completo nuestra existencia, como aconteció conmigo gracias a mi hija y su novio, mi hijo, mis perritas,  nuestra adorable y eficiente señora del aseo, María, estos vecinos... Em fin, qué más puedo decir?...

    Continúa lloviendo. Va a llover la semana toda, mas a mi no me importa porque voy a tener largas conversaciones con esas gotitas en mi ventana...

 

 Qué tipo de persona quiero ser? De aquellas que levantan a los otros, o de aquellas que destruyen sus sueños, sus acciones, sus opiniones y trabajos?... Si tuviésemos real conciencia de lo que nuestra intervención puede acarrear para la vida de otros, con certeza seríamos bien más cuidadosos. Mas somos, por el contrario, tan descuidados en nuestras actitudes, tratando a los otros como extraños con los cuales no tenemos ningún vínculo! Nuestra compasión está sepultada bajo el peso destructor de nuestro egoísmo, de nuestra vanidad, de nuestro orgullo, de nuestra ambición. Así como las acciones de otros a veces pueden  derribarnos, así también debemos pensar que las nuestras pueden hasta destruir a alguien si no tomamos cuidado. Por qué no tener por los sueños de los otros la misma ternura y consideración que tenemos por los nuestros? Por acaso no están todos entretejidos en algún punto de nuestra historia? En el fondo, no son todos la misma cosa? Todos los caminos que escogemos pretenden llevarnos a un mismo fin: el amor. Y el primer paso de este camino puede muy bien ser el apoyo, el cariño y la complicidad que nuestros hermanos necesitan para comenzar su propia caminada.

 

 

sexta-feira, 6 de agosto de 2021

 

   No piensen que me olvidé de escribir... No, es que mi pc estaba –de nuevo- en reparaciones, y ahora, -FINALMENTE- está totalmente actualizado, moderno, veloz y todo lo demás... Ahora soy yo quien tiene que actualizarse y aprender a escribir de nuevo!...

 

 

                                       “NADA EN LA MENTE”

                                         

“Nada en la mente”, le dice el muchacho al aprendiz de samurái, queriendo significar que tiene que concentrarse solamente en su espada de bambú, en los movimientos de su adversario y en los suyos propios y olvidar todo lo demás. El aprendiz obedece, cierra los ojos y todo su espíritu y su cuerpo se centran en la espada y en el adversario. La lucha recomienza y, en este estado de consciencia, el aprendiz consigue, por primera vez, derrotar al maestro.

Dos o tres días después de haber visto la película “El último samurái”, y en medio de una conversación con una alumna, vino a mi mente esta escena, y las palabras del muchacho. Y de repente entendí lo que es aquel movimiento interior voluntario, aquel piscar que hace toda la diferencia cuando se está observando algo o a alguien. “Nada en la mente”. Paramos de prestar atención en que nos rodea e pasamos a concentrarnos únicamente en una cosa, en una acción, en una persona. Y es en ese estado de consciencia que conseguimos ser el otro, vivir el otro, comprender al otro. Salimos de nosotros mismos y de nuestro propio universo con sus pequeños dramas y alegrías y entramos voluntariamente en el universo del otro para verlo claramente, para escucharlo, para percibirlo en su real dimensión: en su humanidad. Creo que es así que Dios nos ve: como el milagro que somos.