quarta-feira, 21 de janeiro de 2009

Paciencia

Un día de tremendo calor, pero aquí en mi pieza, con la música de la radio de fondo y mi silencioso ventilador ligado, está lo suficientemente fresco como para postar otra crónica sin derretirme delante del computador... Perdí un buen tiempo y una grande dosis de paciencia arreglando los errores de una encuadernación - que voy a tener que rehacer- pero no lo bastante como para acabar con mi inspiración y mis ganas de escribir... Bueno, para ser sincera, créo que nada podría quitármelas, puesto que es la cosa más importante y gratificante de mi vida y pretendo que nada me impida continuar haciéndola... Ni siquiera el trabajo desastrado de una funcionaria de librería que no sabe hacer su trabajo!
Bueno, y aquí vá la de hoy:
Hay una cosa que, sin duda, debe ser aprendida y ejercitada antes de cualquier otra: la paciencia. Sin entenderla o cultivarla se vuelve realmente muy difícil alcanzar satisfactoriamente cualquier meta. Sin paciencia no se produce, no se aprende, no se perfecciona, se pierde el momento cierto para cada acción. Sin paciencia no se percibe, no se asimila ni se llega a conclusiones reales y mucho menos a la perfección (esto dentro de lo posible, claro). No sé por qué las personas tienen tanta prisa para todo! Qué es lo que esperan? Saltarse etapas para llegar antes? Ganar tiempo? Aprovechar más la vida? Pero qué sería "aprovechar la vida"? Terminar antes que los demás?... Hay quien comienza ya queriendo acabar, que inicia un trabajo pensando en el próximo sin darse cuenta de que de esta forma está dejando pasar a alegría y el aprendizaje de la experiencia presente. Así, ninguna conquista es realmente disfrutada, asimilada, incorporada a la existencia, pues pasa tan velozmente que mal conseguimos percibirla en el afán de seguir hacia el próximo desafío. Estas personas no están nunca aquí, ahora, sino siempre allá adelante, corriendo para llegar primero a la siguiente parada que, a veces, ni saben cuál es o si realmente vá a acrecentar alguna cosa positiva a su crecimiento. Pero yo me pregunto: por qué la prisa? La creación no tiene tiempo límite, no es una carrera, no está con una espada suspendida sobre nuestras cabezas amenazando caer si no cumplimos el plazo!... Por qué las personas de hoy desprecian la perseverancia, la dedicación, la reflexión, el proceso de aprendizado y las pequeñas experiencias que son las que, al final, forman el grande resultado, el éxito, la lección? A cambio de qué? Una sensación engañosa y efímera de más tiempo? Mas qué tipo de tiempo es ese que ganan? Cuál es su calidad? Engullido de prisa ni su sabor se consigue sentir. En un pestañéo ya se fué y sólo resta un vacío, un estado de perpetua inconciencia, de ausencia... Las personas están sin paciencia para vivir, para ser, para estar, esta es mi conclusión. Tienen tanto miedo de perder el tiempo de sus vidas -que cada día parecen más breves y sin sentido- de dejar alguna cosa importante para atrás, de no ganar lo que quiera que séa el premio al final de esta carrera, que en su empeño por abrazar el máximo de actividades durante su pasaje por la tierra acaban por perder la mayoría de las lecciones que deberían aprender con ellas o, entonces, las viven ínfimamente porque no tienen la paciencia suficiente para llegar al final, siempre preocupados con lo que vendrá en seguida.
Por eso, la primera cosa que le digo a todos mis alumnos -independientemente de la disciplina en que estén trabajando- es que, antes de nada, tienen que desenvolver dentro de ellos el arte de la paciencia, aquella necesaria para observar a un árbol crecer, pues sin ella no van a llegar a lugar alguno. Les digo que el cultivo de esta virtud nos lleva automáticamente a la práctica de otros conceptos vitales como la percepción, la comprensión y la serenidad, el diálogo y la compasión. Tenemos que aprender a aceptar que las cosas terminan solamente cuando su ciclo está completo -y todo tiene un ciclo- y no sacamos nada con empujar el río, porque éste corre solo, como dice el grande sicólogo Karl Jung. Esto incluye también nuestras existencias y es un hecho que no puede ser alterado no importa cuánto nos incomode, nos irrite o nos asuste. Todo proceso precisa ser vivido en su totalidad para que de él se obtenga alguna conclusión válida y duradera, que acrecente un ladrillo a la construcción de nosotros mismos

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