Día
de milagros? De revelaciones? De inspiración y felicidad? Día de reencuentro,
de perdón, de gratitud?... Creo que todo eso junto y todavía más, tanto que ni consigo traducir... Hasta
parecía que era el día de mi cumpleaños!... Abran bien los ojos del cuerpo, de la mente y del alma
y verán de lo que estoy hablando.
Medio misterioso, no?... Pero hagan la prueba
y después me cuentan...
Siempre me llamó la atención esta frase anónima: “No
hay que buscar nuevos paisajes sino mirar el paisaje con nuevos ojos”. Me
parecía un poco desconcertante, como si el consejo fuera permanecer parado, sin
ir en busca de nuevos horizontes en la vida. ¿Era una frase digna de ser
publicada y conocida? Pero me quedé pensando en ella. Vengo recordándola desde
que la leí en esa hoja de papel pegada en la pared de una de las salas de la Fundación Cultural. Quién la había impreso y
colocado allí? Con qué propósito?... Sin respuesta.
Pero entonces,
aconteció que otro día volvía del centro al final de la tarde, por aquella
misma calle de siempre cuando, no sé por qué, decidí atravesar y venir
caminando por la otra vereda. Primero no percibí nada, pero después de andar
algunos metros, erguí los ojos y los dejé ir por la calle abajo. Qué
sorpresa! Una visión
totalmente diferente, nueva, de la vieja calle, se descorrió delante de mí! Paré,
totalmente sorprendida. Cómo eran distintas las
cosas desde este outro ángulo! Las sombras, los árboles y las casas, la perspectiva de las otras calles
perpendiculares, de los jardines, de los colores... ¡Hasta
los sonidos parecían tener matices diferentes! Estaba pasmada. Mudar el ángulo
–los ojos- muda realmente el paisaje. Todo es nuevo, tiene otras dimensiones,
Uno ve lo que no veía desde la otra posición. Todos los conceptos se
reformulan, secretos son revelados, nuestra propia postura muda... Viejo
paisaje, nuevos ojos, transformación. Comprendí entonces aquella frase de la hoja
en la pared. No hay que cansarse de mirar, pues el paisaje posee mil matices y
lecciones que solamente con nuevos ojos, nueva disposición, podremos ver y
aprovechar. La rutina es una asesina. Nos aplasta, nos embrutece, pero somos nosotros
mismos quienes permitimos que nazca, crezca y se instale en nuestras vidas
aniquilándolas, robándoles la alegría, el frescor, la creatividad, la
percepción, la inocencia, volviéndonos viejos parados y hastiados, sin esperanza.
Encarar la vida cada día como el milagro y la
diversidad que es, es un tónico para la salud y el crecimiento del alma. Basta
una pestañada y todo habrá mudado, inclusive nosotros mismos.