sexta-feira, 23 de janeiro de 2009

Decisiones

Tomar decisiones, hacer promesas, llenarse de planes y jurar mudanzas, esta es nuestra primera actitud cuando a la medianoche del dia 31 de diciembre los fuegos artificiales empiezan a estallar e iluminar el cielo con sus bellos dibujos coloridos. Mi perra, la "Talita", casi tiene un ataque cardíaco y no sabe más dónde esconderse, anda sin parar de aquí para allá, temblando y babeando, con la expresión de quien enfrenta el propio fin del mundo. Ya "Arthur" era un poco más valiente, pero el último tiempo, cuando yo salía a la calle para ver los fuegos, se quedaba en la puerta de la sala, ladrando como un loco y mirándome como si yo hubiese perdido la razón.
-Pero qué es lo que estás haciendo ahí afuera?????...No sabes que puedes morir?- parecía decir, meneando la cola y con las orejas en pié (cosa extraordinaria en él).
Pero yo no le hacía caso y continuaba allí, con los ojos en el cielo obscuro, maravillandome con cada explosión, prometiendo mil cosas para el año que entraba y riéndome de su miedo.
Este año no fué diferente -excepto por el hecho desolador de que él no estaba en el umbral haciendo su show para hacerme volver a la seguridad de la casa- pero no prometí tantas cosas; me atuve a las más escenciales (cuando uno envejece sucede este tipo de cosa, porque se aprende a distinguir lo que es verdaderamente importante) como pagar mis deudas, comprar un nuevo computador y una cajonera porque la mía está, literalmente, deshaciendose, pero más importante que todo esto, prometí cuidar mejor de mi salud -la diabetes no es algo liviano, no, y menos a mi edad- encontrar una nueva empleada, tratar de acercarme un poco más a mi esposo y continuar escribiendo y trabajando con el miemo entusiasmo y creatividad de siempre. Prometí, otra vez, ser feliz y hacer felices a los otros, dentro de lo posible, y no amedrentarme con los desafíos (como mi nuevo jefe) las decepciones o las dificultades. En realidad, esto encierra un montón de cosas, de actitudes y decisiones que van a ir apareciendo por el camino y que espero con una ansiedade hasta positiva.
En esto pensaba mientras escribía en mi diario, dos días después -que como ustedes ya saben, es de donde salen estas crónicas- y al final resultó un texto tan simpático que decidí ponerlo aquí para que ustedes lo aprovechen como quieran:
Tomar decisiones y llevarlas adelante, no importa cuán difíciles puedan parecer después que pasa el primer entusiasmo, es una cosa que hace tan bien cuanto despedirnos de alguien a quien nunca más veremos, poner los puntos en las "i" en una relación, ahorrarse momentos desagradables y disfrutar cada pequeño milagro del dia a dia. Olvidar el pasado, intentar reconciliaciones sin condiciones, enviar mensajes sin cobranzas ni acusaciones, acercarse, lavar el alma con palabras sinceras y positivas, agradecer, decir que nos damos cuenta de lo que el otro hace por nosotros, que nos importa, que deseamos la cercanía... En una palabra: intentarlo. La grande magia que hace las mudanzas acontecer en nuestras vidas. Deshacer mal entendidos es un arte difícil y traicionera, sobre todo si nosotros mismos nos encontramos enredados en uno, pero si no hacemos ni siquiera un movimiento para aventurarnos en esta selva de silencio, gestos y miradas subentendidas, de teorías y suposiciones no compartidas, al final seremos tragados por ella y moriremos masticando aquella maldita pregunta: "Y si yo hubiera...?"
Por eso no es bueno empezar un nuevo año en una situación de estas, cargando una cruz que podría ser dejada de lado con algunas palabras, un gesto o un abrazo inesperado. Este año vamos, entonces, a abrir puertas, ventilar cuartos, darle una sincera oportunidad al amor, a cualquier amor, a todos los amores, a ese amor que tal vez todavía exista. Vamos a renovar, a abrir el corazón, a barrer los sótanos de los resentimientos y dudas, de los dolores callados y los días solitarios y así poder sentirnos completos otra vez.
Todos sabemos que tenemos mucho que dar, no sólo profesionalmente, sino, principalmente, como seres humanos, hermanos, amigos, padres, esposos y sería un verdadero pecado dejar que todo esto se perdiera en una tela de recelos e inseguridad, de ansias reprimidas, de caminos separados o abismos sin puentes... Porque los abismos existen, sí, pero no para que nos quedemos parados delante de ellos lamentándonos, sino para que hagamos el esfuerzo de construir puentes que nos lleven hasta el otro lado donde, quién sabe, algo maravilloso nos espera.
Entonces, por qué no darle una oportunidad al destino, a la fé, a la historia que nos juntó y nos regaló tantas experiencias -buenas o malas- para que las viviéramos al mismo tiempo y con ellas creciéramos y dejáramos nuestra herencia?... Es triste, muy triste el arrepentimiento, sobre todo cuando no hay más tiempo de corregir los errores.
Por eso, no vamos a empezar este año así, lejanos y callados, cada uno en un mundo impenetrable, cultivando dudas y resentimientos que tal vez sólo existen porque nuestro silencio y nuestra inercia los riegan todos los días... Vamos a hablar, a abrazar, a reír, a compartir, a entregarnos, a escuchar, a besar, a creér de nuevo. Vamos a ser felices, es nuesto deber y nuestro derecho! Es para esto que estamos aquí, entonces, créo que nuestra primera promesa de año nuevo debe ser ésta: ser humano y sembrar nuestras mejores cualidades, sin que importen los desafíos, las decepciones, las dificultades o las apariencias. Vamos a ser humanos como hermanos de la misma sangre, con los mismos sueños y planes, y con el mismo objetivo: ser felices.

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