sábado, 27 de março de 2010

Silencio

Bueno, supongo que voy a tener que empezar a acostumbrarme con esta nueva y gitada vida porque, por lo que parece, las cosas no van a cambiar, entonces lo mejor es relajarme y disfrutarlo, organizar bien mis horarios de refecciones y ejercicios e ir adelante, porque estoy desconfiada de que esto no es nada comparado a lo que me espera hasta el fin de año... Pero no estoy enojada o preocupada, al contrario, estoy super feliz porque se trata de algo que adoro hacer y por lo que no me importa hacer algunos sacrificios. Sólo espero que éstos compensen la pelotera que está virando mi vida!... Desgraciadamente, esto no depende de mí, sino de las persponas con quienes estoy trabajando, pero créo que voy a arreglármelas para infundirles ánimo e inspiración suficientes para que podamos hacer este camino juntos y nos sintamos realizados al final.
Y aprovechando esta lluvia suave y murmurante que cáe desde hoy en la mañana, y esta tarde de sábado perezosa, aquí vá la crónica de esta semana.

Aaah, el silencio... El silencio profundo, íntimo, absoluto, creador, receptor... Admiro inmensamente a los hermitaños, que viven en total soledad y silencio y mismo así continúan en pleno contacto con el mundo y están llenos de sabiduría, de luz y de inspiración. Créo que ellos conocen el secreto de este universo sin palabras audibles, de sus revelaciones y lecciones, del diálogo constante del espíritu con la creación y su creador. Imagino cuánta riqueza deben acumular a lo largo de sus vidas a traves de esta práctica! Pues el silencio de nuestras bocas le abre las puertas al silencio de nuestra mente y de nuestro espíritu que, en esta quietud, se vuelve capaz de fijar la mirada sólo en aquello que es verdaderamente importante. Y cuántas maravillas nos son reveladas en este silencio!... Cuerpo y mente callados, a la espera, moviendose en un universo en el cual lo divino y lo humano se equilibran perfectamente, conectados con Dios y sus milagros y al mismo tiempo con los hombres y su rutina diaria... Y la luz viene, invadiendo, sacudiendo, quebrando la obscuridad de nuestro ruido incesante, descorriendo puertas y ventanas de nuevas percepciones y comprensiones. Entonces todo funciona, todo despierta, todo tiene lógica y propósito. Hablamos todas las lenguas que la boca no pronuncia, los sentidos se aguzan y entramos en contacto con lo invisible que duerme en el silencio.
No vayan a creér, sin embargo, que siêncio es solamente ausencia de ruido. No, el silencio es, en verdad, un estado de espíritu, así como la soledad y la contemplación. Siempre les aclaro esto a mis alumnos cuando se muestran reacios o temerosos de realizar algún ejercicio que signifique permanecer en silencio o inmóvil, pues existe el mito -muy fuerte y difundido- de que silencio e inmovilidad son sinónimos de muerte, de parada y de sensaciones desagradables como miedo y angustia. Esto puede suceder, es verdad -ya presencié episodios así- pero la mayor parte de las veces tiene que ver justamente con el mito, entonces, en vez de encarar el silencio como una experiencia reveladora y relajante, se entra en ella con el preconcepto de que será negativa. Es verdad que el silencio nos lleva a varios tipos encuentro, uno de ellos con nosotros mismos, y que esto puede no ser siempre agradable, pero cuando superamos este momento y nos dejamos llevar más lejos, cosas maravillosas acostumbran suceder.
Sin embargo, traer este silencio y esta soledad, este estado de contemplación para el exterior, para nuestra rutina diaria, puede no ser nada fácil, pero si lo conseguimos, resultará en una mejoría de nuestra calidad de vida, pues practicandolo podemos imponer silencio en un ambiente, en los gestos, la música, la comida, la caminada, para que así todas nuestras actividades séan siempre serenas y seguras, bien realizadas. Pero, como ya lo dije, este silencio no es um tiempo sin ningún sonido, sino un tiempo de espera, de atención, de percepción, una experiencia lenta y profunda, abierta, sin preconceptos ni barreras. Y, sin duda, tendremos nuestro encuentro con la verdad y con lo divino allí.

sexta-feira, 19 de março de 2010

Nuestra casa

Bueno, las cosas continúam medio revolucionadas por aquí, lo que me deja bastante cansada al final del día y con esa vocecita susurrando sin parar em mi oído: "Dónde está la cama?", o entonces "Vamos a desparramarnos en el sofá para ver cualquier cosa en la televisión hasta que llegue la hora de domir!" (lo que, hasta cierto punto es bueno, porque así lo hago como una piedra) y por lo que parece, este panorama no vá a cambiar tan de prisa. Mejor dicho, si me descuido es capaz de empeorar!... Desgraciadamente, el trabajo en el colégio de religiosas no resultó porque la mayoría de los alumnos que se interesan en el teatro ya hacen clases en la Fundación Cultural... Irónico, no? Mi propio trabajo saboteando la posibilidad de obtener otro trabajo... Me quedé bien triste y decepcionada, sobre todo porque pretendía acabar con mis deudas y quedarme tranquila financieramente con este otro salario, pero como tengo certeza de que Dios sabe lo que hace (eso espero) me quedaré feliz teniendo nuevamente las tardes de los jueves y viernes libres para escribir o hacer cualquier otra cosa. A lo mejor después aparecen más alumnos y las monjas me llaman de vuelta. Bueno, por lo menos eso fué lo que me prometieron... Mas nunca se sabe, no es verdad?... Entonces, para empezar ahora mismo a aprovechar estas tardes libres, aquí vá la crónica de esta semana. También quiero postear otra história en el pazaldunate-historias.blogspot.com. Pasen por allí y den una leída! Y escriban una opinión también!.

Créo que ya mencioné el hecho de que últimamente estoy pasando bastante tiempo sola en casa por causa de la partida de mis hijos y del trabajo exigente de mi marido en el restaurante, pero contrariamente a lo que podría esperar, estoy empezando a pensar que este hecho es un verdadeiro privilegio y está convirtiendose en una creciente nececidad. No es que no aprecie la compañía de mi familia, pero es que estoy descubriendo que pasar algún tiempo sola es extremadamente importante para la salud de mi equilibrio, de mi glicemia y de mi creatividad... Paso horas sin hablar con nadie -a no ser con mi perra- percibiendo y disfrutando con agradable sorpresa el ambiente quieto y silencioso a mi alrededor, que me envuelve como un suave y refrescante abrazo. Siento la ausencia de las personas que convivían diariamente conmigo, pero esto no es motivo de angustia o inseguridad, pues de alguna forma su carisma continúa presente, sin que esto perturbe el placer que la sensación de aislamiento e introspección me tráe. El lugar es físicamente el mismo, sin embargo, cuando me encuentro sola, soy invadida por esta clara impresión de estarme moviendo en un espacio totalmente distinto, más grande y lleno de vida. Siento como si todo allí me perteneciera completamente, pues es tan cercano y querido, tan peculiar y conocido que hasta parece que me disuelvo en el ambiente!... Es tan bonito y sereno, tan acogedor e íntimo! Es como si las paredes, los muebles, las puertas y ventanas, los objetos, el jardín y hasta la calle en frente a la casa hubieran adquirido poco a poco un nuevo e inesperado aspecto, un equilibrio en su disposición, en los colores, la temperatura, la luz, el sonido, acompañando mi propio proceso de madurez. Hay más pájaros (o entonces soy capaz de distinguirlos mejor cuando estoy sola!) los objetos parecen descansar armoniosamente en sus lugares, creando un clima de orden y sosiego, de coherencia y seguridad. Hay en todo una solidez, una certeza que me acoje y me inspira, penetra por todos mis poros y me conduce a una contemplación serena del paisaje externo e interno... Todo parece tan lleno de mí! Cada detalle tiene mi toque, mi propósito, mi inspiración, mi intención. Me siento un pez dentro del água, nadando suave y gentilmente, agradecido por este océano del cual soy dueño y con el que puedo comunicarme con tanta facilidad...Tengo la sensación de que nadie más se dá cuenta de esto, fuera yo misma. No sé bien de qué forma mi familia vive -o vivió- en esta casa, en su ambiente, si se sienten acogidos, seguros, tranquilos y reconfortados todas las veces que entran en ella, si se dan cuenta de que forma parte de ellos, que es un capítulo de sus vidas, o si es tan sólo un lugar en el que pasaron algunos años o vienen a visitar regularmente: sala, cocina, baño, cuartos, televisión, radio, jardín, fotografías, comida en la mesa, cama y sábanas; entrar y salir de ella sin llevar ninguna ligación... Será que alguien podría entender de lo que estoy hablando?...
Sin embargo, lo que me deja más feliz y orgullosa es saber que fuí yo misma, con mi cariño y creatividad, con perseverancia y paciencia, quien consiguió construir este pequeño paraíso. Cada rincón tiene mi marca y, apesar de que demoró algún tiempo para que esto sucediera -y hasta a llegar a darme la impresión de que jamás sucedería!- esta casa terminó por convertirse en una perfecta extensión de mi universo interior, y pienso que es de esta forma que toda casa tiene que ser sentida por sus habitantes. El lugar en el cual vivimos no está hecho solamente de cemento, ladrillos, madera y vidrios, sino también de la escencia de nuestros corazones, de nuestros pensamientos y acciones, de nuestras palabras y gestos. Es inevitable que dejemos nuestra marca indeleble en cada rincón, pues buena parte de nuestra historia transcurre entre sus paredes. Es semejante a un segundo útero en el cual nuestras vidas son moldeadas para después ser vividas allá afuera. La diferencia es que, para este útero, podremos regresar todas las veces que queramos o precisemos.

sábado, 13 de março de 2010

Culpa

Bueno, créo que a partir de ahora voy a tener que hacer malabarismos para poder continuar posteando estas crónicas, porque de la manera que mis horários en la fundación andan (del tipo "totalmente flexible", me entienden?) mi tiempo vá a tener que ser muy bien organizado y distribuido para poder dar cuenta de todo. Por ejemplo, hace dos semanas que no envío una crónica al diario!... Fuera esto, me llamaron de una escuela para que empezara a dar aulas de teatro para adolescentes (no es mi especialidad, pero como me encanta dar clases de teatro, montar espectáculos y, además, estoy necesitando reforzar mi presupuesto, acepté de inmediato) entonces, aquellas idílicas tardes de ócio durante la semana se fueron al diablo. Pero créo que el sacrificio puede valer la pena, mismo si el trabajo es solamente interno, para la escuela; y las presentaciones para los padres, alumnos y profesores; las piezas -más o menos una grande en el fin de año y otras menores en fechas conmemorativas- no tienen que ser demasiado elaboradas, ya que el grado de exigencia de las religiosas no es muy grande (pero yo puedo cambiar eso, claro) y los alumnos que formarán esta clase son de los últimos años, entonces no estarán aqui el año que viene para continuar el trabajo. Va a ser cosa de uno o dos años, máximo. Créo que para ellos vá a ser más una actividad recreativa-cultural que la escuela ofrece, pero yo tengo la intención de darles mucho más que técnicas vocales, dramáticas o literarias y espero, sinceramente, que aprovechen al máximo el trabajo que vamos a desenvolver.
Puede ser que yo no esté más en edad ni con salud para tanta actividad, pero por el momento estoy sintiendome estupenda, llena de energía e inspiración, queriendo abrazar el mundo (pero prometo tener juicio) y recuperar todo el tiempo y las oportunidades que créo que perdí el año pasado... Bueno, a lo mejor esa parada sufrida haya sido necesaria y confieso que aprendí un montón de cosas durante esa probación, pero ahora estoy con toda la cuerda y lista para producir como nunca. Sé que Dios tiene las cosas en la cabeza y que nosotros casi nunca conseguimos entender y aceptar sus jugadas, pero a final de cuentas, si somos dóciles, pacientes y perseverantes al máximo, acabaremos ganando y nos daremos cuenta de que todo valió la pena. Nada sucede en vano, definitivamente.
Y aquí vá la crónica de esta semana. Quería postear un cuento, pero no sé si me vá a alcanzar el tiempo, porque todavía tengo que redactar un texto para el ensayo de mañana. Pero, en fin, si no es hoy, será la semana que viene.


A pesar de saber que la calle estaba vacía, aquella incómoda sensación de que mil ojos me espiaban escondidos atrás de los muros y de los árboles, entre el follaje y detrás de las cortinas de las ventanas silenciosas mientras metía la mano entre la reja de la casa del vecino para agarrar y cortar la mudita de flores rosadas, me recorría como un aliento frío y susurrante que gritaba mi pequeño delito a los cuatro vientos... La culpa es una cosa féa y enorme, que parece tener millones de dedos y ojos que nos siguen y nos dan codazos, voces que murmuran y revelan nuestros actos inconfesables a quien quiera escuchar, y produce pequeños estallidos, crujidos y otros mil ruidos sutiles que nos sobresaltan y nos hacen temblar, como si fueran una alarma constante de que lo que estamos haciendo no es correcto... Así, mientras me alejaba por la calle abajo, escondiendo mi troféo debajo del abrigo y con la cabeza baja y los ojos fijos en la calzada llena de agujeros y hierba seca, podía jurar que escuchaba pasitos menudos viniendo atrás de mí, cada vez más cerca, más de prisa. Hasta el roce rítmico del abrigo contra los bluejeans parecía delatarme sin piedad!... Alguien había descubierto mi delito y estaba a punto de desenmascararme, apuntandome el dedo en el medio de la calle y exigiendo su muda de vuelta! Pero qué vergüenza, una mujer adulta robando planta del jardín de sus vecinos! Cómo puede hacer algo así?... Apresuré los pasos y me encogí más todavía, como si esperasse el toque brusco y ultrajado de una mano pesada en el hombro, pensando, completamente corroída por los escrúpulos: "Por qué no toqué el timbre, elogié la flor del vecino y en seguida, con toda naturalidad, le pedí una muda en vez de arriesgarme a pasar esta vergüenza?"... Tenía certeza de que él me habría dado la muda con el mayor placer y aún me habría pasado algunos consejos sobre cómo cuidarla. Para qué robarla entonces? Estaba, acaso, en busca de emociones fuertes?... La verdad es que no arranqué la planta con raíz y todo, sólo corté una ramita de nada que colocaría en água para ver si soltaba raíces y así poder transplantarla en mi jardín, entonces, la flor del vecino no había sufrido un grande daño; con certeza crecería de nuevo... Entonces, qué era lo que me incomodaba tanto?...
Llegando a mi casa, llené un vaso de água y puse a la muda en él, dejandola en la ventana de la cocina para que recibiera sol, me saqué el abrigo y las botas y me fuí a preparar una taza de té. Mientras esperaba que la tetera hirviera, me senté en la mesa, frente a la ventana donde había dejado a la flor, y me quedé mirándola fijo, todavía intrigada con el motivo por el cual me había sentido tan culpable al cortarla... Tal vez era por el acto en sí, pues me enseñaron que no es correcto tomar cosas de los otros sin pedir, sin embargo, créo que era más por el hecho de haber invadido subrepticiamente los límites claramente impuestos -había una gruesa reja de metal- por los dueños de la casa para rapiñar una parte -por menor que fuera- de su universo particular sin que siquiera me pasara por la mente la idéa de preguntar si podría hacerlo. A final, era un mundo construido por ellos, para ellos, de sua manera toda peculiar, una expresión de quiénes eran, y mi enorme sensación de culpa provenía del hecho de haber sacado algo de él, de haber estragado el delicado equilibrio y perfección de aquel quebra-cabezas tan cuidadosamente montado. Mi acto había quebrado esa armonía, ciertamente, mismo que ellos nunca llegaran a notarlo, pues cada hoja, cada flor y arbusto de ese jardín era parte de un plan, de un proyecto que pertenecía a aquellas personas y yo había violado este dibujo, deformado su carisma y alterado el resultado final del proceso... Acaso se puede invadir el espíritu, el corazón o la vida de alguien, arrancar un pedazo de sus pensamientos, sus sueños o sentimientos -no importa cuán pequeño séa- amputar o deformar sus intenciones, sus planes y objetivos y no sentir ningún remordimiento? Es empezando por estos pequeños y esporádicos "actos ilegales" que se llega a los grandes crímenes? Es así que funciona? Qué era lo que me esperaba entonces?... Cada manifestación creada por el hombre posée un significado, una intención, es un eslabón en la cadena de los acontecimientos de su existencia, un capítulo de su historia, no interesa cuán simple séa. Y sólo se puede interferir en estas cosas cuando se es convidado... Y nadie en aquella casa me dijo: "Venga, entre y corte una muda de esta flor que le gusta tanto! Mi jardín no sufrirá por eso porquer yo estoy conciente de que usted está cambiándolo y podré rehacerlo de manera que continúe siendo el mismo, a pesar de la falta de aquella ramita"... Llena de escrúpulos, me preguntaba mientras revolvia lentamemnte mi té: "Será que al cortar aquella muda alteré irremediablemente la dirección en la cual la planta debía cercer? Y el dueño, tendría algún propósito determinado y muy especial al plantar esa flor justamente ahí? Haría parte de algún trazado simbólico, de algún proyecto, tendría un significado personal?"... Yo misma no dispongo las flores y arbustos en mi jardín sin un plan predeterminado; siempre tengo en mente la visión final y voy dirigiendo el crecicmiento de las plantas según él... Bebí un trago y lo sentí descender garganta abajo, quemandome... Sí, con certeza aquella rama no crecería como era esperado, pues estaría faltando ese pedazo que ahora reposaba silenciosamente en el vaso en la ventana de mi cocina...
La trama de nuestras existencias es tan intrincada, tan delicada, está tan profundamente entrelazada, que difícilmente podemos separar una vida de otra sin sufrir las consecuencias. Entonces, si su equilibrio es tan frágil, mismo cuando sigue los caminos ciertos y no encuentra grandes obstáculos, qué dirá entonces si algún puente es cortado, alguna puerta cerrada, alguna luz apagada en un acto arbitrario y sin pensar, mismo que lleno de buena voluntad! No podemos mover sus estructuras sin la debida autorización y sabiduría, pues podemos cometer un error irreparable, mismo con la mejor intención. Desviar una vida del curso que está siguiendo es una responsabilidad inmensa, casi divina, porque al mudar cualquier cosa en la vida de los otros, automáticamente estaremos cambiando la nuestra, lo que puede traer consecuencias inesperadas y a veces catastróficas para todos.
La muda que robé aquel día ahora forma parte del dibujo de mi propio jardín; le dí un nuevo lugar, otro signifiado, nuevas raíces. El sol cáe sobre ella de otra forma, la tierra tiene otros nutrientes, otro paisaje la circunda; posée una nueva identidad. Llenó aquí lo que vá a faltar allá y lo que ella trajo se diluirá poco a poco entre lo que absorverá aquí... Nunca se toma o se dá sin esperar efectos secundarios, pues no existen actos aislados; todos formamos parte de la misma manifestación.
Dejé la taza vacía en el lavaplatos y al mirar nuevamemnte a la muda en el vaso, me acordé del instante en que, casi llegando al portón de mi casa con ella escondida debajo del abrigo, me volví, cierta de que alguien estaría allí mirándome acusadoramente, mas ví tan sólo una hojita seca rodando en el asfalto: aquellos eran los pasos da mi culpa.

sexta-feira, 5 de março de 2010

Maldad

Esta última semana las cosas se pusieron medio aceleradas por acá, sobre todo en el trabajo, porque acabé siendo encargada no solamente de escribir el texto para aquel espectácuo sobre el café, sino que mi jefe también me pasó -para mi completa sorpresa- la dirección y la creación de las músicas de este espectáculo (menos mal que no es el primer musical que créo!) que la Fundación va a montar para incluir en la guía de atracciones turísticas de la ciudad, ligadas a la Ruta del Café, una especie de proyecto que el Ministerio de la Cultura tiene junto con los municipios... Yo estaba absolutamente convencida de que quien iría a dirigir, escoger el elenco, las músicas y escribir el texto sería él mismo, pero de repente, por uno de esos milagros profesionales que andan ocurriendo mucho en mi vida este último tiempo, él pareció considerar que tengo capacidad suficiente como para dar cuenta de todo y lo dejó en mis manos. No es que no esté feliz -No podría estarlo más!- es sólo que no esperaba que él hubiera desenvuelto una confianza tan grande en mi trabajo, sobre todo considerando cómo el año pasado fué frustrante, infeliz y com ese aire de constante castigo sobre todo lo que yo hacía... Imagínense, estoy radiante y tremendamente motivada, tanto que compuse las 8 canciones en dos días! (mis pobres dedos que lo digan, todavía están adormecidos de tanto apretar las cuerdas de la guitarra. Yo solía tener callos en las yemas, pero como paré de tocar, desaparecieron, entonces, después de grabar la última música, tuve que ir corriendo al refrigerador para ponerlos en el hielo)... Tengo algunas otras cosas en mente -como sugerir la idéa de que, en vez de llamar a un director de fuera, montemos una pieza mía con los alumnos adultos- pero no sé si llevarlas adelante não va a ser abusar de la buena suerte y abrazar mucha cosa que vá a sigificar mucha hora extra, un tema altamente rechazado en todas las reparticiones públicas actualmente... Pero vamos a ver lo que pasa. Lo que pretendo hacer es entregarle un texto para que lo léa y me dé su opinión, simplemente... Ahí, quién sabe, de repente no me lée la mente también...
Y antes de quas cosas se pongan difíciles de verdad por aqui- a pesar de que lo estoy adorando- voy a postear la crónica de esta semana, que viene en un tono medio sombrío que no tiene nada que ver con mi estado de espíritu presente, pero que encontré interesante, ya que desgraciadamente ni todo es luminoso y positivo en este nuestro mundo.



Me quedo observando de lejos, con morbosa fascinación -una mezcla de horror, estupefacción y asco- la maldad de Daniel. Sé que él no es así porque quiere, sino porque sufre de una enfermedad mental grave -por señal, ni siquiera debería estar aquí, junto con los otros alumnos, pues es una verdadera bomba reloj- que hace que, si no toma sus remédios (que ni siempre la madre tiene dinero para comprar o están disponibles en los consultorios públicos) séa capaz de cometer cualquier atrocidad que su locura le sugiera... La suya es una maldad que se extiende a su alrededor como una aura temblorosa y viscosa, y deja un rastro que casi puede ser olfateado, tocado. Son como tentáculos siempre en movimiento, con pequeños ojos inyectados en las puntas, que viven buscando alguna víctima desprevenida a la cual provocar o herir... Camina curvado, con los hombros encogidos y la cabeza morena e hirsuta proyectada hacia adelante, mirando de medio lado, con una sonrisita insolente y siniestra en los labios gruesos y siempre secos. Tropieza deliberadamente en las puertas, los muebles, las paredes, maceteros y en sus colegas, para así tener una excusa para ser grosero, revolcarse o incitar a los otros a una discusión o a una peléa; y parece disfrutar sádica e intensamente estas situaciones. Cuando los profesores o monitores no están viendo, les pega a los más débiles sin ningún motivo, los insulta, les roba la colación, el material de trabajo y hasta las pocas monedas que consiguen traer. Está siempre rondando por la cocina, aguardando el menor descuido de las empleadas para escurrirse hasta el refrigerador, la cocina o la despensa y hurtar alguna cosa para comer, pues su hambre parece tan insaciable cuanto su malevolencia. Vale todo: carne molida, torta, frutas, pan añejo, galletas, restos de comida que irían para la basura, latas de leche condensado, albóndigas o pescado y lo que esté encima de la mesa y en las ollas...
Cuando lo véo aproximarse por el mismo corredor en que estoy, instintivamente busco la puerta más cercana y entro en cualquier sala para esconderme hasta que pase, arrastrando sus piés chuecos en aquellos botines negros y zurrados, todos deformados ya, y dando puñetazos con los nudillos llenos de costras y cicatrices en las paredes y puertas... Contengo el aliento mientras lo escucho alejarse, su voz ronca y destemplada murmurando una letania de palabrotas y devanéos sin sentido contra todo y todos, y sólo vuelvo a mi rutina cuando tengo certeza de que está bajo la mirada de algún profesor o monitor -de preferencia hombre- pues sé que ellos son los únicos capaces de dominarlo y hacerlo parar de portarse como un animal, sobre todo cuando es víctima de uno de sus ataques de furia... Por qué me porto así con un niño enfermo y abandonado? Bueno, ciertamente no es por preconcepto. En verdad, es porque yo misma soy una de las las tantas víctimas que fueron insultadas y amenazadas (con un cortaplumas) por él en medio de una aula que transcurría pacíficamente, sin razón aparente, y que tuvo que ser socorrida por los otros profesores para no terminar herida junto con otro chico que trató de intervenir...
No me olvido de esos ojos negros y brillantes, desorbitados, ese aliento repulsivo a milímetros de mi cara, esas palabras embrolladas y babosas en mi oído y el brillo opaco de la lámina enmohecida del cortaplumas danzando delante de mi rostro...
Daniel es, verdaderamente y mismo sin quererlo, la perfecta y asustadora personificación de la maldad... Lo imagino de aqui a algunos años: un viejo demente, sucio y desgreñado, encerrado en la celda de un hospício público, lanzando esa su mirada aterradora a través de los barrotes... Y lo peór de todo es que, probablemente, este va a ser su futuro...