quinta-feira, 15 de janeiro de 2009

Qué es o que realmente necesitamos?

Hoy, al contrario de la semana pesada, no estoy tan inspirada. Primero, porque estoy con una tremenda gripe -que ya estoy combatiendo por todos los frentes porque simplemente NO PUEDO darme al lujo de enfermarme justo ahora - y segundo, porque recibí la triste noticia de que mi mejor amiga se vá para Portugal, lo que me dejó bastante arrasada. Sé que uno no debe ser egoísta ni se apegar demasiado a nada ni a nadie y que, realmente, mi amiga necesita hacer algo con respecto a su vida, pues está totalmente infeliz y sin perspectivas aqui en Brazil, entonces... Voy a tratar de ser magnánima y no estragar sus últimos días aqui andando por ahí con cara de funeral ni arrastrando el trasero por los rincones de la casa. Al final, gustándome como me gusta, deséo que séa feliz y que se realice como yo, mismo que tenga que ser lejos de aquí... Ahora, que fué un golpe duro y bajo de la parte de Dios, fué. Ya anduve dándole unas retadas, pero como El es muy comprensivo y paciente, no mandó un rayo de mierda pulverizarme -ni lo hará- y se queda ahí, hecho un verdadero padre, lleno de paciencia y comprensión, enviandome todo tipo de mensajes animadores sobre confiar en El y esperar con fé... Y pasada la primera tristeza (porque es necesario pasar por ella) eso es lo que voy a hacer. Al final, nunca me fué mal al actuar así.
Y aqui vá la crónica de hoy.
Una cosa nueva: una ropa, una planta en el jardín, una cortina en la sala, una caja de lápices de color, un cojín en el sofá, un juego de loza, una toalla, unos aritos, un rouge... y parece que nuestra vida se llena de nuevas posibilidades, de nuevas perspectivas y renovados bríos para continuar adelante y, quien sabe, intentar algo nuevo, dar una guiñada, recomenzar. Año nuevo, el jardín recién cortado y regado, el estreno del vestido o la primera pincelada con la caja nueva de témperas y parece que algo mágico acontece y el universo entero se transforma, dejándonos felices como niños y repentinamente realizados por causa de este pequeño cambio, de esta novedad a veces inesperada, otras veces largamente ansiada y planeada... Entonces me pregunto, nuevamente: Qué es lo que realmente necesitamos para ser felices?... Y véo que, en el fondo, no es más que una sucesión de cosas tan simples y cercanas, a veces tan banales y simples de ser conseguidas, que me parece todavía más absurda esta lucha que trabamos todos los días por más prestigio y poder, por más posesiones y exhibicionismo. En verdad, esto depende de las posibilidades y de la ambición de cada uno, pero generalmente somos educados para que ella -la ambición- nos empuje sin piedad a tener más y más para poder mostrar nuestra eficiencia y poder en este mundo que se tornó tan terriblemente competitivo y deshumano. Pues hoy no basta una caja nueva de lápices de color para que seamos invadidos por la felicidad de una extraña e inesperada renovación, por la certeza de una promesa a punto de cumplirse. No, hoy es necesario el modelo más avanzado de celular o video-game, la bolsa y los zapatos de la marca más sofisticada, el cuadro del pintor más renombrado, el automóvil último modelo, la mejor casa del condominio cerrado, el chico o la chica más popular del colegio, el conocido más influyente y articulado... Y todo esto, que brevemente será substituido por algo o alguien mejor, en una carrera desesperada de consumismo y búsqueda por prestigio, consume todo nuestro tiempo y nuestra creatividad, nuestra afectividad y denuncia nuestra falta de auto-estima, nuestra carencia, nuestra soledad. Por qué necesitamos tanto para satisfacernos? Y por qué, a pesar de ello, nunca lo estamos? Dónde termina nuestro deséo?... Y más que eso, cuál es nuestro real deséo? Tener? Estar? Ser? Formar parte? Dominar? Intimidar? Pedir atención?... Tal vez todos ellos, tal vez uno solo: ser amado.
Mas, será que este es el camino cierto para conseguirlo?

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