domingo, 18 de setembro de 2016

"El bien hace bien"

    Cumpleaños de la patria y el sol le hace su regalo brillando y entibiando el ambiente desde temprano. ¡Imagino la felicidad de los fonderos y las familias que planearon pasar este día al aire libre compartiendo y divirtiéndose!... Definitivamente va a ser un día sensacional. Y espero que ahora la primavera se instale definitivamente, que nuestras banderas ondeen al viento perfumado y nuestros corazones se entibien y renueven.
    Y con el tentador perfume de las empanadas y la ensalada chilena, aquí va la crónica de esta semana, bien zapateada y llena de sonrisas.


    Tal vez acabé volviéndome "más de lo mismo" -como se dice en Brasil- para la Folha de Londrina (periódico de la región donde yo vivía) que publicaba mis crónicas y por eso no lo han hecho más. Pero, y a pesar de que no es comercial, me doy cuenta de que, en un mundo como el de hoy, breve, desechable y violento, las personas necesitan, justamente por eso mismo, oír, o leer, o ver con frecuencia sobre el bien, el amor, la compasión, la tolerancia, la fe, el perdón, la paz, la posibilidad real de construir un mundo mejor, porque no importa cuán gastados, repetidos, ingenuos o divulgados hayan sido estos conceptos, las personas se olvidan de ellos. El ritmo de vida que llevan no las deja tenerlos como prioridad, les hace difícil practicarlos, sentirlos una necesidad, un deber, algo vital para sus vidas. Todos corren, compiten, traman, se enfrentan y se sienten infelices e insatisfechos sin saber exactamente el motivo. Les falta algo. Les falta ser buenos, desinteresados, leales, caritativos, pacientes, pacíficos. Y sin esto, el ser humano no puede ser feliz, pues está incompleto... Y no es que no posean estas cualidades, es que el stress de la lucha diaria les impide recordarlas y practicarlas.
    Supongo que por esto existen personas como yo, que pueden ser llamadas de majaderas, ingenuas o poco realistas, pero que hacen parte de su vida el deber de recordarle a la gente  que el bien "hace bien", que está en nuestras manos tener una vida mejor, construir un mundo más amable y acogedor a través de pequeñas y poderosas iniciativas. Porque el bien es contagioso, es sólo abrirnos a su presencia, a sus efectos. Los resultados no tardan en aparecer.
    Por eso escribo, ni que sea para unos pocos, para recordarles que son buenos, que pueden ser felices y crecer, compartir, aprender -lo que, de paso, me sirve a mí misma también- Tal vez esa sea realmente la "misión" que siento que tengo como escritora, la necesidad de observar, de empatizar, de aprender y compartir mis experiencias. Esta es mi "buena acción" constante, uno de mis motivos para vivir.
    Hay que ser majadera, ingenua, optimista, hay que insistir, repetir, contar ejemplos, abrir posibilidades, ojos, corazones. Porque, en este caso, "más de los mismo" nunca es suficiente.

domingo, 11 de setembro de 2016

"Pérdidas inevitables"

    Bueno, creo que el invierno está dando sus últimos pataleos, porque ayer estábamos cocinando, con un sol radiante, las perras desparramadas en la terraza y las heladerías llenas y hoy amaneció lloviznando y muy frío... ¿Quién entiende? ¡Está pareciendo una novia rogada!... Yo ya había desligado la estufa y empezado a sacar la ropa de media estación y he aquí que hoy estoy de sweater, medias y guatero nuevamente... Bueno, y como a nadie le gusta irse, dejemos que el invierno se demore un poco más en despedirse y cuidémonos para no pescar un resfriado... Y a propósito de despedirse, aquí va la crónica de la semana.



    ¿Cuántas cosas, personas y lugares -a veces entrañables- debemos dejar atrás para seguir adelante y crecer?... Claro que nos gustaría conservarlo todo, pero desgraciadamente cuando estos cumplen su misión en nuestra existencia, somos obligados a despedirnos de ellos para continuar nuestro camino. Si no lo hiciéramos así, acabaríamos llevando una carga insoportable que terminaría por aplastarnos. Vi hace poco una película de dibujos animados ("Intensamente", da Disney-Pixar) de esas que más parecen haber sido hechas para adultos, como se usa últimamente, que en una parte trata de esto mismo. Se me cayeron las lágrimas al verla, pues me di cuenta de que es una gran y dolorosa verdad... ¿Pero cuándo - y a quiénes- más debemos abandonar para que nuestra vida continúe en movimiento y se vaya transformando y pasando por lo que necesita pasar para que nos volvamos personas mejores, más sabias y equilibradas? Sé que las pérdidas son inevitables y necesarias para fortalecernos y darnos libertad y madurez, pero a una cierta altura, y después de haber abandonado de una sola vez 30 años de mi vida, yo misma me pregunto si todavía está faltando algo más... ¿Qué visión debo tener ahora? ¿Cuál es la vida que me espera? ¿Con qué será llenada?... Supongo que no me resta más que esperar para ver.
    Pero siempre debemos mantenernos tranquilos y dispuestos a vivir cada día con todo lo que traiga, a seguir descubriendo y aprendiendo en estas condiciones -porque es un proceso natural, lógico e inevitable- y ser pacientes, realistas y honestos con los resultados.

domingo, 4 de setembro de 2016

"Nuestro cuerpo"

    Algunos cambios en nuestra rutina este fin de semana -inclusive en el aspecto, cambié mi color de cabello y el corte. Después de todo, no se cumplen 60 años todos los días, ¿no? Fue el 4 de agosto, pero sólo ahora tuve oportunidad para hacer esto- y sólo ahora tengo tiempo para sentarme a publicar la crónica de esta semana. Entonces, medio atrasadita, y bien cortita, pero contundente, como una buena empanada, aquí va:


    Paso al lado de las personas en las calles, plazas, tiendas, consultorios y estaciones del metro y no consigo no dejar de admirarme con la variedad de formas, rostros, colores, gestos, facciones, voces e inflexiones que poseen. ¡Son infinitas y tan fascinantes! ...Sé que cada una de ellas esconde una historia, entonces, invariablemente me pregunto: ¿Cómo fue que llegaron a ser así, como los veo hoy?... Entonces me doy cuenta de ha sido toda una vida modelándose, creando marcas, arrugas, canas, calvicie, barrigas, jorobas, callos, cojeras, gorduras, flaccideces, tics. A lo largo de los años y a través de lo que vivimos y las opciones que hacemos vamos moldeando no sólo nuestro carácter, sino también nuestro físico... ¿Qué comemos? ¿Cómo dormimos? ¿Cuánto trabajamos? ¿Estamos felices en ese trabajo? ¿Cuánta cultura tenemos? ¿Hacemos ejercicio? ¿Nuestra vida familiar es feliz? ¿Amamos? ¿Somos amados?... Entonces descubro que es todo esto lo que va modificando -para mejor o peor- nuestro cuerpo, la expresión más física y concreta de quien somos. Existen factores genéticos que intervienen, claro, pero definitivamente, la mayor parte de las transformaciones son obra nuestra.