sábado, 26 de julho de 2014

"Pequeños actos, grandes resultados"

    Ayer se conmemoró el día del escritor, ese loco que sueña y crea otro mundo para los demás, ese héroe que lucha contra de falta de cultura, contra la pereza y los aplicativos de la internet, ese soldado que se aventura por nuestros secretos para exponerlos y exorcizarlos, para hacerlos menos pesados, ese mago que nos une y nos encanta a través de los tiempos contando nuestras historias, nuestras leyendas, costumbres, tragedias y alegrías, nuestros descubrimientos, nuestros fracasos, nuestros encuentros y despedidas. Y lo hace como si todo lo hubiera vivido en carne propia, por eso nos conmueve, nos cala tan hondo y nos hace querer más. ¿Quién es? ¿Qué es lo que quiere? ¿A dónde quiere llegar? ¿A dónde desea llevarnos con sus palabras? ¿A su corazón, a su mundo, sus sueños? ¿A los nuestros?... Para descubrirlo, hay que leer.


    A veces pienso que, en vez de pedir el diezmo en dinero, las iglesias y organizaciones de ayuda deberían pedirlo a sus feligreses  e integrantes en tiempo. Deberían cobrarles acción y no cheques, porque creo que está haciendo más falta gente actuando que plata en el banco, si bien ella también es necesaria. Pero no se trata de billeteras, sino de corazones que necesitan abrirse, mirar a su alrededor, sensibilizarse... Y no hablo solamente de involucrarse en algún tipo de trabajo voluntario, sino de lo que cada uno leva en la consciencia, en el corazón, en la crianza, de lo que se puede hacer a lo largo de nuestra jornada diaria. Sería un diezmo que podríamos entregar cada día con pequeñas acciones e iniciativas y que ayudarían efectiva e inmediatamente a los que lo necesitan. Firmar un cheque o echar algunas monedas en la cesta de la iglesia tiene poco o casi nada de verdadero comprometimiento, de verdadera consciencia y compasión. Es más un acto automático, sin emoción, un alivio para nuestra consciencia. No existe ningún envolvimiento, ninguna proximidad con el necesitado que va a recibir nuestra donación. Y para mí, este es el punto: porque no es solamente el mendigo en la esquina el que necesita nuestra ayuda, sino cualquier persona con la que nos crucemos y se encuentre en alguna situación difícil, no importa cuán banal pueda parecer. Porque las pequeñas cosas también son importantes. Hay que recordar que el desierto del Sahara está formado de minúsculos granos de arena...
    Actuando de esta forma podemos serle útiles a todos, en todo momento, nos mantenemos en un permanente estado de atención, de empatía y servicio. Y con certeza, aquel que recibió nuestro "diezmo" desinteresado, tenderá a repetir esta actitud (esto está probado) creando así una cadena de buenas acciones que puede dar frutos sorprendentes y alcanzar niveles que ni la mejor campaña publicitaria o el cheque más exorbitante conseguiría.
    Definitivamente, sólo nuestras buenas acciones -grandes y pequeñas- pueden cambiar al mundo.

domingo, 20 de julho de 2014

"¡Por Dios, cómo el tiempo vuela!"

    Parece que definitivamente nuestro "Veranillo de san Juan" se terminó. Después de una semana de sol esplendoroso y temperaturas primaverales, hoy amaneció frío y con una niebla espesa que no sé de dónde vino, porque ayer estaba completamente despejado. ¡No da para ver ni el San Cristóbal y mal se distinguen los edificios de la vereda del frente!... Sólo espero que más tarde esto se disipe, porque si no es capaz que me pierda cuando salga a pasear con mis perritas... Es muy raro mirar por la ventana y no ver nada fuera una cortina blanca. Parece que uno está soñando. Es la misma sensación que tenía cuando era chica e iba al colegio en un día así. Para llegar al liceo tenía que atravesar un sitio vacío rodeada por esta niebla, y siempre tenía esa sensación de que nunca iba a conseguirlo, de que iba a ser engullida por aquella nube espesa... Menos mal que, efectivamente, estaba despierta y, al poco de caminar, un poco vacilante, tengo que admitirlo, divisaba los edificios y las rejas del liceo... Pero el susto y la sensación extraña me los pasaba igual.
    Y como hoy ya no tengo que ir al colegio -hasta porque es domingo- puedo sentarme tranquilamente aquí y postear mi crónica de la semana sin preocuparme de ser devorada por esta neblina londrina que toma cuenta de la ciudad.


    Realmente me siento fascinada por esta cuestión del tiempo, de vivir en el presente, de ser como los perros, que disfrutan el aquí y el ahora sin problemas. Porque, si paramos para pensar, eso es todo lo que realmente tenemos. Ni siquiera podemos prever el siguiente minuto de nuestra vida, a no ser que tengamos un don sobrenatural. Toda ella está hecha de un constante presente y nada más. Entonces, se supone que esta consciencia debería preservarnos de toda ansiedad y temor, pero desgraciadamente no es así. No se si se debe a que estamos siempre trazando planes y preparando nuestro futuro -y a veces el de los demás- y la expectativa de que nuestros proyectos tengan éxito nos impide percibir que la única realidad es la que sucede en este momento, entonces nos afligimos por acontecimientos que no existen y vivimos con la cabeza en el mañana, dejando pasar el presente como si no tuviera ningún valor.
    Yo sé que uno necesita tener objetivos y planear las estrategias y caminos para alcanzarlos, pero a veces este trabajo nos consume de tal manera que no nos damos cuenta de que no estamos viviendo el presente, que es la verdadera realidad. Creo que de ahí viene la sorpresa que nos invade cuando un día nos miramos al espejo y exclamamos, asustados: "¡Por Dios, cómo el tiempo vuela!", y nos sentimos perjudicados por su prisa y su falta de consideración... Sin embargo, si hubiéramos vivido nuestro presente al mismo tiempo en que planeábamos el futuro, a lo mejor no nos llevaríamos una sorpresa tan desagradable.
    ¿Pero será que esta combinación es posible? ¿Será que podríamos conseguir el equilibrio entre estos dos estados de consciencia?... Se cree que vivir sólo el hoy puede ser una actitud irresponsable. Pero vivir sólo enfocado en el futuro también lo es. Entonces, ¿qué hacer?... Tal vez planear el mañana y construirlo día a día, sin adelantarse, haciendo que nuestro presente bien vivido sea como un grano de arena -colocado uno de cada vez- en la construcción del edificio de nuestra existencia.
    ¿Será que consigo vivir así?...

sábado, 12 de julho de 2014

"La lista"

    Es bueno, cuando uno se pone demasiado nostálgica del pasado, sentarse y traerlo a la realidad, porque siempre se tiene la costumbre de idealizar, de adornar o hasta cambiar un poco aquello de lo que tenemos nostalgia, lo que sólo nos provoca dolor y frustración... Yo hice este ejercicio el otro día y al analizar y poner todo en la perspectiva de la realidad, resulta que me di cuenta, una vez más, de que aquello pertenecía al pasado, que me había enseñado mucho, pero que era imposible revivirlo o retomarlo. Todo había cambiado y también tenía su parte bastante negativa... Es que cuando uno está medio perdido o frustrado en el presente, tiende a buscar consuelo en épocas que -aparentemente- fueron mejores, sin darse cuenta de que todas ellas tienen su lado positivo y negativo, inclusive la presente que, en algún tiempo, con certeza se volverá ese pasado en el cual buscamos salidas... Pero el pasado está cerrado, los ciclos se han completado (por eso son pasado) las personas y las situaciones han cambiado... Entonces, bajo esa perspectiva, es mejor recordar en buena onda en vez de sufrir por no poder volver atrás. Es mejor traerse las lecciones a este presente y usarlas para convertirlo en algo que nos realice y nos deje felices y en paz.
    Lección aprendida (pero no prometo que no voy a volver a sentirme nostálgica de nuevo, sólo que ahora sé cómo lidiar con ello) vamos a lo que interesa: la crónica de esta semana. Aquí va:


    Le decía la psicóloga a la mujer que sufría de depresión, en un programa de televisión: "Cuando empieces a tener pensamientos negativos o a sentirte muy aproblemada, haz una lista con ellos en una hoja de papel y, al frente, escribe un pensamiento positivo que lo contrarreste o, entonces, una acción que solucione ese problema que te aflige"...
    Yo estaba desparramada en el sofá, pasando distraídamente de un canal a otro, pleno sábado en la tarde, cuando pasan juntas todas las películas y programas que uno ya vio durante la semana, y de repente me topé con este programa de tipo auto-ayuda. En general, no le doy mucha bola a esta clase de cosas (después de las cuales uno se pregunta: "¿Cómo diablos no se me ocurrió eso antes?") pero esta vez saqué el dedo del control remoto y me quedé viendo un poco y reflexionando... Y en realidad, aquello me pareció una estupenda estrategia para combatir no sólo la depresión sino también esos días en que uno se despierta atravesada y lo ve todo negro... La cosa, pensé, es poner para afuera todo lo que nos atormenta, enfrentarlo cara a cara -no importa cuánto miedo nos de- y tratar de encontrar una salida, una solución o, al menos, una manera de lidiar con ello de forma que no nos paralice. Ya sabemos que nada se consigue lamentándose -puede hacerse en el primer momento, pero uno no puede quedarse en eso- culpando al mundo, deprimiéndose o aterrándose. Tampoco vale agachar la cabeza y conformarse y hacerse la víctima. Todo esto sólo nos hunde más, nos cierra las puertas, nos aleja de quien puede ayudarnos, nos impide darnos cuenta de lo que nos está sucediendo y de reaccionar ante esto.
    Por ejemplo, yo misma: ¿Le tengo miedo a las hipoglicemias? Pues entonces ando con una bolsita de terrones de azúcar en la cartera. ¿No quiero tener más problemas estomacales? Hago una dieta sana, sin escapaditas. ¿Me atemoriza perderme en la calle? (soy terriblemente despistada) Bueno, esta ciudad está llena de gente a quien le puedo preguntar y de taxis que me pueden llevar a mi destino. ¿No tengo contactos aún para conseguir un espacio como cronista? Pues tengo mis blogs y la oportunidad de publicar mis crónicas en un diario en Brasil y así consigo que mucha gente las lea... Y así suma y sigue. Para cada cosa negativa hay que hacer el esfuerzo de encontrarle la contrapartida positiva. Es como aquel juego de Pollyanna y, por más ingenuo que parezca, puedo asegurarles que sí funciona y puede llegar a convertirse en un verdadero estilo de vida que nos llevará a descubrir que existe ni que sea una gota de felicidad en todo lo que nos sucede. Nos obliga a mantener la mente abierta y dispuesta en una dinámica que puede sacarle provecho a todas las situaciones. Puede ser que al principio nos cueste un poco y nos sintamos medio tontos, trabados, sin creatividad, pero con el tiempo y la práctica acabará resultándonos la cosa más natural del mundo y veremos que todo el esfuerzo y la perseverancia valieron la pena. No es que nunca más vamos a sentirnos infelices, pero por lo menos seremos capaces de encontrar una chispa de alegría mismo en medio de las mayores sombras. Y esto es algo que no tiene precio.

sábado, 5 de julho de 2014

"Con quien pasamos más tiempo"

    A esta altura de campeonato me pregunto quiénes son los derrotados, e inclusive estoy pensando escribir sobre eso, porque nosotros los chilenos hemos aprendido una gran lección al respecto en este mundial. La selección que regresó eliminada a Chile no era ni de lejos un grupo de derrotados, sino un ejército de guerreros -especialmente Gary Medel, delante de quien me saco el sombrero- que eliminó al campeón del mundo y dejó de rodillas al eterno fantasma negro, a su grande rival: Brasil. Pero no solamente porque dieron trabajo, sino por su actitud aguerrida, por su entrega sin reservas, sin miedo. Nunca vi a un equipo tan orgulloso de usar y pelear por la camiseta de su país... Fueron merecidamente recibidos como héroes, porque son un ejemplo y una muestra de lo que es este país tan largo y estrecho, tan lleno de dificultades, de sueños, de batallas y desafíos.. Pero siempre vencedor, siempre con la cabeza en alto, siempre luchando. Esta es una tierra llena de héroes que no se rinden, y estos 11 atletas son la viva muestra de ello... ¡Cómo estoy orgullosa de ser chilena!.
    Y después de este desahogo y esta enorme sonrisa emocionada en mi cara, después de haber llorado junto con Gary Medel -que fue quien me trajo las lágrimas a los ojos con su propio llanto desconsolado- aquí va la crónica de esta semana, todavía con gusto de mundial.


    Me gusta conversar conmigo misma, darme tirones de oreja, consejos o elogiarme. Me gusta andar por ahí y presar atención a lo que pienso, a lo que siento y percibo. Me gusta apoyarme, consolarme, darme ánimo y perdonarme las cagadas. Me encanta respirar hondo, dar vuelta la página y empezar de nuevo. Todas las veces que sea necesario. No me importa admitir mis debilidades y fracasos, a pesar de lo que esto duele. Me gusta quedarme un rato despierta después que apago la luz, mirando las luces de los edificios vecinos y recordando cómo fue el día. A veces analizo algo que está incomodándome, otra rezo por nuestras necesidades; unas pocas sólo me quedo allí sintiendo mi cuerpo tendido en la cama, percibiendo cómo se va relajando, cómo se mueve allá adentro, cómo un agradable sopor va tomando cuenta de él... A veces, percibir mi cuerpo me angustia un poco porque no le tengo mucha confianza -probablemente porque estoy dándome cuenta de que está envejeciendo y volviéndose más frágil- Siempre me ronda esa sensación de que, a pesar de estar saludable me puede jugar una mala pasada y darme un susto...
    Pero la mayor parte de las veces lo siento feliz, activo, guerrero, creativo, y me gusta conversar con él y cuidarlo.
    Siempre hay que volverse hacia uno mismo y consultarse, analizarse, tratar de entenderse, de aceptarse y perdonarse. Hay que mantener el diálogo, firmar acuerdos, instaurar la paz, porque a final de cuentas, es con nosotros mismos con quien pasamos más tiempo a lo largo de nuestras vidas.