domingo, 21 de maio de 2017

"Volar"

    Bueno, la semana pasada me tomé el domingo libre para celebrar el día de las madres. Un merecido descanso, con mucho regaloneo, regalos, reposo y serenidad... ¡A final de cuentas, nosotros, las madres nos lo merecemos! Estamos siempre ahí para nuestros hijos, entonces, por lo menos una vez al año, nuestros hijos tienen que estar ahí para nosotros... ¡Y lo pasé regio!...
    Pero el feriado ya pasó, entonces, de vuelta al trabajo, a la rutina, a los placeres simples y cotidianos, a los pequeños milagros...



    Tendida en la cama del cuarto del hotel en Brasil, cuando viajamos para allá el año pasado, miraba con desánimo el diluvio que caía allá afuera a través de la ventana. Todo nuestro panorama de paseos y compras se había ido al tacho... ¿Qué hacer? ¿Ver televisión? ¿Jugar con el teléfono? (cosa que jamás he hecho, pero como saben, la necesidad tiene cara de hereje. Podía aprender) ¿Viajar por la internet?... El paisaje había desaparecido y sólo se escuchaba el tamborileo de la lluvia en los vidrios, tejados y la calle. Todo el mundo corriendo para protegerse del temporal. Hasta los edificios y los árboles parecían encogidos, intimidados por la fuerza del agua que escurría como un río por veredas y recovecos. Un típico chaparrón tropical... Suspiré, disgustada. Sí, realmente no daba para poner ni la punta de la nariz para afuera...
    De repente, y en total silencio, unas siluetas pequeñas y veloces cruzaron por mi ventana. Luego, vacío. Pero en seguida, otro grupo de siluetas obscuras atravesaron el aire y la pared de agua que caía... Curiosa, me levanté de la cama y me aproximé a la ventana. Todo estaba borroso por la lluvia, no había horizonte.... Y las sombras pasaron nuevamente, raudas. Entonces vi que eran pájaros: gorriones, palomas, zorzales... Me quedé inmóvil contemplándolos mientras volaban hacia el parque cercano, yendo y volviendo. "¡Pero qué coraje!", pensé, admirada, "Salir volando por ahí con esta tempestad ¿No les da miedo?"... Las personas estaban escondidas, preocupadas, disgustadas, mientras aquellos pájaros desafiaban el diluvio y volaban, hacían piruetas y hasta soltaban unos trinos... No podía dejar de observarlos, mientras una extraña emoción tomaba cuenta de mí, pues de repente se me ocurrió que nosotros bien que podríamos seguir su ejemplo algunas veces y, en vez de escondernos cuando viene una tormenta, deberíamos quedarnos y enfrentarla, volar a través de ella, no perder el rumbo, no asustarnos. Volar contra todas las apariencias negativas, hasta alcanzar nuestra meta, la realización, la felicidad, la paz. Nosotros también poseemos alas, y tenemos que aprender a usarlas.

domingo, 7 de maio de 2017

"¿Cómo es un ángel?"

    Días de luz, días de sombra, todos tenemos algunos así, pero no debemos desanimarnos con las sombras, pues nos hacen buscar con más ahínco la luz y cuando la encontramos, es una verdadera y duradera bendición... Entonces, no paremos de luchar sólo porque el sol se esconde o llega la noche. Depende de nosotros que la luz vuelva a brillar y nos inunde con sus destellos y su calor.
    Da para notar que no fue una semana fácil, ¿no?... Pero la luz continúa a brillar, uno puede sentirla allí en el fondo, y eso nos da el coraje y la fuerza, la fe para continuar, porque ella nunca se apaga. Dios no lo permite. Basta creer y estar atenta y dispuesta para recibir todos los mensajes, las señales y a los ángeles. Sé que he escrito sobre este tema antes, pero es que es demasiado obvio como para ignorarlo y no repetirlo para que todos se den cuenta.



    ¿Cómo es un ángel?... ¿Un ser alado, brillante, bello, que trae mensajes divinos a personas especiales?... A veces son así mismo, pero estoy convencida -por experiencia propia- de que la mayor parte del tiempo se nos aparecen a todos nosotros, todos los días, sin importar si somos santos o pecadores, sabios o ignorantes, ricos o pobres, creyentes o ateos. Y estos ángeles, normalmente, no saben que lo son, pero mismo así se nos acercan y nos entregan su mensaje, intervienen en nuestra vida y hasta pueden transformarla de formas inesperadas y maravillosas... Pero tenemos que prestar atención, porque pueden perfectamente pasar desapercibidos, ya que no tienen alas, vestiduras resplandecientes o aureolas doradas. No, la mayor parte de las veces están vestidos como nosotros y no son bellos ni poseen voces embriagadoras. Son de carne y hueso, llenos de problemas y defectos, como nosotros, pero con la misión, el brillo y la calidez de entregarnos el mensaje cierto en el momento cierto, mismo que no tengan consciencia de ello. Y así también, sin saberlo, nosotros podemos volvernos ángeles por algunos instantes, todas las veces en que ayudamos, apoyamos, nos donamos, aconsejamos, compartimos. Un solo acto de bondad desinteresado, por más simple y banal que sea, puede transformarnos en mensajeros de Dios...
    Prestemos atención a los otros, a lo que tienen que decirnos, sin dejarnos engañar por su apariencia, y también pongamos atención a lo que nuestro corazón -con ese lado puro que casi siempre ignoramos- nos inspira, porque sin darnos cuenta, podemos salvar una vida dejándonos llevar por sus susurros.