domingo, 5 de novembro de 2017

"Clara y personalizada"

    Bueno, continúo con estos espacios enormes entre publicación y publicación, esperando que mis lectores no se cansen (cosa que, al parecer no ha sucedido, gracias a Dios) pero la cosas continúan medio complicadas en mi vida. Pero la lucha debe continuar, pues si paramos con certeza la derrota será el resultado final... Y yo no pretendo salir perdedora en esta ni en ninguna batalla. Siempre habrá de restar algo positivo, por pequeño que sea, entonces, ¡vamos adelante, porque vale la pena!
    Y con verdadera nostalgia -y culpa- por este largo silencio, aquí va la de esta semana:



    Al que me diga que Dios -o cualquier fuerza superior divina- no se preocupa de nosotros o ni siquiera existe, voy a tener que responderle categóricamente que está redondamente equivocado. Ya tengo demasiadas pruebas y experiencias personales respecto a esto, entonces estoy totalmente convencida de lo que afirmo. Sin embargo, la última que me sucedió puedo decir que es una de las más claras  y "personalizadas" por las que he pasado.
    Daba yo mi caminata diaria con mis perritas en el Paseo Huérfanos, que a esa hora de la tarde era un mar de gente desesperada por irse luego a su casa, y trataba de distraerme con el paisaje, las voces, la variedad infinita de rostros y expresiones, de aromas y sonidos a mi alrededor... Pero no lo estaba consiguiendo. Mi cabeza estaba llena de preocupación y pesimismo, el corazón pesado, apretado, la percepción nublada, cerrada... ¿Tendría éxito finalmente el tratamiento que estaba haciendo?¿Y sería luego? ¿La salud de mi hija mejoraría? ¿Conseguiría el nuevo préstamo en el banco? ¿El presupuesto quedaría más corto aún? ¿Ese bendito terreno se vendería de una vez por todas? ¡Nos hacía tanta falta esa plata!... Y así caminaba, medio que automáticamente, agobiada por tantas preguntas sin respuesta, por la incerteza, la impotencia y la angustia de sentirme incapaz de afrontar todas estas situaciones, sobre todo en la inestable condición psicológica en que me encontraba. En aquel momento no  veía salida, solución, un final positivo. Me sentía inútil, frágil, indefensa delante del mundo y sus desafíos sin fin.
    Llegué al final de mi recorrido y di la vuelta para regresar a casa. Quería llegar luego, hacerme una taza de té y unas tostadas y sentarme en el sofá a ver televisión hasta la hora de dormir. Viré y me deparé con una pared humana viniendo a mi encuentro. Había que ser artista para esquivarlos... Y de repente, del medio de ese gentío surgió un joven. Vestía humildemente, con jeans gastados y zapatillas viejas. Sostenía un papel en la mano y miraba alrededor como si buscara algo. No sé por qué me fijé en él, por qué pareció destacarse como si tuviera algún tipo de luz propia. Era de piel morena, cabello negro y facciones toscas. Nada excepcional. Y sin embargo, brillaba... Entonces, mis ojos cayeron en su camiseta lila, que quedó bien al frente mío, y vi lo que estaba escrito en ella, ya medio desteñido: "I can and I will" ("Yo puedo y lo haré") Quedé paralizada durante algunos segundos, en verdadero shock. Fue como el estallido de un rayo. Todo lo demás desapareció. Sólo veía estas palabras y ellas entraban lenta y cálidamente en mí, como una caricia, una luz, una puerta que se abría. Una respuesta directa.
    El joven pasó por mí, apresurado, en cuanto yo trataba de asimilar lo que estaba sucediendo. Pues aquello era indiscutiblemente para mí y sólo para mí en ese instante. Este anónimo y banal ángel me había entregado una respuesta, un consuelo, una certeza impresa en una vieja camiseta... No sabía si reír o llorar y lo primero que atiné a murmurar fue un "gracias" emocionado. Después abrí una inmensa sonrisa, sintiendome de regreso a la vida, a la lucha, a la posibilidad de victoria, a la esperanza y el coraje... Cuando entré al departamento y fui a prepararme la once, todavía sonreía.Y cuando ya estaba en mi cama, mirando por el ventanal hacia el cielo estrellado y el enjoyado paisaje allá afuera, aún tenía esa sonrisa de gratitud y optimismo en los labios y el corazón.
    ¿Imaginación? ¿Coincidencia? ¿Intervención divina?... Pueden escoger lo que deséen, pero para mí fue la compasiva y gentil mano de Dios directamente en mi vida... Una vez más.

domingo, 1 de outubro de 2017

"Maravilloso e inalienable poder"

    Demasiado tiempo en silencio, lo sé, pero he tenido tiempos difíciles porque una de mis mejores amigas descubrió que está con cáncer avanzado, entonces me lo he pasado tratando de ayudarla, de apoyarla, de estar a su lado y animarla. Pero ese tipo de cosas terminan afectándola a uno, aunque trate de evitarlo y de mantenerse firme y positiva, entonces, claro, cero inspiración... Pero me doy cuenta de que, a pesar de todo, nuestra vida continúa y no podemos detenernos, enfermarnos o morir cuando alguien a quien amamos lo hace. Hay que continuar, hay que escarbar en el fondo y traer a la inspiración de vuelta, hay que escribir y contar, porque esa es una misión que no podemos abandonar. Hay que seguir mientras se puede, sino, nuestra vida pierde el sentido, porque la vocación no se puede enterrar, olvidar, ignorar...
    Entonces, regresando, herida y apenada, impotente, aquí va la crónica de la semana, y espero poder continuar siendo regular, porque escribir es mi mejor medicina.



    ¿Por qué será que a veces nos cuesta tanto deshacernos de ciertas cosas? Personas, situaciones, hábitos, dinámicas que nos hacen mal y nos impiden crecer, avanzar, alcanzar el equilibrio y la felicidad, la paz... Y toda vez que aparece una oportunidad de dejar esto atrás, aparece también la excusa para aplazarlo: estoy ocupado, tengo que salir, mis hijos me necesitan, hoy es día de lavado, de ir al mercado, a la feria, al médico... Las disculpas son infinitas y les damos una absoluta y convincente validad y así continuamos por un tiempo más cargando ese lastre inútil y nocivo, más acostumbrados al sufrimiento que nos provoca que a la expectativa de algo nuevo, no importa si es positivo.
    Creo que no podemos afirmar que no reconocemos las emboscadas que nuestro inconsciente nos tiende para que continuemos en esta dinámica en la que él gobierna, y mismo así lo dejamos manipularnos, pagando como precio la tristeza, la enfermedad física y espiritual, la angustia, la inseguridad, la fragilidad y la dependencia, sin admitir -o sin darnos cuenta realmente- que todo este sufrimiento es pura fantasía, costumbre, miedo de cambiar, miedo de ser feliz... Sí, eso mismo. Porque ser feliz conlleva una gran responsabilidad: la de amarse a sí mismo, cuidarse, respetarse y perdonarse. Todos queremos ser felices, pero buena parte de nosotros tiene miedo o piensa que no lo merece por los más diversos motivos y así escoge un castigo que no tiene fin, manteniéndose anclado a viejos hábitos, recuerdos, procesos y relaciones que van destruyéndonos lenta e implacablemente.
    No es fácil -¡yo que lo diga!- tomar esta decisión, esta actitud radical positiva, pero hay que hacerlo, paso a paso, un día de cada vez, despertar con la firme y optimista resolución de meterse en el "basurero" emocional y empezar a botar todo eso que nos hace tan mal, no importa que esto nos asuste. No vamos a quedarnos vacíos, al contrario, vamos a ser finalmente libres y tendremos un espacio vacío y limpio para llenarnos de nueva vida, experiencias y relaciones positivas, de paz y equilibrio. Nosotros vamos a ser los gobernantes de nuestras propias existencias en vez de un inconsciente tirano y amarrado al negativismo.
    Todo el presente está construido por lo que pasamos, sin embargo, esto NO es una sentencia irrevocable. Nosotros, gracias a Dios, tenemos el maravilloso e inalienable poder de cambiar esto.



    

domingo, 13 de agosto de 2017

"Fe, optimismo y creatividad"

    Las lagunas continúan, lo sé, pero parece que el universo conspira -o trata de enseñarme algo, mejor dicho- para que no consiga sentarme a escribir. Ahora resulta que la señora que nos viene a hacer el aseo está hospitalizada, esperando para que la operen de la vesícula -sinceramente no sé por qué esos médicos están tomándose tanto tiempo. Sinceramente, parece que en vez que sanarla están intentando matarla de a poco!- y yo he tenido que encargarme de todo lo que ella hacía, que no es poco, entonces como que no me sobra mucho aliento o inspiración para escribir cualquier cosa. Vamos a ver si la operan mañana de una vez por todas antes de que se le reviente la vesícula y se muera de septicemia y así, una vez recuperada, regresa con nosotros y yo tengo más tiempo y ánimo para escribir sin más lagunas... ¡Ufa, vida de dueña de casa con dos perritas y 61 años recién cumplidos es complicada!
    Pero como hoy mi hija va a hacer el almuerzo y ayer conseguimos una chica para que viniera a limpiar y lavar, hoy estoy aquí, libre y más relajada. Vamos a ver si continúa así...


    A quien me diga que las fuerzas superiores -Dios, Buda, Alá, seres iluminados, ángeles, etc.- no están en contacto con nosotros y no se preocupan -ni ocupan- de lo que nos pasa, ciertamente les responderé que está equivocado. Para cada situación por la que pasamos hay cientos de mensajes a nuestro alrededor, a veces en las cosas o personas más banales o inesperadas, en lugares y situaciones que no imaginamos. ¿Cómo descubrirlos y entenderlos?... Pues simplemente saliendo un poco de nosotros mismos y lo que nos aflige o nos intriga -a veces obsesivamente- y mirando a nuestro alrededor. Los mensajes y respuestas están ahí, si realmente queremos descubrirlos y entenderlos. Y es justamente ahí que está el punto clave, del que depende el resultado: ¿Queremos realmente encontrar respuestas y salidas? ¿Tenemos fe en que están allí para nosotros? ¿O estamos más "cómodos" o acostumbrados, resignados, sumidos en el sufrimiento, el resentimiento, la depresión y el miedo?... Pero si realmente deseamos salir de esa situación negativa, entonces con certeza las hallaremos.
    La fe, el optimismo y la creatividad no están pasados de moda y son ellos los que nos abren los ojos, los oídos y el corazón para percibir estos mensajes que todas las fuerzas superiores nos envían cada día.

domingo, 23 de julho de 2017

"Precioso y único presente"

    Lluvia, calor, frío, nieve, sol radiante, frío de nuevo... El clima últimamente está parecido con mi espíritu, que está constantemente cambiando, descubriendo el sol, las tormentas, el frío, la calidez, la seguridad, las dudas, las preguntas y respuestas, las acciones... Nubes y sol, pero siempre vivo y atento, luchando por mejorar y ser feliz. Creo que es así que debe ser. No se puede desistir, a pesar de algunos fracasos. Estamos destinados a las victorias, grandes y pequeñas, entonces, hay que seguir adelante, contra viento y marea, a veces contra nosotros mismos, que podemos terminar convirtiéndonos en nuestros peores enemigos y saboteadores... Créanme, sé muy bien esto.
    Y como hay que continuar, mismo si antes de ayer estaba un sol espléndido y hoy está lloviendo y muy frío, aquí va la de esta semana. Quiero ver si la próxima viene acompañada por algún cuento nuevo... Vamos a ver qué dice mi inspiración.




    Hay que despertar en la mañana, abrir los ojos y estirarse, respirar profundo... y dejar que el día empiece a transcurrir. Tenemos que esperar lo que va a suceder, cuáles serán las situaciones y las personas que vamos a encontrar. Tenemos que ir descubriendo con fe y optimismo, con coraje, en qué nos iremos transformando a lo largo de las horas y los hechos y, al final del día, conferir nuestras conquistas y derrotas (pero sin castigarnos por ellas, sino perdonándonos y dándonos otra chance), las lecciones que aprendimos para así hacer del día siguiente un tiempo mejor, más feliz y productivo, más sereno y equilibrado.
    Bien que se dice que cada día tiene su propio afán. Es la más pura verdad, sobre todo porque es el único que tenemos. Ayer ya pasó y mañana no llegó todavía. Entonces, dediquémonos a este precioso y único presente viviendo lo más plenamente posible todas las pequeñas y las grandes cosas que nos depara, sin querer controlar, apresurar, imponer, porque haciendo esto, todo perderá su frescura, su sorpresa, su mensaje y sus descubrimientos... Cada momento es único e irrepetible y de esta forma hay que vivenciarlo.



domingo, 16 de julho de 2017

"Debemos avanzar"

    Algunas semanas de silencio, muchas pruebas, dudas, preguntas aún sin respuesta, decisiones y luchas que parecen no tener fin, porque cuando pensamos que estamos por buen camino, volvemos a caer, traicionados por nuestras propias historias, miedos y conflictos, por los malos hábitos y el desánimo... Pero como no hay mal que dure cien años, aquí estoy de nuevo, lista para continuar, mismo que con algunos baches... Y fue divertido -y casi divino- porque cuando abrí mi diario hoy para ver cuál sería mi crónica, el tema que me salió tiene todo a ver con mi situación actual, y quién sabe la de algunos de ustedes... Espero que les sirva, entonces, como acabó de servirme a mí, aunque me dejó con dolor de guata...



    Es divertido -y a veces triste y hasta trágico- ver cómo algunas personas luchan tan denodadamente para quedarse paradas en ciertas etapas y disfrutar eternamente de las realizaciones que obtuvieron en ellas, sin darse cuenta de que, con eso, están desperdiciando las otras realizaciones que las nuevas etapas les traerán. No sé si es miedo a lo desconocido, recelo de no encontrar más desafíos o sueños que concretar o vencer, tal vez la negación de que merecen la recompensa, el descanso, la libertad, o entonces esa sensación de derrota y resignación que toma cuenta de las personas cuando llegan a una cierta edad... "Ahora estoy en los descuentos", dicen, y se sientan en el sofá frente a la televisión, esperando la enfermedad, la dependencia, la ausencia, la fragilidad, la muerte.
    Pero la cosa no funciona así. Cada etapa -inclusive la última- desde que nacemos, trae sus propias y únicas realizaciones, todas diferentes para cada uno: el colegio, la universidad, la carrera, la familia, la casa, las empresas, el aprendizaje, el amor los recomienzos, los sueños y las luchas. Cada una corresponde a una parte de nuestra vida y nos transforma en quienes somos. Entonces, debemos avanzar siempre para descubrir y vivenciar la próxima con tranquila plenitud y felicidad. La realización tiene su ciclo y cuando llega a su ápice y final tenemos que guardar la satisfacción, las lecciones, la felicidad y la gratitud por todo lo que vivimos, pero nunca debemos detenernos allí ni tratar de revivirla eternamente, ni tampoco enfrascarnos en una realización que no corresponde a aquella etapa de nuestra vida.
   Ninguna realización o etapa es despreciable, por más modesta o difícil que pueda parecer. Sólo nosotros sabemos su valor y su significado y eso es lo que realmente importa.

domingo, 25 de junho de 2017

"Soltar las riendas"

    Y otra "pequeña emergencia familiar" me mantuvo a medio morir saltando esta semana, pero no lo bastante como para impedirme sentar aquí y publicar la crónica de la semana... a pesar del dolor en el trasero. Creo que por culpa del antibiótico que me recetó la dentista -pero que era necesario- me quedé sin flora intestinal, se me reventaron los hemorroides y otras cositas poco agradables, pero estoy saliendo de todo esto y la semana que viene estaré lista para otra... Menos mal que no tengo ninguna visita a ningún médico, por lo menos la semana que viene, porque la siguiente y la próxima tengo oculista y diabetóloga... ¡Parece payasada!... Pero debe ser lo que en Brasil llamamos de "Infierno astral", que sucede un mes antes de nuestro cumpleaños... Bueno, si es así, paciencia, porque prefiero ir al médico y curarme a andarme arrastrando por ahí por ser cagona...
    Y con este alegre toque medicinal y lista para el juego entre Chile y Australia hoy en la tarde, junto con todo el país (¡¡¡¡tenemos que quedarnos con esa copa!!!!), aquí va la crónica de la semana... y nada de cuentos nuevos todavía. Los cólicos intestinales matan la inspiración de cualquiera, se los aseguro...



    ¡Si supiéramos la cantidad de cosas buenas que podrían pasarnos si dejáramos, por un día que fuera, de tratar de controlar todo!... Queremos ahora, a nuestra manera, bajo nuestras condiciones y llenando nuestras expectativas. No queremos sorpresas -mismo que puedan ser positivas- improvisaciones, no saber, no controlar, y por eso perdemos una cantidad absurda de oportunidades de pasarlo bien, de sorprendernos, de aprender, compartir, descubrir. Las cosas tienen que acontecer solas, sin nuestras presiones, plazos o reglas, y ellas suceden porque están en nuestro destino, pero a veces podrían hacerlo de una forma mucho más positiva o mucho antes si nosotros nos relajáramos y pensáramos, al abrir los ojos cada mañana: "Y bien, ¿qué será que este nuevo día me traerá?"... Claro que hay rutinas, necesidades y obligaciones que no podemos simplemente dejar al azar porque si no nuestra vida colapsaría, pero parece que estas obligaciones no tienen límites y las transferimos  a aquello que deberíamos dejar acontecer libremente. No conseguimos -por miedo, presión social o familiar, orgullo, vanidad o ambición- dejar de lado el aparente poder que nos da el control, pues recelamos que nuestra existencia y todo lo que conseguimos, humana y profesionalmente, hasta espiritualmente, se venga abajo, se desintegre si nos damos la libertad de soltar un poco las riendas. Pero a veces, controlar no es poder, sino tiranía, esclavitud, angustia, tristeza, frustración, castigo. Un paisaje gris y plano donde todo es conocido y calculado.
    Dejemos que amanezca y que las horas venideras nos traigan sus regalos, porque con certeza, nuestra ansia de control le cierra la puerta a todos ellos.

domingo, 18 de junho de 2017

"Cuando la lluvia pasa"

    Bueno, esta vez fui yo la que tuvo la "pequeña emergencia familiar"... ¡Cuatro días sentada en el sillón del dentista le quitan a cualquiera hasta la más leve sombra de inspiración!... Pero ya todo el tratamiento acabó -y fue un éxito, a pesar del dolor infernal y el antibiótico que me dejó el colon absolutamente en coma- y estoy entera de nuevo y lista para retomar mis crónicas... Este mes ha sido de médicos, exámenes y tratamientos-una lata absoluta, pero necesaria- pero creo que ha valido la pena. En realidad, no sacamos nada con hacernos los tontos cuando tenemos algún síntoma extraño porque nos da miedo o fastidio ir al médico, porque cuando la cosa se pone realmente fea y no podemos ignorarla más, con certeza el diagnóstico será peor y el tratamiento más difícil que si hubiéramos ido al comienzo. Todavía me quedan un par de exámenes -ese en ayunas que detesto- y unas visitas a médicos, pero me quedaré tranquila y libre de todo eso por algún tiempo, entonces... Ya saben, cosas de la edad que viene llegando.
   Pero como ya todo está casi normal y listo, ya puedo continuar con mis "obligaciones", entonces, aquí va la crónica de esta semana. No les prometo -de nuevo- un cuento para el próximo fin de semana porque no sé cómo voy a estar de ánimo, dependiendo del resultado de los exámenes del martes, pero crónica sí habrá, con certeza. Entonces, aquí va:



     Las nubes se van juntando, grises y densas, obscureciendo el paisaje. El aire se respira tibio, sofocante, un viento cálido y cargado sopla, rompiendo la pesada quietud. Uno mira por la ventana y se desanima. Todo parece del mismo color. Hasta los pájaros se han quedado en silencio... Y entonces caen las primeras gotas y el cielo se ilumina con los rayos. Los truenos resuenan sobre nuestras cabezas, haciendo temblar los ventanales. Las flores en los maceteros de la terraza se agachan, estremeciendo, como preparándose para el chaparrón que se anuncia... El agua aumenta y al estrellarse contra el suelo y los tejados levanta un rumor que crece y toma cuenta de todo... No podemos hacer nada a no ser buscar abrigo, abrir el paraguas o permanecer en casa.
    Y así, pueden pasar algunas horas o el día entero, tal vez hasta dos o tres, y nosotros parados e impotentes, sólo esperando... Hasta que, poco a poco -y para nuestro alivio y alegría- la lluvia empieza a menguar. Se va volviendo un murmullo, un susurro, y las pozas reflejan los primeros atisbos de azul. El paisaje clarea, el aire enfría, los pájaros alzan nuevamente sus voces, todavía tímidas. El sol va empujando lentamente a las nubes, las va disolviendo con su resplandor hasta hacerlas desaparecer por completo.
    Y entonces acontece una especie de milagro: el paisaje reaparece, transparente y diáfano, da para ver lejos con perfecta claridad. Todo parece más definido, con colores más vivos, el aire se llena de nuevos y poderosos perfumes. Todo brilla y nos anima a continuar viviendo y soñando, luchando, creyendo. Cuando la lluvia pasa es como un nuevo nacimiento, una renovación, una bocanada de fuerza y optimismo...
    Y así también sucede con nuestras tormentas personales, pues por más obscuro que se vea el horizonte en algunos momentos, debemos saber que ella pasará, que el sol volverá a brillar y que la esperanza, el coraje y la claridad renacerán dentro de nosotros. Habremos crecido, aprendido, nos habremos transformado en personas mejores, más solidarias y compasivas, más fuertes y equilibradas.
    Porque el paisaje siempre queda más claro cuando la lluvia pasa.

domingo, 4 de junho de 2017

"El ventanal"

     Semana pasada tuvimos una pequeña emergencia familiar que me tuvo bastante ocupada -nada grave, gracias a Dios- y por eso no publiqué nada. Parece que una de nuestras perritas anduvo comiendo alguna porquería en la calle (cuando no la estábamos mirando, porque sabe que es prohibido) y se pescó una infección intestinal que nos tuvo el departamento forrado con periódico unos cinco días, gastando rollos y rollos de toalla nova e metiéndole pastillas con pollo molido por la garganta -lo que, claro, no le disgustó para nada- pero al final, se mejoró y ahora anda por ahí, corriendo y durmiendo en su sofá preferido, bien abrigada, y yo desarrollé un ojo extra en la nuca para vigilarla mientras paseamos y así evitemos otro penoso capítulo de "diarios y pastillas".
    Y como ya está todo en orden, aquí va la crónica de la semana. Creo que hasta tendré tiempo e inspiración para escribir algún cuento nuevo para el fin de semana que viene.



    Tengo mi cama al lado del ventanal que ocupa la pared de mi pieza. Escogí esta ubicación a propósito, y no tengo cortina porque siempre  que esté tendida allí quiero poder ver el cielo (estamos en el piso 29, sin ningún otro edificio al frente) la cordillera, los pájaros y las estrellas, las nubes siempre cambiantes, las gotas de lluvia, la ciudad ruidosa e iluminada como un eterno árbol de navidad en la noche, los últimos rayos del sol encendiendo las crestas nevadas al fondo y reflejánose en los vidrios de los edificios... Puede ser que para el verano ponga una persiana, pero ella sólo estará bajada cuando el sol dé de lleno en el cuarto, porque se pone realmente caluroso, pero el resto del tiempo -y de las estaciones- permanecerá levantada, revelandome todo lo que hay allá afuera y me aguarda cada día. Los sonidos, los colores, los aromas, los personajes y sus historias. Mismo siendo una metrópolis agitada y a veces peligrosa y contaminada, su vista, más la del cielo y la cordillera, me producen una enorme paz y felicidad, porque sé que pertenezco aquí y que todo eso que veo por el ventanal junto a mi cama -y por todos los otros del departamento- es mío, hace parte de mí.
     La vista del ventanal y yo somos una sola cosa.

domingo, 21 de maio de 2017

"Volar"

    Bueno, la semana pasada me tomé el domingo libre para celebrar el día de las madres. Un merecido descanso, con mucho regaloneo, regalos, reposo y serenidad... ¡A final de cuentas, nosotros, las madres nos lo merecemos! Estamos siempre ahí para nuestros hijos, entonces, por lo menos una vez al año, nuestros hijos tienen que estar ahí para nosotros... ¡Y lo pasé regio!...
    Pero el feriado ya pasó, entonces, de vuelta al trabajo, a la rutina, a los placeres simples y cotidianos, a los pequeños milagros...



    Tendida en la cama del cuarto del hotel en Brasil, cuando viajamos para allá el año pasado, miraba con desánimo el diluvio que caía allá afuera a través de la ventana. Todo nuestro panorama de paseos y compras se había ido al tacho... ¿Qué hacer? ¿Ver televisión? ¿Jugar con el teléfono? (cosa que jamás he hecho, pero como saben, la necesidad tiene cara de hereje. Podía aprender) ¿Viajar por la internet?... El paisaje había desaparecido y sólo se escuchaba el tamborileo de la lluvia en los vidrios, tejados y la calle. Todo el mundo corriendo para protegerse del temporal. Hasta los edificios y los árboles parecían encogidos, intimidados por la fuerza del agua que escurría como un río por veredas y recovecos. Un típico chaparrón tropical... Suspiré, disgustada. Sí, realmente no daba para poner ni la punta de la nariz para afuera...
    De repente, y en total silencio, unas siluetas pequeñas y veloces cruzaron por mi ventana. Luego, vacío. Pero en seguida, otro grupo de siluetas obscuras atravesaron el aire y la pared de agua que caía... Curiosa, me levanté de la cama y me aproximé a la ventana. Todo estaba borroso por la lluvia, no había horizonte.... Y las sombras pasaron nuevamente, raudas. Entonces vi que eran pájaros: gorriones, palomas, zorzales... Me quedé inmóvil contemplándolos mientras volaban hacia el parque cercano, yendo y volviendo. "¡Pero qué coraje!", pensé, admirada, "Salir volando por ahí con esta tempestad ¿No les da miedo?"... Las personas estaban escondidas, preocupadas, disgustadas, mientras aquellos pájaros desafiaban el diluvio y volaban, hacían piruetas y hasta soltaban unos trinos... No podía dejar de observarlos, mientras una extraña emoción tomaba cuenta de mí, pues de repente se me ocurrió que nosotros bien que podríamos seguir su ejemplo algunas veces y, en vez de escondernos cuando viene una tormenta, deberíamos quedarnos y enfrentarla, volar a través de ella, no perder el rumbo, no asustarnos. Volar contra todas las apariencias negativas, hasta alcanzar nuestra meta, la realización, la felicidad, la paz. Nosotros también poseemos alas, y tenemos que aprender a usarlas.

domingo, 7 de maio de 2017

"¿Cómo es un ángel?"

    Días de luz, días de sombra, todos tenemos algunos así, pero no debemos desanimarnos con las sombras, pues nos hacen buscar con más ahínco la luz y cuando la encontramos, es una verdadera y duradera bendición... Entonces, no paremos de luchar sólo porque el sol se esconde o llega la noche. Depende de nosotros que la luz vuelva a brillar y nos inunde con sus destellos y su calor.
    Da para notar que no fue una semana fácil, ¿no?... Pero la luz continúa a brillar, uno puede sentirla allí en el fondo, y eso nos da el coraje y la fuerza, la fe para continuar, porque ella nunca se apaga. Dios no lo permite. Basta creer y estar atenta y dispuesta para recibir todos los mensajes, las señales y a los ángeles. Sé que he escrito sobre este tema antes, pero es que es demasiado obvio como para ignorarlo y no repetirlo para que todos se den cuenta.



    ¿Cómo es un ángel?... ¿Un ser alado, brillante, bello, que trae mensajes divinos a personas especiales?... A veces son así mismo, pero estoy convencida -por experiencia propia- de que la mayor parte del tiempo se nos aparecen a todos nosotros, todos los días, sin importar si somos santos o pecadores, sabios o ignorantes, ricos o pobres, creyentes o ateos. Y estos ángeles, normalmente, no saben que lo son, pero mismo así se nos acercan y nos entregan su mensaje, intervienen en nuestra vida y hasta pueden transformarla de formas inesperadas y maravillosas... Pero tenemos que prestar atención, porque pueden perfectamente pasar desapercibidos, ya que no tienen alas, vestiduras resplandecientes o aureolas doradas. No, la mayor parte de las veces están vestidos como nosotros y no son bellos ni poseen voces embriagadoras. Son de carne y hueso, llenos de problemas y defectos, como nosotros, pero con la misión, el brillo y la calidez de entregarnos el mensaje cierto en el momento cierto, mismo que no tengan consciencia de ello. Y así también, sin saberlo, nosotros podemos volvernos ángeles por algunos instantes, todas las veces en que ayudamos, apoyamos, nos donamos, aconsejamos, compartimos. Un solo acto de bondad desinteresado, por más simple y banal que sea, puede transformarnos en mensajeros de Dios...
    Prestemos atención a los otros, a lo que tienen que decirnos, sin dejarnos engañar por su apariencia, y también pongamos atención a lo que nuestro corazón -con ese lado puro que casi siempre ignoramos- nos inspira, porque sin darnos cuenta, podemos salvar una vida dejándonos llevar por sus susurros.

domingo, 30 de abril de 2017

"Silencio y sonido"

    Va y viene, parece que se queda, pero después cambia de idea y desaparece, como una novia rogada, y vuelve el frío... Así es el otoño, primo de la primavera, cambiante y caprichoso como mujer enamorada y mimada. Pero mismo así, nos está dando unos días excepcionales, un poco fríos en las mañanas, pero deliciosos en las tardes. Noches templadas, serenas, estrelladas, amaneceres luminosos, inspiradores... Y por eso -y también aprovechando que mañana es feriado y no hay realmente nada que hacer porque es el día del trabajo y estará todo cerrado y las calles maravillosamente vacías y calladas, voy a aprovechar para publicar uno o dos cuentos nuevos antes de salir a dar una vuelta para bailar y asombrarme con los remolinos de hojas secas y sus coreografías.
    Entonces, aquí va la crónica del fin de semana, pero no se olviden que mañana habrá un par de cuentos nuevos en pazaldunate-historias.blogspot.com!



    El fin de semana pasado tuvimos un frente de mal tiempo que casi dejó a la ciudad bajo el agua (bueno, en realidad, una parte quedó) y por algunas horas aquí en el centro, donde vivimos, nos quedamos sin electricidad... Y fue una situación bastante curiosa y sorprendente. De pronto no podía más ver televisión ni escuchar radio o usar el computador.Todo estaba en silencio, como parado en el tiempo, quieto, medio irreal... ¿Qué hacer?... Pues nada a no ser esperar que la energía volviera. Me senté en la sala y miré a mi alrededor, sintiendo ese cambio, esa especie de nada en la cual podía escuchar claramente cada sonido, cada crujido o corriente de aire, mi respiración, los pequeños movimientos externos e internos de mi cuerpo sentado en el sofá. Podía oír todo, adentro y afuera, pero lo más sorprendente e inquietantemente agradable era que era capaz, en mucho tiempo, de escuchar mis pensamientos, de percibir mis sentimientos, de acompañar las evoluciones de mis ideas y sensaciones. ¡Cómo mis percepciones se volvían claras y profundas! Todo parecía adquirir nuevas dimensiones y significados. Había una quietud que sobrepasaba el silencio físico y alcanzaba algo muy dentro de mí, algo que parecía querer manifestarse hacía mucho tiempo, una realidad diferente, más pura y cercana, menos invasiva, más clara y personal... La falta de luz me hacía tener un inesperado y profundo encuentro conmigo misma. Era solamente yo en esa sala silenciosa, si radio, sin tv, sin computador... De repente podía entender el valor de un claustro, de la vocación para el silencio, de la ausencia de toda esta contaminación visual y sonora que nos rodea, nos aturde y embrutece, nos marea, nos roba la esencia, la capacidad -el don, la gracia- de percibirnos a nosotros mismos y a los otros, de escuchar, de sentir más profunda y detenidamente, de entrar dentro de nosotros mismos y encararnos, descubrirnos, descifrarnos, entendernos, perdonarnos y amarnos. De ser lo que realmente somos.
    Cuando escuché el pito del refrigerador me di cuenta de que la electricidad había vuelto. Fue como salir de un trance, un episodio que difícilmente olvidaré.
    Prendí la televisión, ligué el computador y la música volvió a invadir el ambiente con sus canciones soft... Los cortes de luz son raros aquí en el centro, pero esas cuatro horas de silencio dejaron una marca que ahora me hace apreciar y administrar mucho mejor el silencio y el sonido, porque ambos son importantes, pero no podemos dejar que uno robe el lugar del otro.
    Silencio y sonido, un equilibrio indispensable para nuestro propio equilibrio.

domingo, 23 de abril de 2017

"Ángeles"

    Problemas técnicos, se puede decir de mi silencio la semana pasada, porque mi computador decidió ponerse en huelga y tuve que llevarlo al médico... Y como siempre, era sólo un problemita idiota que yo misma podría haber encontrado y solucionado si no fuera tan jurásica respecto a estos aparatos modernos...Yo lo enciendo, pongo mi radio favorita (Tribuna FM, de Brasil) y escribo o converso con otros por el face. Fuera eso... Entonces, esas cositas que casi todo el mundo puede solucionar apretando unas teclas o entrando en los misterios recónditos de la programación, disco duro y todo ese palabreado que para mí es sánscrito, para mí son un caso que requiere la inmediata y eficaz intervención de algún experto.
    Y como ya está todo solucionado, y después de reírme mucho y tener que pagarle al chico por mi inexperiencia, aquí va la crónica de la semana.


    Cuando pienso en la cantidad de ángeles que Dios ha puesto -y sigue colocando- en mi camino, desde los más obvios hasta los más sui generis, mi gratitud y admiración, mi fe y fortaleza, mi certeza de su amor y compasión, de su comprensión, no tienen límites. Porque los ángeles no son solamente esos seres brillantes y alados, bellos y poderosos. No, ahora sé que también son personas con las que nos encontramos todos los días, en cualquier lugar y circunstancia, y que nos traen un mensaje personalizado a través de palabras o acciones, a veces tan sólo con su presencia... Pero es necesario que estemos atentos, conscientes, abiertos a estos encuentros y sus consecuencias. Hay que mirar a nuestro alrededor, hay que escuchar bien y creer, entender, porque si nos quedamos solamente esperando alguna aparición o intervención espectacular (que, claro, también podría suceder) nos vamos a perder las infinitas demostraciones -e instrumentos- del amor y la misericordia que Dios nos regala cada día.
    Prestemos atención a lo que sucede a nuestro alrededor, a las personas que encontramos -o que ya hacen parte de nuestra vida- a lo que hacen y dicen, pues son lecciones para nosotros... ¿Y quién sabe si nosotros también no somos el ángel de alguien? Nuestra humanidad no nos quita este privilegio, pues Dios usa a quien quiere para sus propósitos.
    Definitivamente, lo divino está mucho más cerca de lo que imaginamos.

domingo, 9 de abril de 2017

"El precio de la libertad"

    El frío está llegando de a poquito, ya con algunas gotas y bastantes nubes, pero todavía tenemos días de sol esplendorosos, brisa fresca y agradables tardes en las que los niños llenan las plazas para jugar y compartir, los perros dormitan al calor en el pasto y las ventanas se abren en los edificios para que la temperatura agradable invada los cuartos... El otoño es así, parecido con la primavera: días de nubes, de sol, de frío y calor, de hojas secas y flores abriendose, de chaquetas y camisetas, botas y zapatillas... Nada se sabe hasta que el sol empieza a aparecer detrás de la cordillera, porque ahora estamos empezando a salir de la cama cuando aún está obscuro, entonces el clima del día es siempre una sorpresa, porque ni siempre los meteorólogos aciertan...
    Y aprovechando que hoy el sol fue buenito y decidió brillar y entibiarnos los pies y el alma, aquí va la crónica de hoy.


    Sí, una de las actitudes más "divertidas" y contradictorias, desconcertantes, que el ser humano tiene es la de cobrarse un precio de dolor por la libertad... que ya posee. Y que por los más diversos motivos, se niega a asumir y disfrutar. Irónicamente, ser libre es todo lo que desea -libre de cobranzas, presiones, culpas, resentimientos, fracasos...- pero cada vez que se le presenta la ocasión de serlo, parece que se convence de no se la merece y en vez de abrazarla, prefiere castigarse por obtenerla. ¿Por qué?... ¿Porque hay demasiados que no la tienen? ¿Porque piensa que no ha hecho nada para merecerla? ¿Porque tiene certeza de que no va a conseguir administrarla? ¿Porque alguien va a venir y se la va a arrebatar?... Razones hay miles, de las más banales hasta las más descabelladas, pero todas valen para no permitirse esta ansiada libertad.
    A veces, cuando paso por la Plaza de la Constitución, que queda frente a La Moneda y es uno de los grandes puntos turísticos de Santiago, o algún otro lugar donde hay turistas, y veo a estos grupos de personas -casi siempre extranjeros, junto con algunos chilenos de otras regiones- sacándose fotos, recorriendo los lugares patrimoniales atrás de un guía, me doy cuenta de que, en su mayoría, son de la tercera edad. Usan bastones, muletas, caminan despacio, sentándose para descansar, y a pesar de todo esto, se ven felices, encantados, relajados y LIBRES. Ellos están disfrutando esta libertad, que se han ganado -así como todos nosotros- sin miedos ni impedimentos por sus achaques. Tal vez son diabeticos, cardíacos, tienen problemas en los huesos, se cansan y todo eso, pero no se muestran amedrentados ni amilanados por ello. Están allí, en cuerpo y alma, disfrutando, riendo, conversando, guardando buenos recuerdos, compartiendo la experiencia.
    Envidio cómo aprovechan sin recelo, culpas ni cobranzas esta merecida libertad y descanso... Es ahí donde todos debemos llegar.

domingo, 2 de abril de 2017

"Valiosos e importantes"

    Frío, pero con un sol radiante y una brisa que más tarde se volverán deliciosas... Salir al patio a leer o simplemente dar una  vuelta en la placita llena de niños jugando, olor a comida, señoras conversando y aprovechando el calorcito para divertirse con sus hijos, perros corriendo y así olvidarse del tráfico y la correría de la semana va a ser simplemente un regalo divino... Hoy estoy así, llena de paz y simplicidad, como debe ser...
    Y aquí va la de hoy, más un cuento, como les prometí, volviendo a postear los fines de semana.


    Pero nosotros no valemos por los aplausos, los elogios o el prestigio. Por ejemplo, no está mi valor en estar dando clases, montando espectáculos o recibiendo premios, como tampoco en llevar ahora una vida doméstica y modesta, anónima... No, valemos por lo que somos, no importa dónde ni cuándo, y lo que somos intrínsecamente es buenos, compasivos, generosos, solidarios, optimistas, creativos, sensibles, caritativos, bien humorados, mágicos... Tenemos defectos, claro, pero ellos no son grandes lo bastante como para opacar nuestras cualidades, nuestra esencia. Somos todos guerreros, y eso es lo que nos vuelve valiosos e importantes. Hacemos nuestra parte, nuestra buena parte, y esto es lo que hace al mundo mejor, no importa que no salga en los diarios ni en la televisión.
    Esta es la verdad, la verdad de todos los seres humanos. Ahora tenemos que asimilarla, creer en ella, volver a hacerla nuestra -porque ya lo fue- para vivenciarla y matar a este monstruo tirano y cruel que nos devora un poquito cada día con su prisa, su ambición, su egoísmo, sus miedos, castigos y cobranzas desmedidas, aferrándonos a pasados muertos e inútiles que sólo nos perjudican y nos hunden en depresiones y matan nuestros sueños, robándonos la paz y el equilibrio.
    Tenemos que empezar con esta nueva actitud de una vez por todas, tomar valor y lanzarnos, arremeter contra el dragón como caballeros de armadura y derribarlo definitivamente. Porque nos merecemos un futuro feliz, digno, productivo y sereno. Todos nosotros. 

domingo, 26 de março de 2017

"Ser humano"

    Bueno, no es que haya sido abducida por un ovni ni nada parecido. Simplemente las vacaciones fueron un poquito más largas y regresamos a las publicaciones en los fines de semana, porque la semana también se me puso medio complicada, por lo menos más que los finales de semana, entonces... Y después, creo que sábado o domingo son días ideales para sentarse a leer. ¡Yo misma estoy disfrutando de un libro ahora, cosa que no hacía hace mucho, mucho tiempo!... Entonces, volviendo a los viejos hábitos y la semana que viene con cuentos nuevos. Estas vacaciones le hicieron muy bien a mi cuerpo, mi mente, mi espíritu y mi inspiración, definitivamente.
    Entonces, retomando en este día soleado, fresco y tranquilo, aquí va la de la semana.



    Lo malo de querer ser perfecto -lo que es completamente imposible, no importa lo que digan- o exitoso sin tropiezos, de luchar tan denodadamente para dar esta imagen, es que con el paso del tiempo, uno acaba transformándose en un tirano monstruoso con uno mismo y con los demás y en pro de esta imagen, de esta meta que creemos, ingenuamente, nos hará ser aceptados y amados, y hasta perdonados por Dios, quien nos abrirá las puertas del paraíso terrenal y celestial... Craso error. Porque, invariablemente, va a llegar un momento en que la situación se volverá tan exigente, con estándares tan altos y crueles de comportamiento, tan tiranos y punitivos, que  será insostenible, pues el conflicto entre lo que somos -falibles, débiles, imperfectos- y lo que pensamos que deberíamos ser para los demás -y para Dios- se volverá tan violento que terminará por quebrarnos. Este tipo de actitud nos niega el derecho de decir "no", "estoy cansado", "no acepto esto", "no quiero esta situación", "yo soy más importante", nos castiga por tener sentimientos  que serían "poco nobles", por "fallar", por cambiar de idea o no concordar con la mayoría.
    Somos meros humanos y todo lo que podemos hacer, como dice la magnífica Judi Dench en esa película sobre el Hotel Marygold, es levantarnos cada mañana y hacer lo mejor que podamos, con fe, persistencia, alegría y serenidad. Eso es suficiente, porque significa aceptar y trabajar con esta humanidad llena de imperfecciones y bellezas que tenemos que aprender a equilibrar para disfrutar de una existencia plena, digna y tranquila, productiva, sin culpas, castigos ni cobranzas.
    Eso es ser humano.

quinta-feira, 2 de março de 2017

"¿Será que sería bueno saberlo?"

    En realidad es muy raro estar posteando la crónica hoy, pleno jueves, sobre todo porque podría haberlo hecho el sábado o el domingo, porque mi hija no había vuelto todavía de Viña y tuve bastante tiempo. Pero como quería hacer la experiencia de publicar en el medio de la semana... Bueno, es MUY raro realmente. Me dan ganas de volver a los fines de semana, cortarle un poco a la siesta de sábado y domingo, o al programa aburrido de la tele y sentarme aquí a escribir. Bueno, y como soy una adicta a las rutinas, de repente lo hago... Este fin de semana también estaré holgada porque mi hija sale de vacaciones y nos vamos por algunos días a la playa. Volveré a tiempo para publicar la próxima crónica -y tal vez un cuento- el sábado y el domingo. Pero ahí les aviso. 
    Pero por el momento, completemos este experimento, entonces, aquí va la crónica de la semana.



    Veo a las personas caminando por las calles, subiendo y bajando de buses, taxis y colectivos, saliendo y entrando de edificios y tiendas, emergiendo de las estaciones del metro, en plazas, oficinas, bares, restaurantes, llevando bolsas, paquetes, maletines, carritos, caminando generalmente de prisa, solas o acompañadas, de todos los tipos y condiciones sociales, y sé que todas ellas tienen un destino, juegan algún papel en la historia, tienen su misión, por más pequeña y anónima que sea. Y me doy cuenta de que todos, de una forma u otra, somos importantes en este todo infinito que es la vida. Hasta quien pasa desapercibido tiene su rol, significa algo.
    ¿Cuántos destinos existen? ¿Con cuántos me cruzo en un día? ¿Hacia dónde van? ¿Qué pretenden? ¿Lo conseguirán?... ¿Y yo? ¿Cuál es mi papel? ¿Voy a descubrirlo? Seré capaz de cumplirlo? ¿Será una sorpresa, un desafío, una tragedia, una bendición?...
    ¿Será que sería bueno saberlo?...

domingo, 19 de fevereiro de 2017

"En secreto"

    Yo sé que dije que este fin de semana no iba a publicar nada porque iba a cambiar los postéos para el lunes o martes, o cualquier otro día de la semana porque sábado y domingo se me pusieron medio complicados, pero como mi hija está en Viña por los próximos diez días, en realidad ahora me sobra mucho tiempo, entonces creo que por esta semana continuaré a publicar el domingo... Y hoy tenemos cuento nuevo!... En realidad, ese negocio del dolor de espalda por estar mucho tiempo sentada delante del computador es porque tengo que escribir todo dos veces, en español y en portugués, por eso me demoro tanto y mi espalda reclama. Pero me lo voy a tomar con calma -como trato de hacerlo todo últimamente- y de repente publico en español hoy y en portugués mañana... Vamos dejar que la cosa ocurra naturalmente, sin estrés.
    Entonces, aquí va la crónica de hoy!



    Siempre que se habla de triunfos inmediatamente se nos viene a la cabeza un acto grandioso, algo que llama la atención y nos coloca por encima de los demás... No digo que estas victorias no sean meritorias ni engrandezcan a quien las obtiene, que no sirvan de ejemplo e inspiración para otros, pero también creo que tenemos que fijarnos y celebrar -y mucho, porque estoy convencida de que son muchas más- esos pequeños triunfos, los diarios, aquellos que, juntos, son capaces de transformar nuestra vida: vencer la pereza, la timidez, el mal humor, el desánimo, el egoísmo, el miedo, la maledicencia, la indiferencia, el derrotismo... Pequeñas actitudes, pequeñas victorias, pequeñas mejorías, en secreto, sólo entre nuestro espíritu, Dios y nosotros, sin aplausos ni publicidad. Solos, cada día, delante de cada situación que lo requiera, respirar hondo, levantar la cabeza y dar la pelea. Y ganar.
    

domingo, 12 de fevereiro de 2017

"Niños y adultos"

    Estoy pensando seriamente en cambiar el día en que publico estas crónicas, porque los fines de semana se me están poniendo medio complicados para hacerlo, y como, en realidad, tengo todo el tiempo del mundo disponible -a no ser por algunas pequeñas obligaciones- para hacer esto cuando mejor me convenga y esté más calmada e inspirada, creo que podré hacerlo sin problemas. Es verdad que el próximo fin de semana estaré más desocupada porque mi hija estará en Viña del Mar cubriendo el festival, pero después todo vuelve al normal y ya será medio complicado de nuevo. Entonces, ya les dejo avisado que la semana que viene publicaré la crónica no el domingo, sino el lunes, martes o miércoles de la siguiente... De todas maneras las pueden leer cuando quieran, pero es bueno avisar, ¿verdad? Así nadie se despista y piensa que renuncié... Vamos a hacer el experimento y ustedes me dicen qué les parece. Sé que el fin de semana es mejor para leer cualquier cosa, pero como son textos cortos, creo que pueden hacerlo en cualquier momento, entonces... Veremos. También es más fácil para publicar los cuentos, ya que así puedo hacerlo en dos días diferentes y mi espalda no sufre tanto por estar mucho tiempo sentada frente al computador... Ah, la edad llegando...
    Y aquí va la de esta semana, todavía en domingo.



    Realmente, hay cosas que no deberíamos abandonar ni dejar de lado al volvernos adultos. Porque a medida que crecemos no sé por qué nos vamos poniendo pretenciosos, exhibicionistas, poseros, demasiado ambiciosos y complicados... Por ejemplo: denle a un niño una manguera o una piscina de plástico, un paquete de galletas o un sandwich de jamón con queso y una botella de bebida en un día de calor y él te dirá que pasó las mejores vacaciones de su vida. Y no estará mintiendo. Ya un adulto lo encontraría peliento, denigrante, insignificante, pobre, patético... No, ahora este adulto necesita un hotel, una playa, restaurantes, auto, pasaje de avión, toda una infraestructura que le muestre al mundo lo bien que le está yendo, para poder jactarse de sus vacaciones... Puede ser agradable, pero si pensamos en el stress devastador que obtener todo esto puede significar, como que la cosa pierde bastante la gracia. Los niños no ven más allá. Se contentan con lo que el momento les ofrece y lo aprovechan al máximo... a no ser que ya le hayamos metido estas cosas de adulto en la cabeza.
    Esto es algo que no deberíamos perder (y lo hacemos a propósito, obligados por estándares que dejamos que los demás nos impongan) al volvernos adultos, porque nos roba toda la verdadera diversión y la sanidad, la percepción de los pequeños milagros que suceden cada día en nuestra existencia y la importancia que estos tienen en nuestra formación como seres humanos mejores.

domingo, 5 de fevereiro de 2017

"Ese primer paso"

    Bueno, creo que nadie se merece pescar una gripe en pleno verano, pero yo tuve esa capacidad, aunque no me quedó claro si fue mismo una gripe o el resultado de todo el humo y las cenizas que vinieron a parar en Santiago de los incendios forestales que estaban asolando el centro sur de Chile... La cosa es que estuve algunos días tirada en el sofá con la garganta inflamada, dolor en el cuerpo y todas esas cositas deliciosas y tan agradables inherentes a la gripe... Por lo menos me sirvió para tener algunas ideas para cuentos y escribir uno o dos, entonces no fue todo prejuicio... Menos mal que ahora los incendios están controlados -pero no apagados- con la valiosa y generosa ayuda de aviones y bomberos de otros países, y el humo y las cenizas desaparecieron. Ya da para ver de nuevo mi amada cordillera y estoy de pie y lista para seguir escribiendo y publicando, entonces, ¡aquí vamos de nuevo!...




    El tipo no me cayó bien así que lo vi. Me recibió con la cara larga y se disculpó de mala gana por no estar usando el delantal blanco, pero es que el calor estaba insoportable y no tenía aire acondicionado en su sala. Me examinó desganado y fue bastante desagradable para responder mis preguntas, por lo que terminé quedándome callada y dejándolo reclamar y retarme por estar estresada... ¡Bueno, por lo menos no me pidió una endoscopía! Y eso ya fue un lucro.
    Salí de la consulta con una receta de un remedio para gases y digestivo y la desagradable sensación de no haber resuelto nada porque no había sido realmente atendida. Y lo peor es que tenía que volver como en un mes para una revisión. Estuve varias veces a punto de cancelar la consulta, a pesar de lo mal que me sentía. Es decir, fui allá porque lo estaba pasando pésimo y estaba súper preocupada y resulta que salí peor de lo que entré. En todo caso, podía buscar otro médico en otro lugar -lo que me saldría mucho más caro porque mi plan no lo cubriría- pero justo poco antes de la segunda consulta decidí empezar a ir a la psicóloga para resolver también la parte emocional de mis malestares y me tomé un par de ansiolíticos... ¿Resultado?... Los síntomas casi desaparecieron, entonces cuando regresé donde el médico antipático, mi ánimo era completamente diferente, por lo que resolví encararlo de una forma positiva, empatizando con sus malestares y escuchándolo con buena voluntad e interesandome por lo que él tenía que decir. Porque probablemente nadie le daba esa oportunidad.
    ¿Y qué fue lo que pasó? Pues que él se transformó en otra persona. Se relajó, sonrió, me dio consejos positivos y hasta hizo algunos chistes. Nos despedimos como viejos amigos y yo con la más absoluta certeza de que todo depende de NUESTRA actitud positiva y empática para con el otro. Siempre nos quedamos esperando que los demás den ese primer paso, dejándoles toda la responsabilidad -y la culpa- de un buen resultado, en vez de tomar nosotros la iniciativa. No todos van a reaccionar tan bien como este médico, claro, pero algún tipo de comunicación positiva que actuará a favor de ambos va a generarse. Y así todo será más fácil y placentero. Y esto vale también para situaciones complicadas: enfrentarlas con un espíritu positivo y valiente, con fe, con certeza la volverá más soportable y hasta podremos resolverla y ganar esa batalla.
    Vale la pena el esfuerzo de dar el primer paso, de llegar con el espíritu positivo, con una empatía sincera que nos haga olvidarnos un poco de nosotros mismos para calzar los zapatos del otro... La reacción es casi siempre un pequeño milagro.

domingo, 22 de janeiro de 2017

"Ruidos"

    Una buena noticia: ¡esta semana hay cuentos nuevos!... ¡La inspiración está a mil!... Y una mala noticia: los incendios forestales que asolan en estos días a mi país amado. La ciudad está llena de humo, no se puede ver el sol ni la cordillera y hace un calor casi insoportable. Me recuerda el que sentía en Brasil, con la diferencia de que aquí la humedad es de 15 o 20% y hay viento, lo que hace que el fuego se esparza por doquier y sobrepase los esfuerzos de bomberos, brigadistas, conaf y todos los que están tratando de combatir esta tragedia. Varias regiones han sido declaradas zonas de catástrofe y la cosa no tiene visos de terminar, porque las condiciones climáticas no están ayudando para nada... Muero de pena de esa pobre gente que ya perdió o está amenazada de perder todo lo que tiene y, a pesar del humo y el calor sofocante, me considero afortunada de vivir en la capital, porque -hasta el momento- el fuego se mantiene lejos de aquí, mismo si sus consecuencias nos alcanzan de igual manera...
    Entonces, mismo entristecida y muy preocupada, me siento aquí -con un abanico en la mano- para postar la crónica de la semana y un par de cuentos nuevos. ¡Espero que los disfruten! ¡Vayan a pazaldunate-historias.blogspot.com y léanlos!



    Durante el día uno cree que escucha todo lo que es posible escuchar en una ciudad como esta, pletórica de gente, autos, micros, construcciones, desfiles, sirenas, marchas, voces, ladridos... Es un enjambre infinito y a veces un poco asustador. No hay un minuto de silencio, pues aunque los fines de semana y los feriados este alboroto disminuye bastante, aquel rumor sordo y constante que desciende desde la Alameda, no para jamás. Es como escuchar un panal de abejas trabajando las 24 horas del día. Uno termina acostumbrándose y hasta piensa que que existe algo de silencio durante la madrugada, en el intervalo entre los que están yendo a acostarse y los que se están levantando... Dura poco, pero si uno está despierto -desacostumbrado a esta insólita "quietud"- se pueden percibir otros ruidos: nuestro corazón latiendo, nuestra respiración, el susurro de las sábanas, un zorzal en un árbol distante, los crujidos de la casa con los cambios de temperatura, el despertador musical del vecino... Es un buen momento para pensar, para planear, para decidir, para darse cuenta, para rezar, para percibir que se está vivo, para preguntarse si se es feliz, amado, si se siente realizado, si está amando. Se puede considerar algún cambio, algún pedido de perdón, un reencuentro, una sorpresa. A esa hora, el ruido de nuestra existencia es más poderoso que toda la barahúnda que reina a lo largo del día, y nos trae de regreso a la realidad más simple y cierta: nosotros mismos.

domingo, 15 de janeiro de 2017

"El tiempo"

    Supongo que cuando uno se va poniendo viejo empieza a preocuparse -o a darse cuenta con más claridad- con este negocio del paso del tiempo, de lo que ha hecho o dejado de hacer en el que ya pasó y de lo que aún podría realizar en el que le queda. No es algo deprimente o asustador (a pesar de que puede serlo para mucha gente), pero sí intrigante, que nos hace preguntarnos muchas cosas y nos aclara otras, lo que puede resultar en una mejor calidad de vida, una plenitud que jamás sentimos antes, pues no teníamos la consciencia que tenemos ahora, con más edad, y por eso no le dábamos le debida importancia... Es increíble cómo, cuando uno es joven, piensa que nunca va a envejecer, que va a durar para siempre, como dice la canción de Cat Stevens, y que va a poder hacer todo lo que quiera o planee... Bueno, la verdad es que muy poca gente lo consigue y podemos considerarnos afortunados  y realizados si tenemos éxito por lo menos en la mitad de nuestros proyectos. No se trata de ser conformista ni pesimista, sino de sentirnos agradecidos por haber tenido la oportunidad de construir, de entregar, de compartir, de amar y aprender todo lo que nos fue posible a lo largo del tiempo que tuvimos y no de amargarnos por las pocas cosas que no conseguimos...Como dice ese dicho de televisión: "No tengo todo lo que amo, pero amo todo lo que tengo"...
    Puchas, esta ya está pareciendo la crónica de la semana, pero no, es otra, que también tiene que ver con el tiempo. Una pequeña reflexión que se me ocurrió el otro día al ver a una ancianita sonriente y llena de vigor y creatividad, lúcida y agradecida en una entrevista en el noticiero. Y ella decía, sonriendo, con los ojos brillantes : "Si hay que morirse, por lo menos hay que hacerlo feliz y satisfecha, agradecida y realizada en todo lo que sea posible"... ¡Y cómo tiene razón la señora!.


    El tiempo pasa. No para. No importa si estamos activos, ociosos, sanos o enfermos No importa si somos ricos o pobres, famosos, desconocidos. No interesa si somos felices o vivimos una tragedia, si estamos solos o acompañados... Nada de eso nos salva de su pasaje, de esa característica de no poder volver atrás, de no poder pararlo o hacerlo correr más despacio o más rápido. Nada, absolutamente nada interfiere con su transcurso. Es único, uno solo, acontece una sola vez y, desgraciadamente, buena parte de nosotros pasamos la vida sin darnos cuenta de eso.

domingo, 8 de janeiro de 2017

"Podemos darnos el lujo"

       Mucha calebración, mucha comida -mi diabetóloga me mata si supiera todo lo que comí, pero en fin, es una sola vez en el año- mucho corre corre y mucha fiesta en los departamentos y edificios vecinos, lo que significó nada de sueño, entonces, el día primero, en que debería haber posteado mi primera crónica de este nuevo año, me la pasé durmiendo en el sofá, en la cama, en el banco del jardín... y por ahí... Mas como las fiestas ya terminaron, ya estoy recuperada y me siento delante del computador para publicar la primera del año, medio atrasada,pero llena de entusiasmo y buenas expectativas... Espero que les guste y les sirva como un pequeño regalo.


 Y Pasadas las fiestas, las cábalas, los brindis, los regalos, buenos deseos y propósitos para el nuevo año, los adornos, las luces y el pesebre vuelven a sus cajas y la vida retoma su rutina como si nada hubiera pasado... Es tan curioso, porque a ella no le importa ni le afecta el hecho de que se haya iniciado un nuevo año. No, la vida continúa, impertérrita, siempre en movimiento, llevándonos  en su cauce sin hacer ninguna diferencia entre todos... En realidad, somos nosotros con nuestros ritos, nuestra fe y nuestros sueños, proyectos y números los que transformamos todo. Y podemos darnos el lujo de ponerle los ingredientes que queramos. Podemos hacerlo especial, feliz, exitoso, pacífico, equilibrado, saludable, altruista, o entonces convertirlo en una catástrofe que nos hundirá y nos mantendrá caídos, amargados, pesimistas, asustados, llenos de resentimiento y auto compasión, de envidia y angustia... Entonces, tenemos que pensarlo bien.
    ¡Yo digo que vamos a acabar con todo lo negativo!... Volvamos a  creer, a entregar, a compartir, a soñar y construir para que el mundo y la vida de todos sea mejor, para que valga la pena y nos sintamos realmente como hermanos. Regalemos sonrisas, palabras de ánimo y coraje, elogios, abrazos, miradas sinceras, apoyo, buenos consejos desinteresados, fe y amor. Sobre todo amor, mucho amor, en todas sus formas, a todos los que crucen nuestro camino, sin distinción.