domingo, 30 de outubro de 2016

"Fraternidad"

    Y casi, casi se me pasa... Como tenemos este feriado tan largo -¡cuatro días enteros!- y tuve que cambiar el día de ir a la vega y al mercado, estaba convencida de que hoy era sábado y que sólo mañana iría a publicar la crónica. Menos mal que mi amiga radio me avisó que HOY es domingo, entonces vine corriendo a sentarme para escribir y postearla antes de que se haga más tarde... Realmente, tanto feriado puede despistarla a uno...


    Con el paso del tiempo me he dado cuenta de que, en mis recorridos diarios por distintos lugares, acabo acompañando sin querer pequeñas historias, capítulos de las vidas de aquellos con quienes cruzo cada día. En cada encuentro o en las breves palabras que intercambiamos descubro otro pedazo de ellas y me envuelvo un poco más en sus experiencias, lo que hace mis salidas a la calle realmente una aventura fascinante... ¿Consiguió el empleo? ¿Se mejoró su mamá?... Compró zapatos nuevos. Le agregó una mejora a su local de trabajo... Nació su hijo. Está de novia. Le subieron el sueldo. Las deudas se acumulan... Y a veces ni es necesario hablar, porque al verlos todos los días se puede aventurar una historia...
     Parece que, prestando atención podríamos mismo adivinar el transcurso de los acontecimientos de todos aquellos que encontramos a diario. Y realmente no haría falta hablar, preguntar, bastaría con conectarse, aprender a observar e interpretar... Y es tan gratificante, tan cálido sentir que, de alguna forma, hacemos parte de la existencia de los otros, que verdaderamente existe un lazo, una especie de fraternidad universal, cosas comunes a todos, que podemos entender y compartir. Ponerse en el lugar del otro en todo tipo de situaciones es lo que nos volverá más compasivos y tolerantes, más sabios y humildes, más humanos.

domingo, 23 de outubro de 2016

"Tejados"

    Día de votación por aquí, entonces si los domingos ya son parados ¡hoy está simplemente muerto!... Nunca vi una ciudad cambiar tanto del viernes para el sábado y el domingo. Aquí no aprovechan que las personas están libres para mantener restaurantes, tiendas -a no ser los retails- heladerías o fuentes de soda y cafeterías abiertos y ganar una platita extra. No, aquí todos se van a casa y la ciudad queda desconcertantemente abandonada y silenciosa. No es que no me guste este cambio, porque se puede andar por las calles sin darse encontrones con un millón de personas y disfrutar de un inusual y agradable silencio. Se pueden ver mejor los edificios -y por aquí hay unos preciosos, históricos- los parques, las calles, se escucha el canto de los zorzales, chincoles  y tordos... Es otra ciudad, realmente. Pero me gusta este "descanso", esta parada casi total de los fines de semana porque sé que el lunes la furia, la prisa, el barullo ensordecedor y las multitudes volverán a adueñarse de todo, entonces hay que aprovechar esta especie de limbo en el cual quedamos los sábados, domingos y feriados para reponer fuerzas y enfrentar la semana que se avecina.
    Y aprovechando esta paz más profunda y el frescor del día que, infelizmente está empezando a nublarse, aquí va la crónica de esta semana. Mi hija tuvo que ir a trabajar (es reportera y TODOS los reporteros del país están trabajando hoy, sin hora de salida), entonces el silencio es total, a no ser por mi querida compañera de todas las horas: la radio...



    A veces, en las series de televisión nacionales muestran tomadas aéreas de las calles y barrios donde supuestamente viven los protagonistas, y entonces se pueden ver los tejados de las casas o los edificios... Yo nunca lo había notado, pero estos techos -de los más  variados colores, materiales y formas- pueden decirnos mucho acerca de los que viven bajo su amparo. Algunos son claro y ordenados, de tejas elegantes, limpios y alegres. Otros ostentan tejas antiguas, percudidas por la intemperie, cruzados por cables y llenos de hojas y ramas, nidos apelmazados y moho verde y resbaladizo. En las periferias y poblaciones los tejados son de zinc, de madera, a veces sólo una loza de concreto, llenos de parches y basura: pelotas desinfladas, zapatos, restos de volantines, juguetes, cajones, antenas quebradas, maceteros salvajes que cubren la mugre y se descuelgan por los aleros carcomidos. Mirado desde arriba, el patio desordenado y repleto de desperdicios se confunde con el tejado, como si no hubiera un plano vertical que los separara... Aguzando la percepción y la imaginación delante de estas imágenes, se puede elucubrar sobre la vida sosegada y próspera bajo los techos limpios y claros, y el tumulto, las privaciones y la violencia bajo esos otros de zinc, de cholguán, pedazos de madera, tejas casi podridas y a veces hasta lonas o plásticos negros. Son como los pensamientos y sentimientos de la propia casa, como si contara su historia a los cielos, no con muchas esperanza de ser escuchada...

domingo, 16 de outubro de 2016

"Historias interminables"

    Estaba viendo el otro día en la tele una película antigua llamada "El todopoderoso", en la cual un ejecutivo es llevado por el propio Dios, a través de incidentes y señales bastante divertidos, a construir una arca para salvar a los animales de un nuevo supuesto diluvio, y en una parte, cuando la familia está casi deshaciéndose por todos los cambios que el protagonista está sufriendo y por el ridículo que parece estar haciendo con la cuestión del arca, Dios -interpretado por el genial Morgan Freeman- disfrazado de empleado de una fuente de soda, se aproxima a la esposa y tiene una pequeña y iluminadora conversación con ella, que termina así: "Usted cree que si le pide a Dios que le dé paciencia, valor o creatividad El se la va a dar así? (chasquea los dedos) O será que lo que le va a dar es la oportunidad de practicar  la paciencia, el valor y la creatividad?..." Lo encontré genial, porque uno siempre pide milagros instantáneos, sin pensar que para obtener uno hay que participar, hay que aprender y crecer, volverse más sabio y equilibrado, si no, ¿de qué valen? Uno agradece, pero no les da todo su real valor... Entonces, ¡vamos a estar atentos a las oportunidades que Dios nos pone por delante y cooperar para que nuestros pedidos se hagan realidad!... Porque esos son los verdaderos milagros, pues hasta los casos desesperados requieren de nuestra participación y fe.
    ¡Bueno, esta casi fue otra crónica!... Es que está lloviendo y el frío volvió este fin de semana, entonces ando bastante inspirada. Todos pensábamos que la primavera ya se estaba instalando y de repente, nos cae un aguacero, nieva en la cordillera y hay que ponerse botas e chombas de nuevo... Bueno, ya dije que la primavera es como una novia rogada, ¿no?... Hay que tenerle paciencia hasta que se decida a dar el "sí" definitivo...


    A veces, cuando me cruzo con las personas en la calle, me pregunto en qué van pensando. Trato de adivinarlo por su expresión, por la forma de caminar, por sus ropas o los objetos que llevan: celular, bolsa, maletín, cartera zurrada o elegante, muleta, papeles, carrito, bicicleta, zapatos viejos y deslustrados... ¿Piensan en lo que salieron a hacer? ¿En la familia, el trabajo, dinero, romance, proyectos? ¡Algunos parecen realmente tan afligidos, tan cargados y desazonados! Ya otros se ven tensos, con la cabeza en otra parte, ausentes del mundo que los rodea. Muchos fuman o hablan al celular, mastican un chicle invisible que jamás consiguen tragarse... Pocos sonríen o se muestran relajados, caminan con calma y disfrutan el entorno... Me encantaría saber si lo que yo supongo que están pensando, sintiendo o viviendo -basado en mi percepción instantánea- está acertado. La diversidad de experiencias es absolutamente fascinante para mí. Las historias son interminables y siempre habrá algo que podamos aprender de ellas.
    Creo que es por eso que cada vez que me siento a escribir estos cuentos cortos -todos producto de mis observaciones y suposiciones, adornados con toques de fantasía- como que dejo de escribir en mi diario, porque ellos equivalen a una confidencia, una lección y una conclusión. Observar es aprender. Escribir es compartir este aprendizaje sin precio.

domingo, 9 de outubro de 2016

"Mis perritas"

    Todavía estoy con esa pila de ideas para escribir nuevos cuentos, pero así como mis intenciones de empezar cada lunes a hacer ejercicio de nuevo, salir a caminar y disfrutar de la mañana temprano, las tengo ahí, esperando... Ando con la cabeza demasiado -y negativamente- ocupada en cosas, síntomas y fantasías que sólo perjudican mi creatividad y mi iniciativa. Menos mal que tengo a mi psicóloga para ayudarme en estos trances tan inútiles como agotadores, entonces, no pierdo la esperanza de que voy a escribir finalmente esos cuentos y voy a volver a salir para caminar en las mañanas para disfrutar el paisaje, el aire fresco y descubrir nuevos personajes e historias para inspirarme, aprender y crecer y compartir todo eso con ustedes... Estas cosas no son fáciles, pero con un poco de rabia, persistencia y optimismo siempre llegamos donde queremos.
    Y confiando en mi fuerza de voluntad, mi inteligencia y coraje, me siento a escribir la crónica de hoy, que trata de alguien entrañable para mí.


    Unos vienen serios, otros conversando ,algunos en pareja, en grupos, otros están sentados en los bancos del paseo con sus teléfonos o tomando un helado, pensativos, soñolientos, esperando algo o a alguien. Son viejos, jóvenes, pobres, ricos, niños, barredores, oficinistas, vendedores... Los hay de todo tipo, a todas horas, todos los días, nada parecidos unos con otros, sin embargo, todos ellos tienen algo en común: se les abre una linda sonrisa cuando se cruzan con mis perritas, mis quiltritas blanco y negro, chiquititas y receptivas a todo y todos. Parece que ellas tienen algo especial que hace que las personas se fijen en ellas e inmediatamente sonrían. Cada cierto tramo de nuestro recorrido alguien es tocado por esta especie de magia y se detiene, hace un comentario, se agacha y las acaricia, las bendice, me pregunta por la raza, los nombres, por su historia. Unos son tímidos, otros amigables, pero todos se sienten súbitamente encantados por las perritas. Pueden estar totalmente concentrados en otra cosa, pero es sólo aproximarse  a nosotros que su actitud cambia súbita y radicalmente, mostrándose absolutamente derretidos por mis dos bellezas peludas.
    Es algo realmente sorprendente y divertido, porque veo un montón de otros perros paseando por la calle y ninguno de ellos produce este efecto en los transeúntes. Este "fenómeno" hace que el paseo de cada tarde termine durando más y me haga conocer un montón de gente interesante por todas las veces que debo detenerme para escuchar elogios y preguntas y para que les hagan cariño... Definitivamente, mis perritas son mi mejor tarjeta de presentación con una buena parte del mundo.

domingo, 2 de outubro de 2016

"Creer"

    Un pequeño problema técnico con mi computador me dejó fuera del aire el fin de semana pasada, pero hoy -y a pesar de este resfriado (¡otro!), que me tiene medianamente podrida- aquí estoy de vuelta, ya con una hoja llena de ideas para nuevos cuentos y con fe en que finalmente los días fríos se van a acabar para que dejemos de andar estornudando y tosiendo por ahí. Son esos cambios bruscos e inesperados de temperatura los que acaban con uno... Pero hoy, aquí, ahora, el sol brilla, el aire está templado y empezando a llenarse de perfumes y mi hija y yo vamos a almorzar afuera, en la terraza de un restaurante cerca del cerro... ¿Quieren algo mejor?... Bueno, tal vez que este resfriado se me pase luego...
    Y aquí va la crónica de la semana, aprovechando al cielo azul y los pájaros revoloteando por todas partes.


    Miro mi vida, me doy cuenta de dónde he llegado, de lo que he conseguido, de la persona en que me he convertido, y me digo que creer ha valido la pena. Sí, ¿por qué no creer?... Creer en ángeles, en encuentros, mensajes, señales, en la intervención divina. ¿Por qué no creer que podemos hablar con nuestro cuerpo, con los animales, con la naturaleza, y que ellos nos escuchan y nos entienden? Hay que creer en amigos, en "coincidencias", en lecciones, en que todo sucede para mejor. ¿Por qué no creer que podemos mover la energía del universo a nuestro favor -o contra nosotros-? ¿Que somos capaces de percibir y participar de lo sobrenatural, que podemos hacer y recibir milagros? Creer en la inocencia, en la pureza, en los planes de Dios. Creer que podemos -y debemos- ser felices, libres, que nuestros sueños pueden realizarse, que merecemos todo lo bueno y que lo "malo" no es un castigo, sino lecciones que necesitamos aprender para alcanzar y comprender la verdadera realización y felicidad.
    Pues creer en todo esto y vivenciarlo plenamente es lo que me ha traído hasta este momento de paz, dicha, realización, juventud (a pesar de los sesenta) y optimismo. Creer es parte de nuestra humanidad, y si no lo hacemos, no importa en qué o quien, nos estará faltando algo que nada podrá reemplazar.