domingo, 25 de junho de 2017

"Soltar las riendas"

    Y otra "pequeña emergencia familiar" me mantuvo a medio morir saltando esta semana, pero no lo bastante como para impedirme sentar aquí y publicar la crónica de la semana... a pesar del dolor en el trasero. Creo que por culpa del antibiótico que me recetó la dentista -pero que era necesario- me quedé sin flora intestinal, se me reventaron los hemorroides y otras cositas poco agradables, pero estoy saliendo de todo esto y la semana que viene estaré lista para otra... Menos mal que no tengo ninguna visita a ningún médico, por lo menos la semana que viene, porque la siguiente y la próxima tengo oculista y diabetóloga... ¡Parece payasada!... Pero debe ser lo que en Brasil llamamos de "Infierno astral", que sucede un mes antes de nuestro cumpleaños... Bueno, si es así, paciencia, porque prefiero ir al médico y curarme a andarme arrastrando por ahí por ser cagona...
    Y con este alegre toque medicinal y lista para el juego entre Chile y Australia hoy en la tarde, junto con todo el país (¡¡¡¡tenemos que quedarnos con esa copa!!!!), aquí va la crónica de la semana... y nada de cuentos nuevos todavía. Los cólicos intestinales matan la inspiración de cualquiera, se los aseguro...



    ¡Si supiéramos la cantidad de cosas buenas que podrían pasarnos si dejáramos, por un día que fuera, de tratar de controlar todo!... Queremos ahora, a nuestra manera, bajo nuestras condiciones y llenando nuestras expectativas. No queremos sorpresas -mismo que puedan ser positivas- improvisaciones, no saber, no controlar, y por eso perdemos una cantidad absurda de oportunidades de pasarlo bien, de sorprendernos, de aprender, compartir, descubrir. Las cosas tienen que acontecer solas, sin nuestras presiones, plazos o reglas, y ellas suceden porque están en nuestro destino, pero a veces podrían hacerlo de una forma mucho más positiva o mucho antes si nosotros nos relajáramos y pensáramos, al abrir los ojos cada mañana: "Y bien, ¿qué será que este nuevo día me traerá?"... Claro que hay rutinas, necesidades y obligaciones que no podemos simplemente dejar al azar porque si no nuestra vida colapsaría, pero parece que estas obligaciones no tienen límites y las transferimos  a aquello que deberíamos dejar acontecer libremente. No conseguimos -por miedo, presión social o familiar, orgullo, vanidad o ambición- dejar de lado el aparente poder que nos da el control, pues recelamos que nuestra existencia y todo lo que conseguimos, humana y profesionalmente, hasta espiritualmente, se venga abajo, se desintegre si nos damos la libertad de soltar un poco las riendas. Pero a veces, controlar no es poder, sino tiranía, esclavitud, angustia, tristeza, frustración, castigo. Un paisaje gris y plano donde todo es conocido y calculado.
    Dejemos que amanezca y que las horas venideras nos traigan sus regalos, porque con certeza, nuestra ansia de control le cierra la puerta a todos ellos.

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