sexta-feira, 1 de maio de 2009

Fotografías

En realidad, no tengo certeza de si ya publiqué esta crónica en el blog, pero como quiero dejar al día el asunto de las crónicas que salieron en el diario, la voy a postear de todas maneras y después voy a hacerlo con las otras. Así, voy a poder continuar publicando las más actuales (tengo una pila enorme de anotaciones encima de mi escritorio que se queda mirandome el tiempo entero y me suplica: "Cuándo nos va a tocar a nosotras?"... Bueno, ahora que mi vida está más ordenada voy a poder hacerlo porque estoy empezando a aprovechar mejor los finales de tarde, después que llego del trabajo, para escribir y meditar sobre las cosas que ví, experimenté, descubrí y concluí a lo largo del día, lo que ciertamente vá a rendir muchas crónicas. No estoy caminando todas las mañanas, que es mi horário favorito y el más productivo, porque trabajo lunes, martes y miércoles el día entero, pero aún tengo jueves, viernes y sábados para salir por ahí, entonces ni todo está perdido, pues no importa la hora, mis encuentros con la vida y sus lecciones continúan ocurriendo y enriqueciendo mi vida igualmente. Inclusive las aulas que estoy comenzando a administrar están resultando una fuente de inspiración porque estos alumnos no son, a final de cuentas, esa turba estresante y negativa que yo me temía, sino grupos interesantes y bien dispuestos, obedientes y creativos, como ya dije antes. Los locales donde doy clases son bastante aceptables y todos se muestran bien cooperadores y comprensivos con cualquier imprevisto, lo que hace que esté llenandome de otimismo con respecto al trabajo que vamos a desenvolver. Créo que vamos a entendernos muy bien en este proceso... En realidad, quien está más herido e inconformado con la aparente humillación y rebajamiento que sufrí en mi vida profesional es mi vanidad, pues no acepta ni crée que mi talento pueda brillar en escenarios más modestos y alternativos... Ah, vanidad! Vanidad de vanidades, todo es vanidad!, ya decía el sabio... Pero yo créo que estos nuevos desafíos y cambios tienen una razón de ser y tengo que enfrentarlos de corazón abierto, con buen humor y creatividad. También créo que estaba necesitando mudar mi rutina -tal vez estaba demasiado acomodada- y mismo que séa medio conturbada al principio, que pase algunos disgustos, reclame y me sienta medio insegura, la situación vá a mejorar, con certeza. Al final, Dios sabe lo que hace, no es verdad?... Entonces, yo tengo que hacer mi parte de la mejor forma posible para alcanzar el éxito que espero y que estos alumnos merecen.
Y aquí va la de esta semana, finalmente:
Samuel Becket, con mirada severa y distante, sentado en la mesa de madera rústica de lo que parece ser un restaurante en alguna carretera. Foto en blanco y negro... Bernardette Soubiroux, la niña de Lourdes, rostro rudo, cejas espesas y ojos obscuros y recelosos. Foto granulada en blanco y negro... Antonia Merced, "la argentina", alta y esbelta, expresión extasiada, parece irradiar una luz especial en su postura de danza... Vaslav Nijinsky dando su última pirueta, viejo y gordo, brazos grotescamente levantados, terno obscuro, cabellos blancos y raleados. Imagen surreal en blanco y negro de la locura que lo abatió, robándolo de los escenarios mundiales...
Leyendas, mitos, personajes más que personas. Sin embargo, cuando los miro, descubro cuerpos densos, arrugas, defectos, brevedad, mortalidad. La humanidad de carne y hueso usando ropas, con expresión, cabellos, uñas, pensamientos, hambre, sed, sexo, sueño. Los mitos son, primero y simplemente, personas como yo, y la chispa especial que aparece en sus acciones no brilla en estas fotografías pues, descubro, ella no viene de la imagen sino de la acción... Hay algo de tan banal, real, pesado y opaco en las fotos, algo de tan cercano y conocido que me deja desconcertada, pues percibo que las leyendas son iguales a mí: carne, huesos, cabello, lunares, canas, fealdad, dientes chuecos, labios finos, exceso de peso, uñas comidas... Entonces me doy cuenta de que son las acciones que ellos realizaron lo que transformó su estructura -o nuestra mirada. De la carne efímera y corruptible se puede extraer la manifestación del espíritu, sin embargo, ésta raramente es captada por el lente de una cámara.
Todos somos iguales en cuerpo y alma, pequeños y gigantes, breves como un pestañear, sin embargo, somos también capaces de transcender, de impregnar esta imagen externa con la llama de la divinidad que abrigamos. En la fotografía véo el recuerdo de un cuerpo vivo. La historia de sus actos me muestra el espíritu que sostenía este cuerpo.
Entonces, esta es Teresita del Niño Jesús, tan palpable, tan cercana. Existió de veras, y tenía su cama, sus zapatos, sus ropas, con seu perfume peculiar... Fué en este convento en Lisieux, en este patio, al pié de esta cruz de piedra, que le sacaron esta foto... Y en esta otra, ya estaba enferma. Y en esta, en la enfermería del convento, ya hablaba con sus novicias de todas aquellas cosas que yo leí. Estaba muriendo tendida en esa camilla llena de almohadas... Aqui, Julio Cortázar con la pipa, grandes ojos negros y la mecha rebelde cayéndole en la frente. Me encantan sus cuentos surrealistas...
Todas estas personas existieron -y existen- para mostrar alguna cosa sobre lo que es ser humano. Y hay infinitas opciones!... Podemos ser humanos de las formas más inesperadas, y si conseguimos cambiar alguna cosa y hacer que la humanidad dé un paso más -grande o pequeño- entonces seremos leyenda también.

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