quinta-feira, 21 de maio de 2009

Alumnos

Y, por fin, la última crónica!.. De aquí en adelante, ellas estarán actualizadas con las que serán publicadas en el diario, si bien créo que cuando esto suceda voy a postear dos textos, porque como el límite de líneas para la columna es solamente de 30 (absurdo!), vá a resultar una crónica demasiado corta. Se dice que las cosas buenas vienen en paquetes pequeños, pero como soy golosa, no me voy a conformar con poco... Bueno, escribir no es nunca demasiado!...

Dá gusto verlos así, en silencio, concentrados, ojos fijos en la hoja de papel, la lapicera deslizando velozmente por las líneas, llenándolas de carácteres, de ideas, de personajes e historias... El sol se pone allá afuera, la ciudad se serena, toma un baño, arregla la mesa para la cena, las cocinas se llenan con los perfumes de la sopa, el bife, el arroz, de los porotos; el viento refresca, murmura. De improviso, un revuelo de gorriones pinta el cielo rosado de flechas obscuras que desaparecen en el palto de la casa vecina, haciendo su algarabía de costumbre, felices porque la jornada termina y preparandose para la siguiente... El móbil colgado en la ventana de la sala toca sutilmente, sin perturbar la tranquilidad del ambiente. Desde mi silla frente a la puerta abierta continúo observandolos y sonrío. Están creando, soñando, inventando, viajando, luchando con los adjetivos, las comas, los puntos suspensivos, los diálogos, la concordancia, la coherencia, la terrible hortografía.... Puedo percibir su esfuerzo por sus expresiones -como de quien penetra a sablazos en una selva espesa. No imagino cuál será el resultado de esta aventura, pero lo que realmente importa es que, por primera vez, están mostrandose, hablando de ellos mismos, osando entrar en el universo de la expresión personal, de los sueños, de las confesiones. Me encanta este coraje que demuestran en cada línea completa, así como me encanta este mismo valor de mis otros alumnos -los de teatro y dibujo- toda vez que aceptan y vencen los desafíos de cada aula. Y esto sucede siempre que su entrega a la disciplina es total y verdadera.
Unos demoran más para encontrarse, otros menos; unos pocos ya vienen listos. Algunos llegan lejos, otros no osan aventurarse más allá de los límites seguros, unos pocos desisten ( y yo me quedo esperando a que decidan intentarlo nuevamente, más adelante) derribados por sus propios fantasmas y expectativas exageradas... Sin embargo, más tarde o más temprano, todos tienen algo que decir, y lo dicen, ni que séa en una frase, pero lo hacen con toda el alma, y por eso su producción es buena y significativa, valiosa...
Los contemplo desde mi silla y aprendo con ellos.

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