sexta-feira, 8 de maio de 2009

Atravesar la calle

Todavía sin tener certeza de cuáles crónicas ya posté aqui, continúo publicando las que aparecieron en el diario (cosa que debia haber hecho al principio) entonces, si salir alguna repetida, van a tener que disculparme.
Hoy día estoy absolutamente feliz porque aquella amiga-secretária-cómplice que me había dejado para viajar para Portugal -la Ivonete- volvió a mi casa y como consecuencia, todo tornó a ser organizado, limpio, tranquilo y com um ótimo clima. No hay cosa peor para alguiem como yo -extremamente organizada y sistemática, que necesita ordem y rutina para producir- que no sentirse confortable, contenta y segura en su propia casa. Andar por ahí como una gitana para dar aula en las escuelas no es tan difícil porque, al final, esto va a acabar tornandose una rutina en mi dia-a-dia (hasta porque será imposible escapar de ella) que ya estoy asimilando de forma bastante positiva. Ahora, tener esa sensación de transitoriedad o falta de cimientos en la propia casa es algo inadmisible para mí. Al final, nuestro hogar es nuestro castillo, nuestro universo, es donde guardamos las cosas más preciosas y donde tenemos la oportunidad de ser completamente libres y espontáneos. Y es increíble, mas esta mujer -algún tipo de ángel suelto en la tierra- tiene el poder de hacerme bien, de dejarme serena y feliz, de hacerme sentir que mi mundo está en equilíbrio y armonia y que por eso puedo quedarme sosegada y ocuparme de las cosas realmente importantes. El resto queda por cuenta de ella y sé con certeza que no me vá a decepcionar. Esto es algo que no tiene precio. Personas como ella precisan ser valorizadas, imitadas, escogidas como compañeras y confidentes... Hay veces en que paro para pensar y aún me maravillo con el poder -positivo o negativo- que algunas personas tienen sobre nosotros y nuestro ambiente. Conozco algunas que hacen realmente mal, que son como enfermedades o vampiros que roban todo lo que hay de positivo dentro de nosotros o a nuestro alrededor. Sin embargo, felizmente, conozco criaturas como la Ivonete, que equilibram la balanza y hacen del mundo un lugar mejor para quien cruza com ellas o tiene el privilegio de convivir a su lado.
Y en medio a tanta felicidad y calma, aqui vá la crónica de esta semana:

Siempre me llamó la atención esta frase: "No hay que buscar nuevos paisajes, hay que mirar el paisaje com nuevos ojos."... Me parecía un poco desconcertante, como si el consejo fuese permanecer parado, esperando alguna cosa caer del cielo, no salir del lugar para ir en busca de nuevos horizontes, de mudanzas, de crecimiento. Ahí, yo me preguntava: aquella era realmente una frase digna de ser publicada y celebrada? Y, sin querer, me quedé meditando sobre ella, sobre su mérito, su propósito. Y vengo pensando en ella desde que la leí en una hoja de papel pegada en una de las paredes de las salas de la Fundación Cultural. Quién la habría colocado allí? Con qué intención?... Sin respuesta.
Entonces, aconteció que el outro dia volvía del centro al caer la tarde, caminando por la misma calle por la cual vuelvo todos los dias, cuando, no sé por qué, decidí atravesar y venir andando por la otra vereda. Tal vez el sol cayese com menos fuerza en aquel lado, tal vez los árboles ofreciesem más sombra, tal vez la vereda fuese menos accidentada o, quién sabe, consiguiese un aventón con algún conocido viniendo por la misma calle... Primero no percibí nada diferente, mas, despues de avanzar algunos metros, erguí los ojos y los tendí por la calle arriba... Qué sorpresa! Una visión totalmente diferente, nueva, de la vieja calle, se reveló delante de mí!.
Paré, totalmente sorprendida, y solté una silenciosa exclamación y una sonrisa. La famosa frase vino como una ráfaga de viento a mi cerebro... Como eran diferentes las cosas desde este otro ángulo! Las sombras, los árboles, las casas, la perspectiva de las otras calles perpendiculares, de los jardines, de la panaderia, de la tienda de videos, del bar... Hasta los colores y los sonidos parecian tener tonalidades diferentes, voces nuevas, lenguajes desconhecidos! Estaba pasmada. Mudar el ángulo -la mirada- realmente muda el paisaje. Todo es nuevo, tiene otras dimensiones, otras consecuencias, uno consigue ver lo que no veia de la otra posición. Todos los conceptos se reformulam, secretos son revelados, nuestra propia postura muda, el viento sopla de otros lugares, trae otros mensajes... Viejo paisaje, nuevos ojos: transformación.
Comprendí, entonces, el sentido de aquella frase de la hoja en la pared. No hay que cansarse de mirar, pues el paisaje posée mil variaciones y lecciones que solamente con nuevos ojos, nueva disposición y curiosidad podremos ver y aprovechar. La rutina es una asesina. Nos aplasta, nos embrutece, nos mutila, sin embargo, generalmente somos nosotros mismos quienes permitimos que ella nazca, crezca y se instale en nuestras vidas, aniquilandolas y robandoles todo el placer y la alegria, la frescura, la creatividad, la percepción y la inocencia que son su motor, transformandonos así en viejos y hastiados, sin esperanza, sin luz.
Mirar la vida cada dia como el milagro de diversidad que ella es, es un tónico para la salud y hace crecer el alma y las ganas de continuar y renovarse. Basta una guiñada y todo habrá mudado, inclusive nosotros mismos... Por qué no atravesar la calle?.

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