quinta-feira, 21 de maio de 2009

Unión

Todavía no batí mi record diario, entonces aquí vá la tercera de hoy!...

Está habiendo un evento en el cine teatro y yo estoy en la cocina tomando mi desayuno (no tuve tiempo de tomar en casa porque mi despertador se botó en huelga y me hizo salir que ni una loca de la cama) sentada en el único rincón vacío de la mesa con mi vaso de té y mis galletas, y observando el afán a mi alrededor... Están las personas importantes que subirán al escenario para hacer su disertación. Están los organizadores, que corren atrás de las cosas burocráticas y prácticas para que el evento se lleve a cabo sin tropiezos. Está el iluminador, que se queda sentado en la cabina allá encima y pone toda la maquinaria del teatro a funcionar a fin de amparar al disertador. Están las recepcionistas en la puerta, elegantemente vestidas, maquilladas y peinadas, que tienen que entregar los programas y recibir y conducir a las autoridades hasta sus lugares con extremada educación y una sonrisa siempre a flor de labios. Está el decorador que pierde el sueño planeando el visual de los arreglos florales que irá a colocar en las mesas, el escenário y en lugares estratégicos del saguán de entrada, escogiendo el color de los manteles y la disposición de los paneles con fotos y posters. Está la nutricionista que confecciona el menú que será servido en el intervalo y supervisiona al personal de la cocina. También están las cocineras, que están aquí a mi lado, corriendo y sudando, de delantal blanco y toca, que cortan sin descanso panecitos, tomates, lechuga, queso y jamón; mezclan atún con mayonesa, cuelan café, hierven té, llenan jarros y más jarros de jugos coloridos y hielo, enjuagan vasos y tazas, platos, cuchillos, cucharas y bandejas. Y finalmente, están los celadores y fajineras cargando sus escobas, palas, mangueras, hazadones, baldes y traperos mojados, encargados de mantener el local brillante y perfumado, los baños con jabón y toallas limpias, papel higiénico y lavatorios secos... Todo el mundo parece tremendamente ocupado con las cosas que tienen que ver con su área del evento y cada una se vuelve la más importante para quien trabaja en ella. Las cocineras ni piensan en el nerviosismo de las recepcionistas. El disertador no imagina el dolor de cabeza que los organizadores están pasando para resolver los imprevistos que podrían arruinar su presentación. Nadie se preocupa con la agonía del decorador viendo sus arreglos deshechos y sus manteles de lino ensuciados por esa bandada de convidados muertos de hambre que aparentemente no tienen educación alguna. Nadie se acuerda de la espalda rígida y adolorida del iluminador, que está sentado hace horas en aquella silla incómoda...
Véo esta especie de guerra silenciosa y feroz que se desenvuelve a mi alrededor y me pregunto si esto es trabajar en equipo. Hacer solamente su parte, sin preocuparse con la de los otros, vá a facilitar el trabajo? Ocuparse únicamente de su área con eficiencia será lo bastante para que todo vaya bien? Dedicarse solamente a su objetivo hará que el evento tenga el éxito esperado? Núcleos actuando separados pueden ser llamados de un todo perfecto?... Y así mismo, al final, unos van a aprovechar el trabajo y la eficiencia de los otros para obtener el resultado ansiado por todos, entonces, están interligados, lo quieran o no. Unos dependen de los otros -a pesar de pelearse en el mismo campo de batalla- para que todo funcione armoniosamente. No importa cuánto deseémos separarnos, siempre permaneceremos ligados unos a los otros de alguna forma, dependeremos unos de los otros, necesitaremos unos de los otros, pues estar juntos no significa compartir un mismo espacio, mas sí el mismo objetivo y el mismo amor.

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