terça-feira, 15 de setembro de 2009

Mañanas

Bueno, y aquí vá el primero de los tres brindis que les prometí. En general, las crónicas que salen publicadas en el diario son muy cortas (todavía insisten en esas 30 mutiladoras líneas!) entonces voy a ponerlas como brindis junto con los textos más largos todas las veces que sean publicadas. No tengo nada contra los textos cortos, pero no es muy entretenido tener la inspiración restringida por espacios o número de líneas. Tengo crónicas cortas que fueron escritas espontáneamente, pero, si me dieran a escoger, preferiría no tener límite para redactar hasta conseguir dejar el concepto lo más próximo posible de la perfección... Cosa que, claro, es imposible para cualquier artista, pues nuestras obras no están nunca realmente acabadas, ya que nuestra propia maduración hace que todas las veces las veamos con nuevos ojos y las transformemos, las renovemos, las reinventemos... pero ahí está la gracia, no es verdad?

Las mañanas son, definitivamente, gloriosas. Gloriosas en cualquier lugar, en cualquier estación, en todas las edades. Mañanas significan nuevos comienzos, nuevas oportunidades, nuevas experiencias, promesas que pueden cumplirse, esperanzas renaciendo. Son la luz del arrepentimiento, la acción reparadora, la palabra de aliento, la caricia de la fé, el perdón para nosotros mismos. Los ángeles se vuelven gorriones, zorzales, golondrinas, chincoles y tordos que cantan al amanecer, llamándonos para que presenciemos otra aurora de expectativas. El sol invade nuestras vidas sin pedir permiso, hasta ayer miserables y obscuras, y el aire frío renueva nuestros sentidos, remece nuestros sentimientos... Somos santos por la mañana!... Es como si todo sucediera por primera vez. Volvemos a ser niños, vírgenes, valientes, crédulos, alegres e inocentes como el cielo que se anuncia. Nada existe aún fuera de los límites de nuestro corazón intocado, entonces es el momento de crear, de planear, de aprender y asumir, de ver y comprender. De empezar a amar y a ser amados.
Deberíamos vivir todos los días, el día entero, en la mañana, siempre atentos y optimistas, expectantes; deberíamos conservar la frescura, el vigor, la paciencia y la conciencia del amanecer... Cómo Dios y los ángeles están cerca por la mañana! Nada tenemos sino a ellos en esta hora. Si viviéramos en la mañana los sentiríamos siempre junto a nosotros, dentro de nosotros, en todo lo que nos rodéa... Cómo sería morir cuando el día amanece? Sería como decirle adiós a la noche, abrir las alas y volar hacia la vida que se avecina? O sería como entrar en el sol y desparramarse por el mundo con su luz?...

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