domingo, 4 de maio de 2014

"Mensajes"

    Hasta yo misma me estoy empezando a mirar feo, porque continúo sin cumplir mi promesa de escribir y publicar un nuevo cuento, pero es que parece que siempre aparece alguna situación que me lo impide. ¡Qué fue esta semana? Una tremenda crisis de colon por haber comido un montón de porquerías deliciosamente diabólicas que me dejaron casi en estado de coma y, claro, con la inspiración yéndose por el water... No sé hasta cuándo voy a cometer estos seudo-suicidios periódicos, o hasta cuando voy a aguantar envenenarme, y pagar por hacerlo. Uno es muy idiota a veces y con muy poca fuerza de voluntad y juicio, porque hace las cosas erradas sabiendo perfectamente lo que va a pasar... Y pasa.
    Entonces, ya que estoy empezando a sentirme mejor y más animada, vamos a ver si esta semana consigo sentarme a escribir ese famoso cuento. ¡Ya tengo hasta las primeras frases!... Pero no voy a prometerles nada todavía. Si me sale, les aviso por face y aquí mismo, ¿ok?...
    Y antes de que me tiente con otra porquería, aquí va la de esta semana:



    La veo todos los días estampada en la pared del Instituto Nacional. Algún estudiante rebelde e insolente, en un momento de desafío a la autoridad -cualquier autoridad- debe haberse encaramado a un cajón para escribir con tinta negra y letras enormes esta palabra, probablemente dirigida a sus compañeros de toma o protesto: "¡Ánimo!", está rayado, donde todos pueden leerlo... Pero lo que este chico no sabía era que, si bien él tenía una intención al escribir, al final, su apoyo a los colegas acabó convirtiéndose en un aliciente para todos nosotros que, a veces agobiados por preocupaciones, pasamos delante de este edificio. "¡Ánimo!", nos grita el spray negro, y al verlo parece que a uno se le pone el alma más liviana, se le agilizan los pasos, le aparece la sombra de una sonrisa en una esquinita de los labios. Es un recado directo, como una bofetada, un gesto desafiante y optimista. Es la fuerza de un joven como legado para todos. Tal vez sea el mismo que, en el muro del edificio al frente escribió: "Mi papá conoce más a su trabajo que a mí", como una disculpa para ser rebelde e insolente, para exigir, para no perdonar. Pero yo me pregunto cuántos padres pasaron frente a esa pared y, ni que fuera de reojo, leyeron el mensaje y se quedaron pensando en su propio comportamiento... Así también la declaración de otro mocoso al lado del portón de garage: "Mi mamá piensa que soy lindo". E imagino cuántas persona tal vez se dieron cuenta de que no estaría demás elogiar a los otros de vez en cuando... Y "Si tu dios se viste de oro, desnúdalo", debe haber dejado a mucha gente pensando también...
    A veces es interesante, y revelador, parar por algunos segundos para leer estos mensajes y darse cuenta de que -mismo de una manera poco ortodoxa- pueden estar dirigidos a nosotros para hacernos reflexionar, cambiar actitudes, tomar nuevas decisiones y resolver conflictos; a veces son una respuesta o una verdad que necesitamos percibir.
    Todo a nuestro alrededor está lleno de mensajes, de respuestas, de invitaciones a la reflexión y el cambio, de alertas y consuelo, de alicientes al coraje y a la fe. Basta saber mirar.

Nenhum comentário:

Postar um comentário