segunda-feira, 31 de maio de 2010

Opuestos

De nuevo el lunes, pero esta vez mucho más relajada... Y por qué ese milagro?... Bueno, en primer lugar, porque hoy es feriado aquí, y en segundo, porque ayer tuvimos el primer ensayo completo de la pieza sobre la historia del café y -fuera las tres coreografías que están faltando (ya montamos las dos más importantes) y que serán relativamente fáciles- me dí cuenta de que, finalmente, está terminada!... Uf, no imaginan el alivio que sentí, porque a partir de ahora puedo dedicarme solamente a limpiar o remontar los detalles, a perfeccionar las performances de actores y bailarinos y a corregir partes del texto que todavía merecen algunas dudas. Lo grueso, que era memorizar el texto y las marcaciones, ya está listo, y bien a tiempo, porque el estreno ya fué marcado para el día 30 de Julio (viernes) y hasta las sesiones de cine serán canceladas para que tengamos todo el tiempo y el escenario a nuestra disposición para los últimos ensayos generales... Putz, sinceramente, hubo un momento en que pensé que no iba a conseguir dar cuenta de la encomienda, que me parecía una cosa demasiado grande para mis capacidades. Ganas tenía -eso siempre tengo!- pero había momentos en que las cosas parecían tan desconectadas y las personas tan sin noción del trabajo que tenía que ser hecho, que pensé que todo acabaría en un inmenso y vergonzoso fiasco... Sin embargo, poco a poco, con la mayor calma y claridad posibles, siempre pidiendo inspiración y fuerza, cada parte empezó a entrar en sus ejes y ahora todo está yendo sobre rieles. Créo que en el instante en que me dí cuenta de que si alguien -yo misma, ya que mi jefe, que había dicho que tomaría la dirección del espectáculo, estaba demasiado ocupado con los otros problemas de la fundación- no tomase las riendas del montaje con firmeza todo el proyecto se iría al hoyo, y que esta taréa estaba en mis manos, fué decisivo para que el trabajo tomara una dirección y una forma definitivas. Hasta entonces, yo estaba medio que en la retaguardia, sólo observando, sin querer interferir en el trabajo de las otras áreas envueltas (hasta porque ya había llevado una tremenda bronca de mi jefe por hacerlo) y dejando la dirección en la mano de mi jefe, pero poco a poco, él fué alejandose y dejando las cosas cada vez más conmigo, entonces, o yo despertaba y pescaba la dirección para valer o entonces no iba a llevar solamente una bronca fenomenal, mas también una patada en el trasero... Entonces él, en una actitud totalmente inesperada, me dió este voto de confianza y dejó todo el proceso de montaje de todas las áreas en mis manos... Guau, eso fué estupendo! Era lo que necesitaba -el desafío y el voto de confianza- para tirarme de cabeza y poner todas mis habilidades, mi creatividad y mi aliento, fuera mis dotes de líder, a funcionar a todo vapor!... Y créanme, no me arrepiento en absoluto de haber aceptado esta responsabilidad sobre mis hombros porque estoy convencida de que el musical vá a quedar sensacional y vá a ser un éxito, no sólo por mi trabajo, sino también por el talento y el esfuerzo de todos los envueltos. Tal vez no quede a la altura de un musical de Brodway -como sueña mi jefe- pero créo que vá a cumplir su cometido y le vá a encantar al público, inclusive porque nunca antes fué montado un espectáculo de esta magnitud aquí, en este teatro. Entonces, me siento sumamente honrada por ser la que vá a "inagurar" la era de las super-producciones en esta ciudad... No es para estar con toda la cuerda?... Esto, junto con el éxito que las clases de teatro están teniendo (todo el mundo quiere entrar en el grupo!) y la calidad de los alumnos de este año, me dejan completamente feliz y realizada... Repito: no es para estar con toda la cuerda?... No es un mar de rosas y el camino está lleno de obstáculos, disgustos y frustraciones, pero créo que esto equilibra la balanza e impide que nos muramos de una vez de pura felicidad... Pero créanme, definitivamente, está valiendo la pena.
Y como siempre, aquí vá la crónica de la semana pasada, en este glorioso y frío feriado de cielo azul.
En el viaje, un curioso contraste de cuadros a través de la ventana del coche: en las encuestas, enormes canteros naturales engastados de azucenas blancas, semejantes a orgullosos príncipes coronados de copos de nieve, y en el acostamiento irregular y carcomido por las matas y la tierra un caballo muerto, las tripas miserablemente expuestas, el cuerpo hinchado y cubierto por enjambres de moscas... Nubes grises obscurecen el cielo en una amenazadora coreografía, sobreponiendose unas a otras, transformando el paisaje encima de la iglesita de donde salen los recién casados, sonrientes y emocionados, para recibir una lluvia de arroz y flores del campo... Villas, casuchas aisladas, chacras, plantaciones semejantes a ondulantes océanos verdes, riachuelos, ganado pastando perezosamente, rocas prehistóricas, aves desconocidas soltando sus trinos insolentes encima da nuestras cabezas y, al lado, como en una dimensión paralela, la carretera por la cual avanzamos, junto con otras centenas de autos que también tienen que regresar a casa, veloces e impávidos, rugiendo sus notas desafinadas y estridentes en medio de este paisaje tan sereno y anacrónico... El zumbido del viento, el pito del tren a lo lejos, los perros de nadie; hombres, mujeres y niños caminando con paso lento por el acostamiento donde el paso de los coches levanta remolinos de polvo. Algunos van bien vestidos y peinados, con bolsas y paquetes, como quien va a hacer una visita o se dirige a la iglesia; otros van sucios de tierra, harapientos, de condoritos o botas zurradas, cargando sacos o herramientas al hombro... Todo pasa como un borr[ón por la ventana: bicicletas arruinadas, sombreros amorfos, rostros morenos surcados por mil arrugas, ropas coloreadas, bolas y chiquillos gritando y corriendo, bares, hombres sentados en cajones fumando o bebiendo, garages, talleres de vulcanización negros y sepultados en neumáticos viejos, gasolineras, restaurantes anunciando del plato del día. Campanarios pobres y silenciosos, cementerios derritiendo al sol, barracas de miel y frutas, de salame casero y queso fresco... Mirando por la ventana, protegida por la sombra y la comodidad del asiento del auto, empiezo a percibir que allá afuera, al borde de la carretera, existen otros universos que, sin embargo, para mí -y tal vez por aparecer tan diferentes y lejanos- no pasan de pasajes, puntos de apoyo, espacios de sobrevivencia que rellenan los kilómetros que separan a las grandes ciudades. Sin embargo, poco a poco me doy cuenta de que, para toda esa gente que vive allí, aquello es un hogar, un lugar lleno de significado, que cuenta sus historias y es testigo de sus fracasos y conquistas, de sus penas y alegrías, y que ellas realmente acontecen, por más insignificantes que puedan parecernos a nosotros, que las observamos apenas durante algunos instantes desde nuestros automóbiles. Puede haber ceguera, ignorancia y falta de opciones, resignación, ansias irrealizables y falta de todo (pues se encuentran en una especie de limbo donde no pueden sere llamados de ciudad, ya que solamente ocupan el espacio entre ellas, como satélites despreciados y olvidados) sin embargo, es el lugar donde viven, donde siembran, donde se casan y tienen sus hijos, envejecen y mueren. Su simplicidad no es un pecado, sino su manera de ser, la oportunidad que la vida les dió... Entonces me pregunto: todo lo que existe está en su lugar, es justo, necesario? Cada uno se encuentra donde pertenece, haciendo lo que le corresponde? Lo que nos rodéa es miseria, opulencia o, simplemente, diversidad? Es esta mezcla, a veces cruel o exagerada, lo que le dá sabor a la vida, expectativa, fuerza, persistencia, poesía, esperanza?... Porque, definitivamente, es de todo esto que es hecho el universo: vivos y muertos, ricos, pobres, viejos y jóvenes, alegrías y tristezas, pérdidas y encuentros, verdades y apariencias; y cada cosa y persona, cada acontecimiento está en su lugar en el presente, ejecutando su parte del plan divinio, despertando cada día para seguir adelante... Sequía e inundación, ignorancia y sabiduría, lluvia y sol, guerra y paz, noche y día, vida y muerte... Los opuestos equilibran los ciclos vitales y nos enseñan sobre las opciones y sus consecuencias y, así como nosotros podemos aprender de las villas, personajes y cuadros a través de la ventana del coche, alguién puede aprender de nuestros autos, nuestras ciudades y nuestro progreso.

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