segunda-feira, 17 de maio de 2010

Enfermos terminales

Otro fin de semana atareadísimo -y hasta con recompensa financiera!- pues tenía que terminar una pieza de teatro para hoy en la tarde, entonces me lo pasé una buena parte de él sentada aquí y, entre el aséo, las camas para hacer, la preparación de ensaladas y algunos programas de televisión que simplemente no podía perder, ensayos y asesoría coreográfica, conseguí dar cabo de la encomienda. Créo que quedó una historia bien interesante y que a mi colega le vá a gustar, mismo si no tiene casi nada que ver con los esbozos que ella me pasó (esto es típico mío: denme un esbozo y yo hago un tremendo viaje!) Resultó una pieza mucho más séria, larga y compleja, pero si ella necesita de ayuda con el montaje, estoy lista para cooperar... Y claro que me va a encantar! En realidad, sólo no me ofrezco para dirigirla porque los alumnos son suyos y yo ya estoy con mi tiempo todo comprometido, y como no puedo hacer hora extra... Tendría que ser en la base de "amor al arte"... Y después, a mi jefe puede no parecerle muy ético que yo haga el trabajo de mi colega, por más que me guste.
Entonces, es por eso que estoy posteando esta crónica hoy en la tarde, antes de ir a trabajar, pero como ya dije: "Más vale tarde que nunca"!... Todavía me faltan dos piezas para escribir para los grupos infantiles de esta colega, pero éstas no tienen tanta urgencia, entonces voy a disponer de un poco más de tiempo... espero. Porque estoy percibiendo que también voy a tener que meter mi cucharita en la parte coreográfica del musical, ya que la chica encargada de montar las danzas todavía no hizo nada -y parece que no está con muchas ganas tampoco- a pesar de estar en poder de las músicas hace más de un mes. Entonces, como no tengo la menor intención de llevar sermón de jefe, voy a marcar una reunioncita con ella hoy en la tarde para ver si resolvemos este impase, mismo que yo misma tenga que entrar con ella en la sala para montar las coreografías. Bueno, la verdad es que ya incursioné en el mundo de la danza muchas veces -hasta tenía mi propio grupo!- entonces no voy a estar para nada perdida. Al contrario, créo que me vá a encantar!
Y antes de que alguien me telefonée para pedirme alguna otra cosa, aquí vá la crónica de la semana -pasada, de nuevo!.
Siempre me llamó la atención el hecho de que algunos enfermos terminales, a pesar de físicamente exhaustos y desfigurados, presos a una cama y llenos de aparatos, o a una silla de ruedas, sin poder hacer casi nada sin el auxilio de alguien y sin ser más capaces de llevar la vida a la cual estaban acostumbrados, tienen un qué de misteriosa fuerza, un aura de gloria que brilla sobre su propia agonía como un farol en medio de una tempestad. De alguna forma, estas personas desenvuelven una energía desesperada, ávida y osada que toma cuenta de ellas por completo, transformandolas en verdaderos leones, en héroes a ser imitados en esta batalla que, al final, perderán honrosamente. Parece una paradoja: el nacimiento de una nueva existencia en un ser que sucumbe al cáncer, al sida, a la tuberculosis, a la parálisis, a la degeneración física y mental -pero no espiritual. Fuerzas extrañas y poderosas parecen comandar sus cuerpos y mentes consumidos. De repente, encarando un futuro que no existirá para ellas, aprenden lo que es la compasión, la alegría, el coraje, la conciencia, la paciencia, la serenidad. Descubren lo que es el tiempo y cómo debe ser aprovechado, lo que es la vida y lo que realmente importa en ella. Irónicamente, comprenden el milagro de la existencia mientras ésta se les escapa inexorablemente, a una velocidad asustadora.... Estos enfermos terminales se permiten, entonces, actos, pensamientos y sentimientos absolutos, plenos, sin miedos o preconceptos; derriban osadamente todo lo que impedía la realización de su felicidad, de su humanidad, de su destino. Cara a cara con la muerte, deciden abrazarla sin recelo, conversar con ella, luchar con ella como dos viejos enemigos que, finalmente, libran su postrera batalla. Del dolor y del miedo brotan poco a poco la sabiduría, la percepción, el perdón, el deséo verdadero de reconciliación y paz; se empieza a construir el verdadero legado... Están partiendo, y tienen una cruel conciencia de ello, el tiempo es precioso. Entonces, es hora de vivir.
Pienso que, en realidad, es así que todos nosotros deberíamos vivir, pues, a final de cuentas, también somos enfermos terminales, también estamos muriendo, mismo que no nos demos cuenta, que no sepamos el día de nuestra muerte y no presentemos ningún síntoma tan dramático, a no ser algunas arrugas, canas y achaques que conseguimos aliviar con remedios o fisioterapia... Pero crecer es aproximarse de la muerte, y envejecer es un síntoma... Por qué pensamos que tenemos tanto tiempo? Por qué insistimos en vivir la fantasía de que son los otros los que mueren y que esto jamás nos sucederá? Por qué vamos dejando las cosas más importantes para después? Y si ese "después" resulta demasiado corto?... Y en este sueño de supuesta eternidad vamos retardando, postergando, dejando de lado, olvidando, renunciando a sueños, afectos, acciones, miradas, gestos y palabras, decisiones, abrazos y sonrisas, opciones y momentos para los cuales la muerte no nos permitirá volver... No hay disculpas para descuidar nuestra felicidad, nuestra realización, nuestros sueños y amores verdaderos. Por qué esperar el cáncer para despertar? Por qué sentir el cuerpo martirizado y sin fuerzas para decidir que es hora de hacer algo efectivo, inmediato? Por qué la faz de la muerte en el espejo para obligarnos a vivir? Por qué la perspectiva del fin para tomar conciencia y empezar?... La fuerza sobrenatural que nos impulsa no yace solamente en la enfermedad incurable. La muerte que nos espía no es solamente física ni está tan distante como queremos creér... Somos enfermos terminales, pero nos recusamos a portarnos como tales. Las ganas de vivir vienen del hecho de conocer nuestra brevedad y fragilidad, nuestra impotencia delante de lo inevitable. La muerte nos ronda a todo instante, disfrazada de mil maneras; somos nosotros los que no la reconocemos. La muerte inminente despierta en el enfermo la conciencia y las ganas de vivir nuevamente... Y cómo es para nosotros? La muerte tiene que ser inminente para que despertemos?...

Nenhum comentário:

Postar um comentário