domingo, 28 de fevereiro de 2010

Imagen

Bueno, si antes ya me gustava escribir, ahora que -finalmente- estoy con computador, teclado -con el que tengo que acostumbrarme todavía porque es menor que el otro que tenía- impresora, mouse y hasta una silla nueva, imagínense entonces!... Simplemente, estoy en la más completa gloria! Con certeza, después de esto, mi querido hijo queda excento del regalo del día de las madres y del de mi cumpleaños!... En realidad, créo que él no tiene la menor idea de lo que realmente significó para mí esta actitud suya, no sólo porque necesitaba cambiar mis equipamientos, mas porque ella demuestra cuánto se preocupa y se interesa en las cosas que yo amo. Y esto, sí, no tiene precio; es la parte más valiosa de su regalo... Es como haber recibido un tremendo ánimo y un poderoso voto de confianza para continuar y mejorar en esta vocación. No me canso de permanecer aqui sentada creando y digitando; no me duele la espalda, ni los brazos, ni los ojos, porque la pantalla es más grande y más clara, entonces puedo trabajar por mucho más tiempo que con mi Viejo Samurai (que, a propósito, fué donado a una escuelita de la periferia. Imagínense si lo iba a descartar! Todavía puede servirle a mucha gente y yo estoy muy agradecida por su compañía y fidelidad durante los años en que trabajamos juntos. Y se lo dije cuando la chica estaba llevándoselo)... En realidad, este computador está pareciendome algo de ciencia-ficción, porque es extremadamente rápido (uno no tiene ni tiempo de arrepentirse de haber cliqueado!) y posée un montón de acesorios que ayudan al usuario a trabajar mejor. Hay cosas que todavía ni sé para qué sirven y otras que probablemente nunca voy a usar -porque mis necesidades son bastante básicas- pero esta sensasión de confort y modernismo, de nuevas -y veloces- posibilidades que toma cuenta de mí cada vez que me siento aquí vale cada giga de esta preciosidad!...
Bueno, y vamos a dejar un poco de lado este entusiasmo contagiante -porque estoy realmente pareciendo un niño con un juguete nuevo, pero yo soy así mismo, sobre todo cuando me dan o compro alguna cosa relacionada a lo que más amo en este mundo: escribir- y vamos a la crónica de esta semana... Pero que no saldría nunca más del frente del computador, ah, eso es la más pura verdad!...
Ah, y antes que se me olvide, esta semana habrá una nueva historia en el pazaldunate-historias. blogspot.com, ok? Hagan una visita por allá!.

El hombre pasó por mí, veloz y silencioso como una sombra, flaco y mal vestido, oliendo a colonia barata. Yo ya había escuchado sus pasos apresurados atrás de mí hacía algún tiempo, y cuando ví sus piés adelante de mí percibí por qué los escuchaba tan claramente: el hombre calzaba dos zapatos diferentes, uno café y el otro negro, ambos demasiado grandes, viejos y medio deformados y, para mi sorpresa, medias soquete femeninas, también de pares distintos. Pantalones cortos, chaqueta unos dos tamaños mayores que su tronco, cubierta de manchas y zurcidos, de un color indefinido, cabello negro domado con mucho gel, rostro consumido, de pequeños ojos apagados y vagos, mal afeitado, manos llenas de callos, uñas largas y sucias... Mirando su nuca color tierra me pregunté cuántos años tendría, cuál sería su destino, o de dónde estaba viniendo. Cuál era su pasado? Cuáles eran los personajes de su história? Cuál era su letanía de desgracias y mala suerte, de humillaciones, errores y fracasos? De quién era hijo? Tenía esposa, hijos, casa, perro, empléo?... Sin embargo, no me parecía el padre de alguien, sino un niño abandonado, desilusionado, engañado por los espejismos de un mundo que prometía mucho y, al final, sólo hacía zancadillas y dejaba con las ganas. Debía tener unos treinta años, pero parecía cargar un siglo de desgracias sobre los hombros estrechos y curvados.
Me quedé con la imagen del hombre en la cabeza por mucho tiempo -como suele sucederme cuando encuentro algo o alguien que me impresiona- y cuando llegué a mi casa tiré la cartera y las bolsas encima de la cama y, sin ni siquiera tomar un vaso de água a pesar del calor que casi me derretía el cerebro, fuí a pararme delante del espejo de mi cuarto. Me quedé em pié allí, contemplando mi imagen en silencio, comparándola con la de aquel hombre... La suya nada escondía, al contrario, todo revelaba, todo contaba, pues parecía no tener nada que perder mostrando su verdad; no necesitaba mantener una imagen, engañar o impresionar a los otros, mentir o inventar sobre su historia... Entonces pensé en aquellas personas que tienen que hacer esto: esconder, maquillar, disfrazar, crear y sostener una imagen para sobrevivir, para no ser despreciadas, juzgadas o castigadas por la sociedad. Y pensé en mí misma, en los dolores que ya cargué y de los cuales todavía tengo que terminar de librarme, y que tan bien escondo para parecer fuerte, sobre control, sábia y serena... Desgraciadamente, nuestra imagen ni siempre condice con lo que está en nuestro corazón... Y ahí se me ocurrió, inesperadamente: "Y si yo fuera como ese hombre, que mostraba su verdad para que todo el mundo la viera? Qué pasaría? Cuál sería la reacción de las personas? Se compadecerían? Se ofrecerían para ayudarme, para consolarme, prestarme dinero, amarme? O simplemente me ignorarían, así como yo lo había hecho con el hombre?... Qué peso era más aplastante: tener que fingir o soportar la indiferencia?...

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