sexta-feira, 5 de fevereiro de 2010

Hilos sueltos

Bueno, y finalmente, el día tan temido llegó: la vuelta al trabajo... Entretanto, de temido tuvo sólo el nombre porque, ya empezando con la reunión del jueves con los jefes y todo el equipo de profesores para ponernos al día de las novedades para este año, las cosas se mostraron sorprendentemente cambiadas y abiertas. Pareció que, de repente, las nubes, los abismos, las puertas cerradas, los rencores y los resentimientos, los obstáculos y la negatividad que reinó imperturbable a lo largo del año que pasó habían sido barridos por algún viento milagroso -y, dígase de pasaje, totalmente inesperado- y lo que había en aquella sala era sólo optimismo, buena voluntad, disposición y ganas de que todo funcionara bien, de llegar a un mismo objetivo de la mejor forma posible, sin castigos ni cobranzas... Era como estar empezando de cero!... Yo me lo pasé las vacaciones enteras luchando para no hacerme ningún tipo de expectativas -ni buenas ni malas- para no vivir de antemano cualquier situación o enfrentamiento que pudiera surgir por causa de diferencia de opiniones, para no predisponerme a nada, para ni siquiera parar para pensar en lo que podría estar aguardandome, ya que estaba demasiado escaldada como para sentirme optimista al respecto, y créo que lo conseguí. Disfruté mis vacaciones, me relajé, me ocupé de mi salud (bastante afectada por tantos disgustos) y escribí mucho, cosa que, para mí, es el mejor remedio para todos los males. Entonces, cuando me telefonearon el miércoles avisandome que tendríamos la tal reunión, redoblé mis esfuerzos para no ponerme ansiosa o agresiva. El jueves en la mañana respiré hondo y, con ese pequeño escalofrío revoloteando en mi estómago a pesar de mi autocontrol, fuí a la fundación de corazón abierto y despojado, serena y bien dispuesta, optimista pero sin expectativas específicas. En vez de llevar dos piedras en la mano, fuí decidida solamente a defender lo que considerase mejor para mí personal y profesionalmente... Y qué fué lo que pasó?... Pues que Dios -ese pillo, de nuevo!- me había preparado una sorpresa y tanto, de esas para quedarse boquiabierto!... A medida que la reunión fué pasando, pareció que todo y todos habían cambiado del água para el vino, que no existían más desconfianzas, irritaciones, resentimientos o confusiones. Nos presentaron dinámicas nuevas, frescas, ágiles, prácticas, en las cuales todos podríamos participar y ayudarnos mutuamente... Puchas, no sé si fuí yo o si fuimos todos que nos reunimos con la misma disposición positiva y equilibrada, abierta, pero de repente las cosas entraron en los ejes, las puertas se abrieron, las oportunidades reaparecieron (bueno, créo que no fuí solamente yo quien sufrió con los acontecimientos del año pasado. Cada cual, por lo que percibí, tuvo su cuota de dolor, revuelta y desánimo, pero todos aprendimos con ello, ciertamente) En un pestañear -tan fácilmente, Dios mío!- recuperé mi lugar, mis funciones; voy a ser aprovechada en todas las áreas y voy a poder crear, crear y crear mucho, que era lo que yo más deseaba. Hasta parecía que habían leído mis pensamientos con respecto a ciertos aspectos profesionales y prácticos y la forma en que yo -y todos los demás, para decir la verdad- pensaba que deberían ser realizados!... Mis horarios van a ser medio locos y las horas extra van a continuar no siendo pagadas, pero, quieren saber una cosa, amigos? Me importa un pito!... Voy a hacer lo que sé hacer mejor, voy a tener la oportunidad de cooperar con todas las otras áreas con todo lo que tengo a ofrecer y esto me deja completamente feliz, mismo sabiendo que vá a significar mucho trabajo, mucha creación y mucha organización, sobre todo para no descuidar mi glicemia... Pero en comparación, vá a ser extraordinariamente gratificante y enriquecedor, entonces... Quién podría deseár más?... Bueno, tal vez un salario un poco mejor, que uno no es de fierro y las cuentas no desaparecen como "ballenas azules" en el cielo, pero por el momento, la felicidad de volver a ser útil y valorada, de poder usar mis talentos para ayudar a las otras áreas y así tener resultados espectaculares que dejen a todo el mundo contento, no hay dinero que pague. Claro que voy a quedarme muuuuy feliz si nos dan un aumento -en Marzo, espero- pero si no nos lo dan, no me vá a robar ni una gota de la felicidad profesional de este año. Ahora, sólo me falta ganar algo escribiendo también!...
Y después de este verdadero testamento, aquí vá la de esta semana, después de la cual espero no haberme derretido encima del teclado, porque está haciendo un calor de matar...

A veces es un olor, un color, una ráfaga de viento, un paisaje o un sonido que viene sin avisar, cuando menos lo espero, y allí estoy, volviendo al pasado de un salto vertiginoso... Es una cosa realmente impresionante estar a tantos años y kilómetros de distancia de los hechos y de los lugares y de repente, gratuitamente, tener una impresión tan nítida y presente de ellos, como si bastara abrir la puerta para penetrar en ese pasado y continuar viviéndolo como si el tiempo no hubiese transcurrido. Me quedo totalmente paralizada mientras el recuerdo va tomando cuenta, creciendo, envolviendome, volviendose a cada instante más presente y real, y cuando finalmente me transporta entera hasta su realidad, es una mezcla de placer, alegría y nostalgia... Créo que, en verdad, existen dos personas dentro de mí: la actual, que vive, trabaja y tiene una familia aquí, y la otra, que vivenció las experiencias y, de cierta forma, está presa al pasado por su significado...
Viajando en el auto, pasamos delante de una casa sin terminar, circundada por un pequeño bosque y con un porche lleno de plantas, e inmediatamente vino a mi mente la imagen de aquella gran casa frente al mar, todavía sin terminar, paredes de cemento crudo y vigas desnudas, rodeada de pinos y arena, en la cual el tío Willy y la tía Nana nos invitaban a pasar las vacaciones, en Concón. Cuátnos veranos agradables y llenos de diversión y alegría pasamos junto con esa familia original y cantora! Era una fiesta permanente, todos siempre animados, riendo y jugando -a despecho de las peléas y las caras feas de nuestros padres- siempre inventando desafíos y paséos liderados por el tío Jaime, hermano de la tía Nana, un lindo y encantador payaso, totalmente deschavetado, que vivía vidas secretas que dejaban a la familia con los pelos erizados. Aquella casa y todo lo que había en ella tenía un olor todo especial, de cosa sin terminar, improvisada, pero extremadamente acogedora y segura.. Me acuerdo de escuchar el ruido del mar desde el balcón, en la noche, y de s entir su aroma salado y pegajoso abrazandome con fuerza, como si quisiera contarme sus secretos o llevarme hasta sus entrañas obscuras y misteriosas. El viento lo traía en ondas rítmicas y constantes, como si fuera la respiración de un gigante adormecido, y éste flotaba sobre las casas y las personas, penetraba por todas las rendijas, mezclandose con el perfume de la comida, del bronceador, de las toallas y sábanas...
Estos recuerdos, como en un flash, acudieron a mi mente mientras pasábamos delante de aquella casa al lado de la carretera, y fuí capaz de sentir el olor, de escuchar las voces, de ver nuevamente las imágenes y sentir las sensaciones de esa época de mi infancia. Pareció que hasta podía recordar los pensamientos, las miradas, cada descubrimiento, los insectos y las hojas de los árboles, la arena amarilla y sedosa; parecía que podía escuchar el click de la máquina fotográfica que sacó aquella foto mía apoyada en la cerca de troncos con los pinos al fondo, delgada y de cabellos cortos y desordenados, medio sonriente en mi vestido suelto, que está guardada en la caja de cartón dentro del estante de la sala... Verdaderamente, el recuerdo es algo mágico, tiene poder de cura, de rejuvenecimiento, de comprensión y hasta de perdón. Pues al recordar, a veces conseguimos entender nuestra vida y sus procesos, nuestras acciones y las de los otros y sus consecuencias, las palabras y gestos, las decisioes, las pérdidas, las victorias y fracasos. Resentimientos, alegrías, frustraciones, tristezas, conquistas, el despertar del entendimiento, de la vocación, de la búsqueda de la felicidad, el principio de la realización, todo eso viene a flote y nos coloca delante de nuestra historia con otros ojos, abriendo nuestro corazón para que la veamos con madurez y compasión. Recordar es retomar los hilos sueltos para integrarlos a la trama del tejido de nuestra existencia, es rescatar opciones y objetivos, es ganar nuevas fuerzas y despertar sueños antiguos, es nostalgia, es comprensión, es perdón.
El pasado es pasado, como se dice, pero yo créo que él no está ahí en vano, sólo para adornar nuestros relatos o dejarnos nostálgicos, felices, arrepentidos o resentidos; no es lo único que les queda a los viejos. Parar la caminada hoy y dar una mirada en él a veces es como entrar en un oásis del cual podemos salir revigorizados y más sabios para continuar la jornada en dirección al futuro.

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