sábado, 17 de outubro de 2015

"Entrenamiento"

    Hoy sol, mañana nubes, después un poco de lluvia y nuevamente el sol, a veces tímido, a veces radiante... Así como nuestra vida, que a veces parece fácil y feliz y otras se nos muestra difícil y sacrificada, en muchas ocasiones requiere de paciencia y fe, nos prueba casi con crueldad, sin que consigamos entenderla o aceptarla... Pero luego la tormenta pasa y el sol brilla nuevamente, todo se aclara, se equilibra y conseguimos comprender el motivo de los reveses que nos asaltan. Son lecciones, pruebas para fortalecernos y hacernos más sabios y compasivos... Es así que ando por estos días, preguntándome un montón de cosas que no estoy entendiendo, pero que trato de aceptar de buen grado, con optimismo y coraje, porque tengo certeza de que luego entenderé todo y este obstáculo será salvado con éxito...
    Y para distraer la atención de esta situación que por momentos puede volverse desesperante y sin salida, incomprensible, me siento aquí para escribir y curar mi alma, mirar a mi alrededor y sentirme agradecida por lo que -a pesar de todos los problemas- tengo...
    ¡Y no se olviden que este fin de semana hay más cuentos!


    Nada mejor que tener un tiempo -sobre todo en la mañana, que es mi hora más productiva literariamente hablando- para hacer el aseo y el almuerzo con calma y poder sentarse a escribir, leer, escuchar música, hacer puzzles o cualquier otra cosa que nos guste... El problema es que, para que esto fuera realidad, en mi caso yo tendría que dejar de salir a trotar en las mañanas y con certeza eso no sería bueno para mi salud... No es que no me guste -dicho sea de paso, en general es un santo remedio para cualquier stress o desánimo- pero hay días en que requiero toda mi fuerza de voluntad para ponerme el buzo y las zapatillas y salir a la calle. Nunca me arrepiento después que lo hago, pero que es rico quedarse en casa (sobre todo cuando hace frío) y aprovechar la mañana en otras cosas, ah, eso no lo puedo negar... El problema es que después de un tiempo de este "descanso" empieza a dolerme todo porque mi cuerpo ya está acostumbrado al ejercicio y la elongación. Tengo sábado y domingo libres de esta rutina y los aprovecho bien, pero los otros días me obligo a salir y hacer mis ejercicios, pues sé que es para mi bien.
    Y así, pienso: ¿cuántas cosas no son así en nuestra vida? ¿Para cuántas situaciones, decisiones y actitudes no necesitamos acudir a nuestra fuerza de voluntad, a nuestra conciencia, a la certeza de que es lo mejor? Tenemos más tendencia a la flojera, a la gula, al ocio, a la auto compasión y la conveniencia propia. Nos cuesta ser buenos cuando no lo practicamos todos los días, porque serlo es como ir al gimnasio. Hay que ponerse las zapatillas y salir al mundo para entrenar, sudar, esforzarse y volverse cada día más fuerte y diestro, hasta que el entrenamiento no sea más un sacrificio, un acto de voluntad sino un placer, un comportamiento fácil y natural.
    Por esos no me dejo vencer por la pereza y continúo saliendo a trotar todos los días, pues tengo certeza de que estoy entrenando y mejorando no solamente mi cuerpo y mi salud, sino también mi capacidad de transformarme en un ser humano mejor.

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