domingo, 24 de agosto de 2014

"Atravesar la máscara"

    Bueno, el invierno volvió definitivamente después de ese inesperado veranillo de san Juan, entonces también volvieron las botas, medias de lana, chaquetones y sweaters... Pero la fría lluvia de los dos últimos días ha hecho maravillas por el aire y por el paisaje: ¡la cordillera está simplemente deslumbrante! Yo no sabía que uno de los cerros más bajos que rodean Santiago ya estaba todo verde, pues el smog no me dejaba verlo, y hoy conseguí divisarlo por la ventana del corredor.¡Fue una auténtica y agradable sorpresa!... Ojalá que lloviera un poco más, para que tengamos la chance de respirar un poco mejor por un tiempo más largo. Esta ciudad es maravillosa, pero como toda gran metrópolis, tiene una calidad de aire pésima. Yo ya ando con unas tocesitas alérgicas y la nariz medio tapada, pero creo que esta lluvia bendita va a darle una mejorada. Y después, cuando llega el verano la cosa se pone más liviana, porque el calor hace que la nube de smog suba y nos deje un poco más de aire más o menos puro para respirar.
   Y tomando un largo aliento de este aire transparente y brillante, aquí va la de esta semana:


    Derribar mitos no es algo fácil, definitivamente, sobre todo cuando ellos están tan firmemente arraigados en nuestra existencia que ya se han hecho parte de ella. Cuanto más tiempo llevan ejerciendo su poder, más difícil se vuelve erradicarlos. A veces se vuelven tan fuertes que uno cree que son realmente indestructibles y que estamos destinados a sufrirlos hasta nuestro último día. Pero creo que esto se debe a que nosotros mismos los alimentamos y los justificamos pensando que les debemos algo o que sacarlos de nuestra vida puede acarrearnos algún mal o provocar inclusive el castigo de Dios. Esto prueba que somos capaces de crear y rendir culto a nuestras propias supersticiones, venidas de experiencias o de la educación que recibimos. Mas, ¿será que realmente las necesitamos para sentirnos seguros, protegidos, controlados, poderosos?...
    Es verdad que hay algunos que hasta pueden ser positivos y darnos fuerza en los momentos difíciles o servirnos de inspiración y darnos coraje. Sin embargo, existen otros a los que, si no les ponemos atajo, son capaces de destruírnos. Y es difícil enfrentarse a ellos, identificarlos como tales -pues estamos acostumbrados a su presencia- y aceptar que poseen una influencia totalmente negativa a pesar de la apariencia "políticamente correcta" que puedan presentar. Pero cuando su cercanía nos hace mal, física o sicológicamente, a veces hasta espiritualmente (y somos capaces de darnos cuenta de esto, sin duda, aunque tratemos de negar esta realidad), creo que no se puede esperar más para alejarlo de nosotros. Si conseguimos atravesar la máscara de sus intenciones y actitudes -que, inclusive, pueden ser inconscientes- y nos damos cuenta de la verdad, entonces será un poco más fácil derribar este mito y alejarnos de él. De una cierta forma, los mitos nos vuelven adictos, dependientes, medrosos, sin identidad, sin coraje para ser libres y vivir nuestros propios sueños.
    Se dice que cosas, situaciones y personas permanecen en el mundo y en nuestras vidas en cuanto son necesarias, entonces, creo que la cosa es aprender a darnos cuenta de cuándo cada ciclo termina y debemos dejarlos ir porque ya cumplieron con su cometido, lo que significa que estamos listos para continuar y empezar a recorrer nuevos caminos, en los cuales necesitaremos otros apoyos, a otras personas, otras reglas, otros comportamientos, otros mitos... Pero siempre dándonos cuenta de cuándo éstos se vuelven dañinos, ya que, a lo que parece, está probado que no podemos dejar de crearlos. Entonces debemos aprender a convivir con ellos y no permitir que nos dominen, dejándolos atrás cuando es necesario.

Nenhum comentário:

Postar um comentário