quarta-feira, 1 de fevereiro de 2012

"El nos ama"

Por lo que estoy percibiendo, las cosas caminan hacia un final feliz con calma, lógica y claridad, como tienen que suceder los grandes cambios, entonces estoy sumamente tranquila y confiada, más segura cada día que pasa, más cerca de la felicidad y la paz. No digo que todo vá a ser un mar de rosas, pero créo que todo vá a valer la pena si consigo vivir mi vida a mi manera, con mis reglas, opciones e iniciativas, por lo menos en esta segunda mitad. Las tormentas pasaron, así como las vanidades, las futilidades y esos delírios que agotan nuestra energía y creatividad para no llegar a ninguna parte fuera una enorme decepción o resentimiento... Esta es una de las cosas positivas de hacerse más vieja, y si uno es inteligente y presta atención en las señales y las oportunidades, uno empieza a darse cuenta de qué es lo que realmente importa y a correr atrás de ello para vivenciarlo. Es entonces que la existencia se vuelve rica, feliz y productiva, completa. Ahora sé lo que deséo, estoy dispuesta y preparada para luchar por ello y, lo mejor de todo, tengo certeza de que lo conseguiré. Todas las señales, los encuentros y los acontecimientos me lo dicen. Y ciertamente no importa cuánto demore -si bien espero que podamos hacer todo dentro del plazo que nos pusimos- esto no vá acambiar. Las decisiones ya están tomadas, los planos trazados, entonces -y gracias a Dios- no hay cómo ni por qué volver atrás.
     Ya sé que estoy bien misteriosa con este asunto de mi futuro y que ustedes ya deben estar empezando a impacientarse, pero créo que, si las cosas continúan a este ritmo, brevemente podré contárselos todo... Paciencia!
    Y mientras esto no sucede, aquí vá la crónica de la semana que, irónicamente, es enoooorme!

    Desparramada en el sillón, de shorts e camiseta, dominada completamemnte por la flojera, incapaz de raciocinar como un ser humano, con ganas de la más absoluta alienanción de los sentidos, y sin nada para ver en la televisión... Hace más de diez minutos que los canales pasan sin parar frente a mí y no consigo decidir cuál programa es menos malo para ver. La mayoría son repetidos (típico de las vacaciones!) o entonces películas dobladas de quinta categoría con las cuales ni siquiera se puede esbozar una sonrisa de lo malas que son, con esos efectos especiales de computador viejo... Paso una y otra vez los números del control remoto, para atrás y para adelante, y nada... Hasta toparme con una escena en la cual un coro nada convencional se prepara para hacer una presentación. No reconozco a ningún actor (lo que es una pésima señal, digase de paso) a no ser al que interpreta al director que, más encima no es uno de mis preferidos, pues excepto por un par de filmes medianamente simpáticos y superficiales, se ha dedicado a hacer porquerías de mal gusto. Pero como están a punto de presentarse, decido parar ahí y ver qué es lo que pasa; de repente tienen algo que mostrar. A lo que todo indica, es una de aquellas historias en las cualess ocurre alguna gran transformación por causa de música o danza y el protagonista -que al principio se mostró un canalla calculista y ambicioso- acaba rindiendose al encanto peculiar de la pequeña ciudad y sus habitantes, sobre todo al de aquellos que integran el coro. Hay viejos, jóvenes, presidiarios, negros, blancos, todos formando parte de la ecuménica grey de un pastor idealista y divertido que perpsigue al protagonista hasta convencerlo de dirigir el coro y participar de un concurso que, si ganan, hará posible que puedan invertir el dinero del premio para mejorar la iglesia -que, claro, ayuda a todo el mundo- y mantener el coro...
    "Bueno", pienso "Ya ví esta historia unas cien veces y sé perfectamente cuál es el final, pero vamos, de repente el número musical vale la pena"... Me acomodo en el sillón, arreglo los cojines y me preparo para disfrutar, hasta porque descubro que entre los integrantes del elenco está una cantora que hoy es muy famosa y canta divinamente, entonces, no puede ser tan malo así... Los presentadores anuncian el coro: "Fighting Temptation" (Resistiendo la Tentación) y las luces se encienden, pero ellos, envueltos en una discusión sobre usar un uniforme o no, no aparecen. Instantes de desconcierto y suspenso... Finalmente, el director les manda entrar así como están y ellos aparecen, tímidos y torpes, y van tomando sus lugares. El público, frío, ni los aplaude... Y entonces, la música empieza, con un solo masculino, y yo pienso: "Estos tipos son realmente cantores profesionales!"... Mientras la música transcurre, con un arreglo de erizar el cabello y voces estupendas y llenas de sentimiento; en la tela de la televisión aparece también la leyenda de los versos y yo, que al principio solamente quería escuchar una buena música, empiezo a prestar atención de verdad, pues parecen dirigidos especielmente a mí. (Cuántas veces ya no me ocurrió la misma cosa con escenas o diálogos en películas, canciones, fotografías o textos en libros y revistas? Dios no pierde una oportunidad!) La letra dice: "Yo no soy suficienitemente bueno, pero mismo así El me ama. Yo no soy una estrella brillante ni hago grandes cosas, vivio errando y todos se ríen de mí, pero mismo así, El me ama. Yo no valgo nada, y mismo así, Dios me ama"... En un instante, antes de que terminen el estribillo, se me llenan los ojos de lágrimas y siento el corazón latiendo con fuerza atrás de las costillas, lleno de emoción... "Ah!", pienso, respirando hondo "Por qué a Dios le gusta hacerme estos regalitos encantadores justo cuando estoy con el ánimo por el suelo?" Y en seguida respondo a mi propia pregunta: "Claro, porque El es mi padre! Qué padre no haría todo para alegrar  a su hijo cuando está triste y desanimado?"... Y llego a la conclusión -otra vez, pero siempre como si fuera la primera vez- de que El realmente está velando por mí todo el tiempo, colocando respuestas, pistas, personas y todo tipo de situaciones que hacen que yo lo escuche y aprenda, sepa como actuar y crezca para así cuplir más cabalmente mi papel en esta vida. Sin embargo, también estoy conciente de que si no estoy ligada y atenta, todos sus recados pasarán en blanco, por eso, y a pesar de que a veces estoy tomada por la angustia, el resentimiento o los problemas del trabajo o la familia, siempre trato de mantener una parte de mi mente y de mi espíritu abiertos, atentos a todo lo que sucede a mi alrededor, porque sé que allí mismo pueden estar las respuestas que estoy necesitando. Mis sentimientos personales no pueden estorbar esta comunicación, sino estaré perdida!...
    Como dije antes, cuántos de estos epísodios ya me sucedieron? Cuántas situaciones, personas y visiones fueron puestos en mi camino para enseñarme o responder mis dudas, para inspirarme y volverme una persona mejor?... Créo que perdí la cuenta (eso sin incluir aquellos que dejé pasar) pero puedo  afirmar que en todos eses episodios estaba contenida una lección vital para mi madurez y que traté de aprovecharla al máximo. Lo que  encuentro interesante de este "método" que Dios escogió para comunicarse, es que lo usa como si fuera una especie de juego, de desafio constante, pues para no perder los mensajes es necesario que yo esté siempre ligada y atenta, y que descubra la lección, la pista, la respuesta yo sola. Parece que a Dios no le gustan los "platos hechos" cuando se trata de enseñar -y créo que esto debe pasarle a todo el mundo- o de responder, y prefiere dejar en nuestra mano el trabajo de traducir y llevar a cabo sus mensajes, sin preocuparse  si de repente interpretamos las cosas equivocadamente y terminamos enrollandonos todos... Créo que es aqui que se aplica perfectamente la letra de la música de la película, porque mismo que erremos, que no  brillemos y seamos juzgados y condenandos por ser falibles, Dios continúa dándonos una oportunidad para acertar. Mismo que no consigamos entender o actuar de forma correcta, El continúa a nuestro lado, hablándonos, mostrandose de todas las maneras posibles para que creamos en su amor y en su presencia constante. Créo que para  cada uno de nosotros escogió una forma toda especial y personalizada de comunicarse, algo que tiene que ver con nuestra personalidad, nuestro trabajo, nuestros sueños, un estilo que respeta el nivel espiritual, cultural y afectivo en que  nos encontramos, para que así podamos comprender lo que nos dice y actuar de acuerdo... Nada de violencia o imposición, nada de enigmas o tabús. Dios está aquí, en este escenario, en aquella persona, en estas palabras, en un encuentro, una despedida. Basta creér en esto y mantenerse alerta y abierto, bien dispuesto, porque nuestra fé y nuestra disposición para los milagros es todo lo que El necesita para entrar en nuestra vida y transformarla por completo.

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