sábado, 10 de setembro de 2011

Madre, patria

Ustedes deben estar pensando que desistí, que perdí la inspiración, sufrí algún tipo de accidente que me dejó incapacitada o fuí abducida por un ovni y por eso ya hacen dos semanas que no póstéo nada, pero la verdad es bien diferente. Antes que nada, voy a afirmar que en ningún momento me pasó por la cabeza la idéa de parar de escribir -eso sería la muerte para mí!- a pesar de todo lo que ha sucedido. Acontece que este último tiempo ha sido muy difícil, lleno de pérdidas y cambios fenomenales en mi vida, a los cuales estoy tratando de adaptarme y, como soy una persona de rutinas y rituales bastante arraigados, no está siendo nada fácil... El dia 24 de Agosto perdí a mi madre y luego en seguida hubo un cambio radical en mis horarios de trabajo -lo que botó por tierra todos mis esquemas- y uno de mis grupos de teatro fué arbitrariamente disuelto, por motivos muy excusos, mas inapelables (ya saben, cuando el jefe manda..) Ahora trabajo todos los dias -de lunes a jueves- en la mañana y en la tarde, entonces se acabaron mis inspiradoras caminadas matinales y las sesiones de escritura, la academia pasó para el final de la tarde, a las 6 y media, cuando salgo de la fundación, lo que es un pésimo horario para mim, porque a esa altura del día ya no tengo más energía para nada. También voy a tener que almorzar, o en el restaurante, o llevar una marmita y recalentarla en el microondas de la fundación, lo que no es muy saludable que digamos... A pesar de estos inconvenientes, tengo que admitir que la nueva situación también tiene sus ventajas, como el hecho de que no voy a trabajar más hasta tan tarde, voy a llegar en casa más temprano y voy a cenar a una hora decente, lo que será estupendo para mi glicemia, que actualmente, y con toda esta revolución, está una mierda. Tampoco voy a trabajar más los fines de semana, a no ser que haya algún evento que requiera mi presencia, cosa que, créo yo, ahora no vá a ser tan frecuente porque hay otra persona que hará esto en mi lugar( gracias a Dios!)... La otra cosa positiva es que, a pesar de todos nuestros choques y desacuerdos, mi jefe tuvo la dignidad de mantener las horas extras que habíamos combinado al comienzo del año, cuando era sólo yo con todo el trabajo del área de teatro, entonces mi salario no va a sufrir cortes con este cambio de horario, lo que sería na verdadera catástrofe para mi presupuesto... Bueno, en realidad no se trata exactamente de un favor, porque no voy a ganarlas sin hacer nada, voy a tener que trabajarlas, y mucho!. Menos mal que estamos con una cantidad de proyectos suficientes como para que no me quede ociosa. La otra cosa positiva -y haya positiva en eso!- es que, finalmente, voy a poder trabajar en equipo con Leander, mi alumno más antiguo -y actual director del musical- que es un tipo más que sensacional, creativo, bien humorado, eficiente, sensible y totalmente de acuerdo con mi línea de trabajo... Resumiendo, es casi mi ángel de la guardia, por eso créo que el pobre va a terminar sirviendo de mediador entre mi jefe y yo, que somos como el água y  el vino respecto a cómo desenvolver montajes teatrales: él es todo visual, com poco contenido y calidad. Ya yo, sou enjuta y con total foco en el actor y no en escenarios y ropas... Imaginen entonces cómo es la cosa cada vez que nos sentamos para discutir alguna pieza!...
Otro punto positivo es que, también finalmente, tendré a mi disposición uno de los computadores de la fundación -desgraciadamente no será en mi sala, pero uno es mejor que ninguno, verdad?- con una seña personal y todo, entonces voy a poder ocupar mi tiempo vago  -que créo no será mucho- escribiendo textos, planes de aula y todo tipo de trabajos que antes era obligada a digitar e imprimir aqui en mi casa (Voy a tener que comprar mi propio papel porque la fundación no tiene plata ni para eso, pero no me importa, será para mí misma)
En fin, como ven, la cosa quedó entre féa y bonita, y ahora me resta encotrar el equilibrio para continuar trabajando, creando, creciendo y aprendiendo, entrenando la paciencia con estos furúnculos que la vida nos pone en el camino... Uno siempre reclama, pero en el fondo, sabe que es para nuestro bien. Como siempre, tenemos que pensar que las dificultades pueden parecer algún tipo de castigo al principio, pero en realidad son lecciones, y si sabemos esperar y ver, al final nos daremos cuenta de que todo valió la pena.
Y ahora, basta de demoras, que ya pasé demasiado tiempo lejos de este teclado! Vamos a lo que interesa. Aquí está la crónica de esta semana, aliñada con el sabor delicioso del regreso a las viejas y libertadoras rutinas.

    Es muy extraño perder a la madre... Mismo estando lejos, mismo peleada, enferma a punto de no reconocernos, mismo sin noticias o aparentemente dejada en segundo plano por las preocupaciones y afanes de nuestra vida adulta, a pesar de estar conscientes de que su hora se aproxima y que no podremos hacer nada para impedir su partida, mismo convencidos de que esto es lo más piadoso y justo para ella, para que no sufra más, quando la voz al otro lado de la línea dice, en un tono bajo y contenido:
    -Estoy llamándote para avisarte que la mamá falleció.
    Alguna cosa para, se queda helada y muda en el fondo del pecho, y una ola de extrañeza y torpeza recorre cada rincón del cuerpo. Queda aquel silencio en la línea, como si mi hermana y yo estuviéramos mirándonos durante una eternidad, tratando de creér, de asimilar... Instantáneamente, un alud de imágenes, sonidos y episódios vienen a mi cabeza, sobre todo las de aquel único viaje que hicimos las tres, ella, mi hija pequeña y yo, durante el cual descubri quién era realmente mi madre: una mujer a la que le gustaba divertirse con las cosas simples, compartir sus experiencias, reírse y descubrir los pequeños milagros a nuestro alrededor... Del lado opuesto a estas visiones y sensaciones, no consigo dejar de imaginar su coazón ahora parado, su cuerpo menudo y tan debilitado quieto y frío, sus ojos chispeantes cerrados, la quietud de la muerte invadiendolo todo sin despedidas, y aquel sentimiento de vacío se agiganta de un soplo monstruoso. La carne, los huesos y la sangre de los cuales fuí generada dejaron de existir, la corriente se rompió y yo me quedé ahí, estupefacta huérfana, más todavía que cuando mi padre murió, porque en aquella ocasião tuve una espécie de aviso, de presentimiento, algo como su voz cuchicheando en mi oído: "Ya llegué, no se preocupe, estoy bien", y ese sueño en el que alguien se me aparecía para avisarme que él había fallecido... Sin embargo, en el momento en que mi madre partió, yo estaba trabajando, en la calle, haciendo mi juego de lotería, preocupada con la presentación del fin de semana, participando de otra reunión frustrante y aburrida... Con todo, curiosamente, todo en ese miércoles resultó bien, como si manos invisibles clareasen los caminos para que mis planes corrieran sin tropiezos. Ningún presentimiento sombrió empañó mi día, ningún aviso, ninguna repentina sensación de pérdida, a pesar de saber de lo delicadp de su situación (casi murió mientras estábamos en Chile, pero superó la crisis y continuó resistiendo) No, al contrario, fué un día próspero y optimista, sereno, lleno de buenos presagios, como ella misma... Ahora estoy convencida de que era mi madre despidiendose, enseñandome su última lección: "Tenga fé, porque todo tiene su tiempo. No hay mal que por bien no venga"... Y fué así que me sentí a lo largo de esa jornada: llena de disposición e inspiración, de optimismo... Inclusive ahora, después de haber escuchado las palabras de mi hermana y ser lentamente tomada por la extrañeza y el negro vacío de la horfandad, una chispa, en algún lugar, todavía se mantiene encendida y cálida, mismo amenazada por el viento de mi desconsuelo... Ven un nada, una apatía, un actuar automático, lento, contenido. Los ojos se llenan de lágrimas y siento el abrazo firme y emocionado de mi hija sosteniendome Alguna cosa inmensa y dolorosa, asustadora, se enrosca en mi garganta, casi ahogandome. Parece que una parte de mi cuerpo fué arrancada, algo en las entrañas, allá en el fondo, en lo primordial, lo instintivo, y aquel agujero crece, crece y me devora... El mundo a mi alrededor se aleja, se vuelve opaco. Ahora no me falta tan solamente la patria, sino tambiém mi madre... Y cómo elas significan lo mismo, percibo en este momento! En Santiago me sentía como si estuviera en los brazos de mi madre, siendo acariciada por ella, escuchando su voz, sintiendo su perfume, aspirando sus aires, compartiendo sus recuerdos... La madre patria, la tierra que me vió nacer y crecer, que me amparó y me enseñó, que jamás me abandonó, que estuvo siempre cerca, acojedora y comprensiva, real, fuerte, imperturbable a pesar de terremotos y enfermedades, que continuaba entera e íntegra a pesar del tiempo y de la distancia, que me recibió como si yo nunca la hubiera dejado. Tierra y madre que traigo dentro de mí como una marca indeleble, que encierra todo lo que soy de más verdadero y eterno... Regresar a Santiago -no sólo a la ciudad, a mi calle o a mi casa, mas al país y todo lo que él es material y espiritualmente- fué como regresar a los brazos de mi madre, por eso todo lo que había de malo en mí desapareció como por encanto y nada consiguió perturbarme. Por eso mi paz y felicidad eran perfectas. Estaba, finalmente, de nuevo, como un guerrero que retorna de la batalla, el el regazo conocido y regenerador de mi madre.
    Ahora sólo me resta la madre pátria, y ella habrá de llenar el vacío que la otra madre acabó de dejar.
    Créo que fué por eso que ella no se manifestó de otras formas al morir. Ya lo había hecho a través de la tierra, del aire, de los días de sol, de los paisajes y sonidos, de los sabores y reencuentros que me envolvieron a lo largo de los doce días que pasamos en Santiago... Qué regalo precioso! Cuánta delicadeza de su parte! Cómo antes de partir me dejó en los brazos de mi madre pátria!... No podría haber escogido una despedida mejor, más llena de significado!... "Gracias mamachita!"

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