sexta-feira, 23 de setembro de 2011

"Animales"

Este vá a ser uno de esos finales de semana de los cuales voy a sentir nostalgia, ciertamente... Y por qué? Pues porque en vez de tener mis tres días habituales de descanso, voy a tener cuatro días y medio, lo que vá a ser una bendición para mis escritos... En realidad, hoy tenía agendada una presentación de mis alumnos como parte del Festival Estudiantil, un evento que al alcalde se le ocurrió inventar de última hora no sé por qué motivo y que nos dejó a todos con los pelos de punta, pero como no le puedes decir que no al alcalde que te paga el sueldo... Menos mal que cancelaron nuestra presentación y será la escuela de danza quien hará las honras para esta chiquillada mal educada. Ahora, estos cuatro goriosos días no se deben a ninguna regalía, sino a mi checkup anual, entonces el lunes tengo consulta y el martes en la mañana me haré algunos exámenes. Sólo apareceré en la fundación el martes en la tarde, pero no estoy preocupada porque Leander estará tomando cuenta de todo hasta que yo vuelva. Ya les comenté que este joven es mi ángel de la guardia, no? Aaah, si lo conocieran, con certeza sentirían envídia de mi suerte, porque tener a alguien así en un equipo de trabajo hace que todo funcione perfectamente. Fuera eso, créo que me merezco estos días de descanso anticipados considerando el despelote que me aguarda la última quincena de octubre, cuando tendremos nuestro festival de teatro, lo que vá a significar que voy a pasármelo el día entero en la fundación corriendo atrás de directores, actores, tarjetas, diplomas, ensayos, etc, etc... Menos mal que hasta mi jefe está cooperando, sino no conseguiría hacer todo!... Otra cosa buena de estos días libres es que voy a aprovechar para hacerme una "desintoxicacón de porquerías" y organizar mi agenda para poder ir a la academia en las mañanas, porque aparecer por allá a las 6 y media de la tarde cargando bolsas y carteras, de zapatos de taco alto y aritos, no está funcionando. A esa hora ya estoy irritada, cansada y el local está lleno, ruidoso, caluroso y los aparatos están todos ocupados. Sinceramente, no tengo cuero para este tipo de sacrificio. Prefiero levantarme un poco más temprano e ir en la mañana, que está más fresco, vacío e menos ruidoso. Tengo que retomar en serio mis rutinas saludables porque mi glicemia está un escándalo y si quiero llevar adelante mis proyectos tengo que estar saludable, no es verdad?
Y con esta nota optimista y decidida, madura y leve, empiezo mi nuevo esquema saludable y productivo, claro, con una crónica.


    Me quedo mirando a mis perritas jugando en la sala con la pelota verde de goma o beatíficamente tendidas en la alfombra,  a los gatos que se desperezam majestuosamente encima de los muros; a los gorriones y zorzales que saltan de rama en rama y bajan a comer las migajas que coloco para ellos o a tomar un rápido baño en el bebedero de la pared y, a no ser que suceda algo muy fuera de lo normal, percibo en ellos aquella expresión de felicidad, de paz, de satisfacción que se encuentra en las estatuas de Budah. Véo en sus ojillos aquella centella de conciencia del presente (si es que se puede decir esto de un animal) aquella falta de vanidad, de maldad, de ambición que tantas veces toma cuenta de los corazones humanos y los transforma en verdaderos campos de batalla. Parece que los animales no tienen un pasado que lamentar ni un futuro con el cual preocuparse, no tienen metas financieras o profesionales que alcanzar, cuentas que pagar, explicaciones que dar. No, ellos viven, simplemente, el presente, y se contentan con lo que les aparece, lo disfrutan hasta donde es posible y  en seguida lo dejan, listos para encarar la próxima aventura que la vida les depara. Se mojan en la lluvia, se calientan al sol, cazan o revuelven los basureros cuando sienten hambre, duermen bajo la sombra de los árboles en el verano, o debajo de los coches en el invierno, recorren las calles sin prisa, descubriendo con calma y placer los olores, los sonidos y los paisajes, la bondad y la maldad de los seres humanos. No tiene compromisos sociales ni de negocios, no marcan consultas, no hacen fila, no reclaman, no pican tarjeta... Envejecen y mueren cuando es llegada su hora y tengo certeza de que no sufren de este mal tan humano llamado ""arrepentimiento", porque siempre son verdaderos y leales. Vienen, van, viven, se divierten, procrean, pasan sin quejarse por su cuota de dolores y dificulades y, cuando miembros de una familia o compañeros de algún solitario, dejan solamente buenos recuerdos cuando se van. Son únicos y, mismo así, luego substituídos, y no con culpa sino con el deséo de continuar disfrutando de su cariño, su lealtad y su complicidad... Qué más se podría deseár?.
    Definitivamente, me gusta mirar a los animales y aprender con ellos.

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