sábado, 25 de junho de 2011

Cometiendo los mismos errores

Y como todavía tengo hoy día y mañana  libres antes de volver al trabajo y encarar a mi jefe para darle la feliz noticia de que -si las cosas no cambian- estoy abandonando la dirección del musical, voy a aprovechar para sentarme aquí y postear la crónica de esta semana. Está excepcionalmente tranquilo por aquí esta tarde, lo que es sumamente inspirador e  tal vez me haga quedarme más tiempo escribiendo... No es que me vayan a despedir por ser sincera o osada en este negocio del musical, pero ciertamente las cosas no van a quedarse más fáciles para mí después de esta bomba... Menos mal que conseguí conversar con la creadora del proyecto y ella concordó plenamente con mis argumentos y me prometió encontrarle una salida a este embrollo. Pero hasta ese momento...Glicemia y gastritis a mil por hora!.
    Bueno, pero no voy a desperdiciar mis dos últimos días de descanso pensando en ese tipo de cosa -mismo si es bien difícil no hacerlo, porque conozco demasiado bien a mi jefe- entonces, voy a respirar profundo y me voy a concentrar en las palabras, que son mi mejor remedio. De cualquier forma, y no importa lo que suceda, mi decisión ya está tomada, entonces... Créo que la cosa vá a ser aguantar las consecuencias, que pueden no ser nada agradables. Pero prefiero eso a sacrificar el musical, mi salud y mi reputación. No es lo más sensato?.
Y aquí vá la de esta semana!... A propósito, estaba viendo que voy a tener que organizarme, disciplinarme y aprovechar muy bien el tiempo para escribir material nuevo, porque los textos antiguos ya se me están acabando, pero créo que el viaje que viene ahí vá a ser extremadamente inspirador y, claro, no van a faltar un cuaderno y una lapicera en mi maleta! Quién sabe no consigo postear una o dos crónicas desde allá!.


    Sinceramente, queria que entendiéramos -o que aprendiéramos a entender- mejor los mensajes de Dios, porque a veces el hecho de no conseguir interpretarlos o de traducirlos erradamente nos causa unos dolores de cabeza y unas confusiones tremendas. Quería que tuviéramos la calma y la sabiduría suficientes para decifrarlos correctamente y así dejar de meter las patas con tanta frecuencia; quería que guiásemos confiadamente nuestras acciones según su voluntad, quería que no maldiciéramos tanto en las probaciones y no nos envaneciéramos en las victorias. Quería que fuéramos más fieles, más atentos, más seguros. Quería que estuviéramos menos preocupados con nosotros mismos, menos poluídos por el preconcepto y la vanidad, por la envidia y la ambición. Quería mucho apagar esos resentimientos y ese miedo que empañam nuestra visión y  endurecen nuestro corazón y cambiarlas por la compasión, la paciencia y a tolerancia. Quería que barriésemos de nuestra alma el pesimismo, y la cobardía, la autocompasión y la pereza, porque a veces éstas pesan tanto que no conseguimos movernos y podemos terminar quedándonos estacionados y volvernos inútiles, frustrados, fracasados... A veces actuamos pensando que entendimos el mensaje. El esfuerzo -muchas veces contra todas las apariencias y posibilidades- es desgastante, pero al final todo resulta bien... por un tiempo. Ahí, de repente, la tierra desaparece bajo nuestros piés y nos encontramos nuevamente  en cero, preguntandonos qué fué lo que hicimos errado... Será que todavía no aprendimos a ser pacientes ni a confiar en el amor de Dios? Será que siempre vamos a tratar de maquillar nuestra propia voluntad con sus mensajes? Será que vamos a continuar así porfiados por mucho tiempo aún? Será que nuestra vanidad continuará comandando nuestras acciones, murmurando en nuestros oídos que nuestras intenciones son nobles y que vienen del amor?.... Será que no nos vamos a cansar jamás de esta montaña rusa de éxitos efímeros y caídas abismales debidas a nuestra falta de humildad y paciencia?... Un día pensamos que todo está yendo a las mil maravillas, de la forma en que lo planeamos y ahí, de repente, sin un aviso, todo se desmorona delante de nosotros, pues estábamos completamente engañados -y créo que, en el fondo, lo sabíamos- y nos quedamos vacíos, perdidos, furiosos y frustrados, sabiendo que ahora viene aquella parte que tanto detestamos y tememos: el tiempo de la agonía y el desencanto, de la muerte, de la decepción, de las cobranzas, del recomienzo. El encanto por el espejismo fué, una vez más, mayor que el sentido comun y acabamos abrazando el aire, construyendo castillos y expectativas encima de nada y, lo peór, creyendo en ellos!.
    Mas cuándo será que vamos a parar de cometer los mismos errores? Sé que aprender no es fácil, pero no tenemos que dar con la cara en la pared el tiempo entero!...

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