sexta-feira, 1 de julho de 2011

El espejismo del dolor

Releyendo mi última publicación me dí cuenta de que hablo de una maleta, pero no explico el por qué... Bueno, es que ando tan traumatizada con este negocio de la presentación del musical -que ciertamente vá a ser el fiasco del año porque nadie quiso darme oídos- que ni me acordé de contar que durante as vacaciones de los alumnos de la fundación voy a viajar... En realidad, desde  que lo supe, parece que sólo pienso en esto y que todo lo demás perdió la importancia: las clases, los ensayos, la catástrofe inminente del espectáculo, los problemas con mi jefe... Mi hija decidió darme este regalo maravilloso para conmemorar mi cumpleaños, entonces ya me estoy preparando para las emociones y el frío, que debe estar de matar donde estamos yendo. Pero anduve comprando unas parcas y unas ropas pesadas, medias de lana, gorros, bufandas y guantes y una maleta extragrande para guardar las ropas gruesas y las botas, entonces el clima no me vá a pescar tan desprevenida... Puchas, ahora me doy cuenta de cómo me desacostumbré con el frío de verdad, ese que hacía en Santiago! Ahora, cualquier vientecito helado y ya estoy con el trasero y la nariz congelados!...Menos mal que estos últimos días han sido como una previa de lo que me aguarda allá, entonces no ando reclamando mucho del frío porque, con certeza, voy a enfrentar algo bien peor allá.... El único problema es que con todas estas compritas de última hora mis cuentas aumentaron un poquitín y más encima, como ya usé mis días de vacaciones, el sueldo de agosto vá a venir bien disminuido porque van a descontarme los días -menos mal que el abono de julio vá a compensar un poco mi desfalco!- entonces me voy a quedar bastante arruinada un par de meses, cosa que anda robándome el sueño, pero si comparo este viaje  todo lo que él significa con el montón de carnets dentro de la bolsa de nylon en el cajón de mi escritorio, créo que consigo encarar a mis acreedores con más tranquilidad -y cara dura- Hasta porque ellos saben que no soy una sinvergüenza y que este "imprevisto" fué algo absolutamente irrecusable. O hacíamos este viaje ahora, aprovechando las vacaciones de mi hija y las de los alumnos de la fundación, o no sé cuándo podríamos volver a tener la oportunidad.... Y otra cosa buena: hoy en la mañana mi empleada encontró el diario en el garage (que es el que publica mis crónicas) lo que significa que tal vez mi esposo renovó el contrato -estoy rezando por ello- y no voy a tener que ir más a la farmacia todos los miércoles para dar una ojeada en el cuaderno dos, cosa que ya estaba dejándome muy embarazada!...


    Sé que existen numerosos espejismos e ilusiones en nuestras vidas -la mayor parte creados por nosotros mismo por las más diversas razones- y que a veces nos dejamos envolver completamente por ellos, lo que nos hace pasar por momentos extremadamente difíciles que, con certeza, no lo serían tanto si percibiésemos que se trata solamente de eso: una ilusión, un espejismo que sólo empeora la situación porque creémos en él. Por ejemplo: todas las veces en que nos encontramos sumergidos en el dolor, séa físico o espiritual, tenemos la aplastante y terrible impresión de que nunca más vamos a conseguir salir de él, de que continuaremos hundiéndonos en el abismo del abandono y el pesimismo y nada bueno volverá a sucedernos. A veces, las heridas que cargamos o recibimos son tan profundas y nos provocan angustias tan grandes que morir desangrados nos parece el único fin lógico e inevitable. Nada nos consuela, ni una luz ilumina nuestra obscuridad, ni una mano nos sostiene para que no caigamos en el abismo... Es entonces que aprendemos que e dolor y la desesperación  desaparecen solamente cuando su ciclo se completa, y sólo entonces. Aprendemos que es necesario pasar por él y llegar al fondo de la experiencia para aprender la lección en ella contenida, para solamente despues libertarnos de las sombras y retornar lentamente a la luz, a la vida, a lo que todavía nos aguarda... Regresamos entonces, porque el instinto de supervivencia es el más poderoso que  poseémos y, recogiendo los pedazos destrozados y en carne viva, retorcidos e exhaustos, vacíos, que sobraron de nuestra batalla, los vestimos heróica y porfiadamente e retomamos nuestro camino, continuamos con nuestros planes, amamos, reímos, comemos, conversamos, nos acostamos y nos levantamos con algunas nuevas cicactrices, es verdad, sin embargo concientes de lo que ellas nos enseñaron; seguimos adelante más fuertes y sábios, más valientes y compasivos, habiendo comprendido que el  espejismo del dolor no pasa de esto: una ilusión de la cual siempre seremos capaces de resurgir. Y este es otro de los milagros que nos es dado realizar en esta vida.

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