sábado, 26 de junho de 2010

Diversidad

Esta semana voy a postear la crónica que -finalmente!- salió en el diario, a pesar de no tener certeza de si ya la puse aquí. Pero anduve revisando mis archivos y no la encontré, a no ser que la haya publicado con otro título. En todo caso, como soy tan terriblemente apegada a mis rutinas y rituales, la voy a postear, como lo hago con todas las que van apareciendo en el diario, y tengo que aprovechar para hacerlo ahora en la mañana porque en la tarde marqué una aula especial (dónde tengo la cabeza? Asi voy a acabar no teniendo ni un día de descanso!) con ese grupo de alumnos de Assaí que vino la semana pasada para ver nuestro ensayo del musical. Salieron tan entusiasmados que pensé que sería una buena iniciativa darles este regalito, para animarlos e inspirarlos en el montaje que están haciendo en su ciudad. Fué un grupo simpático, disciplinado y bien participativo y espero que les guste la aula y que quieran continuar el trabajo. Me encanta el desafio de trabajar con grupos nuevos y no me importa sacrificar mi día descanso para darles la oportunidad de participar de nuestro estilo de trabajo e intercambiar experiencias con ellos porque, con certeza, no serán solamente ellos quienes van a aprender con nosotros, sino que nosotros también vamos a aprender con ellos, y mucho, y eso es lo que me fascina... A final de cuentas, días de descanso siempre hay, ya la oportunidad de encontrar personas nuevas e interesantes que pueden agregar algo positivo a nuestro trabajo o a nuestra vida no aparece todos los días. Eso, sin contar que las tres horas de aula de hoy me van a valer entradas más tardes la semana que viene en la Fundación, entonces, tiempo para relajar no vá a faltarme. Lo que importa es no desperdiciar ninguna oportunidad, porque éstas no tienen bis.


Permanezco por largos momentos observando el follaje de los árboles frente a mi ventana. El viento pasa por cada rama, por cada hoja y cada flor y cada una de ellas reacciona de manera diferente a su toque. Lo que véo es el follaje meciendose armoniosa y rítmicamente, pero si observo con más atención, consigo percibir el movimiento individual de cada hoja que, mismo siendo diferente, no quiebra la fluidez del movimiento total. La individualidad del movimiento se debe a que cada elemento está en una posición distinta con respecto a la corriente de aire, entonces, mismo que el viento séa uno solo, cada hoja o flor que es tocada por él, se moverá de una forma totalmente peculiar... Entonces pienso en nosotros, seres humanos, y en cómo podemos tener mil sensaciones, impresiones o visiones diferentes sobre un mismo acontecimiento o persona, por el hecho de encontrarnos en diferentes estados de espíritu, por tener diferentes historias, edades, culturas, sexos, intenciones y expectativas. Relfexiono nuevamente sobre cómo el todo es formado por muchos y me doy cuenta de que la diversidad es la generadora de la belleza que nos rodea, pues cada movimiento individual forma parte del movimiento de la vida, que siempre busca el equilibrio, la evolución, la expansión. Cuanto mayor, más diverso y rico, con más posibilidades. Cada uno posée su propia expresión, sin embargo, todas ellas nos llevan al crecimiento, a la transformación, al conocimiento, a compartir.
Me parece un milagro encantador y asombroso cada una de esas hojitas ejecutando su danza individual para crear la imagen del follaje de un árbol en movimiento!... La materia no está hecha de un solo componente, sino de muchos,y la participación de todos ellos es lo que le dá existencia y consistencia, personalidad a esta materia. Me pregunto si con nuestro espíritu es así también. De cuántos "elementos" podería ser hecho? De todo aquello que no es tangible, que no perece, que está anclado en lo divino, en lo perfecto? Cuál es la diversidad que nos dá la personalidad, los sueños, los pensamientos?... Créo que parte del misterio de la vida está en el espíritu y en la diversidad de fuerzas humanas y divinas que lo sostienen.

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