sexta-feira, 23 de abril de 2010

Sentidos

Sinceramente, espero que este fin de semana, en algún momento improbable, pueda postear ese cuento que les prometí la semana pasada, pero no sé, las cosas están apretadas por acá y no tengo certeza de si, después de tanto ensayo, interferencia y sermón sin educación de jefe, voy a tener ánimo para redactar la famosa historia. No es que esté enojada con tanto trabajo -por el contrario!- lo que sucede es que, por causa de él y de "otras cositas más", no estoy consiguiendo organizarme ni tener la disciplina y la perseverancia que mi condición de diabética exigen, y esto es lo que está dejándome verdaderamente irritada, porque tengo la desagradable sensación de que de, alguna forma, perdí el control de mi propia vida y que son las circunstancias y los otros quienes están determinando cómo tengo que vivir... Yo sé que esto es tan sólo una impresión, porque nadie puede tomar cuenta de mi vida si yo no lo permito, pero créo que están habiendo tantos cambios y novedades en mi vida últimamente, que estoy poniendome descuidada y floja y permitiendo que los acontecimientos dicten mis horarios y procesos en vez de ser yo quien ponga los límites, las reglas, las rutinas y mantenga aquel saludable equilibrio que me está haciendo tanta falta ahora... Pero no se preocupen, porque este estado de confusión momentánea ya se vá a terminar y voy a volver a ser la dueña de mí misma. Es que las novedades siempre nos dejan medio mareados y fuera de control, no es verdad?... Pero ésta tiene hora para acabar y devolvernos a nuestras rutinas. Créo que la mía está llegando también, hasta porque mi salud no puede esperar demasiado...
Entonces, como todos los viernes -o casi, deliciosa rutina- aquí vá la crónica de esta semana, lo que ya es una buena señal de normalidad, no les parece?...



Los ojos... Qué son estos dos pozos de luz y sombra por donde el alma se escapa? Llevan la imagen al cerebro, al raciocinio, al fondo del corazón, construyendo secretos que nuestra razón a veces nunca desvenda. Perspectiva, colores, movimiento, sombra, luz, tonos... Los ojos perciben densidades, distancias, intenciones, gestos, belleza, maldad. Hay una intuición sobrenatural en la mirada del hombre; mirada asociada al pensamiento, a la reflexión, al descubrimiento, a la creación, a la conclusión. El ojo que pestañéa e habla, que desagua, incendia, toca, penetra; palabras mudas que emergen del corazón y revelan sus dudas y sus éxtasis, sus pesares y alegrías, sus amores y sus odios... Cuando nos miramos los unos a los otros, qué milagros, qué miserias y esperanzas, cuáles intenciones descubrimos? Nos vemos reflejados en los ojos de la humanidad? La mirada de la creación nos encanta, o preferimos huír de ella? Miramos la verdad o la mentira?... Será que existe vergüenza en la mirada, ya que no consigue mentir? Y será que es por eso que siempre porfía en esconderse, en disfrazarse?Quién sabe mirar al otro e interpretar correctamente lo que vé? Nos preguntamos alguna vez acerca de lo que vemos? Estamos realmente viendo lo que sucede a nuestro alrededor? Sentimos lo que vemos, o las imágenes son solamente referencias muertas, ajenas, sólo un cuadro en el cual existimos, mero complemento y no reflejo de lo que somos?... Al mirar, somos realmente capaces de percibir con todo nuestro ser la tierra, la madera, las nubes, el asfalto, el tejido, el vidrio, la lana, el viento, el água, las tejas, los pétalos, los pájaros? Lejos, cerca, grande, pequeño, moviendose, parado, arriba, abajo?... Casi siempre miramos el universo como si no hiciéramos parte de él y, de la misma forma, contemplamos las imágenes dentro de nosotros. No creémos en ellas, porque el ojo interior es reflejo da la visión interior. Yo créo que todavía no comprendimos lo que es "ver", lo que debemos ver, para qué vemos, pues la visión no es un simple don, un placer, un sentido del cuerpo. El ojo llega solamente hasta donde se lo permitimos, hasta donde osamos llevarlo, así como también es ciego para lo que no aceptamos, nos asusta o nos parece imposible.
La primeira pregunta que tenemos que hacernos al abrir los ojos es: "Qué es lo que soy capaz de ver?"... O, tal vez: "Qué es lo que deséo ver?"... Y la respuesta no es, definitivamente, una cuestión de imaginación, capricho o ilusión. Es la verdad. Pues es para esto que sirven los ojos, es para esto que nuestra mente y nuestro corazón están ligados a ellos, pues son instrumentos de revelación y transformación.
Esto vale también para los otros sentidos, ya que todos son caminos para nuestro desarrollo y aprendizaje. A veces me pregunto, espantada: Qué es lo que estamos haciendo con nuestros sentidos? Ver, escuchar, tocar, saborear, olfatear, qué es lo que hacemos con estos instrumentos preciosos?... Estamos constantemente poluyendo sus funciones, desviando sus objetivos, mutilando sus capacidades. Porque, a final de cuentas, qué es lo que despierta la reflexión sino lo que nuestros sentidos nos traen? Ellos nos proporcionan experiencia, nos muestran caminos, abren ventanas y encienden luces que pueden cambiar nuestra existencia! Nos instigan y despiertan nuestra mente con sus cuestionamientos y reflexiones hasta alcanzar nuestro espíritu, haciendo que él llegue cada vez más cerca de Dios... Del cuerpo para el alma... Manos, boca, oídos, nariz y boca no son meros informantes, sino maestros, experiencias físicas que, de alguna forma, nos lanzan al plano de las revelaciones divinas. El cuerpo en plena percepción se abre a la sabiduría de la creación. A través de la catarsis de los sentidos -casi una muerte de éstos por una fusión extremada de percepción del redor- podemos aprender a desenvolver y vivenciar nuestra escencia que es, al final, la expresión perfecta de cada uno de ellos.
Los ojos: qué son estas dos ventanas de horizontes ilimitados? Las manos: qué son estas antenas que danzan en el aire y sostienen la magia? Y La boca: qué es este milagro de sonidos y sabores por donde la voz del alma estalla? La nariz, túnel de oxígeno que nos mantiene vivos, pasaje de perfumes instintivos y espirituales. Los oídos: qué son estos incansables canales que nos traen los mensajes de los hombres, de los dioses, del universo vivo?... Vivir es sentir. Sentir es vivir. Más que carne, huesos, años, éxitos o fracasos, somos sensaciones, sentimientos. Más que razón y lógica, que proyectos y prestigio, somos instinto humano y divino empujándonos siempre, remeciendonos, resucitandonos, reinventandonos, lastimandonos cuando necesario, pero siempre conduciendonos hacia la vida.
Siento el viento que pasa por mí como una caricia. Escucho las campanas lejanas de la iglesia. Me balancéo lentamente en la hamaca. Apreto la lapicera. Huelo la cena calentando en la cocina. En el silencio del atardecer presiento mi voz, pues la conozco, mismo que nadie más la escuche. Mis sentidos me vuelven parte viva y actuante del universo y su historia, do los planes de Dios, del destino de la humanidad.

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