Y llega la Navidad una vez más, pero esta tiene
un algo de derrota, de tristeza e incerteza, incluso de miedo por el futuro de
nuestro amado país después de estas elecciones chantas, lideradas por gente sin
noción, sin historia, presa a ideales sin sentido, agarradas a un pasado que ya no
existe y que ellos tratan mantener presente en la mente del pueblo sólo para tener
el gustito de la venganza sin sentido y del poder que “les robaron” durante treinta
años... Mas, será que merecen tenerlo?...
¡Cómo es bueno sentir los aromas de la
vida!... Ropa lavada, carne em la parrilla, porotos granados, tierra mojada,
café, flores, pan, sopa, choclo, queque, pasto... Vengo por la calle y ellos
surgen, me envuelven, me despiertan. Vienen despacito, o como una ola, desde las
cocinas, los jardines, las veredas, las panaderías y restaurantes, y yo respiro
hondo, dejo que tomen cuenta de mí y me recuerden la vida a mi alrededor, las
cosas de cada día, la dulce rutina del hombre y su universo, la rutina de la
creación. Es así como los aromas y los sonidos también me rodean y traen la
sinfonía de la vida hasta mí: pájaros, motores, radios, ladridos, voces, lluvia,
teléfonos, campanas... Aromas, sonidos, movimiento perpetuo y yo, tan viva cuanto
ellos, tengo el don maravilloso de percibirlos.
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