quarta-feira, 29 de dezembro de 2021

 Casi el último día del año. La última semana... Esperanza? Miedo? Frustración? Tristeza? Emoción?... Lo que fue, ya fue, ahora tenemos la chance de recomenzar, de renovar, de crear nuevos caminos y recorrerlos con coraje y optimismo. ¿Serán diferentes? ¿Serán una nueva versión? No lo sabemos aún, mas hay que intentarlo. Yo ya comencé el mío y pretendo seguir en frente, mismo se existirán tropiezos. No importa, la cosa es estar ahí, vivo y vibrante, conectado. Estar, ser. ¡Eso sí que es un feliz año Nuevo!

 

 

     Existe mejor forma de redimirnos, de realizarnos, de encontrarnos  que a través de nuestras acciones? Y si este actuar envuelve el amor, mejor entonces. Amar lo que hacemos. Hacer lo que amamos... Los tres bailarines em el filme “One last dance”, con Patrick Swayze, su esposa Lisa Niemi y George de la Peña, em aquella última coreografía em la cual todas las heridas y frustraciones, los miedos y dolores fueron lavados em el esfuerzo, em el sudor, em los movimientos sentidos em el alma, me emocionaron profundamente, pues percibí cómo realizar nuestra vocación puede curarnos, erguirnos, purificarnos y transformarnos. Nos santifica porque siempre hay un toque divino em ella. Es donde mejor nos expresamos, donde más nos entregamos, donde nos donamos sin límites. Aquellos bailarines ya maduros, con menos performance física, y mesmo así yendo al palco a reencontrar sus verdades, me enseñaron que siempre hay tiempo, siempre existe una oportunidad, siempre hay espíritu para alcanzar muestro objetivo de la realización, de la cura, de la felicidad. Porque ese es o nuestro destino.

 

 

  

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