domingo, 23 de outubro de 2016

"Tejados"

    Día de votación por aquí, entonces si los domingos ya son parados ¡hoy está simplemente muerto!... Nunca vi una ciudad cambiar tanto del viernes para el sábado y el domingo. Aquí no aprovechan que las personas están libres para mantener restaurantes, tiendas -a no ser los retails- heladerías o fuentes de soda y cafeterías abiertos y ganar una platita extra. No, aquí todos se van a casa y la ciudad queda desconcertantemente abandonada y silenciosa. No es que no me guste este cambio, porque se puede andar por las calles sin darse encontrones con un millón de personas y disfrutar de un inusual y agradable silencio. Se pueden ver mejor los edificios -y por aquí hay unos preciosos, históricos- los parques, las calles, se escucha el canto de los zorzales, chincoles  y tordos... Es otra ciudad, realmente. Pero me gusta este "descanso", esta parada casi total de los fines de semana porque sé que el lunes la furia, la prisa, el barullo ensordecedor y las multitudes volverán a adueñarse de todo, entonces hay que aprovechar esta especie de limbo en el cual quedamos los sábados, domingos y feriados para reponer fuerzas y enfrentar la semana que se avecina.
    Y aprovechando esta paz más profunda y el frescor del día que, infelizmente está empezando a nublarse, aquí va la crónica de esta semana. Mi hija tuvo que ir a trabajar (es reportera y TODOS los reporteros del país están trabajando hoy, sin hora de salida), entonces el silencio es total, a no ser por mi querida compañera de todas las horas: la radio...



    A veces, en las series de televisión nacionales muestran tomadas aéreas de las calles y barrios donde supuestamente viven los protagonistas, y entonces se pueden ver los tejados de las casas o los edificios... Yo nunca lo había notado, pero estos techos -de los más  variados colores, materiales y formas- pueden decirnos mucho acerca de los que viven bajo su amparo. Algunos son claro y ordenados, de tejas elegantes, limpios y alegres. Otros ostentan tejas antiguas, percudidas por la intemperie, cruzados por cables y llenos de hojas y ramas, nidos apelmazados y moho verde y resbaladizo. En las periferias y poblaciones los tejados son de zinc, de madera, a veces sólo una loza de concreto, llenos de parches y basura: pelotas desinfladas, zapatos, restos de volantines, juguetes, cajones, antenas quebradas, maceteros salvajes que cubren la mugre y se descuelgan por los aleros carcomidos. Mirado desde arriba, el patio desordenado y repleto de desperdicios se confunde con el tejado, como si no hubiera un plano vertical que los separara... Aguzando la percepción y la imaginación delante de estas imágenes, se puede elucubrar sobre la vida sosegada y próspera bajo los techos limpios y claros, y el tumulto, las privaciones y la violencia bajo esos otros de zinc, de cholguán, pedazos de madera, tejas casi podridas y a veces hasta lonas o plásticos negros. Son como los pensamientos y sentimientos de la propia casa, como si contara su historia a los cielos, no con muchas esperanza de ser escuchada...

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