domingo, 16 de outubro de 2016

"Historias interminables"

    Estaba viendo el otro día en la tele una película antigua llamada "El todopoderoso", en la cual un ejecutivo es llevado por el propio Dios, a través de incidentes y señales bastante divertidos, a construir una arca para salvar a los animales de un nuevo supuesto diluvio, y en una parte, cuando la familia está casi deshaciéndose por todos los cambios que el protagonista está sufriendo y por el ridículo que parece estar haciendo con la cuestión del arca, Dios -interpretado por el genial Morgan Freeman- disfrazado de empleado de una fuente de soda, se aproxima a la esposa y tiene una pequeña y iluminadora conversación con ella, que termina así: "Usted cree que si le pide a Dios que le dé paciencia, valor o creatividad El se la va a dar así? (chasquea los dedos) O será que lo que le va a dar es la oportunidad de practicar  la paciencia, el valor y la creatividad?..." Lo encontré genial, porque uno siempre pide milagros instantáneos, sin pensar que para obtener uno hay que participar, hay que aprender y crecer, volverse más sabio y equilibrado, si no, ¿de qué valen? Uno agradece, pero no les da todo su real valor... Entonces, ¡vamos a estar atentos a las oportunidades que Dios nos pone por delante y cooperar para que nuestros pedidos se hagan realidad!... Porque esos son los verdaderos milagros, pues hasta los casos desesperados requieren de nuestra participación y fe.
    ¡Bueno, esta casi fue otra crónica!... Es que está lloviendo y el frío volvió este fin de semana, entonces ando bastante inspirada. Todos pensábamos que la primavera ya se estaba instalando y de repente, nos cae un aguacero, nieva en la cordillera y hay que ponerse botas e chombas de nuevo... Bueno, ya dije que la primavera es como una novia rogada, ¿no?... Hay que tenerle paciencia hasta que se decida a dar el "sí" definitivo...


    A veces, cuando me cruzo con las personas en la calle, me pregunto en qué van pensando. Trato de adivinarlo por su expresión, por la forma de caminar, por sus ropas o los objetos que llevan: celular, bolsa, maletín, cartera zurrada o elegante, muleta, papeles, carrito, bicicleta, zapatos viejos y deslustrados... ¿Piensan en lo que salieron a hacer? ¿En la familia, el trabajo, dinero, romance, proyectos? ¡Algunos parecen realmente tan afligidos, tan cargados y desazonados! Ya otros se ven tensos, con la cabeza en otra parte, ausentes del mundo que los rodea. Muchos fuman o hablan al celular, mastican un chicle invisible que jamás consiguen tragarse... Pocos sonríen o se muestran relajados, caminan con calma y disfrutan el entorno... Me encantaría saber si lo que yo supongo que están pensando, sintiendo o viviendo -basado en mi percepción instantánea- está acertado. La diversidad de experiencias es absolutamente fascinante para mí. Las historias son interminables y siempre habrá algo que podamos aprender de ellas.
    Creo que es por eso que cada vez que me siento a escribir estos cuentos cortos -todos producto de mis observaciones y suposiciones, adornados con toques de fantasía- como que dejo de escribir en mi diario, porque ellos equivalen a una confidencia, una lección y una conclusión. Observar es aprender. Escribir es compartir este aprendizaje sin precio.

Nenhum comentário:

Postar um comentário