domingo, 27 de setembro de 2015

"Jefes"

    Y empezando a pololear con un resfriado de primavera, aquí va la crónica de la semana, entre muchos estornudos, pañuelos desechables, tecitos con limón, comprimidos verdes y azules, gotitas nasales y muchas, muchas ganas de quedarme en la cama... ¡Pero compromiso es compromiso!


    Hay cosas, situaciones y personas que no tienen precio -tanto negativo cuanto positivo- y una de ellas es un buen jefe. Porque no existe cosa mejor que trabajar bajo el comando de un superior de mente abierta y creativa, que confía en uno, que lo apoya, le facilita el desempeño, lo elogia y lo regaña con justicia y sabiduría. El jefe debe ser el tipo que te estimula, te desafía, que cree en tu potencial, que a abre puertas y trabaja codo a codo contigo... Por desgracia, existen jefes que quieren brillar solos y para esto pisan, humillan, destruyen, apagan cualquier chispa de entusiasmo que el funcionario pueda tener y llegan hasta a matar el amor al trabajo. Nunca encuentran nada lo suficientemente bueno (a no ser que ellos lo hayan hecho) y están siempre rebajando y ridiculizando a sus subalternos. No apoyan, no estimulan, no escuchan, no aceptan que alguien venga con algo diferente a lo que ellos planearon, no importa si es mejor, porque nadie puede competir con ellos y menos aún "derrotarlos". Estos jefes son, en realidad, personas inseguras, que necesitan aplastar a los demás para sentirse felices y brillar. Les encanta ejercer el poder, el miedo, el chantaje, la amenaza, la humillación. No tienen amigos, sino aliados, chupamedias, espías, sometidos por la necesidad de conservar un empleo. No les importa que nadie los quiera ni que hablen mal a sus espaldas, desde que obedezcan, no repliquen, no intenten enfrentarlo, traer ideas nuevas, tener más destaque que él. Están en un pedestal de mentira, siempre peleando con todos para mantenerse allí, únicos, soberbios, déspotas, patéticos... ¡Qué cosa triste e indignante!...
    Gracias a Dios, así como tuve uno de estos jefes, también tuve uno de los buenos, de esos que te hacen tener ganas de levantarte en la mañana y llegar temprano a la oficina, que te hacen querer producir, crecer, vestir la camiseta, hacer hora extra, sacrificar fines de semana. No hay nada mejor que sentir la confianza y el apoyo de tu superior, como verlo involucrarse e invertir en tus proyectos.
    Para rendir, para crecer -y por consecuencia hacer crecer a la empresa- el funcionario necesita sentirse valorado, apoyado, incentivado, escuchado, atendido, comprendido humana y profesionalmente... Nada peor que trabajar descontento... Pena que haya tantos en esta situación.

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