sábado, 19 de setembro de 2015

"Condena"

    Bastante remecidos y preocupados, todavía mareados, pero de pie. Así somos los chilenos, y aunque de repente se siente una punta de angustia al subirse al ascensor, o al salir a la calle, continuamos con nuestra vida, porque así tiene que ser. No sacamos nada con vivir aterrorizados por el próximo terremoto, porque eso no va a impedirlo, entonces, hay que echarle p'adelante nomás y hacerle honor al cumpleaños de nuestro amado y remecido país. ¡Viva Chile!
    Y entre una réplica y otra (mi móbile de campanitas me avisa cada vez que hay una) aquí está la crónica de la semana, y otros dos cuentos, para olvidarse por un ratito de este suelo tan pícaro. Vayan a pazaldunate-historias.blogspot.com y disfrútenlo!.


    Me pregunto cómo será vivir solo. Me acuerdo que en esos cuatro días en que mi hija estuvo fuera visitando a su pololo en el norte tal vez tuve una idea, pero ella regresó luego y todo volvió a ser como antes... ¿Pero y esas personas que están siempre solas, sobre todo las jubiladas que ya no trabajan? Pues las que tienen un empleo pasan más tiempo en él que en sus casas, entonces tal vez no sientan tanto la sensación de soledad. De repente puede hasta ser un alivio llegar a un lugar vacío y silencioso después de pasar 8 o 10 horas en una oficina, caminando por calles abarrotadas y tomando buses o metros llenos... Veo reportajes en la televisión que muestran a estos solitarios -viejos o jóvenes, por opción o destino- y me quedo pensando en cómo lo pasarán, pues no todos tienen amigos o familiares cerca (sobre todo los más viejos) entonces viven una verdadera soledad. Algunos se muestran resignados, otros valientes y optimistas, otros creativos y alegres, a veces contentos y llenos de proyectos. Ya unos parecen deprimidos o preocupados por la falta de compañía y apoyo... Es verdad que a veces necesitamos estar solos, alejarnos del mundo y su bullicio para encontrarnos con nosotros mismos, para raciocinar más claramente y solucionar nuestros conflictos. A veces puede ser agradable y libertador permanecer solo (yo misma lo he comprobado) pero no sé realmente cómo será estar siempre solo, sobre todo cuando no se tienen muchas actividades. Ocio y soledad no se llevan bien.
    Los hijos crecen y se van, los compañeros y parientes mueren, llega la jubilación, la fragilidad, los achaques, la dependencia... ¿Cómo se encara todo esto solo?... Creo que por eso existe esa ley tácita que dice que los padres cuidan a los abuelos y los hijos a los padres. Pena que ni siempre la cumplimos. La soledad, en esos casos, no es algo que puede ser agradable y positivo, sino una verdadera condena.

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