sábado, 18 de abril de 2015

"El pintor"

    Conversar con nuestro cuerpo es un excelente método para mantenerse conectada, para apoyarse, consolarse, darse fuerza y mantener la fe. ¿Por qué digo esto? Pues porque creo firmemente que tenemos el poder de comunicarnos con todo (ya que estamos hechos de la misma materia) y especialmente con nuestro cuerpo, y esto es bueno cuando uno se va poniendo viejo y achacoso, porque podemos conversarlo con él y llegar a acuerdos y perdones indispensables para que las cosas funcionen bien y tengamos una vida mejor y más larga y digna... Mi hermana vino a visitarme por estos días y me recordó este don que poseemos los humanos y decidí ponerlo en práctica con verdadera fe y todo el poder que tengo... ¡Y está funcionando!... ¿Es todo psicológico? Quizás, pero si me hace sentir mejor, entonces voy a continuar haciéndolo. Les recomiendo este tipo de actitud, que nada tiene que ver con la religión, porque lo hace sentirse mucho más seguro, contenido y optimista, por más raro que pueda parecer. ¿Porque quién mejor que nosotros mismos para apoyarnos,  darnos valor y salud?... Como descubrí hace un tiempo, todo en la vida depende de la actitud con que se enfrentan las situaciones.
    Y después de este consejo aparentemente medio descabellado e infantil, o hasta ingenuo, aquí va la crónica de la semana. ¡Y ya estoy produciendo eso cuentos cortos para la próxima semana!.

    Me gusta ese pintor que se pone ahí en al paseo Huérfanos con sus obras en la escalinata de la tienda de teléfonos. Todos los días trae todos sus materiales y sus cuadros bien organizados en un carrito y mantiene su improvisado taller-galería siempre limpio y ordenado, a pesar de que trabaja ahí mismo con sus tintas y pinceles. Pero pone todo encima de una lona en el suelo, junto con la tela que está pintando. Porque está siempre pintando, creando todo tipo de cuadros de los más diferentes tamaños y estilos... Y es justamente esto lo que me gusta de él: su eclecticismo. No diría que es un tremendo pintor, pero tiene talento y calidad suficientes como para satisfacer el gusto de muchos. Y cliente es lo que no le falta, mismo si sus obras no son baratas. Siempre hay alguien observando, preguntando, encomendando. Es un artista, no da para negarlo, pero ha sido inteligente, práctico y sensible lo suficiente como para darse cuenta de que su talento -sobre todo si pretende vivir de él- precia ser ecléctico, abrirse a lo que los clientes le piden, entonces produce en los más variados estilos, para así mantener una buena y satisfecha clientela. No se hace el rogado, el purista o el intelectual que "no se vende" al consumismo. E, simplemente, pinta, y es feliz haciéndolo, es feliz viendo que su arte le gusta a la gente, que ésta se lleva sus cuadros y los cuelga en sus casas, oficinas o establecimientos. Eso es suficiente para él, suficiente para sentirse realizado... ¿Y cuál es el secreto de su éxito? La flexibilidad, su poder de adaptación, la empatía con las personas a quienes muestra y ofrece su trabajo.
    Ojalá todos pudiéramos ser así, flexibles y eclécticos, sin sentir por esto que traicionamos algún tipo de doctrina, de ideal, de postura delante de la vida. En realidad, son los intransigentes los que terminan sacrificando cosas mucho más importantes que una actitud: la convivencia, el intercambio de experiencias, el compartir, el aprendizaje, la armonía y el crecimiento en la compasión y la tolerancia que se requieren para que el mundo sea un lugar mejor para vivir.

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