sábado, 19 de abril de 2014

""Aprovechando los pecados"

    Semana santa lo deja a uno pensando en un montón de cosas: en la historia, en los milagros, las intenciones y significados que todo lo que le sucedió a Jesús. Nos quebramos la cabeza pensando cómo podemos realmente aplicar su ejemplo y sus enseñanzas en nuestra vida, y nos parece demasiado difícil porque siempre nos decimos que, claro, para él debe haber sido fácil porque era hijo de Dios y nosotros somos meros mortales llenos de debilidades y fallas. Pero se nos olvida que mientras estuvo entre nosotros, Jesús era un hombre común, que conoció todas nuestras flaquezas y tentaciones, todo nuestro egoísmo e vanidad, nuestra ambición y cobardía. El pasó por eso en aquellos 40 días en el desierto y en Ghetsemaní, cuando una crisis de pánico casi lo hace desistitr de todo... Entonces, no andaba por ahí jactándose de su santidad y perfección, sino actuando como aquel que entiende porque sufrió en la propia carne los pecados humanos. Por eso mismo era tan misericordioso y empático, por eso perdonaba y daba mil oportunidades de enmendar el error. No era por sentirse superior, sino por saber exactamente todo lo que los hombres pasaban y penaban. Ser bueno no es fácil, porque hay muchas piedras en nuestro camino, pero si Jesús no se rindió nosotros tampoco podemos hacerlo. En pose de su absoluta y mortal humanidad, Él nos demostró que se puede ser bueno, a pesar de nuestras fallas. ¿Y por qué no, ellas mismas no pueden ayudarnos a volvernos mejores?..


    Recuerdo el revuelo que causó Teresita de Lisieux cuando declaró que a Dios le gustaban nuestros pecados porque podía aprovecharse de ellos para hacer el bien. Bueno, yo también me quedé sumamente sorprendida con esta afirmación, pues hasta entonces había sido enseñada a creer que absolutamente nada bueno o positivo podía resultar jamás de un pecado... Sin embargo, pasando el tiempo y a través de mi propia experiencia, he comprobado que Teresita tenía toda la razón. Lo que le interesa a Dios es que se haga el bien, no importa si a veces los motivos de quien lo realiza son poco ortodoxos o lo hace de forma inconsciente. Si doy una limosna o hago una contribución o sacrificio de cualquier tipo que ayude a los demás ya sea para promoverme, para recibir elogios o sentirme superior, eso no es lo que interesa. Lo que vale es el que el bien fue hecho y tuvo resultados.
     Y es curioso y algo desconcertante -divertido también- percibir los motivos a veces retorcidos o egoístas que pueden llevarnos a ser buenos, a ayudar, a sacrificarnos por alguien, a salir de nuestro mundillo y acercarnos al sufrimiento de los otros. Sin embargo, pensándolo bien, tal vez esto tenga su lógica, pues esta falta de desinterés nos ayuda a no ponernos arrogantes, porque en el fondo siempre sabemos por qué actuamos de tal o cual manera, entonces no podemos envanecernos por hacer el bien si tenemos consciencia de que los que nos llevó a actuar tan bien no es un motivo muy "santo".
    Creo que debe ser más o menos así que Dios le saca provecho a nuestras fallas, y con certeza lo hará hasta que nosotros nos demos cuenta de que hacer el bien por el bien nos deja tan felices y realizados como si lo hiciéramos por puro egoísmo.

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